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ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Crítica marxista y pensamiento decolonial:
convergencias anticapitalistas en América Latina
DOSSIER
Crítica marxista y pensamiento decolonial: convergencias
anticapitalistas en América Latina
No. 160, Julio-Diciembre de 2022, 35-48
Crítica marxista y pensamiento
decolonial:
convergencias anticapitalistas en
América Latina
1
Juliano Locatelli Santos
Pontifícia Universidade Católica do Paraná
juliano.locatelli@pucpr.edu.br
DOI: https://doi.org/1051378/realidad.v1i160.7511
Recibido: 27 de abril de 2022
Aceptado: 28 de octubre de 2022
Resumen: Este artículo busca adentrarse en el tema de las distancias o simi-
litudes que pueden existir entre el pensamiento marxista, comúnmente consi-
derado como eurocéntrico, y el escenario latinoamericano. En este intento, la
premisa inicial es la particularidad dependiente del capitalismo periférico en
América Latina. Continúa, entrando en el pensamiento decolonial, a través del
aporte de Anibal Quijano, y la cuestión de la colonialidad del poder, el saber
y el ser, que delimita la comprensión de una división racial del trabajo en
América, como mecanismo para el funcionamiento del colonialismo y el capita-
lismo. Aborda los posibles elementos de aproximación entre la crítica marxista y
América Latina. estableciendo como elemento esencial el carácter anticapitalista
de ambos enfoques.
Palabras clave: Crítica marxista, América Latina, decolonialidad, Aníbal Quijano.
Abstract: This article seeks to delve into the issue of distances or approxima-
tions that may exist between Marxist thought, commonly considered as Eurocentric,
and the Latin American scenario. In this attempt, the dependent particularity of
peripheral capitalism in Latin America is brought as an initial premise. It continues,
delving into decolonial thinking, through the contribution of Aníbal Quijano, and
the question of the coloniality of power, knowledge and being, which delimits the
understanding of a racial division of labor in America, as a mechanism of colonia-
lism and of capitalism. The possible elements of approximation between Marxist
criticism and Latin America are addressed, establishing as a primary element of this
approximation the anti-capitalist nature of both approaches.
Keywords: Marxist criticism, Latin America, dependency, Aníbal Quijano.
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1. Introducción
Cualquier propuesta que exprese
el desafío de conjugar la teoría
crítica marxista y el escenario
latinoamericano de la actualidad,
necesita tratar de establecer esta
aproximación a partir de la mate-
rialidad de las relaciones sociales
en América Latina. Es ahí donde se
establecen los reejos de las rela-
ciones de poder históricamente
impuestas y en sus niveles más
diversicados. Es, por consiguiente,
el lugar donde el colonialismo dejó
sus profundas cicatrices. A partir de
América, el capitalismo se consolida
y replica sus mecanismos y tecnolo-
gías de explotación y acumulación
ampliada. América es el reejo de
las consecuencias del capitalismo,
y por ese hecho deberíamos consi-
derar que es en territorio americano
que también se debería consolidar
la reexión crítica más contundente.
Sin embargo, el mismo devenir histó-
rico que conrma que América es el
laboratorio del capitalismo global, es
el que lo legitima como incubadora
de una resistencia crítica, lo cual es,
por otro lado, también la evidencia
de que América Latina reproduce,
acríticamente, toda la lógica del
funcionamiento capitalista, aunque
con las particularidades propias de
las periferias del sistema-mundo.
¿Habría algún choque entre el
eurocentrismo marxista y su inser-
ción en el escenario latinoameri-
cano para justicar que haya un
abordaje marxista insuciente en
América Latina? Esta pregunta se
enfrentará en el presente ensayo,
que, incluso, de cara a un tema tan
complejo, se permite realizar, no un
abordaje exhaustivo, sino que una
tentativa de comprender y mejorar
la reexión necesaria sobre la
relación entre la crítica marxista y
América Latina.
Al problematizar esta cuestión,
destacaremos, de entre las variadas
intersecciones posibles, la dimen-
sión decolonial de una lectura
marxista para América, resaltando, a
partir de la obra de Aníbal Quijano,
el corte entre raza y clase, para
una lectura latinoamericana del
marxismo. Esta característica, entre
otras, a nuestro modo de ver, debe
destacarse con miras a una apro-
ximación más profunda entre el
marxismo y América Latina en los
tiempos actuales. Por ende, nuestro
desafío es teórico, pero no deja de
lado su compromiso con una apro-
ximación materialista en virtud del
cual se enfoca en las condiciones
de la realidad social del continente
americano en cuanto instrumento
de análisis. He aquí que es en la
materialidad de la vida donde se
explican las relaciones sociales.
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Crítica marxista y pensamiento decolonial:
convergencias anticapitalistas en América Latina
2. Marx y el eurocentrismo
En primer lugar, nos parece
claro que aunque es cierto que la
obra de Marx no expone como algo
central el tema de la explotación del
capital en América Latina, hay que
comprender que no hay, en lo que a
Marx respecta, un silencio completo
al respecto. En efecto, si América no
integrase la base analítica central en
la cual se formularon el marxismo y
la economía política en Marx, hubo
y sigue habiendo toda una construc-
ción teórica posterior que recupera
este tema y lo enfrenta de forma
cualicada, estableciendo enlaces
entre el aparente eurocentrismo
de la teoría marxiana y la actua-
lidad latinoamericana. No se deja
de reconocer que en Marx el colo-
nialismo, el descubrimiento de las
riquezas en América, la esclavización
de la población nativa y la explo-
tación de las Indias y de África son
también momentos fundamentales
de la acumulación originaria (Marx,
2017, p. 821). Kevin B. Anderson se
dedica a estudiar los escritos tardíos
de Marx y explora en las notas del
lósofo alemán sobre el trabajo de
Kovalevsky acerca del colonialismo
español y las formas comunales
en América Latina. De acuerdo a
Anderson (Anderson, 2019, p. 235),
estas notas adicionales de Marx
apenas amplían ocasionalmente
las propias palabras de Kovalevsky,
talvez porque el ataque del ruso al
colonialismo, siempre presente en
La propiedad comunal, era absoluta-
mente inequívoco a este respecto
(Anderson, 2019, p. 235). No puede
dejarse de considerar, entre tanto, a
efectos de tal aproximación entre el
marxismo y América Latina, toda la
contribución de autores marxistas
posteriores. En ese sentido, concor-
damos con la armación de Borón,
para quien el marxismo al que nos
referimos no se agota en los límites
de la biografía de su fundador (Borón,
2006).
Talvez el peruano José Carlos
Mariátegui haya sido el pionero en
formular tal aproximación en su
construcción sobre el socialismo
indoamericano, buscando en la
colectividad de los sistemas produc-
tivos incas un modo de producción
concebido debajo de matrices indí-
genas, y que dejaría de ser, según
su famosa expresión calco y copia
de un socialismo eurocéntrico, sino
creación heroica” (Mariátegui, 2011,
p. 120). Así, las interlocuciones entre
el pensamiento crítico marxista y la
problemática latinoamericana son
de larga data y siguen movilizando
nuestros esfuerzos. Se acrecientan en
la medida en que también crecen los
problemas profundos de desigualdad
social, las crisis políticas y la profun-
dización de la subalternidad, pero
también crece la necesidad de esta
aproximación, la cual ya desde hace
casi un siglo proclamaba Mariátegui.
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El elemento central de esta
asociación reside en la caracterís-
tica inequívoca de la teoría crítica
marxista, en el sentido de constituir
la descripción más precisa del modo
de producción capitalista y la crítica
más contundente a este mismo
modelo, denunciando sus contra-
dicciones, su carácter de subalter-
nización del ser humano y la nece-
sidad de superarlo. Borón recuerda
nuevamente que sin el marxismo no
interpretaremos ni cambiaremos el
mundo (Borón, 2006).
No obstante su vinculación al
concepto de clase, propia de la
lectura marxiana ortodoxa, la cual
equivale a la clase trabajadora que
vende su fuerza de trabajo, hay que
considerar el lazo común de anta-
gonismo que congrega la lucha de
resistencia de los pueblos latinoa-
mericanos en relación con el capital
y sus estructuras. En efecto, la noción
de clase tiene consigo, en diversos
autores y lecturas, un vínculo que
se extiende también a los procesos
de producción y apropiación, y que
se constituye como relación y como
proceso (Wood, 2011, p. 89), en el
cual, ante las relaciones de produc-
ción y explotación, los sujetos se
identican en el antagonismo y se
descubren en tanto clase (Thompson,
1977, p. 3). Más allá de un concepto
restringido de movimiento identi-
tario, hay un aspecto fundamental
que sirve como elemento diferen-
ciador. La lucha de los pueblos por
el territorio y la identidad, lucha que
es típicamente latinoamericana, es
también la lucha contra un modo de
producción que avanza en un movi-
miento de acumulación, el cual se
orienta precisamente hacia los terri-
torios y las identidades. He ahí una
aproximación fundamental entre la
crítica marxista y la actualidad de las
luchas emancipatorias en América
Latina.
3. Decolonialidad y dependencia
De esta forma, se reconoce que los
pueblos, sus modos de producción y
reproducción de la vida, no están ni
estuvieron adscritos a las categorías
y a las construcciones teóricas de
la epistemología eurocéntrica. Por
tanto, existen por sí mismos, lo cual
no impide tomar la existencia y la
resistencia de estos pueblos como
un movimiento de oposición a las
estructuras del capitalismo.
Es ahí donde se percibe el carácter
esencial del tema de la crítica deco-
lonial como posibilidad teórica de
una aproximación inicial entre el
marxismo y América Latina, porque
no se trata de una crítica volcada
a uno de los principales brazos del
capitalismo global, el colonialismo.
Rebelarse contra las profundas
marcas de la colonialidad y, al mismo
tiempo, percibir los efectos del modo
de producción capitalista y la forma
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Crítica marxista y pensamiento decolonial:
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en que éste sobrevivió a partir de
los mecanismos de acumulación
y de crecimiento voraz en tanto
necesidad de supervivencia. Y, para
tal n, América Latina sirvió histó-
ricamente de reserva (in)agotable
de recursos naturales y de mano de
obra siempre disponible y barata.
Además de eso, la triste página de
la esclavitud demuestra otra herra-
mienta capitalista de expropiacion,
cuya comprensión es absolutamente
necesaria para la comprension del
mismo capitalismo.
Es sabido que la denición usual
del capitalismo en tanto modo
de producción está, en la teoría
marxista, determinada a partir del
momento en que el campesino no
tiene otra alternativa más que la
venta del único bien que posee:
su fuerza de trabajo. El momento
originario, de la así llamada acumu-
lación originaria, transformó a los
campesinos que producían para su
propia subsistencia en trabajadores
asalariados, posibilitándose de esta
manera la transformación de su
fuerza de trabajo sobre la tierra en
capital (Wood, 2000, p. 19). Esta es
la parte bien portada, digerible de
la historia, aunque no tenga nada de
fraterna. La otra parte, innitamente
más sangrienta, se cuenta a partir
de la experiencia de la esclavitud
negra, de la servidumbre indígena
y, añadiríamos, de la explotación
de la fuerza de trabajo gratuita y
subalternizada de la mujer (Federici,
2019). El colonialismo, el racismo, el
genocidio indígena y la condición
subalterna femenina a manos del
patriarcado, son la base histórica de
la formación de América. Y en todas
estas vertientes formadoras, el capi-
talismo es la parte determinante. El
capital es más antiguo que América.
Pero antes de América, el capital no
estaba estructurado ni articulado
como las demás formas de control
y de organización de la fuerza de
trabajo. Así, el capitalismo en tanto
sistema de relaciones de producción
sólo logra entrar en erupción con la
emergencia de América. Tal como
armaba Quijano, América, el capi-
talismo y la modernidad nacieron el
mismo día” (Quijano, 1991).
Tómese en consideración, además
de la dimensión meramente histó-
rica de la constitución de América,
también una particularidad propia
de las periferias del sistema-mundo:
El carácter dependiente del capita-
lismo periférico en relación con los
centros del capital.
El capitalismo mundial no se
constituye como unidad homo-
génea y continua. Se constituye de
elementos heterogéneos, interre-
lacionados en redes complejas de
producción de plusvalía y adquisi-
ción de capital. En ese sentido, es
pertinente pensar en los patrones
y mecanismos del capitalismo en
América. Tal iniciativa dista mucho
de ser algo nuevo. El tema del
desarrollo y de la dependencia en
América Latina se trató por parte de
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una vertiente marxista que consi-
dera que el carácter dependiente del
capitalismo latinoamericano está
ligado a un modelo que, en lugar de
propiciar un desarrollo en asocia-
ción, tiende a generar todavía más
dependencia. André Gunder Frank
(1966) hizo una feliz denición de
este modelo al caracterizarlo como
“desarrollo del subdesarrollo. Otros
autores como Theotônio dos Santos
(2018), o Vania Bambirra (2012),
teóricos de la vertiente marxista de
la teoría de la dependencia, también
desmitican la noción del subdesa-
rrollo latinoamericano concebido
como una etapa especíca y nece-
saria para el desarrollo. La forma
subdesarrollada y dependiente del
capitalismo periférico es vista como
una condición impuesta por el capi-
talismo del centro dominante, que
se vale de los procesos de acumu-
lación de recursos naturales y de la
explotación del trabajo en los países
periféricos.
Otro autor importante de la
teoría marxista de la dependencia,
Ruy Mauro Marini (2017), tenía como
clave de interpretación de la comple-
jidad del capitalismo en América la
comprensión entre, por un lado, el
capitalismo periférico, y, por el otro, el
sistema global capitalista. Se refería
a la cuestión de la superexplotación
de la fuerza de trabajo, en tanto
proceso intensicado de subremu-
neración, en procesos intensicados
de extracción de plusvalía absoluta y
relativa. Martins (Martins, 2013, p. 37)
resalta la actualidad del argumento
de Marini desde entonces, lo que
conrma, ante el análisis empírico
de la condición social, en los niveles
de pobreza y en las condiciones de
trabajo en América Latina.
Una de las mayores contribu-
ciones de la teoría de la dependencia
en su vertiente marxista reside en
la aproximación entre la crítica
marxista al capital y a sus subpro-
ductos, notablemente a la falsa
concepción de desarrollo asociado,
y la realidad latinoamericana típica
de los países periféricos y que, por
consiguiente, funcionan como suple-
mento de recursos naturales, nuevos
mercados y fuerza de trabajo dispo-
nible y mal remunerada en el capital
global.
Aún, y sin desestimar toda la
construcción teórica anterior, consi-
deramos aquí la centralidad del tema
de la colonialidad y de su compren-
sión históricamente considerada en
cuanto elemento de aproximación
entre América Latina y el marxismo,
dado que la crítica al capitalismo es
también la crítica al colonialismo y
a sus aspectos todavía presentes, los
cuales se evidencia en las relaciones
de poder y dominación. Una colonia-
lidad que no termina con las inde-
pendencias de los Estados, sino que
permanece arraigada en el campo de
las mentalidades, lo cual se puede
denominar como colonialidad del
poder, del ser y del saber. A partir
del pensamiento de Aníbal Quijano,
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Crítica marxista y pensamiento decolonial:
convergencias anticapitalistas en América Latina
podemos comprender mejor estas
relaciones y, percibiendo el lugar
del capital en los orígenes de tales
categorías, es posible establecer un
elemento de aproximación entre
América —comprendida desde la
perspectiva del pensamiento deco-
lonial— y el marxismo; ello, desde el
elemento que tienen en común: su
irreconciliable relación con el capi-
talismo.
4. Aníbal Quijano: La raza y la colonialidad del
poder
Entre las diversas lecturas que
buscan elucidar las formas de domi-
nación capitalista, se destaca en
el ámbito latinoamericano Anibal
Quijano en su texto Colonialidad del
poder, eurocentrismo y América Latina
(2011), donde el autor nos trae una
lectura absolutamente imprescin-
dible para consolidar esta aproxi-
mación entre la crítica marxista y
el escenario latinoamericano y sus
complejidades, aunque no se arme
que la última fase teórica del mismo
sea inuenciada por el marxismo.
Quijano introduce, además del colo-
nialismo, el elemento raza como
algo central para explicar la explota-
ción capitalista en las periferias del
sistema-mundo.
El autor establece a América
como el primer espacio/tiempo y
la primera id-entidad de la moder-
nidad. Quijano identica, en este
sentido, dos ejes de este patrón de
poder: Por un lado, la codicación de
las diferencias entre conquistadores
y conquistados, basada en la idea de
raza en tanto elemento biológico que
identica y establece inferioridades.
El segundo eje reside en el control
del proceso de trabajo en torno del
capital y del mercado.
La idea de raza se constituye
como una construcción mental
cuya función está en consolidar la
racionalidad eurocéntrica, y que es
absolutamente fundamental para
la construcción de la colonialidad.
Así, la raza se asumió por parte de
los conquistadores como el prin-
cipal elemento constitutivo de
las relaciones de dominación que
determinarán el patrón de poder. La
expansión del colonialismo europeo
por el resto del mundo consolidó la
perspectiva eurocéntrica del conoci-
miento y la elaboración de la pers-
pectiva de raza como naturalización
de estas relaciones coloniales entre
europeos y no europeos.
Quijano asocia fuertemente la
noción de raza con América, como
el locus de creación de las identi-
dades sociales del indio, del negro,
del mestizo, entre otras redeni-
ciones, siempre establecidas como
elementos de dominación.
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Así, a partir de América se insti-
tuye el criterio del color como rasgo
característico de los colonizados, y
como elemento otorgador de legi-
timidad a las relaciones de domina-
ción. Se delimita la naturalización de
las relaciones coloniales de domina-
ción, la cual, al mismo tiempo, deli-
mita una frontera entre europeos y
no europeos. Por ello, el elemento
raza se constituye como criterio de
distribución poblacional dentro de
la estructura de poder de la huma-
nidad.
Resulta innegable en este
contexto el papel de América en
la articulación de las formas de
control y explotación del trabajo y
de la producción en torno a la rela-
ción capital-salario, como forma de
control organizada para la produc-
ción de mercancías, estableciendo
con ello un patrón de control del
trabajo, de sus recursos y productos,
adecuándose a la estructura del
capitalismo mundial.
Así, la raza y la división del trabajo
pasan a constituirse en el elemento
sistemático de la división racial del
trabajo. No es tan solo la esclavitud
en relación con los negros, sino
también la servidumbre en relación
con los indios, o la delimitación
de productores independientes de
mercancías en relación con los
mestizos y determinados blancos, lo
que estableció un patrón de división
racial del trabajo en el período colo-
nial, en el que cada forma de control
estaba relacionado con una raza en
particular. El trabajo pagado era un
privilegio de los blancos, mientras
que los colonizados no eran dignos
de un salario.
En esta estructura de relaciones
de producción, además del control
de una forma especíca de trabajo,
emerge una forma de control espe-
cíco de los dominados, es decir, se
forja una nueva tecnología de domi-
nación y explotación, donde la remu-
neración por el trabajo era exclusiva
de los pueblos blancos europeos.
Arma Quijano:
En cambio, en el resto del mundo, en América Latina en parti-
cular, las formas más extendidas de control del trabajo son
no-salariales, aunque en benecio global del capital, lo que
implica que las relaciones de explotación y de dominación
tienen carácter colonial (Quijano 2011, p. 125).
Establecida esta geografía social
del capitalismo, Europa aglutinó bajo
su hegemonía el control de todas
las formas de control de la subje-
tividad, de la cultura, y en especial
del conocimiento, de la producción
del conocimiento (Quijano 2011, p.
125). Los conocimientos y los valores
ancestrales de los pueblos pasan
a ser expropiados, esencialmente
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Crítica marxista y pensamiento decolonial:
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cuando se convertían en mercancías
potenciales. Al reprimir las formas de
aprehensión cultural, el colonizador
se encarga de imponer el apren-
dizaje de una parte de la cultura
del invasor, en cuanto tecnología
de reproducción de la dominación.
Subrayamos el papel de la religión
en este proceso, marcado por la
célebre discusión que Bartolomé
de las Casas entabló con Ginés de
Sepúlveda (Sepúlveda, 1967), en
la que se debatía la cuestión de la
conversión del indígena al catoli-
cismo y, en este cuestionamiento,
surgía también la cuestión sobre si
aquel tenía alma, construyéndose,
ante esta duda, la justicación del
exterminio indígena en el siglo XIV.
Las expresiones culturales pasan
así a verse condenadas a ser una
subcultura campesina iletrada, impi-
diendo con ello la herencia intelec-
tual objetivada. En este escenario,
comienza a formarse en América
un modelo permeado por la colo-
nialidad del poder, el capitalismo y
el eurocentrismo. Quijano observa
acertadamente que en América los
pueblos pasaron por un proceso
de reducción de sus identidades
históricas, siendo despojados de
su lugar en la producción cultural
de la humanidad (Quijano, 2011, p.
127). De esta forma, pasaron a dejar
de llamarse incas, aztecas, mayas,
guaraníes, charrúas, a denominarse
genéricamente como indios.
Quijano consagra, así, la percep-
ción de las relaciones de dominación
en América, percepción calcada en
la clasicación racial de las pobla-
ciones y en el sentimiento de supe-
rioridad natural de parte del coloni-
zador. El sistema-mundo que formó
con América, según Quijano, tiene en
común tres elementos centrales: La
colonialidad del poder, el capitalismo
y el eurocentrismo, que constituyen
un piso básico de prácticas sociales y
una esfera intersubjetiva de orienta-
ción valorativa de conjunto, como el
“Estado-nación, la familia burguesa,
la empresa y la racionalidad euro-
céntrica (Quijano, 2011, p. 124).
Así, Quijano nos muestra que las
nuevas formas sociales del patrón
capitalista de poder requieren nece-
sariamente la desacralización de
jerarquías y de las autoridades, tanto
en la dimensión material de las
relaciones sociales, como en la inter-
subjetividad. Demuestra la relación
umbilical entre el patrón mundial
de poder impuesto a América y
las formas de trabajo y control del
trabajo, denominadas también rela-
ciones de producción. La recipro-
cidad, la esclavitud, la servidumbre
y la producción mercantil indepen-
diente son secuencias históricas
anteriores a la mercantilización de
la fuerza de trabajo, o precapita-
listas. En América, estas formas no
fueron incompatibles con el capital.
Fueron articuladas simultáneamente
y en torno del eje del capital y del
mercado mundial.
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En América la esclavitud fue deli-
beradamente establecida y organi-
zada como mercancía para producir
mercancías para el mercado mundial
y, de ese modo, para servir a los
propósitos y necesidades del capita-
lismo. Así mismo, la servidumbre fue
impuesta sobre los indios, inclusive
la redenición de las instituciones
de la reciprocidad, para servir los
mismos nes, por ejemplo, para
producir mercancías para el mercado
mundial. Y en n, la producción
mercantil independiente fue esta-
blecida y expandida para los mismos
propósitos (Quijano 2011, p. 126).
La colonización en América
tuvo dos implicaciones básicas. La
primera, que los pueblos fueron
despojados de sus propias y singu-
lares identidades históricas. La otra,
que sus nuevas identidades raciales,
coloniales y negativas implicaban el
despojo de su lugar en la historia
de la producción cultural de la
humanidad, siendo relegadas a razas
inferiores que producen culturas
inferiores. El patrón de poder de la
colonialidad implicaba un patrón
cognitivo, donde el no europeo signi-
caba el pasado y lo primitivo.
Al tratar el tema de la colonia-
lidad del poder, no puede dejarse de
destacar la particularidad que trae
a cuenta Nelson Maldonado-Torres
cuando aborda la cuestión de la
colonialidad del poder y del ser. Este
autor señala lo siguiente:
La idea era que si en adición a la
colonialidad del poder también
existía la colonialidad del saber,
entonces, muy bien podría haber
una colonialidad especíca del
ser. Y si la colonialidad del poder
se reere a la interrelación entre
formas modernas de explotación
y dominación, y la colonialidad
del saber tiene que ver con el rol
de la epistemología y las tareas
generales de la producción del
conocimiento en la reproducción
de regímenes de pensamiento
coloniales, la colonialidad del ser
se reere, entonces, a la expe-
riencia vivida de la colonización
y su impacto en el lenguaje
(Maldonado-Torres, 2017, p. 129).
El éxito europeo en convertirse
en el centro del moderno sistema-
mundo desarrolló en los europeos
una característica común a los domi-
nadores coloniales e imperiales:
El etnocentrismo. Lo cual ayuda
a entender por qué los europeos
pasaron a sentirse, no solamente
superiores a los demás pueblos del
mundo, sino que, en particular, natu-
ralmente superiores. Se trata de una
operación mental por una perspec-
tiva temporal de la historia a partir
de Europa, que los hace pensar como
modelos de la humanidad en el
transcurso histórico, como siendo los
más avanzados de la especie.
Aníbal Quijano nos ayuda a
comprender que somos conducidos,
querámoslo o no, a aceptar la imagen
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convergencias anticapitalistas en América Latina
eurocéntrica como si fuera nuestra, y
de esta forma seguimos siendo lo
que no somos. Como resultado de
ello, no podemos nunca identicar
nuestros verdaderos problemas, y
mucho menos resolverlos, a no ser
de una manera parcial, distorsionada
y ahistórica.
En relación con América Latina,
los recientes conictos en el Chile
neoliberal y excluyente, alumno apli-
cado de las políticas públicas del
Banco Mundial, y también en Bolivia
después del golpe de estado perpe-
trado por las élites políticas oligár-
quicas y neopentecostales, permiten
observar cómo todavía la población
indígena permanece excluida de la
sociedad todavía colonial. En Brasil,
la negligencia manifestada hacia las
poblaciones indígenas con respecto a
la pandemia de COVID 19, permeada
por el completo abandono institu-
cional (Carvalho, 2020), también es
reveladora de la invisibilización de
los pueblos originarios en el tablero
de las relaciones de poder. Quijano
ya observaba que la constitución de
los Estados-nación sigue estando
envuelta en relaciones determinadas
por una minoría de colonizadores
que ejercen su control (Quijano,
2011). Los dominadores de los
nuevos estados independientes en
América del Sur, después del n del
siglo XVIII, no podían ser sino socios
menores de la burguesía europea,
que rearticularon una colonialidad
del poder institucionalizada.
Pertenece a Quijano la armación
contundente en el sentido de que al
n es tiempo de dejar de ser lo que
no somos, aludiendo al paradigma
eurocéntrico (Quijano, 2011). Pero
más allá de esta importante descrip-
ción sobre el modo en que opera el
colonialismo eurocéntrico, basado
en la idea de raza, se puede percibir
la necesidad de detectar, en cuanto
particularidad de la realidad latinoa-
mericana, primero la necesidad de
considerar cómo se desarrolló una
estructura de dominación que no es
tan sólo económica, sino una relación
de subalternización, que es patente
en la armación de razas superiores
sobre razas inferiores, y que también
potencia el patriarcado y sus formas
propias de subalternación.
Con Quijano podemos comprender
que la dominación que proviene de
la cosicación del ser humano ante
la disociación en relación con sus
medios de producción, contiene en
América Latina una forma todavía
más minuciosa de desconstrucción,
que es la desconstitución de su
identidad. Ya sea por el avance de las
formas contemporáneas de acumula-
ción originaria junto a los espacios y
territorios de los pueblos originarios,
o por la negación de la identidad de
los pueblos y de sus relaciones histó-
ricas de existencia y de vida.
En consecuencia, se vuelven a
conectar el marxismo y América
Latina a partir del pensamiento
decolonial en cuanto identidad uni-
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cadora en relación con el anticapi-
talismo. Es, pues, este rasgo común
-anticapitalista en su esencia- el
elemento que aproxima tanto la
crítica de la colonialidad, expresada
en sus relaciones históricas de poder,
como la crítica marxista al modo de
producción capitalista y la explota-
ción de clase como elemento funda-
mental de su formulación.
5. Consideraciones nales
El eurocentrismo en cuanto
discurso dualista entre el civilizado
y el bárbaro, el intelectual y el primi-
tivo, produce sus efectos hasta el
día de hoy y se revela, por ejemplo,
en las manifestaciones xenófobas,
racistas y nacionalistas. Pero, sobre
todo, la noción de superioridad del
europeo está arraigada por todo el
mundo, especialmente en América
Latina, en buena medida debido a
la dominación a través de la idea
de raza y se reproduce en todos los
campos del conocimiento. América
Latina sigue así en su búsqueda de
una identidad propia.
De este modo, urge comprender
que la particularidad de una lectura
marxista para América Latina pasa,
desde nuestra perspectiva, por la
consideración de cómo se hacen
presentes y fuertemente actuantes
las tecnologías de desconstrucción
cultural de los pueblos y de sus cono-
cimientos ancestrales. La centralidad
de la relación entre capital y trabajo
necesita ampliarse para considerar,
por ejemplo, que la lucha de clases
se expresa también en la lucha
emancipatoria de los pueblos por
sus identidades, expresiones cultu-
rales y formas tradicionales de exis-
tencia. Y esta lucha emancipatoria se
ve transformada en una concepción
calcada de la colonialidad, a cuyo
respecto Aníbal Quijano nos provee
de elementos de análisis valiosos. La
lectura marxista, así, puede y debe
estar conectada con el movimiento
que se sitúa en la rearmación de los
pueblos y en la lucha por sus re-exis-
tencias. Esta es, entre otras y variadas
posibilidades, una particularidad de
la lectura marxista cuando se adapta
al enfrentamiento de los problemas
latinoamericanos. Si es posible que
pensemos en un marxismo eurocén-
trico, considerado a partir de una gran
parte de sus formulaciones, es más
correcto percibir que América ocupa
un papel protagónico en el desa-
rrollo del capitalismo, y, por tanto,
en el campo de la lucha de clases,
que en territorio americano asume
una apariencia brutal adornada por
el racismo, por el genocidio, por el
patriarcado y, primordialmente, por
el renamiento de la explotación de
la fuerza de trabajo.
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Crítica marxista y pensamiento decolonial:
convergencias anticapitalistas en América Latina
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Notas
1. Traducción de Luis Alvarenga.