Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
3
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
ENSAYOS
Subjetividad autoritaria y
democracia como horizonte
emancipatorio
¿Es posible una democracia sin
padres?
Authoritarian Subjectivity and
Democracy as Horizon for
Emancipation. Is a Democracy
without fathers possible?
Carlos Javier Asselborn
Universidad Católica de Córdoba
Argentina
casselborn@yahoo.com.ar
Resumen: El presente avance de investigación indaga sobre las complejas re-
laciones entre democracia, poder, sujeto y subjetividad en sociedades urbanas
desiguales y dependientes. Proponemos pensar la compleja pregunta en torno
a cómo nacen y son posibles subjetividades sociales a nes a la dominación, al
deseo de desigualdad y a las formas de gozar asentadas en la autodestrucción,
la destrucción de los otros y de la naturaleza. Para ello indagaremos sobre las
formas en que la racionalidad occidental ha construido una determinada gura
paterna como complejo arcaico para sostener procesos de dominación que aun
subyacen en las democracias capitalistas formales.
Palabras clave: Sujeto, subjetividad, democracia, autoritarismo, función paterna
occidental.
Abstract: The present research advance investigates the complex relationships
between democracy, power, subject and subjectivity in unequal and dependent
urban societies. We propose to think about the complex question around how
social subjectivities related to domination, the desire for inequality and the forms
of enjoyment based on self-destruction, the destruction of others and nature are
born and are possible. In order to do this, we will inquire about the ways in which
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
No. 158, Julio-Diciembre de 2021, 3-32
DOI: https://doi.org/10.51378/realidad.v0i158.6429
Recibido: 03/02/2021 Aceptado: 03/08/2021
Carlos Javier Asselborn 4
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Western rationality has built a certain father gure as an archaic complex to sus-
tain domination processes that still underlie formal capitalist democracies.
Key words: Subject, subjectivity, democracy, authoritarianism, western paternal
function.
Mientras fui obediente lloré por el encierro de un padre acusado
“injustamente por defender a la patria”, más tarde “condenado
por cometer crímenes de lesa humanidad”. Hoy lloro ante la
imagen de un padre capaz de hacer lo que hizo. Un padre sin la
capacidad o la voluntad de desobedecer
Analía Kalinec (Bartalini, 2019, pp. 33-34)
…la personalidad es esencialmente una organización de nece-
sidades, podemos considerar la personalidad como un factor
determinante de las preferencias ideológicas
T. W. Adorno (Adorno et al.,1965, p. 7)
Para explicar el robo por el hambre o la huelga por la explo-
tación, no se necesita una explicación psicológica suplemen-
taria. En ambos casos la ideología y la acción corresponden a la
presión económica; situación económica e ideología se corres-
ponden. La psicología burguesa tiene por costumbre en estos
casos el querer explicar mediante la psicología por qué motivos,
llamados irracionales, se ha ido a la huelga o se ha robado,
lo que conduce siempre a explicaciones reaccionarias. Para la
psicología materialista dialéctica la cuestión es exactamente lo
contrario: lo que es necesario explicar no es que el hambriento
robe o que el explotado se declare en huelga, sino por qué la
mayoría de los hambrientos no roban y por qué la mayoría de
los explotados no van a la huelga
Wilhelm Reich (1972, p.32).
1. Supuestos
El presente avance de investi-
gación indaga sobre las complejas
relaciones entre democracia, sujeto y
subjetividad en sociedades urbanas
desiguales y dependientes; princi-
palmente del Cono Sur americano. Y
lo hacemos anclados en la tradición
del pensamiento crítico latinoameri-
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
5
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
cano con énfasis en las humanidades
y las ciencias sociales. Proponemos
pensar la compleja pregunta en torno
a cómo nacen y son posibles subje-
tividades sociales anes a la domi-
nación, al deseo de desigualdad, a
las formas de gozar asentadas en
la autodestrucción y la destrucción
de los otros y de la naturaleza. Para
ello partimos de ciertos supuestos
teóricos
1
, de carácter provisiorio,
siempre susceptibles a la problema-
tización y reformulación teórica.
a. El ejercicio colectivo de un
pensar crítico tiene que ver, entre otras
exigencias teóricas, epistemológicas
y políticas, con la denición que el
lósofo nuestroamericanista Horacio
Cerutti propone: “Pensar la realidad,
a partir de la propia historia, crítica
y creativamente, para transformarla
(2000, p. 33). Tal denición está moti-
vada por experiencias concretas de
praxis colectivas emancipatorias en
la larga historia de los pueblos lati-
noamericanos. Entendemos que en
ellas subyacen modos de interpretar
la realidad y se disputan diversos
horizontes utópicos, con mayor o
menor potencia realizativa. Entre
los horizontes utópicos disponibles,
luego de la crisis de las dictaduras
burguesas-militares, del embate de
la gobernanza fallida neoliberal y
del ciclo de gobiernos progresistas,
se encuentra la democracia en tanto
imaginación colectiva, crítica y eman-
cipatoria de una forma de convi-
vencia social con igualdad y justicia
plenas. “Democracia” sería entonces,
no solo la ya conocida forma repu-
blicana de gestión de lo público a
partir de la tripartición formalista
de los poderes constitucionales,
sino un ineludible postulado de una
racionalidad histórico-utópica, que
asume el realismo político como
constitutivo de su razón de ser. No
hay realismo político emancipatorio
sin utopía entendida ésta como “lo
imposible que mueve lo posible”
(Hinkelammert, 2002, pp. 367-382).
b. Desear, pensar y construir otra
democracia exige asumir la pregunta
por los sujetos de dicha praxis.
Mucho se ha debatido y escrito en
torno a la crisis de los sujetos histó-
ricos de la emancipación. Desde las
ciencias sociales es común observar
lecturas hagiográcas de nuevos
sujetos políticos que, desencantados
de la estatalidad realmente exis-
tente y las formas tradicionales de la
política, condensan sus demandas y
resistencias en ciertos movimientos
sociales de carácter autonomista y
autogestivo. Tales lecturas pueden
caer en la tentación de imaginar
sujetos ideales, moralmente inta-
chables, siempre lúcidos e inmuni-
zados con la espuma del teoricismo
políglota. Esa misma lectura, en
algunos casos moralizante, despoli-
tiza a dichos sujetos, ya sea porque
los convierte en modelos inalcan-
zables de militantes políticos o los
reduce a víctimas impotentes de los
aparatos ideológicos del Estado (sea
ya colonial, capitalista, patriarcal,
Carlos Javier Asselborn 6
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
racista, etc). Sin embargo, más allá
de nuestras críticas a estas lecturas,
sostenemos que para producir otra
democracia, en tanto horizonte
utópico igualitario, no alcanza con las
energías de los sujetos de los movi-
mientos sociales. La tarea política es
también pensar cómo interpelar la
subjetividad de aquellos individuos
comunes que no se piensan ni se
imaginan como sujetos políticos del
cambio social. A veces ocurre todo lo
contrario. Asumen y deenden, en los
hechos, formas autoritarias de convi-
vencia social que naturalizan y justi-
can desigualdades de clase, género
y raza. Por lo tanto, una praxis eman-
cipatoria será impotente si no logra
trastocar trazas de esa subjetividad/
sensibilidad colonizada, asentada
también en un determinado modo
de entender la ley, las demandas
de orden, el sacricio, la culpa y las
instituciones que las legitiman.
2
c. La gente común también piensa,
siente, imagina, desea y produce
sentidos. Y lo hace con lo que tiene
a mano. Las más de las veces, desde
una subjetividad en la que prima
una concepción del poder autori-
taria, sacricial y culpabilizadora. No
es esto un juicio de valor. Se trata de
una subjetividad en la cual la mayoría
de los humanos hemos crecido. Tal
subjetividad nace y se reproduce en
las instituciones (familia, escuela,
Estado, mercado, religión, partidos
políticos, por nombrar algunas de las
más reconocidas) que poseen cierta
historia común. Esto es por demás
claro en la historia de las insti-
tuciones latinoamericanas encar-
gadas del ordenamiento social. Pero
también, en ocasiones, esa subjeti-
vidad muere o se agrieta, para dar
lugar a otras formas de sentir más
democráticas. Sin embargo, aquella
subjetividad” supone, en nuestros
contextos, una larga historia de
explotación, colonialismo, racismo
blanquizador y patriarcalismo sedi-
mentados en sus diversas matrices
societales (Ansaldi y Giordano 2012,
pp. 105-123). Es una forma de subje-
tividad que pretende anular o desac-
tivar cualquier irrupción del sujeto,
entendido éste como aquella dimen-
sión humana inaprehensible, que se
resiste a la dominación y a la institu-
cionalización plena y, por eso mismo,
capacidad de interpelar colectiva-
mente tanto formas concretas de
dominación como instituciones
que las naturalizan (Hinkelammert,
2005). Aunque también, es justo
señalarlo, en esas mismas institu-
ciones es donde se producen afectos
colectivos que logran resistir y hasta
sobrevivir a la inevitabilidad de la
organización de la subjetividad por
parte de su lógica instrumental.
(Lordon, 2018).
d. Por lo dicho anteriormente, es
ineludible repensar las tensas rela-
ciones entre dos categorías políticas
necesarias para recuperar la demo-
cracia de su reduccionismo formalista:
sujeto y subjetividad.
3
Al menos dos
tentaciones parecen estar presentes
en la abundante bibliografía en
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
7
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
torno al problema de la subjetividad
en esta primera parte del siglo XXI.
Ante la crisis de los sujetos históricos
de la transformación de la realidad y
las nuevas formas de sujeción de la
globalización capitalista, ha surgido,
hace años ya, una larga reexión
sobre las nuevas subjetividades y los
procesos de subjetivación política.
Criticamos la idea substancialista y
esencialista de un sujeto preconsti-
tuido. Pero también sospechamos de
aquellas concepciones que postulan
un continuo devenir de la subjeti-
vidad que, en términos de realismo
político, deja las puertas abiertas
a un sentimiento de impotencia
histórica. Impotencia que luego
se disipa con borbotones de entu-
siasmo ante las legítimas demandas
de los nuevos movimientos sociales,
pero sin una alianza profunda con
las históricas luchas de los sujetos
históricos de décadas pasadas, entre
ellas, las demandas de clase contra la
explotación, el hambre, la exclusión y
la pobreza con cuerpo de pobre, de
mujer o LGTB+ pobre, de indio pobre
y de negro pobre. ¿Cómo asumir en
la praxis política la alianza entre las
demandas de los sujetos históricos
(en crisis) y las nuevas subjetividades
(cansadas o colonizadas)?
La idea de sujeto histórico pare-
ciera estar asentada en una traza
antropológica donde convive la
tensión entre el orden de la ley y lo
instituido por un lado; y la dinámica
de la interpelación-procesos institu-
yentes, por otro. Así, en los hechos,
la crueldad y la violencia se entre-
mezclan, y en ciertas ocasiones, van
de la mano con el deseo originario
de armar la vida. Ahora bien, cómo
y dónde se utilicen estas tensiones,
qué cuerpos las sostengan, cómo se
las exprese, cuál de ellas prima en
las relaciones sociales contempo-
ráneas es lo que caracteriza a cada
subjetividad, tanto individual como
colectiva.
4
Para sintetizar este último
supuesto haremos una primera
distinción categorial, por ahora
contingente:
i) Sujeto: hace referencia a
una dimensión constitutiva antropo-
lógica que se resiste a los procesos
de objetivación. Plus no objetivable
(Fernández Nadal, 2006, p. 113) o lo
inapropiable –según la lectura de
Lacan que realiza Jorge Alemán (2016,
pp. 109-115)– que se opone a la
lógica de la dominación y sus formas
históricas ancladas en las institu-
ciones. El sujeto es una ausencia
que escapa a su formateo y a su
administración absoluta. El sujeto es
ausencia que grita” (Hinkelammert,
2005).
5
Por lo tanto siempre se trata
de un sujeto corporal.
6
ii) Sujeto histórico: forma histó-
rica de praxis donde la dimensión del
sujeto logra cristalizarse o anularse,
aunque nunca de forma denitiva. El
sujeto histórico es capaz de producir
acontecimientos de liberación o
producir, en términos de Benjamin,
Carlos Javier Asselborn 8
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
pobreza de experiencia.
7
En el sujeto
histórico concreto se expresan las
disputas, pasadas y presentes, entre
el deseo de conservar el régimen
de vida establecido o el deseo de
ampliar las posibilidades de humani-
zación, emancipación, ampliación de
derechos. Dicha disputa es también
praxis puesta en acto. En torno al
sujeto histórico se intercambian
actualmente los vademécum teórico-
académicos.
iii) Subjetividad: es el modo de
existencia corporal (sentir, pensar,
desear) producido históricamente
por las relaciones de poder. En la
actualidad, en gran medida, es la
producción llevada a cabo por el
capitalismo y sus crisis. La subjeti-
vidad deviene históricamente a partir
de las tensiones y conictos geohis-
tóricos concretos. Es la historia en
el cuerpo que somos. Pero también
respuesta del cuerpo que somos a la
historia. Por eso, a pesar de los dispo-
sitivos del poder, siempre pueden
existir y sobrevivir subjetividades
democráticas y democratizadoras.
iv) Actor: se trata de un modo
de interacción cotidiana donde prima
la racionalidad instrumental orien-
tada al funcionamiento de la ley-
institución (Cfr. Hinkelammert, 2005).
El actor funciona. Es el representante
más ecaz de la política reducida a
gobernanza. Se resiste a la interpe-
lación del sujeto. Se aferra al orden,
a las jerarquías y a las certidumbres
producidas por la ley-institución. Su
presencia es inevitable para alcanzar
cierta ecacia en la praxis histórica,
sea de dominación o de emancipa-
ción. El neoliberalismo ha conse-
guido ecazmente construir una
ética del actor, basada en los valores
del orden, el sacricio-autosacricio
culpabilizador, el coucheo y la nega-
ción de la utopía en el imaginario
social (Rebellatto, 1995, pp. 67-87).
2. Subjetividad política, función paterna occidental
y democracia
Entonces los niños vieron que en la casa de la bruja había
grandes bolsas con montones de piedras preciosas y perlas. Así
que llenaron sus bolsillos lo más que pudieron y a toda prisa
dejaron aquel bosque encantado. Caminaron y caminaron sin
descansar y nalmente dieron con la casa de su padre quien al
verlos llegar se llenó de júbilo porque desde que los había aban-
donado no había pasado un solo día sin que lamentase su deci-
sión. Los niños corrieron a abrazarlo y una vez que se hubieron
reencontrado, les contó que la malvada esposa había muerto y
que nunca más volvería a lastimarlos, los niños entonces recor-
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
9
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
daron y vaciaron sus bolsillos ante los incrédulos ojos de su
padre que nunca más debió padecer necesidad alguna
(Grimm, 2013: 189)
8
En nuestra vida cotidiana la
experiencia vincular con un padre
impotente y fracasado es un riesgo
político que puede herir fatídica-
mente la economía de los afectos.
¡Qué experiencia terrible puede
signicar para el hijo que papá no
pueda”! Partimos de la siguiente
armación: los modelos paternales
no pueden comprenderse desaten-
diendo el modo de producción en
el cual fungen sus roles, entablan
sus vínculos y refuerzan determi-
nadas relaciones de poder (de clase,
de raza y de género) y gestionan
sus miedos y esperanzas. Según
nuestra lectura, el actual modelo de
acumulación del capital demanda, al
menos, tres tipos de padres: i) padres
exitosos, guerreros, intrépidos, con
vocación de mando. Dispuestos a
usar su amor por hijos como justi-
cación de su instinto de empresa; ii)
padres dispuestos a múltiples veja-
ciones, obedientes y sumisos con tal
de garantizar su función protectora y
proveedora para con el hijo. Aunque
tal sumisión pone en tela de juicio
su paternidad, sumergida en estado
de evaluación permanente por
todos los ancos; externos (la vida
social) e internos (la vida familiar);
y iii) padres exibles, pasivos-activos,
gaseosos, progresistas en derechos
civiles-individuales, pero nunca trai-
dores ni enemigos de las leyes del
mercado.
No es novedad que, en Occidente
al menos, la gura del padre y de
la madre fueron profundamente
politizadas, y por eso mismo mitolo-
gizadas, a lo largo de la historia de
cada sujeto y cada colectivo social.
En las condiciones actuales de
sobrevivencia, propias de sociedades
mixtas
9
, dependientes y desiguales
(éste es nuestro lugar de enuncia-
ción y ensayo), ¿qué se espera de
un padre y qué se espera de una
madre? Si la expectativa del hijo es
la condición de ser del padre, ¿cuál
es la condición de ser de la expec-
tativa del padre?, ¿qué relaciones
de poder fundan estas esperanzas y
estos miedos depositados en papá”?
Entendemos al miedo y esperanza
como pasiones que pueden despo-
tenciar las praxis de emancipación.
La primera porque se resigna a lo
dado, al poder despótico que llega
a su cenit al producir subjetividades
meritocráticas y sacriciales. La
segunda porque se refugia en un
utopismo moralizante, es decir, en la
imaginación de un futuro perfecto
en tanto síntoma de una impotencia
radical para operar creativamente en
el presente (Bodei, 1995, pp. 73-92).
Carlos Javier Asselborn 10
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Nos preguntamos entonces
¿podrán alguna vez los hijos dejar de
ser determinados hijos y los padres
dejar de ser determinados padres,
para transformarse en hermanos?
10
,
¿Se puede pensar y producir una
economía, una cultura política y
sostener cierta vida en las institu-
ciones sin aquella previa organi-
zación opresiva de la subjetividad
llevada a cabo por una determinada
función paternal y su correspondiente
función lial? Funciones, por cierto,
históricas, encastradas en formatos
patriarcales, clasistas, coloniales y
racistas. Emplazamientos del poder
necesarios, no sólo pero también,
para la prolongación de modos de
producción, la mayoría de las veces,
explotadores de cuerpos y deseos;
por lo menos en el esquema fami-
liar propio del modo de producción
capitalista. Porque el capitalismo no
sólo produce mercancías. Produce
deseos, pasiones y subjetividades
predispuestas al mercadeo, al inter-
cambio desigual y a la acumulación
de recursos materiales, simbólicos y
afectivos. Produce familia burguesa.
O, en todo caso, ese capitalismo nos
goza
11
, y en ese gozo limitante intima
a una felicidad sacricial. Aunque,
es bueno armarlo, su poder nunca
termina de obstruir totalmente las
posibilidades de irrupción del sujeto
(Alemán, 2019).
Nuestra intención es ensayar
algunas intuiciones que permitan
profundizar en el siguiente punto de
partida, compartido con otros colegas
(Asselborn, Cruz y Pacheco, 2009): No
es posible sostener procesos democra-
tizadores emancipatorios sin criticar y
desmantelar las múltiples formas de
colonización de la subjetividad. Según
nuestra interpretación, uno de los
modos de colonización de la subjeti-
vidad se asienta en procesos arcaicos
en los que se asumen vínculos afec-
tivos organizados a partir de formas
autoritarias, sedimentadas en lo más
profundo de las subjetividades. No se
trata de concentrarse en presuntas
novelas autobiográcas cuya reso-
lución demandaría sólo un trabajo
individual sobre la propia subjeti-
vidad, con antelación conformada
socialmente. No hay revoluciones
individuales.
Se trata más bien de analizar
prácticas históricas e imaginarios
colectivos, muchas veces con fuerte
raigambre mitológica, en los cuales se
anudan clivajes subjetivos anes a la
dominación y al sostenimiento de la
jerarquización social, sostenidos por
la potencia del deseo (colonizado) y
la ecacia de las pasiones (gestio-
nadas cual individuo propietario).
Como lo arma León Rozitchner, el
sujeto es núcleo de verdad” (2003,
p. 290). La verdad de la dominación
se corporiza en la subjetividad indi-
vidual que la organiza y administra,
aunque nunca denitivamente.
La gura del padre en Occidente
y su poder ecaz en la organiza-
ción de las relaciones sociales no
es ajena a estas formas de sujeción
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
11
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
afectiva.
12
Occidente y su moder-
nidad patriarcal, clasista y racista ha
justicado la matanza de sus hijos
en pos de la defensa del padre y
la venganza del padre dominante
asesinado. Ello podría explicar, en
nuestros contextos, las adhesiones
afectivas a gobiernos dictatoriales,
la sacralización del mercado como el
padre que exige de sus hijos el sacri-
cio y goza cuando éstos compiten, la
demanda social por un orden garan-
tizado por la administración legítima
o ilegítima de la violencia o la sacra-
lización de las instituciones que
penetra a los sujetos que las habitan
y sostienen. Y aquí la complejidad. Tal
es el grado de penetración, que éstos
individuos solo se piensan gozo-
samente como actores orientados
por una racionalidad instrumental,
productora de tips y coucheos que
indican caminos para llegar a ser
buen padre (buena autoridad, buen
administrador, buen gestor, buen
merecedor, buen redentor) o buen
hijo. Porque existe, en el actual
sentido común, un perverso conven-
cimiento fundamental: no existe ni
puede haber vida fuera de las insti-
tuciones. Ellas son la madre tierra.
Y dentro de ese útero materno sólo
puede haber sobrevivencia en tanto
padre o en tanto hijo: autoridad y
sumisión; aunque por supuesto, con
más o menos diálogo y alteridad, es
decir, con más o menos sentimiento
de culpa y derrota. Nos parece que
en Occidente se trabaja casi siempre
para la institución como única condi-
ción para la reproducción de la vida
humana. Y la institución necesita de
dos actores indispensables: padres
e hijos y sus respectivos análogos.
El deseo de emancipación se
pervierte en deseo de institución.
13
Especialmente deseo de un mercado
clasista, blanco, colonial y machista.
Luego, por supuesto, podrán discu-
tirse los modelos paternales y liales,
pero siempre “dentro del marco de la
ley”. Y la posibilidad de discusión de
dichos modelos será la cacareada
democracia liberal.
3. Variaciones en torno a la gura mítica del padre:
lecturas políticas
…dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi
espíritu» y, dicho esto, expiró.
(Evangelio de Lucas, 23, 46 – Biblia de Jerusalén)
Partiremos de cuatro arma-
ciones en torno a la gura simbó-
lico-política del padre”, e intenta-
remos ensayar posibles vínculos
con la tensión entre poder, orden y
procesos subjetivos emancipadores
Carlos Javier Asselborn 12
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
de democratización. A pesar de los
años con los que cargamos, aún
persiste en nuestra memoria aquella
consigna que despertaba las ganas y
armaba la necesidad imperiosa de
ampliar la democracia en la cama,
en la casa y en la calle.
14
Meternos
con la función-gura del padre es
meternos principalmente en la cama
y en la casa; espacios y tiempos
donde se derrama y se doma a la vez,
una subjetividad política que, atrave-
sada por la espesura histórico-social,
lubrica la dominación o desata
procesos de emancipación. El acceso
no es novedoso, hay tradición en
torno a estos nudos conceptuales. La
Escuela de Fráncfort es un ejemplo
por demás signicativo.
Por otro lado, la progresía ilus-
trada ha pecado de ingenua cuando
abandonó la discusión sobre algunos
problemas, temas y categorías
porque éstos serían propiedad de
ideologías conservadoras, reacciona-
rias o de “derecha”. Valores, familia, la
paternidad, la maternidad, la educa-
ción del hijo, serían todos temas
conservadores”. Es cierto que en los
últimos tiempos existieron algunas
escaramuzas entre progresistas y
conservadores en torno a algunos
de estos tópicos. El movimiento
social conservador Con mis hijos no
te metas”, nacido en Perú en el año
2016, y con cierta presencia signi-
cativa en nuestro país y provincia
(Córdoba-Argentina), es ejemplo de
una ideología que ha logrado una
adhesión social afectiva importante;
con matices, por supuesto. Pero es
interesante su grado de conciencia
respecto a las consecuencias polí-
ticas y económicas de meterse en
la cama y en la casa. Y tienen razón:
la familia tal como la conciben, es
el principal pilar de la sociedad…es
decir, de esta sociedad.
¿Qué hace que un padre sea un
padre?
15
Está claro que la respuesta
no puede reducirse sólo a su función
biológica reproductiva. Si fuera así,
el padre no sería padre sino sólo
macho. ¿Qué es un padre? Y también;
¿quiénes pueden responder con
mayor fuerza denitoria a ese
interrogante?, ¿el padre, el hijo, la
madre? (hablamos de funciones
simbólicas, no solo de biología y
géneros), ¿quién dene al padre?,
¿cómo sería una sociedad sin padre?
Es cierto que en nuestras preguntas
subyace una ecuación a problema-
tizar desde experiencias históricas
concretas en el contexto nacional y
latinoamericano: el padre = cultura
= ley = poder = patriarcado = opre-
sión = autoritarismo = populismo =
Estado = Institución = Ministerio
de Desarrollo Social + Ministerio
de Seguridad… Pero para que lo
complejo no termine anulado por lo
complicado, vayamos a las lecturas
no sin antes hacer una aclaración.
Se trata de lecturas de autores
que han sido, en algunos casos, cata-
logados como psicólogos. Por lo cual
puede suscitarse un debate episte-
mológico en torno a la posibilidades
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
13
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
reales de las teorías y categorías
psicológicas para explicar/proble-
matizar y/o describir procesos colec-
tivos de emancipación y procesos de
colonización del deseo-subjetividad.
Por nuestra parte, entenderemos a
la teoría psicológica, con énfasis en
el psicoanálisis, como teoría política:
estudio de los modos de producción
de múltiples procesos subjetivos
de socialización.
16
Estos procesos
subjetivos de socialización se
vinculan con las formas de interac-
ción social (de clase, de género, de
raza) en las cuales intervienen, por
un lado, la producción y gestión del
orden social y, por ende, también del
deseo y; por otro, la legitimación
de determinadas maneras de gozar,
troqueladas por las instituciones.
Una teoría política crítica no puede
quedar presa de los discursos cele-
bratorios de la fragmentación. Caso
contrario, la totalidad dominante se
esfuma en partículas impotentes
que no hacen más que profundizar
el placer proláctico del pesimismo
histórico.
Recurrimos a la ya clásica obra
de Erich Fromm: El dogma de Cristo
(1986). No nos detendremos en el
estudio de la relación entre psicoaná-
lisis y religión, sino más bien en una
hipótesis que subyace a este escrito.
Al menos para nuestra interpreta-
ción hecha desde Latinoamérica. Su
lectura nos lleva a la pregunta por
los meandros afectivos psicológicos
de los oprimidos que desean libe-
rarse. Cuando la liberación real se
halla más lejos, cuanto más ésta se
expresa en las fantasías de los opri-
midos. Para el caso de los primeros
cristianos, es la fantasía en un padre
bueno que derrota a los represen-
tantes del padre opresor. En palabras
de Fromm: Vemos aquí una actitud
ambivalente: esta gente amaba en la
fantasía a un padre bueno que los
ayudaría y salvaría, y odiaba al padre
malo que los oprimía, atormentaba
y despreciaba” (1986, p. 43). Al odio
por las autoridades espirituales
y sociales (los padres malos) se
sumaba una característica novedosa
en la estructura psíquica y social de
la cristiandad primitiva”:
su carácter democrático, fraterno. Si la sociedad judía de la
época se distinguía por un extremo espíritu de casta que se
notaba en todas las relaciones sociales, la comunidad cristiana
primitiva era una hermandad libre de los pobres, despreocu-
pada de instituciones y fórmulas (Fromm, 1986, p. 49)
La esperanza y el odio los
mantenía unidos. Y el mito de la
rebelión del hijo operó como expre-
sión del odio hacia el dios padre.
Luego la doctrina adopcionista
abrirá la puerta al deseo o fantasía
de la posibilidad que los hombres
puedan convertirse en dioses:
Carlos Javier Asselborn 14
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Ahora comprendemos qué signicado debe haber tenido ese
mito (la rebelión del hijo CA) para los adeptos de la primitiva
cristiandad. Esta gente odiaba intensamente a las autoridades,
que la ponían frente al poder “paterno”: los sacerdotes, estu-
diosos, aristócratas, en suma todos los dominadores que los
excluían del goce de la vida y que en su mundo emocional
desempeñaban el papel del padre severo, prohibitivo, amena-
zador, atormentador. También debían odiar a ese Dios que era
un aliado de sus opresores, que les permitía sufrir y ser opri-
midos. Ellos mismos deseaban mandar, o hasta ser los amos,
pero a ellos les parecía desesperado intentar lograrlo en la
realidad y derrocar y destruir a sus amos actuales por la fuerza.
Y así satisfacían sus deseos en una fantasía. En conciencia no
se atrevían a calumniar al Dios paternal. El odio consciente
estaba reservado para las autoridades, no para la elevada
gura paterna, el ser divino propiamente dicho. Pero la hosti-
lidad inconsciente hacia el padre divino encontró expresión en
la fantasía de Cristo. Pusieron un hombre a la vera de Dios
y lo hicieron regir junto con Dios padre. Este hombre, que se
convirtió en dios, y con quien como humanos se podían iden-
ticar, representaba sus deseos edípicos; era un símbolo de su
hostilidad inconsciente hacia Dios padre, pues si un hombre se
podía convertir en Dios, este último quedaría privado de su
privilegiada posición paterna de ser único e inalcanzable. La
creencia en la elevación de un hombre a la dignidad de dios era
por lo tanto la expresión de un deseo inconsciente de eliminar
al padre divino (Fromm, 1986, pp. 56-57).
17
Tres conclusiones podemos
extraer, según nuestra lectura de
Fromm: i) a papá” se lo puede
enfrentar; ii) la fantasía emancipa-
toria es una mezcla de odio al padre
opresor y esperanza en su derro-
camiento; iii) sin esta fantasía las
emancipaciones reales e históricas
se vuelven impotentes.
3.2. Cuando mamá, con su deseo invertido, produce
otro papá y otro hijo
Encastrados en la Córdoba de
las campanas, la docta del humor
(Asselborn, 2018) y de cierto conser-
vadurismo burlesco de lo plebeyo,
leemos desde hace algunos años
al lósofo León Rozitchner. Y lo
hacemos porque creemos que en
sus reexiones anidan ciertas intui-
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
15
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
ciones que nos ayudan a pensar la
subjetividad política y los deseos
que potencian o anulan las ganas
de democracia. En esas ganas, algo
tiene que ver el núcleo mítico reli-
gioso. Según Rozitchner la congu-
ración de nuestra cultura es previa
a las relaciones que el capitalismo
instaura. El marxismo, en tanto teoría
crítica de la sociedad, ha olvidado la
historia previa de la expropiación
mítico-religiosa del cuerpo vivo,
imaginario y arcaico, que constituye
el presupuesto de toda relación
económica” (Rozitchner, 2001, p. 13).
En su estudio de Las confesiones
arma que la invención del cris-
tianismo que realiza San Agustín
requirió que el cuerpo de la madre
genitora, con cuya imagen cada
hombre anima aún el suyo, fuera
excluido en la Virgen como cuerpo
de vida. Esta negación tuvo que
penetrar, para ser ecaz, hasta lo
inconsciente. Por eso el cuerpo de la
madre virgen es la primera máquina
social abstracta productora de
cuerpos convocados por la muerte
(Rozitchner, 1001, p. 13)
Agustín construye subjetiva-
mente a Dios y sus efectos en la
realidad histórica. La política rebelde
y resistente ante el imperio romano
es suplantada por la religión de
Estado. Se trata de una estrategia de
dominación que supone la invención
previa de una determinada subjeti-
vidad nombrada como “interioridad”.
De este modo se transforma un
hecho político, es decir, la rebelión
del judío Jesús contra el poder reli-
gioso e imperial; y se lo convierte en
un hecho puramente religioso: Cristo
hijo de Dios y resurrecto, que muere
no por haber enfrentado al Imperio
sino para purgar con su muerte
nuestros pecados. Esta conversión
narrada, ritualizada e instituciona-
lizada, transgura toda la memoria
histórica de Occidente. Y transforma
la violencia histórica sufrida en
violencia necesaria y divina. Se trata
de una nueva política para orga-
nizar la subjetividad corporal de los
súbditos del imperio, con el manual
de instrucciones incluido: Las confe-
siones (Rozitchner, 2001, p. 14).
Agustín supo encontrar el lugar
íntimo donde el poder vivica y
encrespa lo emotivo, para poner en
acto el cuerpo y en la hora en que
el viejo mundo romano se derrumba,
unirlo a los carros de guerra del
poder político y económico, para el
caso “la patria, defendida por los
cuidados del emperador celestial”
(San Agustín, 2000, p. 181). Agustín
quiere ponerse a salvo del terror
irracional y arbitrario del Imperio
pagano dentro del Imperio cris-
tiano. De Las confesiones a la Ciudad
de Dios, del Nuevo Padre al Nuevo
Estado (Rozitchner, 2001, p. 18).
El Dios Padre cristiano presen-
tado por San Agustín será el primer
patrón de medida de las cualidades
humanas despreciadas. Rozitchner
se pregunta: ¿Qué metamorfosis se
Carlos Javier Asselborn 16
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
produce desde el origen del deseo
y las ganas en la corporeidad, que
tiene al cuerpo de la madre, primer
objeto de amor, para que ese ímpetu
haya podido culminar en anhelo
de acumulación cuantitativa en el
cuerpo numérico del capital, pero
también para que necesite cobijarse
en el cuerpo místico de la burocracia
eclesiástica de la Madre Iglesia?
Este cristianismo se expresará en las
relaciones de la esclavitud antigua
hasta alcanzar una técnica subjetiva
de dominio, preparada por el conoci-
miento de sus mecanismos psíquicos.
Con el cristianismo la muerte misma,
en tanto sentimiento subjetivo, se
convirtió en una técnica objetiva
de dominio.
18
De ese cuerpo nuevo
fraccionado, no del antiguo invadido
por un terror diferente, se apropia el
capital. ¿No será la matriz del modelo
arcaico cristiano la materia espiritual
idónea de reemplazo que la Iglesia
le deja disponible al hombre, al
concederle en usufructo y sustituto
de su cuerpo, sólo el cuerpo materno
en tanto cuerpo místico para que se
logre el encuentro entre la Ciudad
del Capital y la Ciudad de Dios agus-
tiniana? (Rozitchner, 2001, pp. 20-21).
En otras palabras, si el cuerpo
materno que vive como armación
de la vida en cada cuerpo humano
es transformado en cuerpo místico,
esa armación corporal de la vida
se relativiza. El deseo de armar la
vida corporal y concreta es cohibido
por el terror armativo de la muerte
como dadora de vida.
Las confesiones es también un
libro de la negación de un padre y la
invención de otro. En ella se describe
el proceso de sujeción interna que
comienza por la negación del padre
carnal y la construcción del padre
espiritual vía materna:
En Agustín no hubo identicación oral con el adversario pode-
roso para enfrentar la disimetría del duelo y transformarla en
ventaja suya. El padre despreciado por la madre fue expulsado
de mismo, no se identicó con él como rival para vencerlo.
Este es el drama que el cristianismo inaugura en las profundi-
dades del sujeto en tiempos de desdicha y desamparo personal,
histórico y político, sin padres, sin monarcas ni dioses pode-
rosos; al dejarlo, sin amparo externo, el hijo busca primero su
refugio en lo materno cobijante, y se queda solo con la madre
arcaica y protectora, en simbiosis. Pero entonces se aviva la
llaga de su marca materna devorante, y debe buscar un límite
desde adentro de ella misma, puesto que fuera de ella no hay
cobijo alguno. Y ese límite para contener la devoración temida
sólo lo encuentra en lo más profundo de la madre: en el padre
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
17
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
idealizado de ella. Con el padre de ella construye al suyo nuevo,
su “padre adoptivo (Rozitcher, 2001, pp. 113-114).
Madre e Hijo expulsarán al
esposo y padre carnal Patricio y
desde esta expulsión harán un
Padre a la medida de sus miedos
y horrores. Ante el derrumbe del
Imperio Romano en manos de los
bárbaros será necesario construir
una guarida segura que los proteja
de semejante peligro. Esa guarida
será un cuerpo sujetado desde
dentro y, más adelante, condición de
posibilidad del registro ideológico
del capitalismo, padre del espíritu
que gobierna las carnes y sus ganas.
Así, el Capital come sus ganancias
sentado sobre cuerpos y subjetivi-
dades horrorizadas. Y lo hace por esta
sujeción previa operada por la inven-
ción, en un determinado momento
de la historia del cristianismo, de un
Padre espiritual y ahistórico.
La madre le ofrece al hijo a su
Padre espiritual: éste es el nuevo
parto: “No puedo expresar con pala-
bras el amor que me tenía, pues me
estaba dando a luz espiritualmente
con mucha mayor angustia que la
que había tenido cuando me dio
a luz corporalmente” (San Agustín,
2000, p. 122). Agustín sabe que tiene
que haber un segundo nacimiento.
Él debe aceptar que nace nueva-
mente de ella, pero con otro padre.
Es el engendramiento espiritual
(Rozitchner, 2001, p. 272). La empresa
de la madre es sólo esa, gestar de
nuevo al hijo y llevarlo a que reco-
nozca a su nuevo padre adoptivo.
Las confesiones es la narración que el
hijo le hace al Padre siguiendo ahora
el discurso de la madre (Rozitchner,
2001, p. 274). En cierto casos, al
parecer, los segundos nacimientos
son con placenta conservadora.
3.3. La ley de papá que asesina al hijo y absorbe a
la madre
Según Hinkelammert (2000) en
las sociedades occidentales existen
mitos fundantes del poder y del
orden. En dichos mitos es recurrente
la gura del padre que mata al hijo
y el hijo que mata al padre. Edipo es
el mito más conocido y analizado
en Occidente para explicar la legi-
timación de la ley como dadora de
orden social. El autor distingue dos
tradiciones míticas occidentales:
la griega y la judeocristiana. En su
lectura, esta última abre posibili-
dades para romper con el círculo
trágico-sacricial del asesinato del
hijo en manos del padre. La gura
central aquí es Abraham, que sube
al cerro y no mata a su hijo Isaac.
No ocurre lo mismo con la tradición
griega. En ella:
Carlos Javier Asselborn 18
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
el padre siempre mata al hijo. El hijo sobrevive solamente
porque el padre falla en su intención de matarlo, sin saberlo.
Hace todo para matar a su hijo, y cree haberlo matado. Sin
embargo, por alguna coincidencia –siempre vinculada con la
bondad de alguien- el hijo sobrevive. Pero sobrevive para matar
ahora a su padre. (Hinkelammert, 2000, p. 21)
El padre tiene derecho de matar
a su hijo, pero no el hijo al padre. El
asesinato del padre por el hijo es
considerado un crimen que necesita
ser castigado (2000: 22). Esto es lo
que no logra descubrir Freud en su
interpretación. Para el psicoanalista
en el complejo de Edipo sólo hay
asesinato del padre en manos del
hijo. Hinkelammert interpreta que
el mito de Edipo expresa un proceso
de la legitimación del asesinato del
hijo. Eso es Occidente. La ley legi-
tima el asesinato de los hijos que
interpelan el poder despótico de
los padres, es decir, de la ley. Tanto
Freud como otros analistas olvidan
que Layo, no es sólo padre de Edipo,
sino que también es rey:
El rey Edipo no mata a su padre, Edipo mata al rey. Y cuando lo
mata, Edipo no es rey, sino Layo. Cuando Edipo es rey, no mata
a nadie. En las averiguaciones posteriores, Edipo llega a saber
primero que ha matado al rey, sin sospechar detrás un asesinato
de su padre (Hinkelammert, 2003, p. 195)
Pero no sólo esto. En la construc-
ción ideológica del mito que realiza
Sófocles se invisibiliza la posibilidad
que Layo no sea padre de Edipo; así
como Moisés, según Freud no es judío.
No obstante, se insiste en el asesi-
nato del padre y en la culpa sentida
por Edipo que se autocastiga. Es
como la culpa que siente el desocu-
pado o el recientemente despedido
de su trabajo o la mujer violentada.
Interpelar la ley del mercado, por
ejemplo, es sentir que se ha asesi-
nado a Layo. La ley introyectada es
la que produce la culpa. Basta ver y
escuchar a diario la demonización de
los movimientos sociales exigiendo
la emergencia alimentaria y habi-
tacional en nuestro país. Hay que
matar a los hijos hambrientos que
piden a papá comida y guarida para
seguir viviendo.
Por último, Hinkelammert revela
la perversidad de este mito fundante
de Occidente:
Edipo mató al rey, mas no sabía que era rey. Y en el rey mató
a su padre, pues el rey es padre, aun cuando no lo sea. Es un
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
19
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
crimen no cometido del cual no es culpable, pero del cual se
conesa culpable. Este crimen no cometido exige castigo, y Edipo
y Yocasta se castigan a sí mismos por un crimen que no come-
tieron. El signicado indirecto del acto cometido los condena.
Un crimen es transformado en asesinato fundante. Como crimen
fundante es un crimen inventado, castigado frente a un criminal
que no lo ha cometido. El crimen efectivamente cometido por
Edipo no aparece: asesinó a un viajero en el camino. Es decir,
asesinó a un hermano. Este crimen, sin embargo, no es conside-
rado crimen y se lo sustituye por otro que Edipo no ha cometido
(Hinkelammert, 2003, p. 203)
La ley es ahora el nomos-padre que absorbe a la madre. Es ley
del patriarcado. A la ley se debe la vida, haber nacido, haber sido
alimentado, haber sido educado. El padre y la madre reales no
son más que representantes de la ley, que es el nomos-padre. La
ley es transformada en el sujeto verdadero, que es el padre a la
vez que madre. La mujer, como madre, tiende a desaparecer. Aun
cuando sea madre natural, esencialmente deja de serlo. Este
mismo lenguaje lo encontramos en el pensamiento burgués, si
bien pone ahora como rector la ley del valor. El padre llega a
ser el mercado, que al mismo tiempo es esencialmente madre.
La mujer como madre tiende a desaparecer y es sustituida por
la mística de la madre (Hinkelammert, 2003, p. 205)
3.4. Las contradicciones de papá
Para Luigi Zoja, psicólogo
junguiano, asistimos a una especie
de democratización de la auto-
ridad del padre, aunque subsiste en
el inconsciente colectivo el deseo
de una sociedad patriarcal (2018a,
p. 24).
19
Su análisis describe los
problemas sociales (tanto en Europa,
EE.UU. y Latinoamérica) que pueden
acarrear la ausencia de la gura del
padre. La pregunta que nos hacemos
es si en las actuales sociedades
es posible ser padre por fuera del
formato patriarcal. Y esto, más allá de
su interpretación, que para nosotros,
al menos admite señalarle algunas
críticas. No obstante, es interesante
resaltar de su análisis el retiro del
padre agresivo en las sociedades
modernas, aunque esto depare en los
hijos la búsqueda y admiración por
otras formas de agresividad. Allí la
paradoja que el autor intenta histo-
rizar:
Carlos Javier Asselborn 20
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
El hijo espera del padre un afecto semejante al materno, pero
esto no agota su expectativa. Conmigo, pide el hijo al padre,
bueno, sé justo. Ámame; pero, con los demás, primero sé fuerte,
aun a costa de ser violento, de ser injusto. (Zoja, 2018a, p. 24)
(...) normalmente, la madre será reconocida como madre por lo
que hace con su hijo, una tarea enorme, sin duda, pero clara e
identicable. En cambio, el padre no solo lo es por lo que hace
con su hijo, sino también por lo que realiza con la sociedad, y las
leyes que rigen estos dos espacios de acción no son las mismas.
(Zoja, 2018a, p. 25)
El problema no es sólo la
ausencia del padre sino la ausencia
de su búsqueda. Si a la ausencia le
sumamos la renuncia de la búsqueda
del padre por parte del hijo, esto abre
la posibilidad a la violencia desen-
frenada de los machos (Zoja, 2018b).
Dos fragmentos pueden ayudar a
comprender esta interpretación del
padre y la relación que queremos
profundizar con los procesos eman-
cipatorios de democratización:
En la historia reciente, el padre ha sido atacado y humillado por
movimientos que combatían el abuso de autoridad patriarcal
y muchos abusos masculinos heredados de ella. Sin embargo,
la historia consigue limitar solo los excesos paternos, no los
masculinos (Zoja, 2018a, p. 322)
De allí la importancia de la resti-
tución de la búsqueda del padre, ya
no del padre patriarcal. Y esto no
sólo como empresa individual, sino
como acción colectiva:
La búsqueda no puede consistir solo en un problema jurídico,
estadístico y económico: una vez encontrado el padre que se
ocultaba se le puede exigir que provea al hijo de una pensión
alimentaria, pero no de la bendición paterna, que también nece-
sita. La búsqueda no representa únicamente un problema indi-
vidual: es una agonía de toda la sociedad, que intenta que los
padres se impongan a los machos de la manada. En esta lucha,
se encuentra en peligro la propia civilización: en la actualidad,
esa victoria no solo queda muy lejos, sino que la regresión hacia
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
21
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
el macho irresponsable parece haber alcanzado niveles nunca
vistos (Zoja, 2018a, p. 331)
El macho no es capaz de narrarse.
Allí reside su predisposición a
la violencia, especialmente a la
violencia sexual
20
y, si es en grupo,
mejor.
Por lo tanto, cabría pregun-
tarse: ¿Cuánto de padre patriarcal
y cuánto de macho subyacen en el
actual mercado y las actuales demo-
cracias liberales? ¿Será que estas
democracias admiten, con excitación
inusitada, la crítica al patriarcalismo
déspota, pero no al macho impotente
de narración expuesta a un otro?
21
4. Las agitadas relaciones de papá con la democracia
Cautela. Vigilancia. Analice las palabras que su hijo aprende
todos los días en la escuela. Hay palabras sonoras, musicales,
que forman frases llenas de belleza. Pero que encierran claves
que el enemigo usa para invadir la mente de su hijo. Cierto tono
clasista en los comentarios, la palabra ‘compromiso, descrip-
ciones del mundo como un mundo de pobres y de ricos, y de la
historia como una eterna lucha de clases. Por ese trampolín se
salta rápidamente de la educación bancaria (la tradicional, la
que conoce jerarquías: el alumno en el banco y el profesor en
el estrado) a la educación liberadora” que preconizaba Paulo
Freire, un ideólogo de Salvador Allende. ¿Sabe qué postula
la “educación liberadora”? Yo se lo digo. Nada de jerarquías.
Igualdad entre profesores y alumnos. Lo mismo el que sabe que
el ignorante. En una palabra: anarquía”
(“Carta abierta a los padres argentinos” en Revista Gente.
16 de diciembre de 1976, citado en Vannucchi, 2007)
Quisimos ensayar las posibles y
complejas relaciones entre una deter-
minada gura parental y las formas
de organización social, política y
económica opuestas a la ampliación
de la democracia como horizonte
utópico emancipatorio. Creemos que
tales vínculos históricos estructuran
un tipo de subjetividad social que
entiende que el orden social sólo
está garantizado por quien logra
imponerse por la fuerza, por el auto-
ritarismo conservador y/o liberal y
por la férrea defensa de las fronteras
de clase, raza y género administradas
institucionalmente. Y esto, desde la
Carlos Javier Asselborn 22
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
familia hasta las actuales formas
de estatalidad, presas aun de una
matriz político-económica colonial-
capitalista.
Desde un horizonte geohistórico
pretérito, ya algo de todo ello seña-
laba Wilhelm Reich (1972):
El análisis del pequeñoburgués no deja ninguna duda sobre la
signicación de la relación entre su vida sexual y su ideología
del deber y del honor. En primer lugar, la posición del padre
en el Estado y en la economía se reeja en su comportamiento
patriarcal respecto al resto de la familia. El Estado autoritario
está representado en la familia por el padre; por ello, la familia
se convierte en el instrumento más preciado de su poderío. Esta
posición del padre reeja su papel político y aclara la relación
de la familia con el Estado autoritario.
El padre adopta en el interior de la familia la posición que toma
respecto a él su superior jerárquico en el proceso de producción.
Y reproduce en sus hijos, particularmente en los varones, su
estado de sujeción a la autoridad. De estas relaciones deriva
la actitud pasiva, servil, del hombre pequeño burgués ante las
guras de los dirigentes (Reich, 1972, p. 74).
La actitud pasiva ante el poder
parece ser la contracara de la actitud
represora-autoritaria-antidemocrá-
tica. Se trata de un registro de lo
sensible aprendido en la vida coti-
diana y sedimentado como sentido
común. Todo atisbo de interpelación
será comprendido como manipula-
ción perversa con poder para socavar
el lugar ético-político del “buen
padre”:
Durante ese tiempo muchos hijos de familias honestas y
trabajadoras, de familias que los habían educado dentro
de un sistema de valores donde Dios, la Patria, la familia, el
respeto por el prójimo, la escuela, la propiedad y las jerarquías
ocupaban un lugar importante, fueron adoctrinados sutilmente.
Los ideólogos de turno le dijeron que todo eso era mentira, y en
muchos casos consiguieron que su presa empuñara las armas
y pasara a la guerrilla. Yo supongo que muchos padres vieron
el peligro. Las malas compañías, las reuniones sospechosas, los
libros extraños, el desorden de costumbres. Pero no hicieron
nada. No se defendieron contra la agresión. Se callaron. Fueron
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
23
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
cómplices. Por amor o por comodidad o por indiferencia o por
cobardía fueron cómplices. No hablaron con sus hijos. No le
preguntaron nada. No intentaron detenerlos. Tampoco denun-
ciaron el caso cuando se desató –por n– la lucha contra la
guerrilla. Y a lo mejor terminaron en la morgue, reconociendo
el cadáver de su hijo o de su hija. Cuando era demasiado tarde
para arrepentirse. (“Carta abierta a los padres argentinos”, 16 de
diciembre de 1976, en Vannucchi, E., 2007)
¿Existe entonces, en la actua-
lidad, alguna gura paterna capaz
de despertar el deseo de igualdad?
Para nosotros, el desafío es asumir
la dicultad para pensar crítica-
mente las desigualdades a partir
de la conexión existente entre los
diversos fragmentos de la realidad,
desde los más intrascendentes hasta
los considerados “acontecimientos”.
Sin embargo también, el problema
es cómo se entiende dicha dicultad.
Si como un suelo inevitable y perma-
nente o como escollo a superar
mediante una praxis y una reexión
sin contradicciones. Nuestra lectura
se asienta en una opción episte-
mológica que arma cierta cone-
xión entre un botón faltante en una
camisa, un padre cansado, un gusto
musical, una comensalidad solitaria
y vertiginosa, un sueño húmedo y
una determinada política económica,
entre otros cascajos de la vida coti-
diana. Nada es aquí insignicante.
Porque incluso lo más trivial e intras-
cendente es convertido en trinchera
por las fuerzas de la dominación:
En el “traje de noche” que una mujer de trabajador se pone
para una de esas “estas”, podemos saber más sobre la psico-
logía del trabajador bajo el régimen capitalista que en mil artí-
culos. El vestido de noche o el vaso de cerveza que se bebe en
familia no son más que la manifestación externa de un proceso
que se desarrolla en el trabajador en cuestión, un signo de la
disposición existente para acoger, bien la propaganda social-
demócrata, bien la propaganda nacional-socialista. Cuando el
fascista promete la supresión del proletariado y obtiene de este
modo un triunfo en el noventa por ciento de los casos, no es el
programa económico el que ha inuido, sino el traje de noche.
Debemos hacer caso, mucho más caso, de estas cosas de la vida
cotidiana. (Reich, 1972, p. 94)
En este sentido el legado de la
tradición frankfurtiana sigue vigente,
aunque debe ser reconsiderado y
criticado desde nuestras propias
historias y nuestros horizontes cultu-
rales nuestroamericanos:
Carlos Javier Asselborn 24
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
El núcleo de la política cultural de la reacción política es la
cuestión sexual. Por consiguiente, el núcleo de la política
cultural revolucionaria debe pasar a ser igualmente la cuestión
sexual. (Reich, 1972, p. 148)
De modo que la dominación
adquiere ecacia porque logra orga-
nizar, administrar y gestionar de un
determinado modo la sexualidad.
Con ello también decimos: deseo,
gustos, pasiones, formas de gozar. Se
trata de modos de producir, armar y
reproducir una subjetividad abatida,
violentada
22
y que se apropiará a sí
misma entendiéndose como poder
de destrucción en tanto instancia
suprema de sobrevivencia. Y ello
con papá, con mamá, con la maestra,
el profesor, con el patrón, con el
vendedor de ansiolíticos bio-espi-
rituales y con la ley despótica del
capital:
La inhibición moral de la sexualidad natural del niño, cuya
última etapa está constituida por los graves perjuicios causados
a la sexualidad genital, le hace ansioso, tímido, medroso ante
la autoridad, obediente, en el sentido burgués: correcto y bien
educado; quedando desde entonces en adelante todo movi-
miento (Regung) agresivo cargado de una fuerte angustia,
paraliza en el hombre todas las fuerzas rebeldes, mediante la
prohibición sexual de pensar establece una inhibición total del
pensamiento y una incapacidad de crítica generales. En pocas
palabras, su objetivo es fabricar un ciudadano que se adapte al
orden fundado sobre la propiedad privada, que lo tolere pese
a toda la miseria y humillaciones que comporta. Como etapa
preparatoria en esta línea, el niño pasa por el estado autoritario
en miniatura que es la familia, estructura en la que debe adap-
tarse si quiere más tarde poder insertarse en el marco general
de la sociedad (Reich, 1972, p. 45)
23
Aún nos queda mucho por tran-
sitar a nivel conceptual y meto-
dológico para profundizar en las
implicancias políticas de estos
modelos parentales y sus críticas.
Especialmente de aquellas que
siguen acurrucadas en los sótanos
del deseo y las pasiones cotidianas
que nos hacen amar y odiar, gozar y
sufrir, gustar y oler de manera poco
democrática.
24
Nuestra propuesta
tendrá que animarse a dar pasos
más rmes para echar luz sobre las
formas que adquiere el acto de gozar
dentro de culturas políticas conser-
vadoras y, a la vez, defensoras del
capitalismo (más allá de sus diversos
formatos geopolíticos) como único
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
25
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
horizonte de sentido.
25
¿Habrá lugar
para la irrupción del sujeto en esas
formas del gozo y del placer? Si no
hay lugar, el crimen será perfecto, al
decir de Jorge Alemán.
La apuesta por una democracia
como horizonte emancipatorio tiene
ante sí el desafío de, al menos, abrir
nuevos espacios y tiempos para
poner en estado de asamblea, aquella
ligrana que une los gustos, placeres
y ganas” del militante comprome-
tido con la justicia social, los dere-
chos humanos y la igualdad; con los
gustos, placeres y ganas” del sujeto
histórico común, el “hombre común”,
el ciudadano de a pie”. Porque sospe-
chamos que, a pesar de los diversas
cosméticas, persiste, en estos tipos de
subjetividad política, por momentos
antagónicos, una forma común del
gozo experimentado siempre como
justo merecimiento, luego de una
ardua lucha contra el sistema o una
larga jornada laboral opresiva. La
democratización se disputa también
en esos recovecos de la sensibilidad,
donde al parecer, no hay oposición
de deseos, ni de gozos, ni placeres.
Referencias bibliográcas
Adorno, T. W., Frenkel-Rrunswik, E., Levinson, Daniel J. y Nevitt Sanford, R.
(1965). La personalidad autoritaria. Editorial Proyección.
Alemán, J. (2016). Horizontes neoliberales en la subjetividad. Grama
Ediciones.
_____. (2019). Capitalismo. Crimen perfecto o emancipación. NED.
Ansaldi, W. (2016). Una modernización provinciana: Córdoba, 1880-1914.
Estudios Digital, (7-8), pp. 51–80. Recuperado de https://doi.org/10.31050/
re.v0i7-8.13950
Ansaldi W. y Giordano V. (2012). América Latina. La construcción de un orden.
Tomo I; Ariel, Buenos Aires.
Asselborn, C.; Cruz G. y Pacheco, O. (2009). Liberación, estética y política.
Aproximaciones losócas desde el Sur. EDUCC.
Asselborn, C. (2018). Sacricio, risa y democracia. Ensayo sobre los procesos
de subjetivación en las democracias contemporáneas. Revista Intersticios
de la política y la cultura. Intervenciones latinoamericanas, 7 (14), pp. 5-25.
Bartalini, C. (2019). Escritos desobedientes. Historias de hijas, hijos y fami-
liares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia. Marea.
Benjamin, W. (1989). Discursos Interrumpidos I. Taurus.
Carlos Javier Asselborn 26
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
_____. (1989). Un drama de familia en el teatro épico, en Tentativas sobre
Brecht. Iluminaciones III, pp. 55-60. Taurus.
Bogado, F. (14 de mayo de 2018). El hombre revisado. Página 12. Recuperado
de https://www.pagina12.com.ar/114352-el-hombre-revisado.
Bodei, R. (1995). Geometría de las pasiones. Miedo, esperanza, felicidad: lo-
sofía y uso político. Fondo de Cultura Económica.
Cerutti Guldberg, H. (2000). Filosofar desde nuestra América. Ensayo proble-
matizador de su modus operandi. Porrúa.
Clinamen. Hijos e hijas de genocidas (Parte II). (29 de mayo de 2018). La mar
en coche. Disponible en: https://marencoche.wordpress.com/2018/05/29/
clinamen-hijos-e-hijas-de-genocidas-parte-ii/
Deleuze, G. y Guattari, F. (1990). Kafka. Para una literatura menor. Era.
Dussel, E. (2012). Sobre el sujeto y la intersubjetividad. El agente histórico
como actor en los movimientos sociales, en Hacia una losofía política
crítica, pp. 319-341. Docencia.
Fernández Nadal, E. (2006). Acerca de fetiches, ídolos y utopías:
Hinkelammert y la racionalidad abstracta del capital, en Fernández
Nadal, E. y Vergara, J. [eds.], Racionalidad, utopía y modernidad. El pensa-
miento crítico de Franz Hinkelammert. Homenaje en sus 75 años, pp. 97-121.
Universidad Bolivariana.
Fromm, E. (1986). El dogma de Cristo. Paidós.
Giroux, H. (2003). La inocencia robada. Juventud, multinacionales y política
cultural. Morata.
Grimm J. y Grimm W. (2013). Cuentos de los hermanos Grimm. Imprenta
Nacional.
Hinkelammert, F. (2000): La fe de Abraham y el Edipo occidental. DEI.
_____.(2002). Crítica de la razón utópica. Desclée de Brouwer, Bilbao.
_____.(2003). El asalto al poder mundial y la violencia sagrada del imperio.
DEI.
_____.(2005). El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprimido. EUNA.
_____.(2018). Totalitarismo del mercado. El mercado capitalista como ser
supremo. Akal.
Jameson, F. (1989). Documentos de cultura, documentos de barbarie. La
narrativa como acto socialmente simbólico. Visor.
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
27
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Lordon, F. (2018). La sociedad de los afectos. Para un estructuralismo de las
pasiones. Adriana Hidalgo Editora.
Molina Velásquez, C. (2017). Cuerpo, ley y sacricialidad: la antropología
crítica de Franz J. Hinkelammert. UCA Editores.
Rebellato J. (1995). La encrucijada de la ética. Editorial NORDAN-Comunidad.
Recalcati, M. (2014). El complejo de Telémaco. Padres e hijos tras el ocaso del
progenitor. Editorial Anagrama.
Reich, W. (1972). Psicología de masas del fascismo. Editorial Ayuso.
Rolnik, Suely (2019). Esferas de la insurrección. Tinta Limón.
Rozitchner, L. (2001). La cosa y la cruz. Cristianismo y capitalismo. (En torno
a las Confesiones de San Agustín). Losada.
_____.(2003). El terror y la gracia, Buenos Aires: Grupo Editorial Norma
_____.(2015). Escritos psicoanalíticos. Matar al padre, matar al hijo, matar a
la madre. Biblioteca Nacional.
Salvetti, P. y Dopazo, M. (9 de julio de 2020). Sobre algunas consecuencias
del genocidio en torno a la relación liación-ley-subjetividad. TeCMe.
Disponible en: https://tecmered.com/sobre-algunas-consecuencias-geno-
cidio-en-torno-a-la-relacion-liacion-ley-subjetividad/
San Agustín (2000). Confesiones. Akal.
Sánchez, P. (2005). En el nombre del padre. El sacricio en clave redentora.
Ágora RIIAL. Espacio de estudio, formación y diálogo interdisciplinar, pp. 2-3.
Recuperado de http://www.riial.org/espacios/cinecat/cinecat_cha038.
pdf
Tcach, C. (Compilador) (2017). Córdoba bicentenaria. Claves de su historia
contemporánea. UNC.
Vannucchi, E. (Comentario y selección) (2007). Serie documentos de
memoria. La última dictadura militar (1976-1983). Segundo documento:
Carta abierta a los padres argentinos. Revista Gente. Ministerio de
Educación-Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Zoja, L. (2018a). El gesto de Héctor. Prehistoria, historia y actualidad de la
gura del padre. Taurus.
_____. (2018b). Los centauros. En los orígenes de la violencia masculina. FCE.
Carlos Javier Asselborn 28
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Notas
1. Algunos de ellos pensados y discutidos
con los doctores Gustavo Cruz y Óscar
Pacheco, con quienes conformamos la
Cooperativa Filosóca “Pensamiento del
Sur”.
2. Desde otro registro, el tema de la ley y la
culpabilidad es recurrente en la literatura de
Kafka: “Los textos célebres de El Proceso
(y también de “En la colonia penitenciaria”
de La muralla china) presentan la ley como
forma vacía y sin contenido, cuyo objeto
permanece incognoscible: la ley por lo tanto
no puede enunciarse sino en una sentencia
y la sentencia no puede conocerse sino en el
castigo” (Deleuze, Guattari, 1990, p. 66) (La
cursivas son nuestras).
3. En estos momentos es esta una de
las tareas teóricas en la que estamos
abocados junto a los doctores. Gustavo
Cruz y Oscar Pacheco, con quienes
conformamos desde el año 1998 la
Cooperativa Filosóca “Pensamiento del
Sur”.
4. Para un estudio más profundo de las
distinciones entre corporalidad, subjeti-
vidad, sujeto, conciencia, autoconciencia,
conciencia moral y conciencia crítica.
(Dussel, 2012, pp. 319-141).
5. No nos detendremos aquí las reexiones
en torno a la concepción de sujeto de
Foucault, Deleuze, Badiou y otros expo-
nentes de las escuelas europeas, ni a sus
respectivas consecuencias políticas para
el contexto latinoamericano
6. Cf. el importante estudio de Carlos
Molina Velázquez (2017) sobre la antro-
pología hinkelammertiana y su crítica al
“formalismo antropológico occidental”.
7. “Nos hemos hecho pobres. Hemos
ido entregando una porción tras otra
de la herencia de la humanidad, con
frecuencia teniendo que dejarla en la
casa de empeño por cien veces menos
de su valor para que nos adelanten la
pequeña moneda de lo «actual». La
crisis económica está a las puertas y tras
ella, como una sombra, la guerra inmi-
nente. Aguantar es hoy cosa de los pocos
poderosos que, Dios lo sabe, son menos
humanos que muchos; en el mayor de
los casos son más bárbaros, pero no de
la manera buena. Los demás en cambio
tienen que arreglárselas partiendo de
cero y con muy poco. Lo hacen a una
con los hombres que desde el fondo
consideran lo nuevo como cosa suya y
lo fundamentan en atisbos y renuncia.
(Benjamin, 1989, p. 173)
8. Cuento de Hansel y Gretel. Las cursivas
son nuestras.
9. Por mixtas hacemos referencia a las
características de nuestro contexto más
inmediato, la ciudad de Córdoba, ubicada
en el centro de Argentina, donde los
procesos de modernización no impli-
caron siempre la presencia de una
cultura moderna. (Ansaldi, 1996-1997)
Algunos de ellos pensados y discutidos
con los doctores Gustavo Cruz y Óscar
Pacheco, con quienes conformamos la
Cooperativa Filosóca “Pensamiento del
Sur”.
10. Tal pregunta implica a su vez los modos
en cómo las sociedades capitalistas
actuales construyen la imagen del hijo-
niño y sus relaciones político-afectivas
respecto a las mujeres-madres y los
adultos hombres: “El mito de la inocencia
infantil infantiliza tanto a las mujeres
como a los niños, mientras que repro-
duce, al mismo tiempo, un desequilibrio
extremo de poder entre adultos y niños,
por una parte, y entre hombres y mujeres,
por otra” (Giroux, 2003, p. 21)
11. Lo plantea Suely Rolnik en Esferas de la
insurrección. Las cursivas son nuestras:
Si bien la base de la economía capita-
lista es la explotación de la fuerza de
trabajo y de la cooperación inherente
a la producción para extraer plusvalía
de ellas, dicha operación –a la que
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
29
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
podemos denominar proxenetización”
o casheo para asignarle un nombre
que diga más precisamente la frecuencia
vibratoria de sus efectos en nuestros
cuerpos– fue cambiando de gura con
las transguraciones del régimen en
el transcurso de los cinco siglos que
nos separan de su origen. En su nueva
versión, es de la propia vida que el capital
se apropia; más precisamente, de su
potencia de creación y transformación en
la emergencia misma de su impulso –es
decir, en su esencia germinal–, como así
también de la cooperación de la cual dicha
potencia depende para efectuarse en su
singularidad. La fuerza vital de creación
y de cooperación es así canalizada por el
régimen para construir un mundo acorde
con sus designios. En otras palabras, en
su nueva versión, es la propia pulsión de
creación individual y colectiva de nuevas
formas de existencia, y sus funciones,
sus códigos y sus representaciones lo
que el capital explota, haciendo de ella
su motor. Por eso la fuente de la cual
el régimen extrae su fuerza deja de ser
exclusivamente económica para serlo
también intrínseca e indisociablemente
cultural y subjetiva –por no decir onto-
lógica–, lo cual la dota de un poder
perverso más amplio, más sutil y más
difícil de combatir. (2018, p. 28).
12. Sabemos también que en la actualidad
la demanda de un padre-amo es interpe-
lada por formas de subjetivación eman-
cipatorias. Al decir de Recalcati:
La demanda del padre no es ya demanda
de modelos ideales, de dogmas, de héroes
legendarios e invencibles, de jerarquías
inmodicables, de una autoridad mera-
mente represiva y disciplinaria, sino de
actos, de decisiones, de pasiones capaces
de testimoniar, precisamente, cómo se
puede estar en este mundo con deseo
y, al mismo tiempo, con responsabilidad.
(2014, p. 14)
Sin embargo, consideramos que hoy tal
demanda no puede entenderse por fuera
de la lógica totalitaria del mercado. Es
decir, dentro del mercado se puede vivir
con deseo y responsabilidad, mientras
otro deseo y otra responsabilidad no
interpelen su lógica. Cuando esto ocurre,
la demanda por el padre-amo regresa
con más adhesión afectiva, no ya exigida
sólo al Estado, sino como autoexigencia
de cada individuo ciudadano calculador
que ve perder sus privilegios de clase, de
raza y de género.
13. Crf. Rolnik: Al igual que en cualquier otro
régimen, es el modo de subjetivación
que en él se produce lo que le imprime
su consistencia existencial, sin la cual no
se sostendría; uno no existe sin el otro.
En el caso del nuevo pliegue del régimen
colonial-capitalístico, el casheo de la
pulsión vital nos impide reconocerla
como nuestra, lo que hace que su reapro-
piación no sea tan obvia como lo preten-
dería nuestra vana razón. (2018, p. 30. Las
cursivas son nuestras).
14. Parte de una consigna sostenida por el
movimiento feminista chileno en plena
dictadura pinochetista: “Democracia en
el país, en la casa y en la cama. Una de
sus fundadoras fue la intelectual chilena
Julieta Kirkwood (Santiago de Chile,
1936-1985). Agradecemos el dato al
licenciado Octavio Pedoni.
15. Aun nos impactan las escenas y diálogos
del lm irlandés In the Name of the Father
(En el nombre del padre, 1993). Gerry, el
hijo de Giuseppe, al encontrarse con su
padre en la cárcel le grita:
- Gerry: ¿Por qué me sigues siempre, eh?
¿Por qué me sigues siempre cuando
hago algo malo? ¿Por qué no lo haces
cuando hago algo bueno?
-Giuseppe: ¿De qué estás hablando?
-Gerry: ¿Qué? ¿De qué hablo? Hablo de
la medalla.
-Giuseppe: ¿Qué medalla?
-Gerry: ¿Qué medalla, qué puta medalla?
Hablo de la única puta medalla que
ha habido en nuestra casa. Esa puta
medalla, la que gané jugando al fútbol.
Tú estabas en el banquillo dándome
instrucciones como si yo no supiera lo
Carlos Javier Asselborn 30
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
que hacía. ¡Pero si tú jamás has sabido
jugar al fútbol! ¡Pero sólo veías lo que yo
hacía mal. Yo jamás hacía nada bien para
ti, y después del partido te acercaste a
decirme: “Gerry, cometiste una falta estú-
pida”. Yo no te dije nada, ¿lo recuerdas?
Me alejé y me fui a los vestuarios, pero
me seguiste y volviste a decirme: “Gerry,
cometiste una falta”. Los otros padres que
estaban allí se reían de ti. Te llamaban el
pobre Giuseppe. Yo salí corriendo y me
escondí. Escribí tu nombre en el suelo,
tu estúpido nombre de Giuseppe. ¡Lo
escribí en la tierra y me meé sobre él!
¡Me meé sobre él! Qué importancia tuvo
la falta, si ganamos. Por una vez en nuestra
vida ganamos. Me amargaste la medalla
que me dieron. La empeñé enseguida. Se
rieron de mí, ni siquiera me dieron 50
peniques”
Gerry: ¡Estoy así desde los siete años!
Recuerdo que mamá me decía: “No
disgustes a Giuseppe, no se encuentra
bien”. “No está bien, está bien”. Así que
camina de puntillas”“Será mejor que
camines de puntillas por la casa. No está
bien, Nada bien”. Cuando hice la primera
comunión creí que te estaba comiendo
vivo. ¿Acaso tenía la culpa de que estu-
vieras mal? ¿Por qué has tenido que
estar enfermo toda tu vida, Giuseppe?
¿Por qué has tenido que estar enfermo?
Cuando ese policía loco amenazó con
dispararte te aseguro que me alegré, lo
juro por Dios. Me alegré, estaba encan-
tado. ¿Y sabes por qué? Por qué pensé
que por n se había acabado. ¡Se había
acabado! ¿Me entiendes? Entonces supe
que era malo. Lo supe, papá, ¿entiendes?
Y me puse a llorar. A partir de entonces
empecé a contar mentiras, las mismas
que he estado contando toda mi puñe-
tera vida. (Sánchez, P. , 2005, pp. 2-3). Las
cursivas son nuestras.
16. “Las condiciones de posibilidad
del psicoanálisis se hacen visibles,
podríamos imaginar, únicamente cuando
empezamos a apreciar la extensión de
la fragmentación psíquica desde los
comienzos del capitalismo, con su cuan-
ticación y racionalización sistemáticas
de la experiencia, su reorganización
instrumental del sujeto tanto como del
mundo exterior. Que la estructura de la
psique es histórica, y tiene una historia,
es sin embargo algo que nos resulta tan
difícil de captar como la idea de que los
sentidos no son a su vez órganos natu-
rales sino más bien resultados de un
largo proceso de diferenciación dentro
de la historia”. (Jameson, 1989, p. 51). En
relación con ello, estamos relativamente
cerca de las posiciones de Rolnik cuando
arma la necesidad de “asumir la prác-
tica psicoanalítica como un dispositivo
esencial de la insurrección micropolítica”
(2019, p. 97).
17. Las cursivas son nuestras.
18. Hinkelammert, al analizar el caso de San
Agustín, hablará del cristianismo impe-
rializado. Agustín revoluciona al cristia-
nismo al transformar el cuerpo concreto
en cuerpo abstracto (2018, pp. 78-79).
19. Ver Bogado, 14 de mayo de 2018.
20. Podríamos preguntarnos, desde la pers-
pectiva que aquí asumimos, si existe
alguna otra violencia que no tenga
rasgos sexuales.
21. Interesante es lo que arma Alemán
respecto a la necesidad de problematizar
el origen y despliegue del patriarcado:
Lo que sucede, a mi modo de ver, es
que el patriarcado conlleva la declina-
ción denitiva de la función paterna, y
entonces la violencia contra las mujeres,
como dije anteriormente, y desde un
ángulo lacananiano, está más relacio-
nada con la impotencia, que siempre se
resuelve con un acto de fuerza. Siendo
el propio capitalismo el que se llevó
por delante el nombre del Padre. De
ahí que la violencia patriarcal pueda
estar relacionada más con un fantasma
(como el descrito por Freud con respecto
al padre de la horda primitiva, que era
capaz de acceder por fuera de la castra-
ción al goce) que con los hechos que se
producen actualmente. Y en ese sentido,
entiendo que el padre también es una
Subjetividad autoritaria y democracia como horizonte emancipatorio
¿Es posible una democracia sin padres?
31
Revista Realidad 158, 2021
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
gura simbólica, al igual que el maestro,
el médico o el abogado, que ha sido
destituida por el régimen de circulación
neoliberal, volviéndola absolutamente
inconsistente y efímera. (Alemán, 2019,
p. 171)
22. “Es una violencia semejante a la del
proxeneta que, para instrumentalizar la
fuerza de trabajo de su presa –en ese
caso, la fuerza erótica de su sexualidad–,
opera por medio de la seducción. Bajo el
hechizo, la trabajadora sexual tiende a
no percibir la crueldad del casho; y, por
el contrario, tiende a idealizarlo, lo que la
lleva a entregarse al abuso por su propio
deseo. Ella solo se librará de esa triste
sumisión si consigue romper el hechizo
de la idealización del opresor. El quiebre
de este hechizo perverso depende del
descubrimiento de que, detrás de la
máscara omnipotente de poder con la
que el proxeneta se trasviste para
mismo y para el mundo –máscara que
ella interpreta como garantía de su
protección y seguridad–, lo que hay es,
de hecho, una miseria humana de las
más sórdidas: el otro, para el proxeneta,
es un mero objeto para su goce narcisís-
tico de acumulación de poder, prestigio y
capital. Tal goce le es proporcionado por
su poder de dominar al otro e instrumen-
talizarlo a su placer”. (Rolnik, 2019, p. 98)
23. Las cursivas son del original.
24. Quedará para otra ocasión la pregunta
de qué hacer con mamá. Esto, a partir de
una intuición de Walter Benjamin: “En las
circunstancias actuales, la familia es una
organización para explotar a la mujer
como madre (Benjamin,1990, p. 57)
25. Culturas políticas donde el deseo se
vuelve vulnerable a su propia corrup-
ción: este deja de actuar guiado por el
impulso de preservar la vida y se vuelca,
incluso, a actuar contra ella. De esta
política de deseo devienen escenarios
en los que la vida se ve cada vez más
deteriorada; es esto lo que hace que
la destrucción de la vida en el planeta
alcance hoy umbrales que amenazan su
propia continuidad” (Rolnik, 2019, p. 97).