Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
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Revista Realidad 159, 2022
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ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
conocimientos aprendidos durante
la reclusión, pero en una inevitable
y aumentada situación de precariza-
ción, con la cual se debe enfrentar
el mismo medio de vida previo a la
condena, incluso en condiciones más
adversas ahora, pues además trae la
mancha, el pasado que le pesa.
Entonces vemos que si estamos
ante un Estado que no se preo-
cupa por solucionar las condiciones
que crean y sostienen el ambiente
de criminalidad, se necesitan otro
tipo de respuestas. Oportunidades,
y como bien lo explicó Nelson
Mandela, en su declaración en el
juicio de Pretoria (Sudáfrica) el 20
de abril de 1964: “Queremos, sobre
todo, igualdad de derechos políticos,
porque sin ellos nuestra incapacidad
será permanente. Sé que esto suena
revolucionario para los blancos de
este país, porque la mayoría de los
votantes serían africanos. Por eso, el
hombre blanco teme la democracia”.
Derechos políticos y democracia.
Posibilidades, perspectivas, partici-
pación, un mundo digno, un hogar,
otro lugar, un nuevo nacimiento. Pero
el suplicio, en muchos casos es volver
al mismo lugar de antes y en las
mismas condiciones de necesidad y
conicto. Ser diferente en un mundo
que es el mismo, sin oportunidades,
es casi la perspectiva de mantenerse
al borde de un abismo. En la sociedad
de hoy, es más sencillo desaparecer
-acallar la diferencia. En general,
tememos la democracia, tememos
lo que pueden decir quienes estu-
vieron en la cárcel, los que dejan las
armas, los jóvenes que toman voz,
tememos a los indígenas, a la comu-
nidad LGBTIQ, tememos la diferencia,
lo desconocido, lo que toma cuerpo
y voz. Desconamos, lo negamos, lo
minimizamos, lo hacemos a un lado,
olvidamos. Así que no es un futuro
muy prometedor, con garantías.
En el mundo que acontecemos,
jóvenes como las que están recluidas
en el ISNA, nos llevan a plantear
preguntas justamente sobre el
presente y sobre el futuro de los y
las jóvenes. Y los niños y los adultos
del futuro. Y no parece muy promi-
sorio. Algunos tienden a pensar,
alegremente, que es un porcentaje
pequeño de población, quienes
habitan las cárceles del mundo.
Es decir, como lo expresa el dicho
popular “son más los buenos, que los
malos en el mundo”. Pero esa es una
respuesta utópica para una realidad
distópica. La realidad, es que vivimos
inmersos – todos los habitantes de
este planeta- en un sistema enfermo
que nos enferma a todos. Y que cada
vez, limita más sus recursos, la vida.
A cada momento es más restringido
el acceso a las condiciones básicas
para una vida digna y, a su vez, cada
vez serán menores esas garantías
sociales llamadas democracia. Así
que la cuestión es entre más habi-
tantes, menos recursos, menores
oportunidades de vida. Un mundo
así da sentido a cárceles, reclu-
sorios, clínicas mentales, guerras,
asesinatos, desapariciones y diversas