Pedagogías lingüísticas y resistencias en la narrativa sobre la migración 97
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
REFLEXIÓN
Pedagogías lingüísticas y resistencias
en la narrativa sobre la migración
1
.
Linguistic Pedagogics and
Resistances in the narrative on
Migration.
Amparo Marroquín Parducci
Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”
El Salvador
amarroquin@uca.edu.sv
Agradezco por la invitación
a formar parte de la Academia
Salvadoreña de la Lengua. Aunque
desde el campo de la comunicación y
la re exión semiótica me coloco por
fuera de la normatividad y me inte-
resan mucho más los usos, me siento
honrada de formar parte, a partir de
hoy, de una institución central en
la re exión de un dispositivo esen-
cial de la cultura, en general y de la
cultura salvadoreña en particular.
Decir que el lenguaje es dispositivo
de la cultura es una obviedad, pero
me interesa señalarlo como el punto
de partida de las re exiones que voy
a compartir.
Quiero recalcar, en este inicio, que
no vengo de una formación lingüís-
tica o lológica, sino de un campo
que, si bien es cercano, los estudios
culturales, la semiótica y la comuni-
cación que se preocupa más por la
interpretación y los sentidos, por las
posibilidades de un texto, que por la
corrección misma de su estructura.
Roland Barthes señaló en su lección
inaugural que la semiótica es, en
realidad, la deconstrucción de la
lingüística y que por tanto se ocupa
de recoger (cito): “la impureza de la
lengua, el desecho de la lingüística,
la corrupción inmediata del mensaje:
nada menos que los deseos, los
temores, las muecas, las intimida-
ciones, los adelantos, las ternuras, las
protestas, las excusas, las agresiones,
las músicas de las que está hecha la
lengua activa” (Barthes, 2000, p. 137).
Lo que presento ahora entonces en
esta re exión es un ejercicio de
deconstrucción de la lingüística que
distintos actores han ejercido desde
la lengua activa, para ello me jo
en la migración como un espacio
en donde la lengua esceni ca las
disputas entre un discurso estable-
cido desde el poder, y la transgresión
Pedagogías lingüísticas y resistencias en la narrativa sobre la migración
No. 158, Julio-Diciembre de 2021, 97-106
DOI: https://doi.org/10.51378/realidad.v0i158.6432
Amparo Marroquín Parducci98
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de actores sociales que jalonean el
sentido hacia unos lugares-otros.
Mi reexión tiene tres momentos.
El primero revisa tres estrategias
lingüísticas de transgresión que
pelean contra la semántica esta-
blecida sobre la migración en los
últimos 18 años. En un segundo
momento, reviso el estado de la
cuestión, es decir, desde una mirada
diacrónica, repaso de manera rápida
las agendas que nos llevaron a
entender sobre la migración lo que
ahora, la gran mayoría entendemos.
Finalmente, señalo los elementos
que me resultan más problemáticos
del discurso predominante sobre la
migración.
1. La desobediencia lingüística como desobediencia
civil: estrategias semióticas de transgresión
Voy a lo primero. Debo recordar
que si bien la migración es un fenó-
meno que para El Salvador ha sido
central, la producción discursiva del
mismo ha tenido momentos de gran
discusión, así como otros en donde
desaparece de la agenda pública. La
llegada de Donald Trump a la presi-
dencia de Estados Unidos en enero
de 2017 colocó de nuevo el tema
en el debate central. Ya me ocuparé
de la retórica utilizada por Trump.
Pero podemos avanzar un detalle, el
investigador de lingüística cognitiva
de Berkeley, George Lakoff, señaló
en 2016 que Trump habla desde la
causalidad directa, que es “fácil de
entender y parece estar representada
en la gramática de todas las lenguas
del mundo (...) los inmigrantes entran
en masa desde México: hay que
construir un muro para frenarlos. En
el caso de todos los inmigrantes que
han entrado sin documentos, simple-
mente hay que deportarlos, aun si hay
11 millones de ellos trabajando en
toda la economía y viviendo en todo
Estados Unidos” (Lakoff, 2016). Para
un problema complejo, la causalidad
directa presenta una única causa que
hay que atacar.
Frente a esta causalidad directa,
las voces de otros actores irrumpen
para mostrar una causalidad sisté-
mica” (Lakoff, 2016), es decir, el
encadenamiento de causas directas
y causas probables que se combinan
para dar paso a la complejidad.
La primera de estas irrupciones
se construye desde la música y
se encadena con el lenguaje. Un
lenguaje que se encuentra en la
frontera, a medio camino de lo que
nace y lo que se termina. Este nuevo
idioma que se revisó por primera vez
en 1948 y que el diccionario de la
Academia reconoció en su edición
vigésimo tercera es el espanglish,
la mezcla de elementos gramati-
cales entre el inglés y el español”.
La música que me interesa está
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habitada de muchas músicas. Es la
Bamba Rebelde del grupo “Las cafe-
teras”, integrado por jóvenes que se
conocieron en sus clases de música
del centro cultural Eastside Café de
Los Ángeles, y que ahora responden
con su canto a la solicitud de no
hay que migrar, quédese en su país”,
diciendo: Es La Bamba Rebelde que
cantaré/ porque somos chicanos de
East L.A./ Ay, arriba y arriba y arriba
iré/ Yo no creo en fronteras, yo cruzaré,
yo cruzaré, yo cruzaré….
La música son muchas voces,
es Ana Tijoux y Lila Downs, son los
siempre famosos Tigres del Norte o
Los Jornaleros del Norte, menos cono-
cidos, pero que han construido un
repertorio que se basa en un prin-
cipio: la pedagogía de Paulo Freire.
Me detengo en ellos. Los Jornaleros
son parte de la lucha sindical por
los derechos de los trabajadores y
para educar a los inmigrantes lati-
noamericanos ponen música a la
crisis migratoria y escenican con
sus canciones qué es lo que hay que
hacer. ‘Liberen a la abuela Xóchitl’,
‘Ese güey no paga’ y ‘Serenata a un
indocumentado son algunas de sus
tonadas más famosas. Sus conciertos
son en la calle, en los centros de
detención, en juzgados de California,
en distintos sitios los jornaleros han
acompañado la lucha de muchos
indocumentados contra el sistema
migratorio. Pablo Alvarado, salvado-
reño originario del cantón El Níspero
es uno de sus fundadores. Él señala
que el objetivo de Los Jornaleros del
Norte es contar las vivencias de la
gente, traerle alegría al movimiento,
traerle un espíritu de esta porque la
lucha no solo es de pelea”.
Segunda irrupción: Alfredo LIBRE
Gutiérrez nació en Tijuana, en 1982.
Es arquitecto y artista plástico.
Empezó como grafttero, ese ocio
a medio camino entre el arte de
protesta y la transgresión, para luego
llegar a proyectos de arte urbano y
exhibiciones en galerías de México,
Estados Unidos, Cuba, Colombia,
Francia, Alemania, y muchos más.
Uno de sus más recientes trabajos
fue elaborado en colaboración con
migrantes de Nicaragua, Honduras, El
Salvador, Guatemala y mexicanos de
la frontera sur. Para hacerlo inventó
una nueva palabra: los transporta-
pueblos. La transportapueblos es una
escultura en madera que representa
a una coyote y su cría. Por un lado, la
escultura tiene el listado de los 84
albergues que hay en México y por
el otro el mapa con la rutas migra-
torias. El desplazamiento es semán-
tico y político. Durante varios años el
discurso ocial ha insistido en crimi-
nalizar el ocio del Coyote. Conocido
hoy día en las comunidades como el
guía, este ocio aprendido por años
por otro guía previo que te muestra
caminos y contactos, los coyotes,
en efecto, para decirlo con Alfredo
LIBRE Gutiérrez han “transportado
pueblos” enteros y se han conver-
tido en mediadores fundamentales
de los riesgos de migrar. Son ellos
quienes dan la información y por
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supuesto hacen negocio con ella.
Se les ha llamado tracantes, desal-
mados, contrabandistas, embauca-
dores. La palabra transportapueblos
y su escultura es desobediente a lo
políticamente correcto y a lo lexico-
grácamente establecido. Habla del
derecho a la movilidad, del derecho
a tener información sobre el camino,
del derecho a dejar atrás una vida de
violencias. Esta es la segunda irrup-
ción lingüística.
La tercera tiene como prota-
gonista a un salvadoreño de 28
años: Diego Argueta. Elogiado
por académicos como el lólogo
Alberto Gómez Font, y los lingüistas
y lósofos Francisco Domínguez y
Matías Romero,Argueta es un dise-
ñador gráco que se ha lanzado a
la difusión del caliche salvadoreño
a través de su proyecto Guanaco to
english. El proyecto lo ha llevado
ya a publicar un libro y a tener una
multitud de seguidores en redes
sociales no consiste solo en docu-
mentar, ni mucho menos pretende
ser un proyecto lingüístico. Es ante
todo un proyecto en donde la risa
permite recuperar la dignidad del
habla local. Permite construir raíces
que se extienden a cada lugar en
donde un salvadoreño explica a un
extranjero qué quiere decir de choto
y por qué entonces pizza came de
choto, because the biker took longer
than 30 minutes”. Esa posibilidad de
visibilizar un espanglish salvadoreño
actual, ese que, de acuerdo a varias
investigaciones, utilizan de manera
diaria muchas familias en este país,
lo cual entusiasma a muchos segui-
dores que buscan cada día el voca-
bulario que nos caracteriza y con
el que nos nombramos. Se trata de
ampliar, documentar, cartograar y,
sobre todo, reír. Que sea esa risa la
que recupere la dignidad a través de
la palabra popular que se coloca al
centro.
Tres propuestas entonces: la
música, el arte y la lexicografía, como
posibilidades de respuesta frente a
un discurso mainstream que se ha
construido de manera sistemática en
los últimos 25 años. ¿Cuál ha sido
este discurso?
2.La mirada diacrónica: ¿Cómo llegamos hasta acá?
Existe algo que llamaré las
narrativas ya establecidas sobre
la migración. Cuando se habla de
migración en el contexto de El
Salvador, algunos elementos se dan
por sentado. Por ejemplo, que la
migración es una movilidad inter-
nacional hacia Estados Unidos. O
que la migración suele suceder por
causas que escapan del control de
las personas: la violencia, la pobreza,
las catástrofes climáticas o la
soledad. Los objetivos son comunes:
se busca el reencuentro, el trabajo,
la seguridad y los derechos básicos.
Estos elementos son parte central
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de la narrativa salvadoreña. Quiero
señalar otros dos elementos.
Lo primero es que la narrativa
migratoria hegemónica es dicotó-
mica, escindida, opuesta. Para el
Informe de Desarrollo Humano de
2005, tomamos una muestra de noti-
cias y descubrimos que desde 1985,
y durante los siguientes veinte años,
es posible encontrar una poética
de la migración. Esta poética tiene
dos rasgos. El primero se instaló
desde la década de 1980. Consiste
en una narrativa en donde migrar
es exitoso. Con el clásico titular
que reza: “De mojado a empresario,
conozca la historia del salvadoreño
que triunfó en Los Ángeles”, repetido
una y otra vez con distintos matices,
los medios salvadoreños insta-
laron, como un acto perlocutivo una
verdad incuestionable: Si existía en
la sociedad salvadoreña una posi-
bilidad de movilidad social segura,
esta se anclaba en el proyecto
migrante. De esta manera una adje-
tivación posicionó a los migrantes
como heroicos, valientes, esforzados,
honrados y triunfadores. He revi-
sado esta narrativa como algo que
se elabora y se reelabora al menos
desde hace 35 años en los medios de
comunicación.
Frente a ella, a partir de la década
del 2000 (y muy en especial desde el
11 de septiembre de 2001), la migra-
ción se desplazó hacia la discusión
de seguridad nacional y se convirtió
en una amenaza para los países
receptores (el equivalente jurídico
es que la migración indocumentada
deja de ser una falta administrativa y
se trasladó a ser una falta penal). El
discurso de los medios salvadoreños
presentó una segunda narrativa:
migrar es peligroso, de hecho, es
casi imposible. Si migras, vas a morir
en el camino, sufrirás vejaciones, el
coyote te perderá. Este discurso tiene
al menos veinte años de repetirse de
manera sistemática. Es un discurso
que habla de los peligros de la ruta
y que utiliza las imágenes religiosas
para aanzarlo: “Salvadoreños no
llegaron a la tierra prometida”, o: “El
éxodo no fue como se esperaba, son
dos de los titulares que, con varia-
ciones, se repite de forma constante:
la promesa de Dios, el éxodo, la trai-
ción, la tierra prometida son algunas
de las imágenes que fortalecen esta
narrativa.
Esta narrativa binaria, entre el
bien y el mal, el éxito y el fracaso
(si migras vas a triunfar/ si migras
vas a morir) alcanzó una represen-
tación preocupante a partir del año
2010. Entre el 22 y el 23 de agosto,
hace nueve años, 72 migrantes
fueron asesinados en la región de
San Fernando, en Tamaulipas. Las
narrativas sobre el hecho señalaron
que los migrantes habían sido asesi-
nados por no colaborar con los Zetas.
Encontramos ahí con el elemento
maniqueo, e incluso perverso: el
buen migrante es el que está muerto.
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Si vive, es porque colaboró, porque
cedió, porque terminó andando por
los caminos del mal antes de arribar
a la tierra prometida. Este discurso,
sobre todo en xico, ha permitido
que ciertos sentidos sobre la migra-
ción se difundan y lleguen incluso
hasta nuestro país, en donde, en el
momento de mayor visibilidad de
las caravanas, no era extraño escu-
char y leer cuestionamientos de
“buenos salvadoreños” que seña-
laban cómo los migrantes “iban
por ahí a ponernos en mal”, porque
muchos eran delincuentes que
huían o, cuando menos, personas
con valores morales cuestionables”.
La primera narrativa es entonces
esta dicotomía: migra porque serás
exitoso /no migres porque el camino
te hará mal, si no mueres, te irás de
todas formas: Terminarás en un lugar
oscuro y sin salida.
Pero esta primera narrativa, que
podríamos denominar, con Greimas,
un elemento de la estructura super-
cial, se vuelve denitorio si ponemos
el acento en el análisis de la estruc-
tura profunda del discurso, el lugar
en donde la palabra es mediación
de la vida. El análisis nos muestra
que los medios construyeron el
viaje del héroe”. Antes escondidas
bajo las guras de la religión y la
mitología” –diría Campbell (2014)
¿Quién no quiere vivir su vida de
forma heroica? En este viaje, las y
los salvadoreños salen del mundo
ordinario, se encuentran con una
llamada a la aventura que viene
de muchos lugares y deciden partir,
junto a un mentor (claro, como otros
migrantes u oscuro, como el coyote)
atraviesan el umbral para entrar en
el mundo especial, viene la inicia-
ción, el camino de las pruebas, quizá
el encuentro de la mujer o el hombre
que son la tentación, la reconcilia-
ción con sus orígenes, el descenso a
la cueva profunda, el enfrentamiento
al desierto, a la muerte, a los Zetas,
al peor de sus temores para después
resurgir, ser héroe y regresar al
mundo ordinario con el mágico elíxir
de la remesa, por n poseyendo dos
mundos, completo, afrontando la
libertad de vivir y devolviendo a su
comunidad las llaves de la sabiduría
adquirida, el progreso, la puerta de
acceso a otras posibilidades y otros
sueños (Marroquín, 2008). ¿Quién
no quiere ser héroe? ¿Cómo luchar
contra este mito construido a golpe
de palabras por más de cuarenta
años? ¿Qué decreto presidencial
disuadirá de emprender el viaje que
promete ese elíxir de sabiduría?
Estas han sido narrativas fuertes
sobre la migración, me interesa
avanzar hacia el tercer momento de
reexión que enuncié, las narrativas
del poder. El poder no son los medios
de comunicación, aunque estos a
veces, como nos señaló Gramsci,
contribuyen a reforzar la hegemonía
cultural. Aun así, al menos en el caso
de la migración, los medios no son el
poder. El poder teórico y epistemo-
lógico se construye desde los países
receptores y, en estos últimos años,
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hemos visto con particular preocupa-
ción cómo ha anclado su fuerza en un
lenguaje populista y totalitario. Esto
es lo que explicaré a continuación.
3. El lenguaje del populismo totalitario o la nueva
pedagogía
El lenguaje construye una tradi-
ción y una cultura. Se encuentra al
centro de los procesos con los que
construimos sentido. Por eso las
teorías feministas desde las que
nos habla Rita Segato insistirán en
la existencia de unas ciertas peda-
gogías, esto es como “los actos y
prácticas que enseñan, habitúan y
programan a los sujetos”; también
por ello Hannah Arendt nos insistirá
que en el lenguaje vive el origen
(Uña Juárez, 2014, p. 15), es decir, sin
él, el pensamiento no se constituye
como tal. No podemos entender El
Salvador sin detenernos en las formas
lingüísticas que nos son propias. Acá
está el bien y acá el mal. Esto es ser
hombre y esto es ser mujer. Estos son
los adjetivos que contienen el signi-
cado profundo de la palabra negro,
indígena, turco, blanco.
Aunque el totalitarismo parecería
superado, el reciente movimiento
judío que desde Nueva York inició
las protestas contra Donald Trump,
insistiendo que los niños migrantes
están detenidos en nuevos campos
de concentración nos alerta de una
construcción totalitaria que esceni-
ca su batalla en el lenguaje. Con su
discurso y en “dosis ínmas”, el poder
construye una pedagogía que, me
parece, se resume en la siguiente ar-
mación: “la migración es un peligro
que debemos evitar, no un derecho
que debemos defender”. El día 11 de
octubre de 2019 revisé las primeras
veinte publicaciones de la Embajada
de Estados Unidos en El Salvador,
varias publicaciones revisadas hacía
alusión a ello: “El camino hacia la
frontera de Estados Unidos está
plagado de delincuentes, no pongas
a tus hijos en riesgo, no vale la pena”
señalan. “Llegar a Estados Unidos de
manera ilegal es cada vez más difícil,
no inicie un #ViajeEnVano, insistirán.
En los últimos años, la pedagogía
de la migración como problema ha
utilizado diversas guras estilísticas
y literarias para situarse. Señalo
cuatro que destacan entre las demás.
La primera gura estilística de
esta pedagogía es la hiperbolización,
es decir la exageración y sobredimen-
sión de la realidad migrante. Se insiste
que cada vez la migración crece más.
“Mi nombre es legión, podría decir,
como los demonios del evangelio:
Es un grupo amenazante. Los datos,
en cambio, indican que por ahora
el porcentaje de población que no
vive en su país de origen es del 4% a
nivel mundial, este porcentaje no ha
aumentado desde hace un siglo. Sin
embargo, dirán algunos, la caravana
muestra una cantidad de personas
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que nunca había salido. Los datos nos
señalan que la cantidad de salvado-
reños que se unieron en la caravana
son básicamente la cantidad de
personas que salen del país en una
semana cualquiera. Pero incluso más
allá de estos datos, hay que insistir
en que los números en temas migra-
torios son muy frágiles. La estra-
tegia es entonces hacer sentir que
sabemos que son muchos… aunque,
en realidad, debería enunciarse esto
apenas como una hipótesis.
La segunda es una gura lite-
raria: La animalización, esto es la
operación de dotar de características
propias de los animales a los seres
humanos. Yo la acotaría señalando
que es una despersonalización. La
consecuencia de la despersonali-
zación es lo que Agamben señaló
al recuperar el concepto de homo
sacer del antiguo derecho romano,
la vida de alguien prescindible,
que se puede quitar y sacricar sin
ninguna consecuencia. Lo explico
a través de dos ejemplos. En mayo
de 2018, la página ocial de la Casa
Blanca publicó un artículo titulado
What You Need To Know About The
Violent Animals Of MS-13[1], lo que
este recurso estilístico consigue es
quitar los rasgos humanos a ciertos
migrantes (en este caso salvado-
reños de pandilla, pero que gracias
a la sinécdoque que suelen hacer los
medios de comunicación en Estados
Unidos se vuelven la totalidad de
salvadoreños, e incluso de hispanos).
En abril de 2019, el presidente
Trump señaló en relación con esto:
“No estamos expulsando personas,
estamos expulsando animales”. Estas
declaraciones recurrentes siguen
despojando a las personas de su
realidad humana, para colocarlas en
un nivel inferior. Si se piensa que
esta despersonalización no necesa-
riamente llevará a la violencia, ahí
está la masacre de El Paso, Texas, de
agosto de 2019.
En tercer lugar señalaré ya no
una gura retórica, sino más bien un
dispositivo semántico: el desplaza-
miento del sentido de la migración
como derecho a la migración como
problema. Es la nueva denición
instalada por el pensamiento occi-
dental y europeo más totalitario en
estos años recientes. Muchos estu-
diosos han señalado en sus textos
que la migración no fue un problema
mientras los españoles se instalaban
en xico durante su Guerra Civil,
o cuando los alemanes llegaron a
América, huyendo de las grandes
guerras. En realidad, parece ser que
el problema es que el sentido de las
rutas se invirtió. La migración dejó
de ser una posibilidad de vida, un
proyecto posible, un derecho humano,
como señala el artículo 13 en la
declaración universal de Naciones
Unidas para volverse un problema
que se debe combatir. Una promesa
que muchos políticos buscan avivar:
construir muros, instalar ejércitos
en las fronteras, arrestar a quienes
apoyen a los migrantes. De Carola
Rackete a los judíos arrestados el
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discurso hegemónico nos sigue
insistiendo: debemos parar la migra-
ción, es un problema, es un peligro,
no debe continuar. Lo que no se dice
es que si la migración es un peligro
es justamente por estos procesos
de securitización, por las decisiones
políticas que inauguraron este siglo.
Finalmente, quiero añadir una
cuarta estrategia semántica similar
a la anterior, pero esta vez del lado
de acá. La he denominado el cristia-
nísimo lugar de la culpa y ha tenido
distintos gestos a lo largo de los años.
Se trata de responder al discurso de
la migración como problema, con una
declaración de culpas, una venera-
ción extrema de la nación hegemó-
nica y una solicitud de perdón. Desde
el gesto del Presidente Duarte en
octubre de 1987 al besar la bandera
de Estados Unidos, pasando por el
envío de tropas a Iraq del presidente
Flores, hasta la solicitud de perdón
del Presidente Nayib Bukele, el lugar
de la culpa está ahí. “La culpa es
nuestra”, dijo Bukele en julio de 2019,
cuando Óscar y Valeria murieron en
Río Bravo. La culpa no es de las polí-
ticas del presidente Trump que ha
obligado a militarizar las fronteras y
que ha cerrado todos los pasos y las
rutas seguras hasta conseguir que
la ruta del crimen organizado sea la
única posible, y ha fragilizado aún
más la condición de los migrantes, la
culpa no es del gobierno mexicano
que envía helicópteros que distraen
a los migrantes de la concentración
necesaria que los ríos exigen, la
culpa no es de la border patrol que
persigue, ni de los crímenes racistas
que les disparan. La operación
semántica del lado de acá señala no,
la culpa es nuestra. Nos comprome-
temos a hacer un país sin migración.
Es contra estos discursos, contra
estas operaciones que instalan una
poética del migrante que se llevan a
cabo las manifestaciones lingüísticas
de resistencia o esos gestos colec-
tivos de desobediencia civil (Rocha,
2017). Es desde el arte, desde la
música, desde la visibilización de la
identidad a partir de la palabra que
construimos un proyecto distinto.
Ojalá que desde esta institución
con tanta historia seamos capaces
también de ser memoria, pensa-
miento crítico, denuncia y espacio
para seguir reexionando sobre lo
que el lenguaje nos permite, lo que
se juega en el lenguaje que nos
nombra y con el que nombramos el
mundo.
Gracias de nuevo.
Referencias bibliográcas:
Campbell, J. (2014). El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito, Fondo
de Cultura Económica.
Amparo Marroquín Parducci106
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Lakoff, G. (Abril de 2016). El secreto del éxito de Donald Trump. Nueva
Sociedad. Recuperado de https://nuso.org/articulo/el-secreto-del-exito-
de-donald-trump/
Marroquín, A. (Mayo-agosto de 2008). El salvadoreño en el espejo. Relatos
de héroes y villanos desde la migración. Revista Cultura. (99), pp. 11-25.
Rocha, J. L. (2017). La desobediencia de las masas. La migración no autori-
zada de centroamericanos a Estados Unidos como desobediencia civil, UCA
Editores.
Uña Juárez, O. (2014). Acción, discurso y metáfora. Sobre el lenguaje en
Hannah Arendt.Barataria. Revista Castellano-Manchega De Ciencias Sociales,
(18), pp. 15-27. Recuperdo de https://doi.org/10.20932/barataria.v0i18.40
Notas
1. Discurso de ingreso de la autora a la
Academia Salvadoreña de la Lengua en
diciembre de 2019. Una versión de estas-
reexiones fue publicada en Chasqui.
Revista latinoamericana de comunicación,
noviembre de 2019.