Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
19
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Cuerpos sin libertad: De regímenes
correccionales, vidas condenadas
al delito y formas de reinvención
del presente en mujeres jóvenes
privadas de libertad en El Salvador
Bodies without freedom: Of
Correction regimes, lives
condemned to crime and forms of
reinventing the present from young
incarcerated women in El Salvador
Paula Milena Franco Jaramillo
Universidad del Tolima
pfranco@ut.edu.co
Resumen: Este artículo explora el taller de cuerpo y yoga realizado en compañía
de las jóvenes del Centro para la Inserción Social Femenino del Instituto Salva-
doreño para la Niñez y la Adolescencia (ISNA) en San Salvador. En septiembre de
2018, la autora participó en una pasantía en El Salvador, para quienes entonces
eran estudiantes de la línea Jóvenes culturas y poderes del Doctorado de Ciencias
Sociales, Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales/CINDE. Aquí explora-
mos el concepto de cuerpo social y se abordan algunas categorías como Juvenici-
dio, necropolítica, cuerpo, performance y libertad, que se ponen en diálogo para
comprender algunas de las condiciones que han permitido que en América Latina
aumente de manera constante la privación de libertad de los y las jóvenes, así
como para entender de qué manera sus condiciones de vida previas y posteriores
son cada vez más precarias.
Palabras clave: Juvenicidio, necropolítica, cuerpo, performance, precarización, li-
bertad.
Abstract: This article explores the results of the workshop on body and yoga,
which was accomplished by the young women of the Center for Feminine Social
Reinsertion of the Salvadoran Institute for Childhood and Adolescence (ISNA), in
San Salvador. In September, 2018, the author did an internship for the students
Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al
delito y formas de reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de
libertad en El Salvador
No. 159, Enero-Junio de 2022, 19-36
DOI: https://doi.org/10.51378/realidad.v1i159.6827
Recibido: 26/01/2021 Aceptado: 27/09/2021
ENSAYO
Paula Milena Franco Jaramillo
20
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
of the research line on Youth, Culture and Powers of the Doctorate Program on
Social Sciences, Childhood and Youth of the Universidad de Manizales/CINDE.
Here we explore the concept of social body as well as the categories of youth-
cide, necropolitics, body, performance, and liberty, which are necessary in order
to understand some of the conditions that have made the privation of liberty for
young persons in Latin America, and to understand how their life conditions are
increasingly precarious.
Keywords: Youthcide, Necropolitics, Body, Performance, Precarization, Liberty.
1. Introducción
Todo lo que compone el sistema de vida de una prisión, hay
que entenderlo desde aquí: no hablamos de un internado duro
y difícil ni de un colegio mayor exigente; hablamos de una
estructura de violencia y de imposición, y desde aquí hay que
interpretar lo normal y lo excepcional que pasa dentro de ella.
(Instituto de la Juventud España, 2005: 6).
Una pregunta ronda la realiza-
ción de este texto y la experiencia
que narra: ¿Cuáles son los acon-
tecimientos excepcionales que
suceden en las cárceles y centros de
reclusión de los cuales no tenemos
conocimiento? En septiembre de
2018 participamos en una expedi-
ción a El Salvador organizada como
pasantía, para quienes entonces
éramos estudiantes de la línea de
investigación Jóvenes culturas y
poderes del Doctorado de Ciencias
Sociales, niñez y juventud de la
Universidad de Manizales/CINDE.
Esta expedición fue la oportunidad
de caminar El Salvador, sentir sus
rutas y pálpitos y entender cómo los
y las jóvenes se vienen tejiendo en
el continente centroamericano. Este
artículo, explora el taller de cuerpo
y yoga que realizamos en compañía
con las jóvenes del Centro para la
Inserción social femenino del ISNA
en San Salvador. Un encuentro que
comenzó a tejerse días antes, cuando
ellas se presentaron en el Teatro
Nacional y que culminó con el taller
en el centro de reclusión. Desde
allí, se propone una lectura crítica
sobre las condiciones estructurales
de las vidas condenadas al delito,
que siendo jóvenes ingresan al
sistema correccional de El Salvador
y como a través del arte renombran
su presente. El ejercicio desarrollado
parte de la realización del taller de
cuerpo y yoga en la cárcel con las
jóvenes y con los participantes de
la expedición, posteriormente se
elaboró un diario de campo sobre
la experiencia y se estructuraron las
reexiones que aquí se presentan.
Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
21
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
2. Performance de libertad
“El cuerpo no existe en el estado natural, siempre está inserto en
la trama de sentido, inclusive en sus manifestaciones aparentes
de rebelión, cuando se establece provisoriamente una ruptura
en la transparencia de la relación física con el mundo del actor
(dolor, enfermedad, comportamiento no habitual, etc.). Los espe-
cialistas del sentido escamoteado (médicos, curadores, psicó-
logos, chamanes, etc.) intervienen para nombrar el misterio,
para explicar su génesis, para reinsertar la víctima, el hombre,
en el seno de la comunidad. (Le Breton, 2002)
Se abre el telón del Teatro
Nacional de San Salvador y un
grupo de jóvenes hace su entrada.
No parecen tener más de 16 años.
El Teatro Nacional de San Salvador
es un hermoso lugar patrimonial y el
más importante escenario del país.
Allí, podemos inferir que estamos
ante un espectáculo signicativo.
Durante una hora, unas jóvenes
sonrientes y vivaces presentan
bailes coloridos e interpretan
canciones de forma sorprendente.
Al nalizar, se siente colectiva-
mente una bruma alegre, emotiva y
profunda, un poco angustiosa y triste
también. Después del espectáculo,
las jóvenes volverán a sus vidas en
el Centro para la Inserción Social
Femenino del ISNA. Se crea una
distorsión espacio–tiempo, donde
es impactante comprender, para un
espectador común como nosotros,
que esas mismas chicas que hace
un momento cantaban, bailaban,
sonreían, con tanta vitalidad y brillo,
están connadas en un reformatorio
y probablemente aún tienen largas
penas por cumplir. Algunas son casi
unas niñas y mantienen en su aura
un deje de inocencia. Cuesta un poco
hacerse una idea de ello y al mismo
tiempo, se puede adivinar el porqué
de la nostalgia, las lágrimas de sus
amigos y familiares, anhelando, pres-
intiendo, en un mundo paralelo, un
futuro diferente para ellas.
Paula Milena Franco Jaramillo
22
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Foto 1: Jóvenes del Centro para la Inserción social femenino del ISNA en su
presentación en el Teatro Nacional de San Salvador. Fotografía: Paula Franco.
Una presentación como esta, no
sólo es una aplicación a rebaja de
pena o buen comportamiento. Hay
algo más en la manera de estar en
el escenario, algo poderoso que casi
se siente como un aullido desde
adentro. Las tramas de sentido. La
emotiva presentación en el Teatro
Nacional de las mujeres del Centro
para la Inserción social femenino
del ISNA en San Salvador, cuestiona
sobre las vidas que atraviesan las
jóvenes que viven en centros peni-
tenciarios. ¿Quiénes son ellas, de
dónde provienen? ¿Por qué llegaron a
esta encrucijada? ¿Qué será de estás
mujeres talentosas mientras están en
la cárcel y qué pasará cuando estén
fuera de ella? ¿Qué ocurre con ellas
en el encierro, tras el cautiverio y la
penalidad? Pareciera que las insti-
tuciones correccionales juveniles
hacen parte de esa lista de lugares
olvidados e innombrables, que nos
llevan a preguntas que se encuen-
tran con una pared como respuesta.
Al nal, éstos son los lugares de
reclusión, de los sentenciados por
el Estado a la desaparición social y
de la memoria. A la reivindicación
o al olvido. Una forma de esconder,
de tachar, de castigar. En la sociedad
de “bien”, rara vez se habla de temas
que tengan que ver con reclusiones.
Hay cierta distinción de clases en la
forma como se abordan o no temas
como la pérdida de libertad y el
encarcelamiento. Pareciera que sólo
en los grupos sociales más vulne-
rados es un asunto común, en los
demás niveles es puro silencio. Pero
sabemos que no es así. En todos
los renglones de la sociedad está
presente, y no sólo se percibe como
un estigma personal sino también
como una huella para la familia.
Como diría Foucault, en Vigilar y
castigar,
Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
23
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Es la propia condena la que se supone que marca al delincuente
con el signo negativo y unívoco; publicidad, por lo tanto, de
los debates y la sentencia; pero la ejecución misma es como
una vergüenza suplementaria… mantiénese, pues, a distancia,
tendiendo siempre a con arla a otros y bajo secreto. Es feo ser
digno de castigo (Foucault, 2008: 17).
Es feo ser digno de castigo y es
raro o indebido celebrar al castigado.
Esto da razón del porque presenta-
ciones como la del Teatro, pasan
desapercibidas por el común de las
personas, no son noticia nacional o
local, e incluso dotan al espectáculo
de un sentido de exclusividad, tabú o
amarillismo, , depende quien lo mire.
Lo cierto, es que estar allí es un privi-
legio. Para las reclusas es romper el
silencio, la distancia, una forma de
tocar a los suyos, abrazarlos, sentirlos.
Para quienes las acompañan es una
condición de cuerpo, de realidad, de
presencialidad, de cercanía. Todo ello
es parte de la belleza y singularidad
del performance que se abre ante los
espectadores. Como lo diría Diana
Taylor, el arte, el performance nos
permite plantear nuevas cuestiones
en torno a la presencia, temporalidad,
espacio, corporalización, sociabilidad
y memoria” (2015, pág. 18)
Foto 2: Jóvenes del Centro para la Inserción social femenino del ISNA en su
presentación en el Teatro Nacional de San Salvador. Fotografía: Karen Torres.
Paula Milena Franco Jaramillo
24
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Presenciamos una obra de arte
en movimiento. Hemos dislocado el
arte casi relegándolo a los grandes
museos. El performance nos permite
entrelazar el movimiento, el arte, la
calle, la crítica, el cuerpo, la sensibi-
lidad. En su contexto, esta presenta-
ción de las jóvenes recluidas en ISNA
es un performance sobre su vida.
Su cuerpo se pone en movimiento
y conecta el espacio, el entorno, el
contexto. Imaginemos este cuadro:
adentro del teatro, la obra, las
jóvenes, sus familias, las carceleras
(apostadas en las puertas y armadas
en actitud defensiva), los nancia-
dores de la obra (se debaten entre la
alegría y el logro cumplido). Afuera,
en la calle, alrededor del teatro,
el centro de una ciudad capital
centroamericana con su movimiento
permanente, en una normalidad
apabullante que continúa la vida
sin importar que, dentro del teatro,
espectadores y bailarines, casi
sentían cómo se detenía el tiempo.
Performance, que habla de la vida
en diferentes capas, de los múltiples
escenarios, realidades, necesidades
y expectativas. Otras formas de
ser juzgado, tramitar y transformar
la sentencia. Una estela en movi-
miento que es capaz de romper el
silencio, el exilio y abrir una brecha
para inmortalizar el momento en
la memoria de todos los presentes.
Un circuito que permite ir trazando
pasos en colectivo y recobrar la legi-
timidad social, la palabra, el nombre
y el lugar en el mundo. Dejar huella,
así sea efímera, pero palpable. Bailar
es tomar cuerpo, hacerse merecedor
del espacio en el mundo. Cantar es
nombrarse en voz alta, frente a todos,
hacer que te atiendan y te escuchen.
3. Atendiendo el presente
Se acabó el espacio,
Aquí todo es calles; aquí
No espanta la muerte sino el porvenir,
¿Y a qué reino
nos conaríamos mejor?
Qué reconciliación ennegrecernos
debajo de esta hora
en que la ciudad oscurece,
desvaída,
sola y omnímoda…
Alberto Girri
La vida juvenil en Latinoamérica,
acontece entre las tensiones de la
cotidianidad y los requerimientos y
expectativas del sistema. Además,
Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
25
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
crecer sitiados por la pobreza, la
indiferencia, desigualdad, la falta
de oportunidades, educación y la
violencia. Como nos dice Alberto
Girri, aquí –en América Latina- no
espanta la muerte sino el porvenir. En
medio de una creciente narcocultura,
con sus ideas del dinero fácil, el todo
vale, la corrupción se expande y se
arraiga en el Estado y en todos los
niveles de la sociedad, en los imagi-
narios y formas de vivir. No es fácil
crecer en territorios hostiles y por
hostilidad podemos comprender un
sinnúmero de cosas. Por ejemplo,
en una narcocultura, la pobreza o
riqueza pueden ser sinónimo de
hostilidad y violencia. Casi es meri-
torio crecer en estos tiempos, territo-
rios y culturas.
Imaginemos, en medio de este
panorama, las diversas condiciones
de violencia que pudieron llevar a
estas jóvenes a ser sentenciadas. Y
no sólo hablamos de sus particula-
ridades sino de sus contextos. Sus
vidas, trayectorias y, por qué no, sus
destinos. Destino: Algunos podrían
pensar de manera simple, que casi
estuviera escrito, que su prove-
niencia es el estigma de su vida. Pero
entonces, también sería necesario
reexionar ¿si el sistema –narco-
sistema-, con sus carencias, vicios,
solicitudes y prácticas, poco a poco,
va dando forma a esa existencia?
Seguramente, la suma de ambas
cosas puede explicar la precariza-
ción de la vida juvenil. Pero en medio
de esta perspectiva, la personal y la
macrosistémica, se puede vislumbrar
cómo los cuerpos de hoy, son cuerpos
nacidos y marcados por la guerra. En
palabras de Girri, entendemos que la
ciudad oscurece, desvaída, sola y omní-
moda, y que no sólo es la ciudad, sino
que es la condición de quienes habi-
tamos y experimentamos las diversas
formas de la guerra presente en ella:
ambiental, económica, social, por el
territorio, por el trabajo y vida dignas,
por la educación, simplemente por
ser joven y ejercer el derecho a
existir.
Así mismo, advertimos que las
vidas marcadas por la tragedia son
cada vez más necesarias, a través
de ellas se normaliza y legitima la
necesidad en el uso de la fuerza, la
violencia y privación de la libertad
por parte del Estado, matizando con
ello las dicultades estructurales
y ocultando las deudas históricas
que perpetúan las desigualdades,
incumplimientos que generan más y
más descontento general y por ende
respuestas fuera de la ley, porque
la ley, la política, no alcanzan a
responder a las realidades y nece-
sidades latentes. Desde donde se
le mire, desde la perspectiva del
infractor o del ejecutor, sólo es una
expresión más de la impunidad
presente. Subsisten varias formas
de juvenicidio. El hecho de nacer en
un sistema casi sin oportunidades,
revela y sustenta muchas de ellas.
Al respecto, Valenzuela, en el libro
Juvenicidio, nos habla sobre esto,
Paula Milena Franco Jaramillo
26
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
El juvenicidio posee varios elementos constitutivos que incluyen
precarización, pobreza, desigualdad, estigmatización y este-
reotipamiento de conductas juveniles (de manera especial de
algunos grupos y sectores), la banalización del mal, que alude
al desdibujamiento de los referentes dicotómicos entre el bien y
el mal, lo que permite a los asesinos matar sin mayores cargas
emocionales, la adulteración del Estado y de las instituciones
de administración de justicia que producen y reproducen corrup-
ción e impunidad como forma cotidiana de funcionamiento
(Valenzuela, 2015: 8).
Leyendo a Valenzuela, inferimos
cómo la necropolítica es el uróboro,
un elemento contundente y necesario
en un Estado que exige respuestas,
comportamientos y existencias que
deben vivirse en condiciones que él
mismo no está dispuesto a garan-
tizar.
4. Cuerpos marcados, cuerpos en silencio
Jorge Wilson Gómez, en su tesis
doctoral, Ambos venimos de morir:
susurros acechantes de un estudiante
caído, propone: “¿Qué queda de un
cuerpo caído al que sus memorias
le son arrebatadas por los silencios
del terror que hemos vivido?” (2019).
Escuchando el eco de su pregunta,
¿no son estas chicas cuerpos caídos
en la guerra de la violencia juvenil?
¿Qué queda de ellas después de
que les fue arrebatada su niñez y
juventud por la violencia, quienes
además de su pasado, experimentan
otras formas de agresividad en su
vida carcelaria? Solamente el miedo
es capaz de gestar otro tipo de
condenas y penalidades silenciosas,
profundas y lacerantes.
Tal vez no existe una mayor
evidencia sobre la barbarie de estos
tiempos que observar las marcas en
los cuerpos. Existen las marcas de la
moda, las de la pobreza o riqueza, de
la salud, las de la familia, las de la
guerra o de las violencias. ¿De qué
hablan los cuerpos de las mujeres
jóvenes recluidas?: de sus vidas.
Cuerpos que testimonian emociones
disipadas y en muchos casos, amores
de juventud malogrados que las
llevaron hasta el extremo. En la
juventud, como en la vida, el amor es
un gran determinante, en su carencia
o exceso. Cuerpos que hablan de no
recordar cómo se siente ser abra-
zadas: perdido el contacto, cualquier
extraño es objeto de desconanza.
Hablan de una juventud que posible-
mente no se agotará numéricamente
en los años de encierro, pero sí se
perderá espiritualmente en sueños e
inocencia que se van con el tiempo y
la vida que no regresa. De los patios
Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
27
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
en la cárcel que las denen, aunque
no caminen las calles y sean activas
en la pandilla, siguen llevando su
marca y su nombre –incluso en la
piel, el tatuaje-. En una cárcel el patio
es el límite, la frontera, la libertad,
la familia, y si se traspasa a otro,
puede ser el peligro, la hostilidad,
la violencia e incluso la muerte. La
guerra que no se terminó cuando
atravesaron la entrada del penal
y aunque perdieron su libertad, se
mantienen en estado de estricta
violencia. Algunas siguen siendo
dentro de la cárcel, la novia, la
mujer” de alguien” que infunde
respeto afuera y cargan con esa
cruz” para bien o para mal. Cuerpos
que hablan de los hijos nacidos en
cautiverio y que comienzan su vida
en un circuito que se repite interge-
neracionalmente, algunas llegaron
embarazadas y sus pequeños de
tres o cuatro años- aún no conocen
otro hogar y otra familia diferente-.
Niños que juegan y se ríen sin
entender que no tienen, por ahora,
otro mundo posible. Cuerpos que
también hablan de esperanza, de
sueños, porque son jóvenes y ellas
saben que, si todo sale bien, llegará
el día de su libertad.
Volviendo al poema de Birri,
aquí no espanta la muerte sino el
porvenir”, cuando estás en la prisión
lo que más se anhela es el futuro
posible, pero también es lo que más
se teme, espanta. El poema nos habla
del futuro como una calle vacía y
desolada, pero también nos dice: “¿A
qué reino nos conaríamos mejor?”
Conarse a una ciudad que lo
entiende y soporta todo. Conar que
el tiempo, el corazón, la familia, la
comunidad y el mundo olvidarán. El
olvido y el silencio también son una
cura para la memoria, la memoria
selectiva de lo bueno que da sentido
a la existencia, al presente y al
porvenir.
5. Violencia que toma forma
Resulta necesario interrogar al cuerpo como acusado y como
víctima, como sujeto y como objeto de la temática contempo-
ránea; como tema central e incontestable de nuestra cultura y
de nuestra vida cotidiana. (Bordelois, 2009).
El cuerpo, como lo expresa
Bordelois, es el sujeto- objeto
contemporáneo que ha tomado
relevancia como mapa, territorio
de silencios, de paisajes, de expe-
riencias. Hogar de nuestras imagi-
naciones, formas y pasiones. Objeto
de la cultura y el consumo. Como
lo nombra Octavio Paz (1987), en
el cuerpo todo comienza y termina”:
la paz y la violencia; la vida y la
muerte. ¿Quiénes somos? Un paisaje
sin frontera. Una delgada línea que
nos separa piel con piel- y allí
Paula Milena Franco Jaramillo
28
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
adquirimos nombre. Y es también en
el cuerpo donde experimentamos
la libertad. Por ello la condición de
encarcelamiento, es una limitación
del cuerpo, de espacio y movimiento,
limitación en el uso del tiempo, de
la cotidianidad. Foucault (2008) lo
llamaría un suplicio y una forma
de empleo del tiempo. Cuando ni
el tiempo ni el uso del cuerpo es
propio, el sistema busca dar nueva”
consistencia moldeándolo paulati-
namente durante la condena - a
través de la violencia, en los límites
del uso del tiempo, en las formas de
estar con otros, usos, tareas, menes-
teres, convirtiéndolo en nicho para
nuevos pensamientos e ideas que
van siendo sembradas sistemática-
mente. Podemos entenderlo en el
texto de Arroyo y Ortega,
En la prisión, se encontrarán en un ambiente caracterizado
por el aislamiento afectivo, la vigilancia permanente, la falta
de intimidad, la rutina, las frustraciones reiteradas y una nueva
escala de valores que entre otras cosas, condiciona unas rela-
ciones interpersonales basadas en la desconanza y la agre-
sividad. Todos estos factores someten al recluso a una sobre-
carga emocional que facilitará la aparición de desajustes en su
conducta en el mejor de los casos, cuando no la manifestación
de comportamientos francamente patológicos, sobre todo si
previamente había ya una personalidad desequilibrada, en el
momento de la entrada en prisión (Arroyo y Ortega, 2009).
Por esto, también Foucault
realizaría el símil entre la escuela
y la cárcel. Centros de formación y
reclusión. Centros de reconversión o
reformatorios de las conductas que
llevaron al delito. Esa es, al parecer,
la expectativa del sistema, pero, ¿es
una esperanza real si, posterior al
encierro, se resurge en las mismas
circunstancias vitales, contexto, en
el mismo sistema de vida? Santiago
Castro-Gómez explica cómo la buro-
cracia ha transformado sus inte-
reses, “la pregunta aquí no es como
sancionar mejores leyes contra el
crimen y tampoco cómo prevenirlo
ecazmente, sino cuánto le cuesta
al Estado rebajar el ‘índice medio
de criminalidad’. No se trata ya de
derrotar el crimen sino de gestionar
la criminalidad” (Castro-Gómez,
2015: 70). Así que nos enfrentamos
en América Latina a Estados donde el
interés no es solucionar las diversas
cuestiones que llevan al delito.
Somos testigos de un aumento en
la violencia, en general ella es una
forma de defensa por la fuerza. Sin
interés de romantizar, es imposible
dejar de pensar en el entorno de la
persona al salir de su condena, con
unas condiciones personales espe-
ciales creadas durante el aislamiento,
con nuevas herramientas, técnicas y
Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
29
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
conocimientos aprendidos durante
la reclusión, pero en una inevitable
y aumentada situación de precariza-
ción, con la cual se debe enfrentar
el mismo medio de vida previo a la
condena, incluso en condiciones más
adversas ahora, pues además trae la
mancha, el pasado que le pesa.
Entonces vemos que si estamos
ante un Estado que no se preo-
cupa por solucionar las condiciones
que crean y sostienen el ambiente
de criminalidad, se necesitan otro
tipo de respuestas. Oportunidades,
y como bien lo explicó Nelson
Mandela, en su declaración en el
juicio de Pretoria (Sudáfrica) el 20
de abril de 1964: Queremos, sobre
todo, igualdad de derechos políticos,
porque sin ellos nuestra incapacidad
será permanente. Sé que esto suena
revolucionario para los blancos de
este país, porque la mayoría de los
votantes serían africanos. Por eso, el
hombre blanco teme la democracia”.
Derechos políticos y democracia.
Posibilidades, perspectivas, partici-
pación, un mundo digno, un hogar,
otro lugar, un nuevo nacimiento. Pero
el suplicio, en muchos casos es volver
al mismo lugar de antes y en las
mismas condiciones de necesidad y
conicto. Ser diferente en un mundo
que es el mismo, sin oportunidades,
es casi la perspectiva de mantenerse
al borde de un abismo. En la sociedad
de hoy, es más sencillo desaparecer
-acallar la diferencia. En general,
tememos la democracia, tememos
lo que pueden decir quienes estu-
vieron en la cárcel, los que dejan las
armas, los jóvenes que toman voz,
tememos a los indígenas, a la comu-
nidad LGBTIQ, tememos la diferencia,
lo desconocido, lo que toma cuerpo
y voz. Desconamos, lo negamos, lo
minimizamos, lo hacemos a un lado,
olvidamos. Así que no es un futuro
muy prometedor, con garantías.
En el mundo que acontecemos,
jóvenes como las que están recluidas
en el ISNA, nos llevan a plantear
preguntas justamente sobre el
presente y sobre el futuro de los y
las jóvenes. Y los niños y los adultos
del futuro. Y no parece muy promi-
sorio. Algunos tienden a pensar,
alegremente, que es un porcentaje
pequeño de población, quienes
habitan las cárceles del mundo.
Es decir, como lo expresa el dicho
popular son más los buenos, que los
malos en el mundo. Pero esa es una
respuesta utópica para una realidad
distópica. La realidad, es que vivimos
inmersos todos los habitantes de
este planeta- en un sistema enfermo
que nos enferma a todos. Y que cada
vez, limita más sus recursos, la vida.
A cada momento es más restringido
el acceso a las condiciones básicas
para una vida digna y, a su vez, cada
vez serán menores esas garantías
sociales llamadas democracia. Así
que la cuestión es entre más habi-
tantes, menos recursos, menores
oportunidades de vida. Un mundo
así da sentido a cárceles, reclu-
sorios, clínicas mentales, guerras,
asesinatos, desapariciones y diversas
Paula Milena Franco Jaramillo
30
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
manifestaciones de violencia. Todas
las formas de desigualdad posibles.
La ley del más fuerte, donde triunfa
la violencia. Narcosistemas donde
impera la ley del más fuerte con
más títulos, dinero, armas, poder. Un
mundo que nos vuelca a entender,
que los cuerpos que surgen en él,
hablan de esos territorios de disputas
invisibles y visibles. Un mundo lleno
de carencias.
Nos sitúa en reformatorios donde
se perpetúa este sistema y posterior-
mente, en libertad, donde el liberado
debe simular, aprender y pretender
ser otro, adaptarse al mundo que le
espera. A la desigualdad. Tal vez los
reformatorios son un lugar pensado
para enseñar a convivir, aceptar la
desigualdad. Por ello es entendible,
como una gran parte de pobla-
ción en reclusión sufre problemas
psiquiátricos, enfermedades o desór-
denes de conducta, depresiones
severas, enfermedades nerviosas
y mentales. Sobre esto, Arroyo y
Ortega (2009), explican cómo este
tipo de dolencias afecta no sólo el
clima de convivencia en el penal
sino al salir de él. Es comprensible
que estos desórdenes se puedan
agravar o evidenciar en el momento
de la libertad y en el proceso de
readaptación. ¿Cómo enfrentas a un
mundo que ya no conoces, al que
ya no perteneces, pero que es el
mundo que te corresponde vivir en
las mismas condiciones de precari-
zación? De esta forma la violencia
toma cuerpo, se enraíza, se renombra
a sí misma como cultura. Bordelois
(2009), nos dice en este sentido
que resulta necesario interrogar
al cuerpo como acusado y como
víctima, como sujeto y como objeto
de la temática contemporánea;
como tema central e incontestable
de nuestra cultura y de nuestra vida
cotidiana. Preguntémosle entonces
al cuerpo acusado, que es víctima y
victimario, si la reclusión lo liberó de
sus cadenas, sus patrones, sus miedos
y problemas o si, por el contrario, al
salir lo recibió el sistema con los
brazos abiertos, lo aferró más, le
enseñó a simular, a ser más sutil o lo
enquistó de nuevo en la caída.
6. Corporeidad
La ciencia dice: el cuerpo es una máquina.
La publicidad dice: el cuerpo es un negocio.
El cuerpo dice: Yo soy una esta.
Eduardo Galeano
Hay momentos donde volvemos a
nacer y es como un golpe de gracia
del destino. Otra oportunidad, una
nueva vida. Regresamos, como lo
Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
31
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
dice Eduardo Galeano, a la esta,
al teatro de lo acontecimental y es
también, un nuevo merecimiento
de sí, de los otros. Se siente bien y
tranquilo ser libre, ser uno mismo.
La libertad es una pequeña frontera
que da sentido a nuestra existencia.
“La posibilidad de elegir, bien o
mal, la posibilidad de movernos, de
experimentar con nuestro cuerpo, es
una riqueza enorme de la cual no
tenemos consciencia, excepto cuando
la perdemos. Esto en voz de una de
las jóvenes reclusas del Centro para
la Inserción social femenino del
ISNA, dicho al día siguiente de la
presentación en el Teatro Nacional,
cuando tuvimos un espacio con las
reclusas en el penal a las afueras
de San Salvador. Un encuentro que
realizamos para trabajar cuerpo y
memoria a través de la práctica de
yoga. Estuvimos ocho investigadores
y dieciséis connadas compartiendo
la experiencia. Si el cuerpo es el
territorio de disputa, es importante
que el proceso de sanación, de auto-
reconocimiento, de escucha, de libe-
ración, transite por él. Y esta fue la
idea del encuentro. Recordar-se en
y como cuerpo, con las sensaciones,
las emociones, las memorias. Para
renombrarse, hay que ser capaz de
perdonar aquello que nos habita, las
historias personales, los sentidos, los
recuerdos del pasado y presente. Y
este, es tal vez, uno de los asuntos
más complejos al reintegrarse a la
vida. Porque todo proceso de encar-
celamiento es una muerte. Renacer,
es tomar de nuevo un cuerpo y ser
un ocupa -como lo explica la acep-
ción de La Real Academia Española
(2021)-, es invadir un cuerpo, tomar
lugar, crear una nueva memoria de sí
e instalarse en ella, por la fuerza o
no, pero con dignidad. Tomar cuerpo,
es tomar una postura política,
porque “toda política se impone por
la violencia, la coerción y las restric-
ciones sobre el cuerpo. Todo orden
político se producirá conjuntamente
con un orden corporal” (Le Breton,
2002).
Para este encuentro con las
reclusas partimos de una premisa:
desmantelar algunas de las estruc-
turas, el orden corporal aplicado por
el sistema. Propusimos tres aspectos:
consciencia de la vida, el cuidado de sí
(incluyendo consciencia del cuerpo)
y el afecto. Tres apuestas aparente-
mente simples, pero complejas espe-
cialmente cuando se está recluido.
Como explicamos antes, las cárceles
son una continuación del orden de la
violencia, de la agresión, un universo
que se teje bajo el estricto sistema
de la tensión. El estrés es una forma
de mantener el control físico y psico-
lógico sobre las personas que pagan
condena. El estrés, no tiene que ver
únicamente con las condiciones
que sostienen quienes aplican la
condena, sino también, con las condi-
ciones y el ambiente de desasosiego
que se vive alrededor de la estancia
carcelaria.
El estrés, como bien lo explica
la medicina, no sólo tiene efectos
Paula Milena Franco Jaramillo
32
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
sicológicos sino físicos a largo plazo
y según el impacto y duración del
sometimiento a las condiciones
estresantes, puede desencadenar
afectaciones profundas y perma-
nentes. Una marca indeleble para
toda la vida. La afectividad sana,
puede tener el efecto contrario:
desencadenar procesos de sanación
física y psicológica de forma acele-
rada. Ayuda a mitigar las condiciones
inapelables. No es coincidencia, que
poco se hable y se investigue sobre
la afectividad de los procesos carce-
larios, más allá de la relación madre
e hijo, en el caso de los nacidos en
cautiverio; o del impacto en la familia
de las y los presos en el proceso de
encarcelamiento y en el de excarce-
lación. Poco se habla de la afecti-
vidad personal en la vida carcelaria
y casi parece un tabú el tema alre-
dedor del cual se han tejido imagi-
narios sociales que están más rela-
cionados a desórdenes, riñas, temas
de aberraciones sexuales ocurridos
en las cárceles y demás vejámenes.
Así que, al parecer, la afectividad
carcelaria está llena de prejuicios,
sombras, temores sociales, vacíos
legales y afectivos, sostenidos por
una cultura que preere mantener en
silencio aquello a lo que no quiere
hacer frente y que, aparentemente,
no quiere o no puede solucionar.
Le Breton (2010), explica que “La
condición humana es corporal… la
piel circunscribe el cuerpo, los límites
de sí, estableciendo la frontera entre
el adentro y el afuera, de manera
viva, porosa, puesto que es también
apertura del mundo, memoria viva.
La afectividad es un termómetro para
comprender el tejido actual de las
relaciones humanas. Y es transfor-
mador comprender cómo el simple
contacto humano o la falta de él,
puede tener unos efectos enormes
en la vida. Por ejemplo, en la visita
realizada al penal tuvimos un ejer-
cicio de cercanía con la nalidad
de explorar la relación emociones
cuerpo, apoyándonos las unas a las
otras. En el ejercicio realizado con
el primer grupo, en el primer patio,
entre las reclusas y los investiga-
dores, tuvimos tres momentos: En el
primero, después del saludo inicial,
nos dispusimos sentados de a dos,
frente a frente y observamos los
ojos del otro, en silencio, solamente
sosteniendo la mirada. Algunos no
pudieron mantener la vista, otros
lloraron, sonrieron, abrieron el
corazón y la emocionalidad, otros
se sintieron invadidos. Cuando estás
frente a otro, este alguien” toma
cuerpo, toma presencia. Sientes lo
que él o ella siente, su temor y su
alegría, su rabia o su miedo. En la
segunda parte, tuvimos un ejercicio
de toque sobre las manos ejercido
suavemente, sin decir nada, simple-
mente percibir la piel del compañero.
En la tercera, una de las personas (de
la pareja de trabajo) daba la espalda
y la otra persona pasaba las manos
lo más cerca de la espalda del otro,
sin tocar. Simplemente para ampliar
la percepción y tratar de percibir
las emociones del otro, después se
Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
33
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
intercambiaba de rol. En la plenaria,
todos, sin excepción, hablaron sobre
sus emociones. Las reclusas contaron
sobre la dicultad de tocar al otro,
el miedo al rechazo, el dolor y cómo
sintieron presente en su cuerpo las
memorias y los recuerdos dolorosos,
la ausencia del cariño desinteresado
y la falta de los abrazos, el olvido de
su propia corporeidad, la alegría de
encontrar una mirada de aceptación
en una persona desconocida. Por su
parte, los investigadores expresaron
el recelo inicial de tocar y abrazar, los
prejuicios, la apertura y el miedo a
encontrarse con algo nuevo, el miedo
a la cercanía, la belleza y la inspi-
ración que generaron las miradas.
Incluso, uno expresó al nalizar el
ejercicio, que su mayor prejuicio
sería tocar a una reclusa que hubiera
asesinado a alguien, que no sabría
si podría tocarla con afecto y con
respeto, una reexión que permite
evidenciar los límites, creencias y
recelos sociales sobre las reclusas
que las mantiene en esta frontera.
El peligro del prejuicio reside precisamente en que siempre
está bien anclado en el pasado y por eso se avanza al juicio
y lo impide, posibilitando con ello tener una verdadera expe-
riencia del presente. Si queremos disolver los prejuicios primero
debemos redescubrir los juicios pretéritos que contienen, es
decir, mostrar su contenido de verdad. (Arendt, 2015).
Los prejuicios han denido
nuestra vida, la relación que tenemos
con ciertos temas y nos mantienen en
el desconocimiento de muchos otros.
Existe y existirá un fuerte debate
ético sobre los crímenes que llevan
a una persona a ser encarcelada y el
cómo abordar su proceso penal y de
restablecimiento a la sociedad. Pero
esta experiencia con las jóvenes en
la prisión permitió entender que el
primer problema para asumir estos
debates con equidad, con preocu-
pación humana sobre las condi-
ciones de vida de los reclusos, sobre
cómo reintegrarlos integralmente
al mundo, pasan primero por un
desinterés profundo, un rechazo y
prejuicios que no permiten ir más
allá. Es una responsabilidad ética,
crítica y social de los investigadores
sociales abrirnos a mirar el mundo
con perspectiva hacia el futuro que
nos espera y que podemos aportar
para hacer algo mejor de él.
Por ahora digamos que esta
experiencia transformadora, sirve
como ejemplo para pensar parte
de la realidad de los jóvenes en
AméricaLlatina, con sus cuerpos, con
su libertad o con la falta de ella.
Como en muchos casos, los centros
de reclusión se quedan cortos, bien
sea por carencias de recursos o
por desinterés, para pensar nuevas
apuestas y soluciones. Ventura
(2016), explica en su estudio como
Paula Milena Franco Jaramillo
34
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
las principales dicultades que
enfrentan las jóvenes recluidas en
centros del ISNA son los aspectos
relacionados con la inserción social
y la educación. Con ello, terminamos
por reexionar que los centros peni-
tenciarios no sólo están conteniendo
sino formando a los jóvenes que
saldrán a hacer vida en la sociedad.
Entonces la gran pregunta es ¿Qué
tipo de jóvenes están formando?
¿Para responder a cuál sociedad, a
cuál cultura, a cuáles oportunidades,
para crear cuál tipo de mundo,
especialmente si sabemos que esas
condiciones no están siendo bien
gestadas?
Y cerramos con el cuerpo. En
esta experiencia, la práctica de yoga
nos invitó a movernos, a meditar, a
hacer silencio, a estar consciente-
mente juntos. A sonreír a quien, en
otras condiciones, consideraríamos
el enemigo. Un concepto acuñado
por la guerra, acunado en la barbarie,
en el olvido. A mirar el horror acon-
tecido en ellas, que palpita en
nuestro propio temor y recelo. En
la práctica de yoga decimos que
somos uno, como investigadores
podemos entender que somos un
solo cuerpo social, allí nos unimos,
y a veces es difícil entenderlo, en
realidad también somos co- respon-
sables del mundo que vivimos. En
esta experiencia descubrimos que
no hay enemigos sino desconocidos
y nuestro encuentro de cuerpo faci-
litó el reconocernos. Y al movernos
confesamos que no siempre podemos
hacerlo bien, ya sea por falta de
exibilidad, de cuidado, porque el
lugar lo impide o porque no sólo
se trata de mover el cuerpo sino los
paradigmas. Redescubrir el cuerpo es
entender que también es un cuerpo
social, donde es importante y nece-
sario estar con otros, la cercanía, la
hospitalidad, lo sagrado de la vida.
Entendernos, escucharnos, aten-
dernos mejor. El cuerpo es narración,
la narración viva de nuestra propia
historia, de la historia de nuestros
ancestros y de quienes vendrán, la
historia de quienes amamos y de
las violencias que hemos sufrido
e iningido. Por ende, no estamos
solos y allí podemos honrar la posibi-
lidad de ser testigos del misterio del
otro. El cuerpo, la metáfora de este
texto, invita a pensar que podemos
transformarnos como él y dar forma
al mito de que esta realidad puede
ser de otra manera, que es posible
cambiar la estructura de las cosas.
Una utopía por la que vale la pena
caminar juntos, así como aquello de
hacer de la vida una esta, algo que
celebrar, como nos propone Galeano.
Cuerpos sin libertad: De regímenes correccionales, vidas condenadas al delito y formas de
reinvención del presente en mujeres jóvenes privadas de libertad en El Salvador
35
Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Referencias bibliográcas:
Arendt, H. (2015). La promesa de la política. Planeta.
Arroyo, J. O. (2009). Los trastornos de personalidad en reclusos como factor
de distorsión del clima social de la prisión. Revista Española de Sanidad
Penitenciaria, 11 (1).
Bordelois, I. (2009). A la escucha del cuerpo. Libros del Zorzal.
Castro-Gómez, S. (2015). Historia de la gubernamentalidad I. Siglo del
Hombre Editores.
Civita, V. (1973). Mitología I. Abril.
Foucault, M. (2008). Vigilar y castigar. Siglo XXI.
Gómez-Agudelo, J. W. (2019). Ambos venimos de morir: Susurros acechantes
del estudiante caído. Universidad de Manizales-CINDE
Instituto de la Juventud España. (2005). Jóvenes y prisión. Revista de
Estudios de Juventud (69).
Le Breton, D. (2002). La sociología del cuerpo. Ediciones Nueva Visión SAIC.
Le Breton, D. (2010). Cuerpo sensible Ediciones Metales Pesados.
Mandela, N. (20 de abril de 1964). Día Internacional de Nelson Mandela.
18 de julio. Naciones Unidas. https://www.un.org/es/events/mandeladay/
legacy.shtml
Moreno-Durán, R. (2002). De la barbarie a la imaginación. Fondo de Cultura
Económica.
Paz, O. (1987). Árbol adentro. Seix Barral.
Real Academia Española.Ocupar”. Diccionario de la Lengua Española.
https://dle.rae.es/ocupar
Taylor, D. (2015). El archivo y el repertorio. Ediciones Universidad Alberto
Hurtado.
Valenzuela, J. M. (2015). Juvenicidio. Ned Ediciones.
Ventura, E. (2016). Educación e inserción social: problemática actual de
la educación en adolescentes y jóvenes bajo medidas de internamiento
en El Salvador. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, (7), II época:
79 - 110.