CALIDAD DEL EMPLEO
ENFOQUE DE GÉNERO,
UN COMPROMISO DE
TODAS Y TODOS
Marta Irene Flores Polanco
Docente Investigadora del Departamento de Administración de Empresas, UCA
miflores@uca.edu.sv
La Organización de Naciones Unidas (ONU) a través
de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
propone que las regiones, naciones y organizaciones
trabajen en pro de erradicar las desigualdades
en todas sus formas. Esta lucha se acrecentó en
1995 con la Declaración y Plataforma de acción de
Beijing, impulsada por ONU mujeres, con la propuesta
principal de interés principal en dos temas: la mujer y la
economía; desde la cual se propuso el equilibrio entre
mujeres y hombres en las estructuras económicas de
la sociedad y en los ámbitos de decisión, actualmente
liderada, en su mayoría, por hombres.
Al respecto, es indudable el avance que se ha tenido
en la participación de la mujer en el mercado laboral
en los últimos 25 años, pero, también, es injusto
no reconocer que muchas mujeres han tenido que
aceptar salarios bajos y condiciones de trabajo
precarias, debido a una frágil situación económica y
al bajo poder de negociación que tienen, producto de
la desigualdad basada en el género.
Muchos son los factores que obstaculizan a las
mujeres para entrar en el mercado laboral: desde
una de ciente educación básica, restricciones en el
acceso a la educación universitaria, discriminación de
género en los procesos de reclutamiento y selección
(puestos de trabajo masculinizados o feminizados),
escaso crecimiento profesional debido a los techos
de cristal (limitación al ascenso laboral) y los pisos
pegajosos que limitan a las mujeres a salir del espacio
privado (en el hogar donde ejercen un rol de cuidadora:
madre-esposa) al espacio público (ejercer un trabajo
que la hace parte de la población ocupada), precarias
condiciones de trabajo que incluyen salarios bajos,
horarios inflexibles, entre otras (es lastimoso como
a nivel mundial las mujeres siguen ganando un 20 %
menos que los hombres) (OIT, 2021).
No obstante, cabe mencionar los avances en
materia de igualdad de género que varios países han
implementado, teniendo en cuentas los bene cios que
conllevan en el ámbito laboral, lo anterior se mani esta
en el informe «Avance de la igualdad de género en
el marco del trabajo decente» (2011) de la Comisión
interamericana de mujeres y la Organización de los
Estados Americanos. De este documento se pueden
mencionar algunos aspectos como:
La eliminación de la discriminación y la segregación
(especialmente la de género) que contribuye
a incrementar los niveles de productividad,
competitividad y crecimiento de las economías.
La implementación de políticas de conciliación
entre la vida familiar y laboral que bene cia,
principalmente, a la mujer haciéndola más
productiva. Al mismo tiempo, le abre puertas para
introducirse al mundo laboral.
La creación de políticas públicas que bene cian
a trabajadores con responsabilidades familiares
y la creación de leyes en favor de la igualdad y
equidad de género que protegen los derechos de
las mujeres en el ámbito social, laboral y familiar,
como: Sistema de protección integral a la primera
infancia (Chile, 2006), Política nacional para la
igualdad y equidad de género (Costa Rica, 2007),
la Ley especial integral para una vida libre de
violencia para la mujer (El Salvador, 2011), entre
otras.
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La Certicación de calidad con equidad de género
que reconoce los aportes del sector privado en el
progreso de la eliminación de brechas de género
en las organizaciones y la conciliación de la vida
laboral y familiar.
La institucionalización y transversalización de la
perspectiva de género a través del fortalecimiento
de los ministerios de trabajo de los países de
América Latina, promotores de una cultura de
igualdad que contempla a nivel gubernamental la
creación de la unidad especializada de género.
Es así que con la aparición del COVID-19, todos los
progresos antes mencionados, en materia de cierre
de brechas y generación de oportunidades de trabajo
decente para las mujeres, se pusieron en riesgo, ya que
la pandemia acrecentó la desigualdad preexistente en
los sistemas económicos, políticos y sociales.
Por lo cual, la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) en su informe «Perspectivas sociales y del
empleo en el mundo» (2021) aseguran que: «todos
los países han sufrido un pronunciado deterioro del
empleo»; pero, el sector más vulnerable (las mujeres)
ha sido grandemente impactado (con pérdidas de
4.2 % del trabajo de las mujeres en oposición a 3 %
para los hombres) con la pérdida de 54 millones de
puestos de trabajo. Y que, según pronósticos de la
OIT para el 2021, habrá 13 millones menos de mujeres
empleadas que en 2019.
En este sentido, se debe reconocer que durante
la pandemia muchos países– en su mayoría
desarrollados– implementaron una serie de
políticas en benecio de los trabajadores; pero muy
pocas construidas con perspectiva de género, que
consideren algún tipo de apoyo o incentivo para
incorporar o reincorporar a las mujeres en el mercado
laboral, mejorar la calidad de sus ingresos y de su
seguridad social, entre otros.
A pesar de estar en medio de la recuperación
económica de los países– después del connamiento
estricto– es importante tomar consciencia de la
necesidad de compensar los efectos negativos de la
pandemia a través de políticas con enfoque de género
que garantice a las mujeres acceso a trabajos con
salarios que no haga distinción de género. También,
se visualice el trabajo de cuidado no remunerado que
muchas mujeres realizan en casa y que forma parte
del sistema económico.
Al respecto, la OIT, ONU mujeres, OEC/CIM y la CEPAL
concluyen que se necesitan acciones inmediatas
para salvaguardar las perspectivas laborales de las
mujeres, entre las cuales mencionan:
Evitar la pérdida de más empleo de las mujeres.
Apoyar en la colocación de las mujeres que
perdieron su empleo en nuevos puestos de
trabajo.
Garantizar que en los paquetes de rescate
y estímulo nanciero incluyan medidas de
protección social a las mujeres.
Evitar la reducción de los subsidios y ayudas.
Invertir en los servicios de cuidado.
Salvaguardar las necesidades primarias de las
mujeres que trabajan en el sector salud (en
primera línea).
Promover políticas de empleo dirigidas a mujeres.
Regular el teletrabajo de manera que no viole los
derechos laborales como el salario equitativo y
justo, las horas de descanso, la supervisión y el
control, entre otras.
Incrementar el acceso de las mujeres a la
tecnología lo que ayuda a reducir la brecha digital.
Contar con más datos desagregados por sexo
para poder tener mayor información que apoye a
la toma de decisiones.
Garantizar el acceso de las mujeres, de manera
igualitaria, en la toma de decisiones políticas, o
tener participación de organizaciones de mujeres
o expertas, para ofrecer respuestas a la crisis con
enfoque de género, de manera efectiva.
En ese sentido, la OEA/CIM señala en el documento
«COVID-19 en la vida de las mujeres»: «ningún
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retroceso es admisible en los derechos ganados
por las mujeres… ni aún en la crisis»... Acorde con lo
anterior, está en nuestras manos– como gerentes de
talento humano y como empleadores– ayudar a la
recuperación económica, implementando medidas de
apoyo a nuestros colaboradores, especialmente, a las
mujeres… Está en nuestras manos apoyar a nuestras
madres e hijas trabajadoras, reconociendo la labor
de cuidado que realizan en casa y de la que tanto
dependemos todas y todos.
Referencias
Blog OIT. (2020). La igualdad de género debe estar al centro de la recuperación económica post COVID-19.
CEPAL. (2020). La pandemia del COVID-19 y su efecto en las tendencias de los mercados laborales.
Nota OIT. (2021). Avanzar en la reconstrucción con más equidad: Los derechos de las mujeres al trabajo y en el
trabajo, en el centro de la recuperación de la COVID-19.
ONU mujeres. (2020). Las mujeres y el COVID-19: Cinco acciones que los gobiernos pueden adoptar sin
demoras.
OEA/CIM. (2020). COVID-19 en la vida de las mujeres.
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