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Revista Realidad 160, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Literatura y presidio: a propósito de
Memorias de la casa muerta
, de Fiódor Dostoievski.
Literatura y presidio: a propósito de
Memorias de la casa muerta
, de Fiódor Dostoievski.
No. 160, Julio-Diciembre de 2022, 113-121
Literatura y presidio: a propósito de
Memorias de la casa muerta
, de
Fiódor Dostoievski
Danilo Miranda Baires
Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”
dmiranda@uca.edu.sv
DOI: https://doi.org/10.51378/realidad.v1i160.7515
El siglo XIX fue una edad de
oro para la cultura rusa. Escritores
de la talla de Fiódor Dostoievski y
Lev Tolstói o músicos como Piotr
Tchaikovski han adquirido renombre
mundial. La densidad cultural y artís-
tica de la época ha sido brillante-
mente expuesta en el estudio El baile
de Natasha, del historiador Orlando
Figes (2021). Como lo muestra con
abundante material, la centuria
también atestiguó intensos debates
intelectuales en Europa que fueron
rumiados y reinterpretados en Rusia
con gran impacto en la producción
cultural y en la difusión de ideas y
discursos contestatarios que remo-
vieron la conciencia colectiva hasta
niveles muchas veces extremos,
hasta desembocar en la violencia
política.
El lósofo Isaiah Berlin hizo
una rigurosa historia intelectual
de la intelligentsia y el tumultuoso
ambiente ideológico de aquellos
años en una colección de ensayos
publicados originalmente en 1978 y
traducidos al español por el Fondo
de Cultura Económica bajo el título
de Pensadores rusos. El prólogo,
escrito por Aileen Kelly, inicia con
una anécdota en la cual Bertrand
Russell explica la revolución rusa y
sugiere que el despotismo bolche-
vique pudiera ser el gobierno más
apropiado para Rusia si se pregunta
cómo gobernar a los personajes
de Dostoievski” (Berlin, 2008, p. 7).
Salvado el acre comentario, los
procesos sociohistóricos del siglo
XX, esa edad de los extremos”
como decía Eric Hobsbawm pare-
cieran tener sus antecedentes en
el escenario decimonónico agitado
por el frenesí de personajes como
los caracterizados por Dostoievski
en la novela Los demonios. El asesi-
nato del zar reformador Alejandro II
por un grupo tan violento como los
de la cción, apenas unas semanas
después del fallecimiento del
escritor, a principios de 1881, fue
el desenlace de complejos factores
objetivos y subjetivos que venían
expresándose desde el levanta-
miento de los decembristas en 1825,
el endurecimiento del régimen
REFLEXIONES
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durante el reinado de Nicolás I, las
pesadas cadenas de la servidumbre,
las revoluciones europeas de 1848
y la circulación de ideas socialistas,
liberales y utilitaristas en dialéctica
con las creencias más arraigadas en
el pueblo ruso, con sus tradiciones,
su misticismo y en general, con su
cultura. A su vez, estos procesos de
cambio social y disputa ideológica
parecían el presagio de las turbulen-
cias que azotarían desde los inicios
de la siguiente centuria: revolu-
ciones de 1905 y 1917, dos guerras
mundiales, el surgimiento y disolu-
ción de la URSS, el holodomor y el
gulag. De ahí el mote de profeta”
para el escritor que me ocupa en
esta reseña.
En este entorno efervescente
se desarrolló la vida, obra y pensa-
miento de Fiódor Mijáilovich
Dostoievski. Nació en Moscú en
1821 y su bicentenario se celebró el
pasado 2021 por todo lo alto: confe-
rencias, cursos, publicaciones. Quedó
exhibida su plena vigencia como
literato universal. Son ampliamente
conocidas sus grandes novelas:
Crimen y Castigo, El idiota, Los demo-
nios y Los hermanos Karamázov. Sin
embargo, hay otros libros que no son
tan famosos y, sin embargo, tienen
no solo gran calidad literaria, sino
enorme valor documental. La obra
aparecida con el título Zapiski iz
mertvogo doma —traducida también
como Memorias de la casa de los
muertos, La casa de los muertos,
Recuerdos de la casa de los muertos,
el sepulcro de los vivos, etc. es una
de esas obras maestras que aparecen
en un plano secundario de la abun-
dante producción del escritor pero
que revelan grandes rasgos de su
pensamiento y de su contexto social,
político, cultural e ideológico; es
decir, la suma de condiciones de
posibilidad para la consecución de
un resultado brillante y profundo.
La obra relata, a través de un
narrador cticio en primera persona,
Alexánder Pétrovich Goriánchikov, la
experiencia de Dostoievski en Omsk,
Siberia, donde cumplió una condena
de cuatro años. A continuación,
expondré cómo el escritor llegó allí
y posteriormente, ofreceré algunos
apuntes sobre la obra.
1. Círculo de Petrashevski y condena
El año 1848 fue denso en
términos de debate intelectual en
Rusia. Se discutía de política sin
posibilidades reales de desaar el
dominio de la dinastía zarista, que
regía de forma autocrática sobre
un imperio muy extenso con terri-
torio repartido entre Europa y Asia,
incluida en esta última una vasta
región conocida como Siberia, que
abarca desde los Montes Urales
hasta el Océano Pacíco, y que
servía para deportar personas para
cumplir distintas penas en una
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práctica que siguió durante el esta-
linismo a través de la institución del
Gulag.
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Si bien la ola revolucionaria
que sacudió Europa no puso en
riesgo el statu quo, muchas ideas
contestatarias fueron adoptadas y
discutidas enérgicamente en los
círculos intelectuales de Moscú y
San Petersburgo e impregnaron la
literatura rusa. Entre los problemas
políticos centrales se encontraba la
servidumbre. La enconada disputa
entre occidentalistas y eslavólos,
con raíces en la época de Pedro el
Grande, y que se había intensicado
por la toma de conciencia que la
nobleza había adoptado en relación
al campesinado y lo que signicaba
ser ruso luego de la experiencia de
1812, cuando amos y siervos expul-
saron al invasor francés luchando
hombro con hombro (Figes, 2021).
Este se convirtió en el clivage prin-
cipal tras el fracaso de las revolu-
ciones del 48 en Occidente (Berlin,
2008). Entre algunas capas privi-
legiadas se abrieron espacios para
dialogar en torno a estos asuntos,
como en el círculo de Petrashevski,
al que concurrió Dostoievski con
lamentables consecuencias para su
vida. Ahí cometió el delito político
que lo llevó a la kátorga: leer una
carta abierta del crítico literario
Visarion Bielinski dirigida a Nikolái
Gógol, donde recriminaba su giro
reaccionario, planteaba las grandes
cuestiones nacionales como el
régimen de servidumbre, la supre-
sión de los castigos físicos y el
cumplimiento de la ley (Dostoievski,
2017). También remarcaba el papel
que los escritores rusos estaban
llamados a jugar frente al público:
sus únicos dirigentes, paladines y
salvadores ante la negra autocracia,
la ortodoxia y el modo nacional de
vida” (Berlin, 2008, p. 448).
Dostoiveski fue apresado y
llevado a la Fortaleza de Pedro y
Pablo. El 22 de diciembre de 1949 fue
conducido a la plaza Semiónovskaya
para ser sometido a un cruel simu-
lacro de ejecución. Mientras espe-
raba en el segundo turno para ser
fusilado un mensajero llegó con el
anuncio de último momento de que
el Emperador había conmutado la
pena en una supuesta exhibición de
magnanimidad. La puesta en escena
fue una tortura psicológica para los
enviados al cadalso. Dostoievski
fue sentenciado a cuatro años de
trabajos forzados en Siberia y seis
en Semipalatinsk como soldado.
Su temporada en el presidio fue
la base para escribir Memorias de
la casa muerta, en el intersticio de
los géneros literarios. Su biógrafo
Joseph Frank hace referencia a ella
de la siguiente manera:
La casa de los muertos, una semicticia autobiografía de sus
experiencias en prisión, fue unánimemente aclamada, y restauró
la reputación literaria de Dostoievski. Escrita en un estilo total-
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mente distinto de las exploraciones psicológicas de sus novelas,
también revela lo multifacético de su talento […] Nadie había
expuesto antes este mundo cerrado de los campamentos de
prisión, ni mostrar tanta comprensión y simpatía hacia sus habi-
tantes (Frank, 2010, p. 32).
Se trata de memorias, presen-
tadas como una novela, con narra-
ciones interiores que han sido publi-
cadas como textos independientes
—considérese por ejemplo El sueño
de Akulka, publicada en recopila-
ciones como Un siglo de cuentos
rusos. De Pushkin a Chéjov publicada
por Alba—. Dostoievski había estado
alejado del mundo literario durante
una década. Sus primeros libros post-
siberianos, El sueño del tío y La aldea
de Stepanchikovo pasaron sin pena ni
gloria. No fue sino hasta Humillados y
ofendidos, y sobre todo con Memorias
de la casa muerta cuando su pres-
tigio literario emergió de las cenizas
cual ave fénix. No fue, sin embargo,
un proceso fácil y sólo cuajó años
después de la kátorga. Ninguno de sus
más prominentes coetáneos había
tenido una experiencia semejante y
su resultado literario es igualmente
excepcional.
Sobre esa experiencia transfor-
madora, Cansinos Assens, primer
traductor de las obras completas de
Dostoievski al español, planteaba la
siguiente comparación, no exenta de
dramatismo
Dostoyevski está en Siberia, como Daniel en el patio de los leones,
defendido por el ángel de su genio, por ese ángel que suelen
tener a su lado todos los escritores en prisión. Precisamente
porque es capaz de congraciarse, en virtud de su genio, con el
horror que le rodea y justicárselo y darle un valor de formación
espiritual, no queda muerto para siempre en esa casa de los
muertos, y sale de ella un día, fortalecido de alma y cuerpo, más
vigoroso y el par más sensitivo, rico de una experiencia que
sólo ahí podía haber encontrado y con un nuevo criterio, como
de ultratumba, para juzgar todas las cosas A partir de su salida
del presidio, y aunque condescendiendo alternativamente con
su antiguo modo sentimental, su obra da un brusco viraje hacia
los problemas éticos, y complica el lirismo inicial con preocupa-
ciones de profeta (Cansinos Assens, 2021, pp. 194-195).
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La crudeza de las condiciones
que Dostoievski observó en el penal
no pasó desapercibida en su obra
y pensamiento, y fue la inspiración
para la creación de personajes en
sus libros de madurez. El contenido
espiritual de sus grandes novelas
expresaba la síntesis de un proceso
donde quedan expuestas las contra-
dicciones y complejidades humanas.
Esbozado el contexto intelectual y
social, pasemos a revisar la obra.
2. Las memorias
En el presidio de Omsk,
Dostoievski estuvo recluido desde
el 23 de enero de 1850 hasta el
15 de febrero de 1854. Fue despo-
jado de su título de noble, de su
grado militar como teniente de
ingenieros, y fue sometido a tratos
degradantes, como llevar grilletes
y realizar trabajos forzados. Tenía
prohibido escribir y publicar, si bien
es cierto, llevaba una libreta clan-
destina donde anotaba sus observa-
ciones. Tampoco podía leer más que
la biblia que le habían obsequiado
las esposas de los decembristas
deportados con quienes se reunió
en Tobolsk, cuando iba de camino
al lugar donde purgaría la primera
parte de su condena.
Los horrores que atestiguó iban
desde el temible castigo corporal
propinado a los presos (como la
carrera de baquetazos, que dejaba
desgarradas las espaldas de los
torturados y ponía en riesgo sus
vidas), los relatos de sus compañeros
de presidio donde dan cuenta de
espantosos crímenes, las condiciones
infrahumanas de las galeras y el duro
frío siberiano, la violencia de los
carceleros, la rapiña de los mismos
presos para despojarse mutuamente.
Dostoievski también experimentó
sufrimientos adicionales por sus
ataques de epilepsia, que le llevaron
varias veces al hospital de la prisión,
donde aprovechaba para realizar sus
anotaciones. Sobre el castigo de las
baquetas se expresaba así:
Deseaba, entre otras cosas, conocer con precisión todos los
grados de las condenas y ejecuciones, con todos los matices de
estas, y el punto de vista de los propios reclusos; me esforzaba
por imaginarme el estado psicológico de los que marchaban
al suplicio. Ya he dicho que, antes del castigo, son pocos los
que conservan la sangre fría, incluidos aquellos que han sido
azotados previamente y de forma reiterada. En general, el
reo se ve dominado entonces por un terror agudo, puramente
físico, involuntario e irresistible, que anula completamente su
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ser moral […] si el número de azotes correspondientes al delito
cometido es superior a los que podría soportar el reo de una
sola vez, entonces dividen el total en dos, o incluso en tres
partes, en función de lo que dictamine el doctor en el momento
mismo de la ejecución, es decir, de que considere que está en
condiciones de seguir pasando por las baquetas, recibiendo los
golpes, o que, por el contrario, esto entrañaría un riesgo para su
vida. (Dostoievski, 2017, pp. 287-288).
Si bien el escritor moscovita ha
llegado a ser considerado sin más
como reaccionario por legitimar de
forma tácita y más de alguna vez
explícita al emperador, no se puede
simplicar una personalidad tan
compleja y no se puede soslayar
su coherencia progresista en temas
como la servidumbre y el respeto a
la integridad física de las personas
sin distinción.
Esta crítica al sistema peniten-
ciario tiene una vigencia asombrosa
en países donde todavía se prac-
tican de facto o de iure la tortura y el
castigo físico. Se trata de sociedades
altamente punitivas y retrógradas
caracterizadas por un irrespeto
sistemático a los derechos humanos.
Desde un punto de vista huma-
nista y, en el caso de Dostoievski,
también cristiano, estas prácticas no
hablan bien de las sociedades que
las toleran y fomentan. La sensibi-
lidad del escritor en este sentido era
mayor de la que muestran quienes
en pleno siglo XXI aprueban tratos
degradantes y hacen caso omiso
de las condiciones infrahumanas
en las cárceles, que no llegan por
esta razón a cumplir su función de
reeducar y reinsertar en la sociedad
a quienes en algún momento de su
vida cometieron delitos. De acuerdo
a Dostoievski
El derecho al castigo corporal, otorgado a una persona para
ejercerlo sobre otras, es una de las lacras de la sociedad, así
como uno de los medios más poderosos para exterminar en ella
todo embrión, toda tentativa de desarrollar el espíritu cívico, y
constituye la base más sólida para su descomposición absoluta
e irreversible (Dostoievski, 2017, pp. 291-292)
Este agudo cuestionamiento le
da asombrosa vigencia a la obra
después de siglo y medio. Pero más
allá de la perspectiva macrosocial y
colectiva, el texto también explora
la condición humana, la psicología
criminal, las reexiones sobre el
bien y el mal, y las nociones sobre
la dignidad aún en medio de la más
absoluta descomposición moral.
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Se trata de una novela socioló-
gica y psicológica que constituye
un encuadre muy valioso desde el
punto de vista histórico. Fernando
Otero Macías, quien tradujo el libro
al español para la editorial Alba,
comenta en la introducción que
este tiene un notable valor como
documento sociolingüístico y etno-
gráco que explora el lenguaje y
costumbres carcelarias, describe a
la sociedad rusa decimonónica y es
profundo como memoria escrita de
un escritor deportado y preso por
razones políticas. Asimismo, presenta
un compromiso ético y cívico ante la
tortura y el horror.
En línea con el carácter polifó-
nico de la novela dostoievskiana,
como señala Mijaíl Bajtín (2012), el
texto retoma una diversidad de voces
que concurren en un espacio dialó-
gico (no exento de conictos) con
distintas clases sociales y creencias,
religiosas e ideológicas. Estas dife-
rencias se expresan en la descon-
anza que sienten los campesinos
hacia Dostoievski debido a su origen
social, pese a que en la kátorga todos
compartían las mismas cadenas y
penurias. Sin embargo, esta relación
conictiva no es uniforme, y encon-
trará excepciones. Una de ellas es
cuando los internos montan una
obra de teatro popular e invitan a
Dostoiveski a sentarse en primera la,
ávidos de conocer las impresiones
que su representación dramática
deja en alguien a quien consideran
un verdadero conocedor, además de
que por su condición privilegiada,
deberá pagar un poco más por la
función. Dostoievski se expresa muy
bien de este tipo de teatro, y lo consi-
dera digno de ser investigado como
patrimonio cultural.
La estructura de la obra no
obedece a la típica narración nove-
lística y presenta una serie de
memorias dispersas y desordenadas
a modo de retazos o imágenes
que van apareciendo a lo largo de
veintiún capítulos divididos en dos
partes para formar un cuadro nítido
e intenso, en el decir del autor. Relata
la rutina en el presidio, como la visita
a los baños, en un episodio cuyo
realismo permite sentir los olores y
la opresión del hacinamiento. Se va
desplegando poco a poco los perso-
najes; el trabajo forzoso enajenante
y el que los privados de libertad
realizan por cuenta propia según
sus distintas habilidades; el contra-
bando de vodka y el trabajo sexual.
En estas páginas transcurren eventos
especiales como la esta de navidad
y la obra de teatro, que muestran
un rostro distinto de aquellos seres
que niegan a denirse únicamente
como criminales, si bien, como ya
se ha dejado entrever, algunos de
ellos cometieron actos abominables.
Algunos de los hechos delictivos
relatados se encuentra el caso de los
cherjenses que mataron a su padre
(posible inspiración de los Hermanos
Karamázov) o el feminicidio de
Akulka en manos de su compañero
de vida (por usar una tipicación
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contemporánea de los delitos contra
las mujeres por el hecho de serlo).
Muchos de los compañeros de
presidio y sus historias reaparecerán
tras el proceso creativo respectivo
en obras cumbre de Dostoievski
como Crimen y castigo y Los Hermanos
Karamazov. Debido a las múltiples
razones expuestas, Memorias de la
casa muerta es central para conocer
al autor.
A través del recurso de contar
la historia a través del cticio
Goriánchikov, Dostoievski busca
sortear la censura, y no en poca
medida ayudó también el clima
reformista que se vivía tras la muerte
de Nicolás I y la llegada al trono del
más tolerante Alejandro II, quien a
la postre posibilitó la rehabilitación
del escritor y su vuelta al mundo
literario. Los primeros capítulos de
Memorias de la casa muerta salieron
publicados en El Mundo Ruso (Russkij
mir) en septiembre de 1860; el resto,
al año siguiente en la revista Tiempo
(Vremia), fundada por Dostoievski y su
hermano Mijaíl. En 1862 salió como
libro y tuvo una recepción favorable,
recibiendo alabanzas de escritores
tan importantes como Lev Tosltói.
Así como Relatos de un cazador
de Turgeniev inuyó el debate que
derivó en la abolición de la servi-
dumbre en 1861, Otero Macías
señala que la aparición de Memorias
de la casa muerta, con su denuncia
de las duras condiciones de los
presidios siberianos, impactó en
una reforma judicial de 1864 y en la
eliminación parcial del castigo físico.
El libro fue pionero en una especie
de subgénero literario basado en
el cautiverio que continuaron lite-
ratos como Tolstói, Anton Chéjov,
Alexánder Solzhenitsin y Varlám
Shalámov. El traductor mencionado
destaca que Dostoievski deja, entre
las enseñanzas de esta especie
de obra pedagógica, la necesidad
de tener compasión hacia el sufri-
miento ajeno, la comprensión de la
tragedia humana, además de mostrar
de forma un tanto indirecta el propio
proceso de regeneración moral que
vivió el literato.
¿Qué lecciones dejan las
Memorias de la casa muerta para
quienes vivimos en el tercer milenio
de nuestra era? A nivel literario,
destaca el uso de recursos narrativos
a medio camino entre la autobio-
grafía, las memorias, el ensayo y la
cción. A nivel histórico, es brillante
la descripción de la Rusia profunda
y la sonomía cultural del campe-
sinado ruso. A nivel sociopolítico,
plantea cuestiones que atañen a la
condición humana y problematizan
la realidad en países como aquel
desde el que se enuncia esta reseña:
El Salvador, nación centroamericana
que vive en estado de excepción
permanente, que tiene una de las
mayores tasas de población peniten-
ciaria en el mundo y donde decenas
de personas pierden la vida mientras
guardan prisión, ya sea debido a la
tortura o a la privación deliberada
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de sus necesidades básicas. Son
víctimas cuya responsabilidad recae
en el Estado, indistintamente si son
personas declaradas culpables en
juicio, o inocentes capturados arbi-
trariamente para que las autori-
dades muestren resultados exitosos
en un país con gran predisposición
a ofrecer salidas punitivas a los
problemas sociales.
Referencias bibliográcas
Applebaum, A. (2004). Gulag: historia de los campos de concentración sovié-
ticos.Debate.
Bajtín, M. (2012). Problemas de la poética de Dostoievski. Fondo de Cultura
Económica.
Berlin, I. (2008). Pensadores rusos. Fondo de Cultura Económica.
Cansinos Assens, R. (2021). Fiódor Mijáilovic Dostoyevski. El novelista de lo
subconciente. Biografía y estudio crítico. ARCA Ediciones.
Dostoievski, F- (2017). Memorias de la casa muerta. Alba.
Figes, O. (2021). El baile de Natasha. Una historia cultural de Rusia. Taurus.
Frank, J. Dostoievski (2010). El manto del profeta 1871-1881. Fondo de
Cultura Económica.
VV.AA. (2018). Un siglo de cuentos rusos. De Pushkin a Chéjov. Alba.
Notas
1. Para profundizar en el tema, ver
Applebaum, 2004.