Resumen
En la crisis actual, varios representantes de la Iglesia han expresado su opinión sobre la solución a la crisis y el modo como la Iglesia debe propiciarla. En este artículo se defiende la posición de que la Iglesia debe apoyar la solución que sea más racional y eficaz. Esto excluye una solución sustancialmente militar pues no parece viable ni sería deseable por su duración y sus espantosas consecuencias en muertes, destrucción y deshumanización del país. Como solución política, desechadas las elecciones por su difícil credibilidad y viabilidad, y por su ineficacia, la Iglesia debe proponer una negociación mediada en que participen los dos bandos en contienda por ser poderes de hecho, sin los cuales no hay solución, y porque ambos pueden aportar conjuntamente al contenido básico de la negociación: los cambios de estructuras y las fórmulas para erradicar permanentemente la represión y la violencia. Como condiciones previas la Iglesia exige la apertura de los medios de comunicación y el cese de la represión y de la violencia indiscriminada. Lo anteriormente dicho no es original ni especifico de la Iglesia, aunque ésta lo debe propiciar por ser más racional que otras alternativas. Su tarea específica consiste en preparar pastoralmente un clima apto para la mediación y propiciar los valores y actitudes positivas que pueden surgir del proceso de mediación. Comunicando con vigor la urgencia de una solución y la necesidad de una decidida voluntad de solución, la Iglesia debe propiciar la racionalidad, llamar a todos a aunar esfuerzos, sembrar semillas de reconciliación, mantener serenamente la esperanza del pueblo sufriente, clamar y exigir la verdad que se ha convertido en el gran ausente del país, recordar a todos desde su parcialidad por los pobres y oprimidos que éstos deben ser el interés primario de cualquier solución. Metodológicamente se recuerda a Mons. Romero, pues su pensamiento presenta todavía un marco teórico-teológico más útil que el pensamiento social de la Iglesia, por excesivamente abstracto, y necesario porque las declaraciones actuales sobre el conflicto y su solución con frecuencia carecen de dicho marco teórico-teológico. Además Mons. Romero no sólo produjo un pensamiento social de gran contenido cristiano y eclesial, sino que lo comunicó con gran calor humano y pathos evangélico, tan necesarios para que también hoy la Iglesia comunique la urgencia de solución y la decidida voluntad con que hay que trabar por ella.
ECA Estudios Centroamericanos, Vol. 36, No. 390-391, 1981: 349-366.

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