Variación sexual. Entre lo benigno y lo patológico
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Revista Realidad 159, 2022
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Variación sexual. Entre lo benigno y
lo patológico
Sexual Variation. Between the benign
and the pathological
José Carlos Vázquez Parra
Tecnológico de Monterrey, región Occidente
jcvazquezp@tec.mx
Martina Carlos Arroyo
Universidad del Valle Atemajac, Plantel Vallarta
martina_carlos@yahoo.com.mx
María de los Ángeles Cristina Villalobos Martínez
Universidad de Guadalajara
mtra.villalobos@gmail.com
Resumen: En un mundo en donde la diversidad se está volviendo la norma, sigue
habiendo espacios rígidos y limitativos acerca de la posibilidad de variación, so-
bre todo en aspectos normados como la sexualidad y el género. La teoría queer,
plantea la necesidad de romper con la patologización de la variación sexual, con-
siderando que está debe ser percibida como algo benigno en esta sociedad exi-
ble y en constante ujo. Así, el presente artículo busca hacer una aproximación
a la noción de variación sexual, considerando una re exión desde los discursos
médicos, psicológicos y de los estudios de género, argumentando la relevancia de
adoptar una visión ampliada sobre la variación sexual, como una característica
que da muestra de la versatilidad, evolución y constante cambio del ser humano.
Palabras clave: Diversidad Sexual; LGBTIQA; Discurso médico normalizador;
Identidad de género; Trans; Sexualidad.
Abstract: In a world where diversity is becoming the norm, there are still rigid and
limiting spaces about the possibility of variation, especially in normative aspects
such as sexuality and gender. Queer theory proposes the need to break with the
pathologisation of sexual variation, considering that it should be perceived as
something benign in this  exible society in constant  ux. Thus, this article seeks
to approach the notion of sexual variation, considering a re ection from medical,
psychological and gender studies discourses, arguing the relevance of adopting
Variación sexual. Entre lo benigno y lo patológico
No. 159, Enero-Junio de 2022, 5-18
DOI: https://doi.org/10.51378/realidad.v1i159.6826
Recibido: 19/09/2021 Aceptado: 12/01/2022
ENSAYO
José Carlos Vázquez Parra, Martina Carlos Arroyo y María de los
Ángeles Cristina Villalobos Martínez
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an expanded vision of sexual variation as a characteristic that shows the versati-
lity, evolution and constant change of human beings.
Keywords: Sexual Diversity; LGBTIQA; Normalising medical discourse; Gender
Identity; Trans; Sexuality
1. Introducción
No cabe duda de que en un mundo
tan globalizado como en el que se
vive actualmente, la inter y multi-
culturalidad han establecido nuevos
parámetros sobre la importancia de
valorar la diversidad y las diferencias
entre las personas, mismas que más
que ser vistas como un limitante,
son apreciadas como un factor de
enriquecimiento. Sin embargo, no
en todos los aspectos de la vida se
considera a la diversidad como un
elemento apreciado, ya que, desde
la percepción clínica, se siguen valo-
rando los patrones, los promedios y
todo aquello que debiese apegarse
a la norma, sobre todo cuando se
cuenta con una visión patologizante.
Desde el discurso médico norma-
lizador, los seres humanos deben
adherirse a ciertos parámetros que
se consideran normales, haciendo
referencia a la heteronorma, y si
alguien no lo hace o presenta
comportamientos o cuerpos dife-
rentes, es sancionado y forzado a
replantearse hasta normarse. Como
lo señalaría la sexóloga Gayle Rubín
(2006), es como un círculo mágico en
el cual, los que hayan quedado fuera
seguirán siendo excluidos, patologi-
zados e incluso, criminalizados.
La teoría queer lleva décadas
cuestionando este discurso médico
normalizador, planteando que las
variaciones, sobre todo en temas de
identidad de género, son una oportu-
nidad para mostrar la amplia diver-
sidad de los seres humanos, quienes
no deberían ser forzados a estar
dentro de una categoría (Vázquez-
Parra, 2021).
Así, el presente artículo busca
hacer una aproximación a la noción
de variación sexual, considerando los
planteamientos tanto clínicos como
sociales que le calican de patoló-
gico o benigno. Como conclusión, se
busca argumentar la importancia de
adoptar una visión ampliada sobre
las variaciones, siendo necesario
replantear los discursos asimila-
cionistas y normalizadores, con la
intención de lograr un paradigma
incluyente y diverso.
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2. El discurso médico en torno a la sexualidad y el
cuerpo
Desde los griegos y hasta prin-
cipios del siglo XVIII, se asumía que
el cuerpo de las mujeres no era otra
cosa que una réplica inversa del
cuerpo de los hombres, concibiendo
“la existencia de dos sexos opuestos
estables, no sujetos a medida, y
desde los cuales se basaba la vida
política, económica y cultural de las
personas”. (Aguilera; Alcaraz; Ávila,
Herrera, López, López y Rivera, 1998:
36). Esta división basada en los
aspectos siológicos-biológicos de
los cuerpos, denió el ejercicio de la
sexualidad, constituyendo el orden
de la sexualidad humana como algo
natural.
La naturalización de este discurso
médico (biologicista), basado histó-
ricamente en la mitología griega
de Hermes y Afrodita, dio como
resultado en el siglo XIX un área de
investigación llamada teratología, en
la cual los galenos-médicos presen-
taban los casos de deformaciones
humanas, a los que denominaban
hermafroditismo. Este enfoque
patologizante traía consigo implica-
ciones morales, psicológicas, sociales
y legales, ya que estos sujetos, al no
tener la capacidad de procreación,
no tenían derecho a casarse o esta-
blecer una familia. Así, la identidad
legal, moral y social de una persona,
estaba sujeta a su capacidad sexual
y reproductiva.
De esta manera, la medicina
se plantearía como un sistema de
reproducción de cuerpos normados,
siendo respaldo de la visión hetero-
sexual (hegemónica) de la sociedad.
En este sentido, la medicalización
de la sexualidad y la consecuente
patologización de las expresiones
no heterosexuales llevaba a que
la medicina pudiera ejercer proce-
dimientos para reparar” y corregir
anomalías de quienes que se salen
de la norma, bajo la argumenta-
ción de que esto permite mejorar
la calidad de vida de aquellos con
una identidad anómala (Granados,
Hernández y Olvera, 2017).
Dentro de esta visión de correc-
ción, el discurso médico plantea dos
situaciones particulares donde se
suele recurrir a opciones quirúrgicas
para la asignación o reasignación del
sexo: la intersexualidad y la disforia
de género. La intersexualidad se
produce cuando existe discrepancia
entre el sexo genético, el gonadal y
genital (Hernández, 2009; Agramonte,
et al., 2010), lo que puede determi-
narse desde etapas tempranas del
embarazo. Es a partir del diagnóstico
(perinatal o posterior) que, obste-
tras, especialistas de endocrinología,
pediatría y cirugía pueden intervenir
en el caso ofreciendo alternativas y
tratamientos quirúrgicos y hormo-
nales para orientar la verdadera
naturaleza sexual el sujeto.
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Lo que resulta relevante es que la
determinación del sexo al que se le
brindará soporte hormonal o quirúr-
gico depende más de la relación con
el otro que en la persona misma, ya
que será la posible realización del
coito lo que dena si el proceso debe
ser hacia lo masculino o lo femenino.
Desde este punto es posible apreciar
el discurso médico por normalizar la
sexualidad desde su primera mani-
festación, prescribiendo medica-
mente la reconversión de sexo bajo
el supuesto de una adaptación física
y psicológica adecuada para el indi-
viduo (Hernández, 2009).
Una vez determinada la iden-
tidad física del cuerpo reasignado,
se procede a la educación de éste
basado en los modelos de lo feme-
nino y lo masculino de la cultura
imperante, lo que a la postre pudiera
desarrollar afectaciones psicológicas
que pongan, inclusive, la vida del
sujeto en peligro, sobre todo, si se
mantiene en secreto a la persona
afectada, que puede derivar en
autoagresión y lesiones autoprodu-
cidas. Lo ideal es que cada persona
en esta condición sea capaz de deter-
minar su propia identidad y, poste-
riormente, comunicarla, para que el
gremio médico le facilite el acceso
a las hormonas y otros tratamientos
para denir el sexo de manera
autónoma (Hernández, 2009; BBC,
2020). Sin embargo, será hasta el
siglo XX cuando la medicina regula
la intermediación sexual, lo que, en
el caso de México, será en el 2015
que la Ley General de Salud prohíbe
la intervención no consentida sobre
cuerpos intersexuados (0.5 a 1.7 de
la población mundial) a menos que
pueda acarrear daños comprobables
en la salud (Torrentera, 2019).
En cuanto al segundo supuesto, la
no conformidad de género o varia-
bilidad de género, este se reere al
grado en que la identidad, el papel
o la expresión de género diere
de las normas culturales prescritas
para personas de un sexo en parti-
cular (Institute of Medicine, 2011).
Medicamente, esto puede traer
aparejada o no una disforia de género,
la cual se reere a la incomodidad
expresada por la discrepancia entre
la identidad de género y el sexo
asignado a la persona al nacer, junto
con el rol de género esperado en la
sociedad donde se encuentra inserta
(Knudson, De Cuypere y Bockting,
2010). Algunas de las personas que
presentan variabilidad de género
experimentan disforia de género en
algún momento de sus vidas por lo
que actualmente, se disponen de
diversos tratamientos para ayudar
a las personas a encontrar el rol de
género que les sea más cómodo y con
el cual se identiquen. Este proceso
debe ser individualizado y puede
implicar o no un cambio en la expre-
sión de género o modicaciones
corporales, mediante tratamientos
de feminización o masculinización
del cuerpo a través de la terapia
hormonal o el proceso quirúrgico
(Coleman, et al., 2012).
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La relación de estas situaciones
en el imaginario social, que vinculan
la variación sexual, con una “desvia-
ción” próxima a lo patológico, se ha
considerado presente en el ámbito
biomédico, aunque se hace nece-
sario abordarlo como un asunto que
atañe, centralmente, el marco de los
derechos sexuales (Hernández, 2009;
Agramonte, et al., 2010). Más allá
de las taxonomías o categorías, se
requieren estrategias más exibles
que posibiliten la comprensión del
ser humano, sin que las variaciones
sexuales corporales o de género
queden capturadas de manera rígida
o estricta (Agramonte, et al., 2010).
3. Aproximación psicológica a la despatologización
de la variación
Como se planteó anteriormente,
la visión de diversidad como factor
de enriquecimiento social no era
algo que se considerara anterior-
mente, ya que ha sido desde hace
poco que la variación en aspectos
sexuales y de género ha dejado de
ser vista como una situación pato-
lógica y por ende maligna. La psico-
patologización va acompañada de
la conformación de categorías diag-
nósticas que permiten un discurso
médico, psiquiátrico y psicológico,
que proponen la psiquiatrización del
placer perverso, tal como se observa
en la siguiente tabla (De la Hermosa,
2013).
Tabla 1.
Momentos clave de la psiquiatría del placer perverso
Año
1869 Whestpal publica el primer artículo sexológico: Die conträre Sexualempnding.
1886 Richard von Kraft Ebin publica Psycopathia Sexualis.
1910 Magnus Hirschfeld desarrolla la teoría del “tercer sexo o estados sexuales intermedios”.
Plantea la eliminación de la hostilidad hacia la homosexualidad.
1913 Haverlock Ellis plantea las nociones de Eonismo e Inversión sexo-estética.
1947 El psicólogo John Money utiliza el concepto de género para posibilitar su cambio en grupos
muestra de bebes
1950 Claudwell habla por primera vez sobre el concepto “transexual”, así como del sexo como
verdad natural inmutable y como la mente se adecua a dicha anatomía.
1966 Henry Benjamín genera la clasicación de “transexuales quirúrgicos y verdaderos”, haciendo
grandes avances en lo que él denominaría cirugía de ajustar el cuerpo a la mente”.
1968 Robert Stoller analiza desde el psicoanálisis las variables de la sexualidad humana.
1969 J. Money acuña el término “identidad de género y plantea la transexualidad como un
problema de esta identidad.
1973 Norman Fisk propone el diagnóstico diferencial para la “Disforia de Género
Fuente: Elaboración a partir de, De la Hermosa Marina (2013).
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Como se puede apreciar, es hasta
los trabajos de Fisk y Stoller, que
se comienza a integrar una posibi-
lidad de aceptación de la variación
humana sin la percepción de falla
biológica, considerando la necesidad
de distinguir entre sexo y género,
y abrir así, que, caminos subjetivos
para formular una crítica social con
relación a la sexualidad y al género
(Muñoz, 2021: 34). En ese sentido, es
la psicología clínica, la que, orien-
tada hacia la búsqueda del bien-
estar psicológico, colabora en la
corrección” de lo que se considera
anomalía en el discurso médico-pa-
tologizante, global eurocentrista y
patriarcal que perpetúa la dicotomi-
zación de género y el sexo.
Este proceso de despatologiza-
ción puede apreciarse en las dife-
rencias sobre la clasicación de la
homosexualidad como enfermedad
mental entre el Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales
de la Asociación de Psiquiatría
Americana de 1952 y su versión
posterior de 1973, en donde se
elimina la homosexualidad de las
enfermedades mentales. Claro, sería
hasta 1990 que la Organización
Mundial de la Salud (OMS) hiciera lo
mismo en la Clasicación Estadística
Internacional de Enfermedades
y otros problemas de la salud.
Lamentablemente, esta misma
suerte no la vivieron las varianzas de
género e identidad de género, ya que,
por ejemplo, las identidades trans
serían despatologizadas psicológi-
camente hasta el 2013 en la quinta
versión de este Manual y retiradas de
la clasicación de enfermedades de
la OMS hasta la versión a aplicarse
en el 2022. Lo anterior, da muestra
de la resistencia que hay desde el
enfoque clínico hacia aquello que se
salía del promedio y lo socialmente
aceptado.
De forma complementaria a
los manuales de enfermedad, la
World Professional Association for
Transgender Health (WPATH, 2010)
emitió un comunicado promoviendo
la erradicación de la patologización
de la variabilidad de género alre-
dedor del mundo, señalando que
“la expresión de las características
de género, incluidas las identidades,
que no están asociadas de manera
estereotipada con el sexo al nacer,
es un fenómeno humano común y
culturalmente diverso que no debe
ser juzgado como inherentemente
patológico o negativo ((WPATH,
2010: 2).
Bajo esta premisa, la WPATH
desarrolla las Normas de Atención
(NDA) para la Salud de Personas Tras
y con Variabilidad de Género, como
una guía clínica para que profesio-
nales de la salud puedan ayudar
a las personas trans y con variabi-
lidad de género a transitar por rutas
seguras y ecaces para el bienestar
de su identidad de género, así como
de su calidad de vida de una manera
integral (Coleman, et al., 2012). Estas
normas se basan en el principio de
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respeto a las personas, por lo que
evitan la patologización de sus iden-
tidades y expresiones sexuales y de
género. También, promueven la nece-
sidad de apoyo y ayuda para reducir
cualquier malestar relacionado con
su variabilidad, aportando mayor
comprensión acerca de las necesi-
dades de salud, benecios y riesgos
que pueda presentar este sector
particular de población (Coleman, et
al., 2012). Estas normativas contri-
buyen a disminuir la posibilidad de
la automedicación, que por sí misma
expresa la difusión de la idea clínica
de corregir” el cuerpo (Granados,
Hernández y Olvera, 2017).
4. La variación sexual
Como se ha señalado anterior-
mente, el modelo identitario de
los sujetos que se proponen social,
cultural y médicamente se relaciona
con el deber de ser binario sin una
posibilidad crítica de resistencia o
de autodenición. Tal responsabi-
lidad recae directa e inicialmente
en la medicina la cual legitima, al
momento del nacimiento, la iden-
tidad del sujeto, planteándose como
meta buscar el sexo al cual perte-
nece. Esta postura heteronormativa
atraviesa al individuo, quedando
reducido a una norma que le implica
el ser reorientado con una identidad
binaria, en caso de presentar cual-
quier tipo de variabilidad (Beltrán,
2004). Para poder comprender la
noción de variación sexual es impor-
tante que se analicen cada uno de
sus elementos, ya que la variación
sexual no solo hace referencia a la
intersexualidad o a las personas con
disforia de género o en tránsito, sino
también a cualquier aspecto que
pudiera salirse de las normas de lo
sexual y de género.
Cuando se hace referencia a una
variación, se menciona aquel acto,
situación, persona o cosa que ha
cambiado o se encuentra alterada,
es decir, que a partir de un promedio
o de la constancia, existe una dife-
rencia. En la naturaleza, la variación,
aunque se considera un fenómeno,
puede llegar a ser bastante cotidiano,
ya que es la base tanto de la evolu-
ción biológica, como de los procesos
de mejora en las plantas, animales
y microorganismos. Sin embargo, la
variabilidad puede ser considerada
como algo negativo, ya que rompe
con la estabilidad y certidumbre que
se tiene del promedio y de lo cono-
cido (Missé, 2013). Para la medicina,
aquello que da valores fuera de lo
cotidiano debería ser analizado,
sobre todo, si genera algún tipo de
daño, es decir, es maligno. Hablar de
variabilidad maligna, quiere decir
que existen elementos para consi-
derar que aquello que es diferente
puede ser negativo, afectando la vida,
desarrollo o salud de una persona
(Missé y Coll, 2010).
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En cuanto al termino sexual,
es necesario que se explique todo
aquello que puede caber dentro de
una noción tan amplia, considerando
el sexo, el género, la identidad de
género y la orientación sexual. Por
sexo, puede comprenderse la dife-
renciación biológica que hay entre
hombres y mujeres, tanto genérica,
hormonal, anatómica y siológica
(Aguilar, 2015). Desde esta visión,
la constante es la categorización
dicotómica de las personas entre
hombres y mujeres. Sin embargo,
existe la posibilidad de variaciones a
esta regla, como sería el caso de las
personas intersexuales, las cuales,
como se ha explicado anteriormente,
son aquellas que presentan caracte-
rísticas mixtas y que complican su
identicación.
Por su parte, el género hace refe-
rencia a las funciones y atributos que
socialmente se construyen sobre lo
que signica ser mujer u hombre,
teniendo un impacto en su desa-
rrollo social y cultural. El género
suele vincularse con los aspectos
biológicos de las personas, plan-
teando una relación entre ser mujer
de género femenino y ser hombre
de género masculino (CEDAW, 2010).
Derivado de esto se puede señalar
algo parecido con la identidad de
género, la cual tiene relación con
la vivencia interna e individual del
género. Al igual que el sexo, estas
categorías pueden tener varianzas
dando espacio a hombres que no
necesariamente se identiquen con
la masculinidad y mujeres que no
sienten anidad con la feminidad.
Cuando un individuo se encuentra
en esta situación de discordancia, se
le denomina persona trans, haciendo
referencia a aquellos que no se iden-
tican a mismos con el sexo que
médica y socialmente se les asignó
al nacer, rompiendo con la categori-
zación binarista de correspondencia
de hombre-masculino y mujer-feme-
nina (Ethicsexualidad, 2015).
Por último, dentro de lo sexual se
puede señalar la orientación sexual,
la cual se relaciona con la atrac-
ción emocional, afectiva y sexual
por personas del mismo, diferente
o ambos sexos y géneros. Desde
una visión tradicional, se considera
que debe existir una relación entre
el sexo, el género y la orientación
sexual, misma que plantea que los
hombres, debiesen ser masculinos
y sentir atracción por las mujeres
femeninas, así como las mujeres
deberían ser femeninas y sentir
atracción por los hombres mascu-
linos. Sin embargo, al igual que las
nociones anteriores, aquí hay posi-
bilidad de nuevas varianzas, como
por ejemplo las personas homo-
sexuales, (atracción íntima y sexual
hacia personas del mismo género.),
bisexuales (atracción íntima y sexual
hacia personas de ambos géneros),
pansexuales (atracción que puede
ser intima o sexual hacia personas
de cualquier género de forma indis-
tinta) y asexuales (atracción intima,
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pero no sexual, hacia personas de
cualquier género) (CIDH, 2011).
Con lo anterior, es posible
comprender que lo sexual puede
dar espacio a un amplio espectro
de variables, mismo que demuestra
la posibilidad de diversidad que ha
sido razón de la lucha por parte de
los colectivos LGBTIQA en su obje-
tivo de tener mayor visibilización y
reconocimiento.
5. Adoptando la variación sexual benigna
A partir de la tercera ola de la
liberación sexual, el movimiento
LGBTIQA ha luchado por la legiti-
mación de sus demandas, ampliando
la apreciación de sus colectivos, y
exigiendo su reconocimiento en las
esferas sociales, culturales, políticas
y médicas. Sin embargo, a pesar de
las conquistas, no todas las metas
se han alcanzado, ya que los logros
vinieron aparejados de una fuerte
resistencia hacia la adopción de la
variación sexual. Se considera que
existe un sistema universal al que
debería apegarse la mayoría de las
personas, en cuanto al género y a las
expresiones sexuales, valorando la
diversidad como aquello que sigue
estando fuera de la norma (Vázquez,
2021).
Según Gayle Rubín (Rubin, 2006),
aunque se está en un momento de la
historia en el cual, gracias a muchas
luchas sociales, se ha modicado la
percepción que se tenía acerca de
la diversidad, en algunos ámbitos
sigue estando presente la visión y el
juicio hacia lo diferente, valorándolo
como un fenómeno, una perversión
o una desviación. Para Rubín, existen
aún líneas y normas arbitrarias que
juzgan la sexualidad de las personas,
planteando políticas o discursos
asimilacionistas que jerarquizan el
sexo, el género y sus expresiones a
partir de la regla y el promedio.
Para esta sexóloga, la variación
sexual es un planteamiento que
permite replantear, desde los movi-
mientos políticos, sociales y cultu-
rales, la relevancia de adoptar una
visión ampliada y benigna de la diver-
sidad sexual y de género, pugnando
por el derecho a la expresión y a la
legitimidad de la vida social de las
personas diversas (Rubin y Butler,
1994). Además, la clara proliferación
de movimientos sociales durante
las últimas décadas, exigen el reco-
nocimiento de cada vez más grupos
minoritarios, lo que también ha
implicado la construcción y acepta-
ción de otras identidades que antes
no se consideraban. Para Adrienne
Rich (1996), existe una fuerte remi-
niscencia biologicista en la manera
en que se aprecia el sexo, el género
y sus expresiones, lo que muestra el
apego que hay hacia nociones hege-
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mónicas y naturalizadas tradicional-
mente.
Según Judith Butler (1993), en
una línea semejante a la de Rubín y
Rich, el género, el sexo y sus manifes-
taciones, han sido normalizados, es
decir, encasillados a partir de normas
y categorías, buscando establecer
prácticas sociales que, al resultar
cotidianas para la mayoría de las
personas, se incrustan en el contexto
como si estas fueran las únicas alter-
nativas existentes. El género, por
ejemplo, funge como una categoría
que norma las prácticas mascu-
linas y femeninas, regulando lo que
todo hombre y toda mujer deberían
pensar, elegir, hacer y adoptar como
parte de su identidad.
Sin embargo, Butler (2006)
valora que ni el género, ni el sexo,
ni las normas que se han generado
al respecto, deben apreciarse como
naturales u obligatorias desde esta
visión biológica, ya que las mismas
son construcciones históricas que,
aunque se han institucionalizado con
el pasar de los años, no deben ser la
única alternativa que las personas
crean que tienen para su vida.
Efectivamente, la constitución
de categorías normadas, basadas en
promedios y patrones puede resultar
ser ideal al momento de regular y
predecir las acciones y fenómenos
sociales, sin embargo, esto termina
siendo poco natural, considerando
la incertidumbre y diversidad que
implica la vida de los seres humanos
(Butler y Soley, 2006). Desde la teoría
queer, el discurso normalizador de
las variaciones solo busca encasillar
el actuar de las personas a partir de
una visión de extremos, binarista,
heterosexual y hegemónica, jerarqui-
zando la sexualidad, el género y las
identidades y expresiones del sexo y
el género (Henríquez, 2011). Aun así,
para Butler y Lourties (1998), aunque
el género es un espacio en donde se
naturalizan este tipo de categorías,
también puede ser un lugar para
la deconstrucción de estas, dando
espacio a las variaciones como parte
de un constante proceso de reformu-
lación y ujo.
Para la Teoría Queer, el estudio
de la realidad que viven las personas
en el ejercicio de su sexualidad y su
género permite apreciar el poten-
cial creativo y evolutivo de los seres
humanos en el desarrollo de su vida,
dando claros argumentos sobre la
importancia de adoptar una visión de
la variabilidad sexual como un factor
natural y, por ende, benigno. Por el
contrario, es un error aferrarse a
categorías y clasicaciones estáticas,
pues estas niegan la complejidad
del ser humano, desnaturalizando
su amplia posibilidad de diversidad
y resignicación en el transcurso de
su vida (Vijlbrief, Saharso, y Ghorashi,
2020).
Desde la multiculturalidad, la
globalización e incluso desde una
perspectiva historiográca, es fácil
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argumentar que el ser humano es
un ente en constante evolución, y
que lo que en su momento puede
plantearse como una categoría está-
tica, suele variar según el entorno,
el tiempo y las circunstancias. Sin
embargo, la complejidad evolutiva
de los seres humanos suele romper
con la rigidez de estas estructuras
(Gontijo y Schaan, 2017).
Aunque se reconoce que la adop-
ción de la variación como norma
resulta ser complejo al momento
de hacer análisis y reexiones, pues
no da la certidumbre que brinda
el apegarse a lo constante, esto se
justica cuando se busca promover y
aceptar la realidad diversa que signi-
ca ser humano.
6. Conclusiones
Es importante señalar que la
salud, en un sentido más amplio,
depende no sólo de una atención
clínica apropiada, sino que también,
del deber de promover un ambiente
sociopolítico que proporcione tole-
rancia social, igualdad de derechos
y ciudadanía plena (Coleman, et al.,
2012). Desde este sentido, resulta
importante combatir la patologi-
zación de las variaciones sexuales,
introduciendo una perspectiva de
diversidad sexual e identidad de
género en la atención médica y en
la formación de profesionales de
la salud. Esto reduciría la obligato-
riedad percibida por los usuarios
de estos servicios a ser aceptados e
incluidos dentro de la sociedad en
la que se desarrollan en la hetero-
normatividad imperante, democra-
tizando la oportunidad de acceder
a servicios médicos de calidad que
visibilicen la diversidad.
El objetivo de este artículo era
hacer una breve aproximación a la
variación sexual como un elemento
enriquecedor y benigno de la
sociedad, considerando la visión
médica y psicológica, así como las
aportaciones de la teoría queer. A
partir de la reexión propuesta, se
reconoce que existe aún una clara
resistencia por parte de ciertos
sectores clínicos hacia la aceptación
de la variación como un elemento
que debe ser aceptado desde una
perspectiva de diversidad, sin
embargo, es notorio que cada vez
hay una mayor apertura.
Se reconoce que este texto es
simplemente introductorio, y que es
necesario que sea ampliado consi-
derando una mayor profundidad en
su abordaje teórico. Sin embargo, se
considera que cumple con su obje-
tivo, planteándose solo como una
aproximación que puede arrojar luz a
la necesidad de seguir trabajando la
noción de variación sexual benigna
propuesta por Gayle Rubin.
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Como conclusión, es necesario
ser conscientes de que cualquier
cambio en los paradigmas que han
regido el mundo implica un reto,
sin embargo, el adoptar una pers-
pectiva de diversidad sexual y de
género en la sociedad en general,
permitirá comprender que el reco-
nocimiento de la variabilidad entre
los individuos es algo necesario. No
es posible hablar de diversidad sin
aceptar y respetar que las personas
son distintas, puesto que es parte
del carácter evolutivo, cambiante y
de constante cambio de los seres
humanos.
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