Del fascismo al populismo en la historia, de Federico Finchelstein
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Revista Realidad 159, 2022
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ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
lismo. Aún en los populismos progre-
sistas hay un pasivo autoritario que
en cualquier momento pasa factura,
ya sea en derivas dictatoriales,
como podemos ver hoy en día en la
Venezuela de Maduro, o en muta-
ciones neofascistas como los casos
ya antes mencionados de Trump o
Bolsonaro. La experiencia de Trump
es la más preocupante, pues ocurre
no ya en la periferia “subdesarro-
llada” sino en el centro mismo del
ordenamiento político liberal y repre-
sentativo. Trump asciende al poder
despertando pasiones racistas que
estaban mucho menos escondidas
de lo que había podido pensarse
luego de la aparente hegemonía
de la koiné multicultural de la era
Obama. Por otro lado, Trump pone en
práctica un modo de gestión guber-
namental que consiste en presionar
hasta el límite la legalidad para
hacer valer la voluntad presidencial.
Esta tendencia llegó a su expresión
más alarmante en el intento de
toma del Congreso por un grupo de
seguidores enardecidos que querían
impedir que se diera el cambio de
gobierno, luego de una derrota elec-
toral que el propio Trump, hasta el
momento, se ha negado a aceptar.
La liación autoritaria del
populismo que Finchelstein nos
recuerda, puede darnos algunos
elementos para pensar nuestra
coyuntura actual. En El Salvador, se
ha instaurado en la actualidad un
régimen populista cuyo verdadero
signicado político e ideológico no
es fácil de descifrar. Lo encabeza
un líder carismático que surgió al
amparo del partido de izquierdas
con un discurso que mezclaba la
antipolítica y la moda libertaria en
lo económico con algunas demandas
de signo popular, entre otros ingre-
dientes de su indigesta receta. Sin
embargo, en la actualidad muestra
derivas similares a las que destaca
Finchelstein de los populismos de
la última oleada. En primer lugar,
llama la atención la supresión del
orden constitucional y la imposi-
ción de la voluntad emanada del
presidente con apenas mediaciones
institucionales; en otras palabras,
estamos ante la instauración de una
dictadura de facto, aunque todavía no
de jure. En segundo lugar, es notario
también la práctica de satanización
agresiva de distintos adversarios
que se traen a la escena pública
según la conveniencia del momento.
Llamativamente, el adversario sobre
el que se invoca más violencia es
un enemigo interno: las pandillas,
un grupo particular del amplísimo
espectro nacional de crimen orga-
nizado, que irresponsablemente se
amalgama con el conjunto de la
población joven que vive en condi-
ción de pobreza económica y exclu-
sión social. La demonización de este
grupo en el discurso ocial llega a
justicar prácticas de tortura y a
insinuar su eventual eliminación.
Este libro nos deja la pregunta de si
estaremos padeciendo entonces la
deriva fascista de un populismo de
la nueva ola.