Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
aniversario de su asesinato
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REFLEXIÓN
Homenaje a Roque Dalton en
el LXXXV aniversario de su
nacimiento y XLV aniversario
de su asesinato
Carmen González Huguet
Universidad “Dr. José Matías Delgado”
Parte 1: Contexto y datos biográcos
1.1. Contexto histórico
Arturo Araujo, presidente de
El Salvador, fue derrocado por un
golpe militar el 2 de diciembre de
1931. A raíz de este hecho, subió al
poder el vicepresidente, Maximiliano
Hernández Martínez (1882-1966),
quien gobernó de facto de 1931 a
1944. Las inhumanas condiciones
de vida de los campesinos, en su
mayoría indígenas sin tierras, facili-
taron que se hicieran eco de las
ideas propagadas por los miembros
del Partido Comunista Salvadoreño.
Sin embargo, hasta dónde dicho
“indoctrinamiento fue real, y hasta
dónde fue producto de la imagi-
nación de los dirigentes de esta
agrupación, o amplicado adrede por
los simpatizantes de la derecha o de
la izquierda deseosos, cada uno, de
llevar agua a su molino, sigue siendo
motivo de especulación.
El autor estadounidense Thomas
R. Anderson
1
ha sido una de las
fuentes que han cuestionado las
cifras de bajas que se han manejado
en relación con las explosiones de
violencia que ocurrieron en 1932.
Es difícil separar los hechos de las
percepciones. No obstante, dife-
rentes autores
2
concuerdan en que
el 22 de enero de ese año una insur-
rección campesina estalló en la zona
montañosa al norte de los departa-
mentos de Sonsonate y Ahuachapán.
Armados con machetes e instru-
mentos de labranza, los rebeldes se
apoderaron de las poblaciones de
Juayúa, Izalco, Nahuizalco y Tacuba.
También atacaron los cuarteles mili-
tares de Ahuachapán, Sonsonate y
Santa Tecla, sin conseguir apoderarse
de dichas plazas.
En un primer momento, el general
Hernández Martínez se preocupó de
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justicar su llegada al poder, y sobre
todo, de mantener la estabilidad y
la seguridad nacionales
3
aunque el
costo fuera muy elevado en vidas
y daños materiales. La justicación
era muy importante, porque los
Estados Unidos habían intervenido
en numerosas ocasiones en dife-
rentes naciones latinoamericanas
con resultados desastrosos para
dichos estados
4
. Como demuestra
la serie de telegramas enviados
por William J. McCafferty, en ese
momento Encargado de Asuntos
Diplomáticos de los Estados Unidos
de América en San Salvador, al
Departamento de Estado, tanto los
EUA como Gran Bretaña enviaron
buques a los puertos salvadoreños
con regimientos de marines listos
para desembarcar con la intención
de salvaguardar las vidas e intereses
económicos de los ciudadanos
estadounidenses y británicos resi-
dentes en El Salvador
5
. Cumplir
con dicho objetivo explica, si bien
no justica, la desproporcionada
y dolosa represión que impulsó el
gobierno militar para pacicar” la
zona donde ocurrió la revuelta.
Las distintas fuentes no se ponen
de acuerdo ni siquiera con respecto a
las cifras de los muertos causados por
una y otra parte. Thomas R. Anderson
6
calcula que los rebeldes mataron
durante la insurrección a unas cien
personas en total; mientras que las
fuerzas gubernamentales pudieron
haber asesinado a unas diez mil
personas, insurrectas o no. Porque en
lo que también las fuentes coinciden
es en que muchos de los campesinos
fusilados no habían participado en
la revuelta. En todo caso, Anderson
atribuye a la represión más del 90%
de las muertes. En un país golpeado
por la crisis económica producto de
la debacle de Wall Street de 1929,
la matanza, que según la misma
fuente eliminó al 0.7 por ciento de la
población global de El Salvador, tuvo
un impacto profundo y perdurable.
Entre otras cosas, se convirtió en lo
que algunos han dado en llamar una
cicatriz en la memoria”.
Después de la matanza, Martínez
se dedicó a implementar medidas
que paliaran la crisis económica.
Para ello, decretó una moratoria de la
deuda bancaria para evitar el juicio
hipotecario y las ventas forzadas
de las propiedades cafetaleras. Al
respecto, Cardenal explica:
Antes de la depresión, una de las obligaciones principales del
Estado era preservar y defender los intereses de los cafetaleros.
Después de la depresión, el Estado continuó defendiendo los
mismos intereses, pero carecía de recursos… Mientras los admi-
nistradores de la oligarquía liberal vacilaban ante las demandas
de las asociaciones de los cafetaleros, estos intentaron bajar
sus costos de producción. Esto implicaba reducir los salarios
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y despedir a los trabajadores no necesarios. Al trasladar a los
trabajadores la carga del ajuste, los cafetaleros provocaron
protestas violentas, en particular en la zona occidental de El
Salvador Las economías centroamericanas se recuperaron
gracias a medidas audaces como el incumplimiento del pago
de la deuda, lo cual liberó recursos. En Guatemala, El Salvador
y Costa Rica, donde el incumplimiento fue mayor, la recupera-
ción fue más rápida. En segundo lugar, los gobiernos generaron
empleo en las áreas rurales construyendo carreteras, con lo
cual, además, expandieron esta infraestructura. En efecto, en la
década de 1930, la construcción de carreteras fue la actividad
que se expandió más rápido, pues requería de una mano de obra
intensiva y su costo era bajoLa tercera medida, la devaluación,
fue la más beneciosa para los cafetaleros. Finalmente, todos,
excepto Costa Rica, implantaron una disciplina laboral rígida…
7
.
Pese a sus posiciones abierta-
mente anticomunistas, el general
Martínez tuvo que esperar para que
el gobierno de los Estados Unidos
reconociera su gobierno. Y a ello no
contribuyeron sus declaradas simpa-
tías por el nazismo y el fascismo. De
hecho, en 1938 Martínez nombró
director de la Escuela Militar a
Eberhard Bohnstedt (1886-1957)
8
, en aquella época coronel de la
Wehrmacht, y además entabló rela-
ciones diplomáticas con el dictador
Francisco Franco, jefe del estado
español a partir de 1939. Con todo,
cuando los Estados Unidos entraron
en la Segunda Guerra Mundial, a
partir del 7 de diciembre de 1941,
el gobierno de Martínez declaró la
guerra a las naciones del Eje
9
y no
titubeó en deportar a los ciudadanos
de origen japonés, italiano y alemán,
quienes fueron enviados para ser
recluidos en campos de concen-
tración situados en territorio
estadounidense. En esto Martínez
no actuó de modo distinto a los
demás gobernantes del área, quienes
declararon la guerra a Japón a raíz del
ataque a Pearl Harbor, situación que
se explica por sola si tomamos en
cuenta que el año anterior se había
rmado en Washington un acuerdo
interamericano del café, por el cual
se otorgaron cuotas en el mercado
estadounidense. Este acuerdo tuvo la
consecuencia de elevar el precio del
grano, lo cual aumentó el valor de las
exportaciones y el poder económico
y político de los cacultores en El
Salvador.
Sobre el efecto de este conicto,
Cardenal señala:
“El desorden del mercado internacional causado por la Segunda
Guerra Mundial puso en aprietos serios a las economías centro-
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americanas, pero solo momentáneamente. Dada su ubicación
geográca, la región adquirió una importancia estratégica
enorme para Estados Unidos. A cambio de permitir el estable-
cimiento de bases, los cinco países recibieron un ujo cons-
tante de ayuda económica y militar. Washington envió misiones
militares a la región, excepto a Honduras, para reemplazar la
inuencia alemana e italiana en los ejércitos. El suministro de
armas no contribuyó al desarrollo económico, pero el nan-
ciamiento de la carretera Panamericana”
10
.
El 1 de septiembre de 1939, los
ejércitos de la Alemania nazi invadi-
eron Polonia, cuya caída fue acelerada
por el ataque de la Unión Soviética a
partir del 17 de septiembre, sin que
Francia y el Reino Unido hiciesen
nada por ayudar a la nación polaca,
cuyo ejército terminó de rendirse el
6 de octubre de ese mismo año. Entre
tanto, en El Salvador la dictadura
del general Maximiliano Hernández
Martínez se prolongó hasta 1944.
El 2 de abril, Domingo de Ramos,
estalló una rebelión militar rápi-
damente abortada por el régimen.
A pesar de la dura represión, la
sociedad civil se aglutinó en torno
al movimiento estudiantil, y tras una
Huelga de Brazos Caídos, el 9 de
mayo el general se vio obligado a
depositar el poder en la persona del
general Andrés Ignacio Menéndez y
salió del país. Sin embargo, el líder
de la oposición a Martínez, el doctor
Arturo Romero, no gozaba de la
conanza ni de los militares ni de los
terratenientes, ya que su plataforma
tenía un tinte reformista con el que
no comulgaban. El 20 de octubre de
1944 un golpe de estado derrocó al
sucesor de Martínez y elevó al poder
al coronel Osmín Aguirre y Salinas,
a la sazón director de la Policía
Nacional. Aguirre desató una repre-
sión que desarticuló a la oposición
y obligó a muchos simpatizantes de
Romero a refugiarse en Guatemala,
donde había caído la oscura tiranía
del general Jorge Ubico y se iniciaba
la etapa cuando Juan José Arévalo y
Jacobo Árbenz dominarían la escena
política.
Hubo un intento de invasión por
parte de los exilados, que planeaban
derrocar a Osmín Aguirre, pero
estas acciones fracasaron. Las elec-
ciones se adelantaron y en 1945
subió al poder el general Salvador
Castaneda Castro. Tanto durante el
gobierno de Osmín Aguirre como
en el de Castaneda Castro los sindi-
catos fueron reprimidos y forzados
a actuar clandestinamente. A su vez,
Castaneda Castro fue derrocado por
otro golpe de estado que estalló en
diciembre de 1948. “La propaganda
ocial presentó el golpe como “la
revolución de 1948”
11
. El poder fue
asumido por una junta cívico militar
que
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…se comprometió a establecer un sistema democrático, garan-
tizado por reformas institucionales y la elevación del nivel de
vida de la población. A continuación, eliminó lo que quedaba
del régimen anterior, dando de baja a generales y coroneles
más antiguos y procesando y encarcelando a los colaboradores
de Aguirre y Castaneda. Los intelectuales y profesionales, así
como los grupos populares urbanos, apoyaron a la junta a partir
de sus primeras actuaciones… El coronel [Óscar] Osorio resultó
electo a principios de 1950 y en octubre se promulgó la nueva
constitución”
12
.
Después de la Segunda Guerra
Mundial, los buenos precios del café
permitieron al gobierno de Óscar
Osorio impulsar decididamente la
inversión en infraestructura: Se
construyó la primera presa hidro-
eléctrica, llamada “5 de noviembre”,
con la que dio inicio la electricación
a gran escala y despegó la industria
manufacturera. También se construyó
el moderno puerto de Acajutla, la
carretera del Litoral, otras carreteras
secundarias y se impulsó la urban-
ización de las principales ciudades
del país, mediante la creación del
Instituto de Vivienda Urbana, IVU,
el cual gestionó la construcción de
numerosas colonias habitacionales,
como la Centroamérica y la Libertad,
a inmediaciones del nuevo campus
de la Universidad de El Salvador, al
nal de la 25 avenida Norte, en la
capital. Cardenal arma:
“En estos primeros años de la década de 1950, el Estado se
convirtió en el promotor del desarrollo. El coronel Osorio
derogó las leyes anti-industriales heredadas de la dictadura y
las reemplazó por otras que otorgaban incentivos a la inversión
en sectores nuevos…
13
.
Sin embargo, este desarrollo material no llegó a todos.
Cardenal señala que
…las relaciones del gobierno del coronel Osorio con las organi-
zaciones obreras fueron uctuantes. El Comité de Reorganización
Obrero Sindical… fue declarado ilegal y sus dirigentes… expul-
sados del país en 1951… al año siguiente se aprobó la “Ley
de defensa del orden democrático y constitucional” destinada a
controlar la organización popular independiente
14
.
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Osorio impuso la candidatura
ocial del coronel José María Lemus
para sucederlo en la presidencia.
Sin embargo, el gobierno de Lemus
coincidió con la declinación de los
precios del café, con lo que la situ-
ación económica del país se dete-
rioró. Además, los gobiernos de Juan
José Arévalo y de Jacobo Árbenz en
Guatemala, entre 1944 y 1954, así
como el triunfo de la revolución
cubana en 1959, agudizaron la
percepción del peligro comunista”,
un fenómeno social que la clase diri-
gente veía con mucho temor. Arma
Cardenal:
“En 1959, después del triunfo de Castro en Cuba, la oligarquía
pidió medidas más drásticas, pues Lemus había derogado la
“Ley de defensa de la democracia” y permitió la organización
sindical independiente. En este contexto, el Partido Comunista
dio sus primeros pasos hacia la lucha armada al formar “grupos
de acción” en los sindicatos y en la Universidad de El Salvador”.
En ese contexto,
…los estudiantes y los trabajadores se adueñaron de las
calles. Las manifestaciones estudiantiles fueron ametralladas.
Las cárceles se llenaron con los presos políticos. El ejército
invadió la Universidad de El Salvadorlos políticos de oposi-
ción, incluido el exministro de relaciones exteriores Roberto
Canessa… fueron arrestados y torturados. Hasta la prensa esta-
dounidense comentó que Lemus había ido demasiado lejos. El
26 de octubre de 1960 este fue derrocado por el coronel Osorio
y sus amigos”
15
.
Lemus fue sustituido primero por
una junta integrada por tres profe-
sionales de pensamiento liberal:
Fabio Castillo, René Fortín Magaña
y Ricardo Falla Cáceres, y por tres
militares jóvenes: el mayor Rubén
Alonso Rosales, el coronel Julio
César Yánez Urías
16
y el teniente
coronel Miguel Ángel Castillo. Sin
embargo, como señala Cardenal, los
planes de esta junta encontraron
resistencia en diferentes sectores
sociales. En concreto, este autor
señala tres instancias opuestas a la
primera junta: los militares anes
a Osorio, que deseaban controlar y
manipular a la junta, los miembros
de la llamada oligarquía y la emba-
jada de Estados Unidos, que creía,
con temor, que algunos miembros de
la junta simpatizaban con la revolu-
ción cubana. El 25 de enero de 1961
una segunda junta derrocó a la ante-
rior. Estaba integrada por el coronel
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Aníbal Portillo, el teniente coronel
Julio Adalberto Rivera y los civiles
Feliciano Avelar, José Francisco
Valiente y Antonio Rodríguez Porth.
Mientras todo esto sucedía en
El Salvador, el mundo era escenario
de la llamada Guerra Fría. Para los
Estados Unidos era fundamental
contar con gobiernos anticomuni-
stas en lo que ya consideraba su
patio trasero El 17 de abril de 1961
se produjo la llamada invasión de
Bahía de Cochinos o Playa Girón.
Entretanto, después de dos juntas
militares, 25 de enero de 1962
asumió la presidencia provisional
de El Salvador el abogado Eusebio
Rodolfo Cordón Cea (1899-1966)
17
. Ese mismo año, el general Julio
Adalberto Rivera (1921-1973) ganó
las elecciones como candidato único.
De él dice Cardenal:
“Resultó ser el socio perfecto de la Alianza para el progreso.
Era vigoroso, encantador y carismático. Una versión latina de
Kennedy y en uniforme militar. Se paseaba por el campo en
motocicleta, inaugurando escuelas y proyectos de irrigación. El
coronel Rivera, bajo la égida de la Alianza para el progreso,
continuó con las reformas, por lo menos hasta 1964. En 1963
promulgó el código de trabajo y una nueva ley electoral que
aseguraba a la oposición una representación proporcional en
la asamblea legislativa. Entre 1964 y 1968, los partidos oposi-
tores, en especial el Demócrata Cristiano, fueron aumentando su
presencia en la asamblea legislativa”
18
.
“En 1966 la democracia cristiana ganó un tercio de las alcal-
días del país. Cuando el gobierno, presionado por Washington,
elevó el salario mínimo de los trabajadores agrícolas, hacién-
dolo llegar a 90 centavos de dólar en 1965
19
, los terratenientes
respondieron impidiendo que aquellos sembraran en las
pequeñas parcelas que siempre habían utilizado para cultivos
de subsistencia, y dejando de servir el almuerzo tradicional de
una tortilla y un puñado de frijoles. Además, protestaron ante
el embajador estadounidense e incluso un ex funcionario del
Departamento de Estado visitó San Salvador para exigir al
representante diplomático del país pedir al presidente salvado-
reño suprimir las reformas”.
Como bien señala Cardenal, a
pesar de dichas reformas, la estruc-
tura económica del país no solo
quedó intacta, sino que, gracias a la
ayuda de la Alianza para el progreso,
los grupos dominantes multiplicaron
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su riqueza gracias al impulso dado a empresas comerciales e industriales.
La misma fuente indica que
“la inversión estadounidense aumentó en la década de 1960,
llegando a representar el 65% (45 millones de dólares) de toda
la inversión extranjera de 1967En la década de 1960, Estados
Unidos invirtió en El Salvador la mitad de todo lo que había
invertido desde 1900 hasta entonces y 44 multinacionales
abrieron ocinas en el país. Washington anunció orgullosa-
mente que El Salvador era el modelo de lo que la Alianza para
el progreso podía hacer”
20
.
Sin embargo, los benecios de esa
bonanza económica no llegaban a la
totalidad de la población. La mayor
parte de los salvadoreños, residentes
en el área rural y dedicados a la agri-
cultura, subsistían con menos de un
dólar diario
21
. Estas condiciones han
mejorado, pero todavía en la actual-
idad una gran parte de la población
salvadoreña subsiste a duras penas
bajo la línea de pobreza. Una publi-
cación de 2014 del PNUD menciona:
“En El Salvador, 4 de cada 10 personas aún sobreviven con
ingresos entre los $4 y $10 dólares diarios que, aunque los
exenta [exime] de un nivel de pobreza extrema, los coloca en
el índice de mayor vulnerabilidad, según el último informe
sobre Desarrollo Humano 2014, revelado por el Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En el año 2000,
sólo el 34. 9% de la población salvadoreña era parte de éste
rango, sin embargo, en el 2012, este mismo grupo aumentó a
41.4% (un aumento del 6.5%). Sin embargo, según el análisis
del PNUD, en este mismo periodo de tiempo también hubo una
reducción de aquellos que Vivian con menos de cuatro dólares
diario. Esto, sin embargo, no es del todo alentador, pues el
índice de personas que mantenían un ingreso no menor a los
50 dólares también recayó. “Pasaron de ser parte de la clase
media al grupo de los vulnerables”, reveló William Pleitez,
representante auxiliar de programas del PNUD
22
”.
Por otra parte, el documento
Medición multidimensional de la
pobreza, publicado por la Secretaría
Técnica de la Presidencia de El
Salvador en 2015, arma que el
40.6% de la población salvadoreña
vive en condiciones de pobreza. En el
área rural, dicho porcentaje se eleva
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al 64.4%. Y en el área urbana es de
26.1%
23
. Y, por otra parte, la indus-
trialización contaba con un mercado
interno demasiado pequeño para
absorber toda su producción, de
modo que este modelo estaba desti-
nado, a mediano o a corto plazo, a
colapsar. Entre tanto, el excedente
de la industria manufacturera
salvadoreña se volcó al Mercado
Común Centroamericano. La balanza
comercial fue claramente desfavor-
able para Honduras, cuya economía
estaba mucho menos industrializada
que la salvadoreña.
En El Salvador era necesaria una
reforma agraria que proporcionase a
los campesinos el poder adquisitivo
mínimo para acceder a los bienes
manufacturados. Pero la estructura
de propiedad de la tierra, altamente
concentrada en pocas manos, era
intocable. Debido a esto,
…la Agencia Internacional para el Desarrollo se concentró en
el control natal, la construcción de clínicas de salud pública y
la obra preferida por el Cuerpo de paz: las canchas de balon-
cesto
24
. Aunque el sector manufacturero creció “un impresio-
nante 24 por ciento, el empleo aumentó un exiguo 6 por ciento
en dicho sector, porque la industrialización estaba basada en
tecnología intensiva. Además, sacó del mercado a los pequeños
productores artesanales, quienes no encontraron empleo. Las
decenas de miles que llegaron a San Salvador, expulsados del
campo y buscando una vida mejor, vieron sus expectativas frus-
tradas. Tuvieron que conformarse con vivir en los tugurios de
la capital, los cuales crecieron de manera asombrosa en esos
años… La agricultura seguía siendo la piedra angular de la
economía… pero sin reforma agraria y con una tasa de natalidad
del 3 por ciento anual, las condiciones en el campo empeoraron
para los campesinos y los trabajadores sin tierra. La diversi-
cación de los cultivos, propuesta por los reformistas, expulsó
a más campesinos para hacer lugar a las nuevas plantaciones
de algodón y caña de azúcar. Mientras el resto del país expe-
rimentaba el triunfo aparente del auge económico y de unas
posibilidades supuestamente ilimitadas, en el campo, la mayor
parte de la población se sumía en la desesperación.
25
Ante esta situación, la población
rural empezó a organizarse. A
partir de 1965 surgieron una
serie de asociaciones que confor-
maron la Federación Cristiana de
Campesinos Salvadoreños (FECCAS)
que pretendían la distribución de la
tierra, mejores salarios y condiciones
de vida dignas en el campo. Pero
también comenzaron a aparecer
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organizaciones paramilitares que
se dedicaron a hostigar y a reprimir
a la población campesina. El más
importante de estos grupos fue
ORDEN, Organización Democrática
Nacionalista, creada por Rivera en
1966 con campesinos licenciados
del ejército, cuya nalidad era
“defender al país del comunismo
y de la subversión internacional” y
apoyar al Partido de Conciliación
Nacional, el partido ocial. Las arbi-
trariedades y abusos de estos grupos
paramilitares produjeron asesinatos,
venganzas, crímenes y alteraron
permanentemente las relaciones
sociales en el campo. A partir de esta
época, la población rural se polarizó,
y los ánimos se prepararon para el
conicto armado.
En 1966, Rivera impuso a su
sucesor, el general Fidel Sánchez
Hernández (1917-2003), quien resultó
electo presidente en 1967. Fue a este
militar al que le tocó enfrentar las
consecuencias del agotamiento del
modelo económico impulsado a
principios de los años sesenta y que
se tradujo en el hundimiento del
Mercado Común Centroamericano.
Este agotamiento provocó también
el deterioro de las condiciones de
vida de los sectores subalternos y
asalariados, que habían empezado a
organizarse y a presentar demandas.
En 1967 hubo una huelga general
impulsada por los sindicatos:
“La conictividad social empezó a hacerse sentir en 1967 con el
desarrollo de varias huelgas. La de los trabajadores de la fábrica
textil IUSA, en febrero, resultó exitosa. En abril una huelga en
la empresa metalúrgica ACERO, ubicada en Zacatecoluca, en el
interior del país, fue contestada con despidos. Provocó, de inme-
diato, una huelga de solidaridad. Se sumaron a ella los obreros
ferroviarios y los descargadores de los puertos de Acajutla y de
Cutuco. Dos días más tarde, las dos principales centrales sindi-
cales hacían un llamado a la huelga general, el cual era seguido
en la mayoría de las más importantes empresas. Fuentes sindi-
cales cifraban, tal vez exageradamente, en 35 mil los obreros en
paro. La patronal, presionada por el gobierno y por la gremial
de la empresa privada, tuvo que ceder. Los despedidos fueron
readmitidos. Habían sido dos primeras victorias. En septiembre
la lucha de los panicadores fracasó. Pero la clase obrera y
la oposición habían levantado su moral y su disposición de
lucha”
26
.
En 1968 se produjo la huelga de
ANDES 21 de junio, la principal orga-
nización magisterial salvadoreña de
la época. Esta huelga, una de las más
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largas del país, duró cincuenta y seis
días. También el ejército demandó
mayor presupuesto y el gobierno de
Estados Unidos comenzó a propor-
cionarle entrenamiento contrainsur-
gente
27
. A ese respecto, el historiador
Ricardo Ribera amplía:
“El 21 de junio de 1968, un día antes del Día del Maestro, el
magisterio nacional de El Salvador se proclamaba en huelga
general. El movimiento sería impactante para la sociedad
salvadoreña y premonitorio del potente movimiento opositor
de masas que se desarrollaría durante la década siguiente.
Una de las claves de las revoluciones centroamericanas de los
ochenta sería la masividad y beligerancia de un movimiento
popular que empezó a gestarse, en el caso salvadoreño, en la
coyuntura de 1967-1968. Señala el arranque de la crisis social
como consecuencia del asco en que derivó el proceso de inte-
gración económica de la región, conocido como Mercado Común
Centroamericano. Su fracaso provocó la guerra entre El Salvador
y Honduras de 1969 y sentaba las bases para la exacerbación
de las contradicciones sociales a todo lo largo de la década de
los setenta”
28
.
La mal llamada Guerra del Fútbol
no duró ni una semana, pero signicó
la muerte de varios miles de salva-
doreños y hondureños, la repatri-
ación forzosa de cerca de 130 mil
salvadoreños que trabajaban y vivían
en Honduras y la pérdida de vivienda
para unas cien mil personas. Todo
eso, como arma Cardenal, puso
“más presión en la ya precaria situación rural… Cuatro días de
guerra costaron a El Salvador veinte millones de dólares: el 20%
del presupuesto nacional”
29
.
Si bien el general Sánchez
Hernández intentó llevar adelante
un programa de reforma agraria,
tropezó con la oposición decidida
de los terratenientes. Idéntica suerte
enfrentaría su sucesor, el coronel
Arturo Armando Molina (1927- ),
quien llegó a la presidencia en
1972 por uno de los que la juventud
militar calicó en 1979 como
escandalosos fraudes electorales”
30
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ganando unas elecciones en las que su contendiente fue
el ingeniero José Napoleón Duarte (1925-1989), líder del
Partido Demócrata Cristiano. Como candidato a la vice-
presidencia lo acompañó Guillermo Manuel Ungo (1931-
1991), dirigente del Movimiento Nacional Revolucionario, de
inclinación socialdemócrata. Entre tanto, las organizaciones
sindicales que venían trabajando desde los años 20 y 30,
habían intensicado sus acciones organizativas y de lucha a
medida que el sector industrial había crecido, dando lugar a
una creciente clase obrera urbana, a pesar de que la mayor
parte de la población todavía vivía de y en el agro.
Desde el punto de vista de la
izquierda, un resumen de las luchas
sindicales durante buena parte del
siglo XX es la que nos ofrece el artí-
culo titulado
“Las luchas populares del siglo XX en El Salvador”, rmado por
Roberto Pineda: “En la tercera década (1920-1930) presen-
ciamos el inicio de un vigoroso movimiento popular que tiene
diversas vertientes: la sindical que se expresa en la Federación
Regional de Trabajadores Salvadoreños; en la creación desde
la FRTS de puentes entre el trabajo urbano y el trabajo con
sectores campesinos e indígenas; en el surgimiento de sectores
obreros reformistas, anarco-sindicalistas y marxistas y sus
canales de lucha ideológica, en la creación de instancias de
solidaridad internacional con la lucha sandinista así como de
apoyo a las víctimas de la reacción, como es el Socorro Rojo
Internacional…
31
.
El 30 marzo de 1930 había sido
fundado el Partido Comunista por
los dirigentes Abel Cuenca, Miguel
Mármol y Modesto Ramírez, teniendo
entre otros miembros conocidos a
Agustín Farabundo Martí. Esta agru-
pación realizó labores de proselit-
ismo sobre todo en el campo. En
enero de 1932, como ya se mencionó
anteriormente, ocurrió la suble-
vación de grupos campesinos en la
zona cafetalera del occidente de El
Salvador. La represión que siguió a
la insurrección campesina no solo
despojó a los sectores de izquierda
de buena parte de su base social,
sino que consiguió ilegalizar al
movimiento popular. Los comunistas
sobrevivientes pasaron a la clandes-
tinidad. Algunos soportaron varios
años de cárcel
32
. Entre 1940 y 1950,
Pineda añade:
Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
aniversario de su asesinato
221
Revista Realidad 156, 2020
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
…los comunistas y sectores democráticos unican fuerzas y
desarrollan las gloriosas jornadas de abril, mayo y diciembre de
1944. El 2 de abril se produce un levantamiento cívico-militar
que es derrotado por el dictador Martínez. A principios de mayo
se convoca a una Huelga General de Brazos Caídos que el 9 de
este mes logra derrocar al tirano. En octubre hay un contragolpe
reaccionario
33
y en diciembre de ese año contingentes de mili-
tares y jóvenes democráticos incursionan desde Guatemala para
combatir la dictadura, pero son derrotados”
34
.
En la década de los cincuenta,
“los comunistas y los sectores democráticos sufren la repre-
sión del régimen osorista, llegado al gobierno en 1948.
Posteriormente los comunistas reactivan el trabajo universi-
tario y sindical, y logran la publicación de Opinión Estudiantil
y fortalecer AGEUS
35
así como crear en 1957 la Confederación
General de Trabajadores Salvadores, CGTS. Forman en 1958 el
Movimiento Revolucionario Abril y Mayo y el Frente Nacional de
Orientación Cívica, FNOC, para enfrentar a la dictadura militar
lemusista”
36
.
Fue en 1950 cuando el panadero
Salvador Cayetano Carpio fundó el
Comité de Reorganización Obrera
Sindical Salvadoreña (CROSS), una
agrupación de sindicatos comu-
nistas. Capturado por la policía
de Óscar Osorio en 1952, Carpio
pasó dieciocho meses en la cárcel
antes de ser expulsado del país. Se
refugió en México, y ahí escribió el
libro Secuestro y capucha
37
, donde
recogió las experiencias de su
estadía en prisión. Luego viajó a
la Unión Soviética y estudió en la
Escuela de Cuadros del PCUS. A
su regreso a El Salvador, en 1963
consiguió vincularse de nuevo con
el Partido Comunista Salvadoreño.
También hizo prevalecer la preemi-
nencia dentro de esa organización
de cuadros provenientes del
movimiento obrero
38
. En 1961 el
Directorio Cívico Militar lanzó al
exilio y a la cárcel a los dirigentes
del PCS y del movimiento popular.
Aun así, en 1964 Carpio fue electo
secretario general del PCS, y tres
años más tarde dirigió la huelga de
la fábrica ACERO. Al mismo tiempo, el
PCS estaba participando en las elec-
ciones como parte del Partido Acción
Renovadora, PAR.
En esa misma oportunidad, el
médico Fabio Castillo Figueroa, quien
había sido rector de la Universidad
de El Salvador, UES, de 1963 a 1967,
Carmen González Huguet222
Revista Realidad 156, 2020
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desaó el orden establecido como
candidato presidencial desde las las
del PAR al plantear la necesidad de
una reforma agraria. Tales ideas, por
supuesto, solo despertaron recelos
y fuerte oposición en los sectores
empresariales y terratenientes
39
. Se
agudiza en esta época, una serie de
conictos entre los sectores más
vulnerables y empobrecidos de la
población y los sectores económica y
políticamente poderosos, los cuales
irían exacerbándose paulatina-
mente en la década siguiente hasta
desembocar en la guerra civil (1980-
1992). La formación social salva-
doreña, gestada desde el siglo XIX
sobre la expropiación de las tierras
comunales, el monocultivo agroex-
portador del café, y la exclusión y
la marginación de los trabajadores
del agro y de la industria manufac-
turera, no haría sino profundizar sus
contradicciones, en una escalada
de violencia cuyas consecuencias
todavía sufrimos hasta ahora.
1.2. Roque Dalton, resumen biográco
Roque Antonio Dalton García
nació en el barrio de San José, en
la ciudad de San Salvador, el 14
de mayo de 1935. Hasta la fecha,
esta es una zona de clase media
baja ubicada al norte de la capital,
cerca del municipio dormitorio de
Mejicanos. Sus padres, el empre-
sario estadounidense Winall Agustín
Dalton y la enfermera salvadoreña
María García Medrano, jamás cont-
rajeron matrimonio, hecho que lo
obligó a soportar el estigma de ser
“hijo natural” en el seno de una
sociedad tan retrógrada e hipócrita
como la salvadoreña.
Además de ejercer su ocio de
enfermera, María García Medrano
era propietaria de una tienda, “La
Royal”, hoy desaparecida, situada en
la esquina de la Segunda Avenida
Norte y la Calle “5 de noviembre”, en
la ciudad de San Salvador. Dice Carlos
Cañas Dinarte: Allí, un primo de su
madre, Santiago Díaz Medrano, le
enseñó los rudimentos de la escritura
y la lectura. Gracias al apoyo nan-
ciero de su padre y a los esfuerzos de
su progenitora, realizó sus estudios
en el colegio privado Santa Teresita
del Niño Jesús, fundado el 2 de mayo
de 1920”
40
.
Este centro educativo fue dirigido
por las educadoras españolas María
y Mercedes Gonzalbo. Roque Dalton
continuó posteriormente sus estudios
en los colegios Bautista y Externado
de San José. Esta última era, y
todavía es, una institución educativa
jesuita a la que ingresó en 1946 y de
la que se graduó como bachiller en
Ciencias y Letras en 1952. Además, el
futuro poeta recibió clases de inglés
de la profesora Lillian Pohl Müller de
Galindo, la abuela del poeta David
Escobar Galindo, quien en aquellos
años residía al nal del pasaje Rovira,
Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
aniversario de su asesinato
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en las cercanías de la tienda y resi-
dencia de doña María García.
Según la misma fuente, a continu-
ación Roque Dalton realizó estudios
de Jurisprudencia, Ciencias Sociales
y Etnología en la Universidad
Católica de Chile (1953) y en las
estatales de El Salvador (1954-
1959) y México (1961). En mayo de
1954 ingresó a la Asociación de
Estudiantes Universitarios (AEU) de
la Universidad de El Salvador. Al año
siguiente participó en las tertulias
artísticas celebradas en “El rancho
del artista”, centro cultural fundado y
dirigido en la ciudad de San Salvador,
a partir de 1955, por la escritora
hondureña Clementina Suárez. En
1956 fue miembro fundador del
Círculo Literario Universitario y
participó en la puesta en escena de
la obra teatral La Alondra, del escritor
francés Jean Anouilh (1910-1987),
basada en la vida de Juana de Arco.
En junio del mismo año fue
secretario de la primera comisión del
Congreso Estudiantil Universitario, y
comenzó a trabajar para el primer
noticiero de la televisión salva-
doreña, Teleperiódico, así como para
Teleperiódico impreso, empresas
dirigidas por su amigo Álvaro
Menéndez Leal. La misma fuente
arma que, en 1957, Roque Dalton
viajó a Moscú, como uno de los
representantes salvadoreños ante
el VI Festival de la Juventud y los
Estudiantes por la Paz y la Amistad,
organizado por la Federación
Mundial de la Juventud Democrática
(FMJD) y la Unión Internacional de
Estudiantes (UIE). En ese mismo año
el poeta se alió al Partido Comunista
Salvadoreño (PCS), dentro del que
militó por más de una cada. Se
desempeñó como codirector de la
revista estudiantil de la Facultad
de Derecho de la Universidad de El
Salvador. En 1959 viajó a Santiago
de Chile para cubrir periodística-
mente hablando la reunión anual
de la Organización de Estados
Centroamericanos (OEA).
Cañas Dinarte sostiene que: “En
1958, la radio YSKL dio a conocer
el programa noticioso y crítico
Mediodía, dirigido por el doctor
Oswaldo Escobar Velado y el cual
contaba con reporteros como Dalton
y los también escritores José Roberto
Cea y Jorge Campos. Durante las
transmisiones sabatinas, ese espacio
radiofónico difundía el suplemento
cultural Toro de espuma: antología
de la palabra. Por el nivel de sus
críticas, el espacio informativo y su
complemento cultural fueron censu-
rados pocos meses más tarde por el
régimen del teniente coronel José
María Lemus. Sus conductores fueron
salvados de ser capturados por la
policía gracias a una amplia mani-
festación popular, convocada por los
propios locutores durante la última
emisión del programa”
41
.
Al año siguiente Roque Dalton
viajó de nuevo a Chile junto con el
escritor Álvaro Menén Desleal, con
Carmen González Huguet224
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el propósito de dar cobertura peri-
odística a la V Reunión de Cancilleres
de América. Dalton y Roberto Armijo,
también escritor, participaron,
después, en un homenaje poético
al X aniversario de fundación de
la Facultad de Humanidades de la
Universidad de El Salvador. En 1960
asistió en Guatemala por invitación
de los estudiantes de Derecho de la
Universidad de San Carlos (USAC).
Por razones políticas, los dos jóvenes
intelectuales salvadoreños fueron
capturados al salir del avión en el
Aeropuerto “La Aurora”, pero fueron
liberados y devueltos a El Salvador a
los pocos días.
El gobierno de José María Lemus
lo acusó de organizar los desórdenes
callejeros universitarios ocurridos el
13 de diciembre de 1959, motivo
por el que fue capturado y puesto
a las órdenes del Juzgado Quinto
de lo Penal. “Por falta de pruebas
contundentes que justicaran su
detención, fue liberado, bajo anza,
a las 12:30 horas del viernes 8 de
enero de 1960”
42
. A su paso por la
cárcel constató las duras condiciones
de más de un centenar de reos sin
condena presos en la Penitenciaría
Central de San Salvador, lo que lo
llevó a iniciar una cruzada dentro
de la Asociación de Estudiantes de
Derecho (AED) de la Universidad de
El Salvador, con el n de darles asis-
tencia jurídica gratuita
43
.
Fue detenido de nuevo el 25 de
agosto de 1960 en las inmediaciones
del capitalino Parque Infantil de
Diversiones y “desaparecido por
varias semanas. Arma la misma
fuente: amenazado de muerte por
sus captores, fue incomunicado en
las bartolinas del cuartel central
de la Policía Nacional (donde no
fue registrado su ingreso como reo)
y en el fatídico callejón número
nueve” de la Penitenciaría Central
(San Salvador, hoy Fondo Social para
la Vivienda). Fue liberado junto con
otros reos políticos tras el derro-
camiento de Lemus, en la mañana
del miércoles 26 de octubre de
1960. Fue recibido y vitoreado en
las afueras del reclusorio por una
multitud compuesta por veinticinco
mil personas. Poco después, rindió
su declaración como ofendido en
contra de sus captores, en los tribu-
nales de la capital salvadoreña.
Su testimonio de esas semanas de
inhumana detención fue narrado por
él mismo en tres artículos, apare-
cidos en la sección editorial de El
Diario de Hoy, en diciembre de ese
mismo año. Gracias a su denuncia y
a otras muchas, el callejón número
nueve” fue demolido entre febrero
y marzo de 1961. En una ceremonia
desarrollada en Casa Presidencial
(barrio de San Jacinto), a partir de
las 11:00 horas del sábado 5 de
noviembre de 1960, la golpista
Junta de Gobierno entregó a la
Asociación General de Estudiantes
Universitarios Salvadoreños (AGEUS)
las chas de cada uno de los estu-
diantes detenidos, entre las que
se encontraba la de Dalton, cuyas
Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
aniversario de su asesinato
225
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fotos fueron incluidas en la edición
mexicana de Taberna y otros lugares
(edición denitiva,xico D. F., 1988,
con un poema agregado de cuatro
partes y palabras prologales de
Eraclio Zepeda). Tras el golpe real-
izado por el Directorio Cívico Militar
contra la Junta de Gobierno (enero de
1961), la inseguridad e inestabilidad
social reinantes en el país lo condu-
jeron fuera de las fronteras nacio-
nales. Vivió y trabajó en Guatemala,
México y La Habana, ciudad… en la
que laboró como comentarista para
Radio Habana y la agencia noticiosa
Prensa Latina. Además, frecuentó
los locales de Casa de las Américas
y la Unión de Escritores y Artistas
Cubanos (UNEAC)”
44
.
En Cuba entabló amistades
duraderas y conquistó la admiración
de muchas guras de la intelec-
tualidad de la época. Fue en La
Habana donde conoció a su hermana
Margarita Dalton (nacida en xico,
en 1943), por entonces estudiante
de Antropología en la universidad
local y quien ganaría un concurso
de novela juvenil en su ciudad natal
(1967), con su Larga Sinfonía en D y
había una vez, un homenaje a la droga
hippie LSD. Fue durante su primera
estancia en la capital cubana cuando
su poemario El turno del ofendido fue
galardonado con mención honoríca
en el certamen Casa de las Américas
(La Habana, 1962). En El Salvador, su
cuento escénico El juicio del día fue
divulgado por la revista Vida univer-
sitaria (San Salvador, nos. 6-7, 1962)
45
.
A pesar de saber que su vida
se vería amenazada, Roque Dalton
retornó a El Salvador en 1963.
Fue capturado nuevamente en
septiembre de 1964 y recluido en
el penal de Cojutepeque. Se fugó
de esta prisión a raíz del sismo del
3 de mayo de 1965, que provocó el
derrumbe de una de las paredes de
su celda. De regreso en Cuba, formó
parte del consejo de colaboradores
de la revista Casa.
Al año siguiente viajó a Praga,
entonces capital de Checoslovaquia,
donde trabajó en el comité de redac-
ción de la revista internacional
Problemas de la paz y el socialismo.
Allí, redactó un complejo trabajo
poético experimental, basado en
los poemas-problemas” y en sus
constantes visitas a la taberna
U’Fleku. Amparado con el seudónimo
“Farabundo, presentó el manuscrito
de este poemario al certamen liter-
ario continental y anual de Casa de
las Américas (La Habana, Cuba, 1969)
en el que su libro Taberna y otros
lugares obtuvo el primer premio
46
.
Fue en la capital de Checoslovaquia
donde realizó las entrevistas al líder
obrero Miguel Mármol, quien había
salvado la vida de manera providen-
cial en 1932. De dichas entrevistas
nació el libro testimonial Miguel
Mármol (San José, Costa Rica, 1972.
Hay traducción al inglés realizada
por Kathleen Ross y Richard Schaaf,
con prólogos de Manlio Argueta y
Margaret Randall, 1986). El autor se
Carmen González Huguet226
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reencontró con su esposa Aída y sus
tres hijos —Roque Antonio, Juan José
y Jorge Vladimiro— en Praga en 1967.
Posteriormente, ese mismo año se
trasladó a Cuba, desde donde viajó
a Sur América, Europa, Rusia, Corea
del Norte y Vietnam. En 1970, Dalton,
quien ya contaba treinta y cinco
años, renunció a su trabajo como
miembro del Comité de Colaboración
de Casa de las Américas y recibió
un intenso entrenamiento militar,
motivado por su deseo de ingresar a
los movimientos guerrilleros centro
y latinoamericanos. Tres años más
tarde viajó a Chile por invitación
del gobierno socialista de Salvador
Allende, desde donde regresó a El
Salvador con una nueva identidad:
“Julio Delfos Marín”.
Se integró al Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP),
organización clandestina cuyos diri-
gentes lo capturaron el 13 de abril de
1975. Lo enjuiciaron al día siguiente
en un proceso durante el cual lo
defendió el poeta Eduardo Sancho,
conocido como comandante Fermán
Cienfuegos”). Fue ejecutado a tiros
por orden de los dirigentes Domingo
Mira (“Sebastián Urquilla”) y Joaquín
Villalobos. Aunque los datos exis-
tentes son aún confusos y obran en
poder exclusivo de los participantes
de ese hecho sangriento, la infor-
mación disponible permite establ-
ecer que Dalton murió en una casa
del barrio Santa Anita y que después
fue trasladado a las cercanías
volcánicas de Quezaltepeque, el 10
de mayo de 1975. En esa zona rural,
su cuerpo fue abandonado, devorado
por animales, semienterrado, descu-
bierto por autoridades y perdido
para siempre en una barranca, según
lo estableció, en 1993, un informe
de la Misión de Observadores de las
Naciones Unidas para El Salvador
(ONUSAL)”
47
.
Sus trabajos aparecieron en
muchas publicaciones de El Salvador,
Cuba y México, entre las que se
cuentan Hoja, La Jodarria, Opinión
estudiantil (órgano universitario
salvadoreño del que fue corredactor
en 38 números de su decimocuarta
época, entre junio de 1955 y julio
de 1956), La Universidad, Gallo gris,
Tribuna libre, El independiente (del
cual fue redactor), Letras de Cuzcatlán,
Abril y Mayo, Diario Latino, La Prensa
Gráca, El Diario de Hoy, Vida univer-
sitaria, Marcha, Tláloc, La pájara pinta,
La gaceta de Cuba, El caimán barbudo
y más.
Publicó los libros Dos puños por
la tierra (poesía, San Salvador, 1955,
en coautoría con el poeta y revolu-
cionario guatemalteco Otto René
Castillo), Mía junto a los pájaros (San
Salvador, 1958), La ventana en el rostro
(poesía,xico, 1961, con prólogo de
Mauricio de la Selva), El mar (poesía,
La Habana, 1962, en edición de diez
páginas patrocinada por la librería “La
Tertulia”, propiedad de Fayad Jamís),
El Salvador (monografía, La Habana,
1963), Los testimonios (poesía, La
Habana, UNEAC, 1963, 75 págs.), César
Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
aniversario de su asesinato
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Vallejo (ensayo, La Habana, 1963, 50
págs.), El otro mundo (1963), Poemas
(San Salvador, 1967), El intelectual
y la sociedad (conversaciones con
escritores, xico D. F., 1969. Existe
una traducción al italiano, realizada
ese mismo año), Los pequeños in-
ernos (poesía, Barcelona, 1970, con
palabras de José Agustín Goytisolo),
¿Revolución en la revolución? y la
crítica de derecha. (La Habana, 1970),
Las historias prohibidas del Pulgarcito
(prosas y poemas, México D. F., 1974),
Pobrecito poeta que era yo (novela,
titulada alguna vez como Los poetas,
San José, Costa Rica, 1976. Hay
traducción al alemán —Armer kliener
Dichter, der Ich war—, realizada por
Silvia Pappe, y publicada en Basel,
Rotpunkt Verlag, 1986), Caminando
y cantando (pieza dramática, San
Salvador, revista Abra, 1976), Poemas
clandestinos (San Salvador, 1980), Los
helicópteros (pieza dramática, escrita
en colaboración con “Peperuiz”,
pseudónimo del escritor y abogado
Dr. José Napoleón Rodríguez Ruiz,
San Salvador, 1980), Las enseñanzas
de Viet-Nam (apuntes, California,
1981), Un libro rojo para Lenín (poesía,
Managua, 1986) y Un libro levemente
odioso (poesía, México D. F., 1988).
Los poemas de Roque Dalton
aparecen en muchas antologías
publicadas en ediciones bilingües
en Europa, Estados Unidos
Centro y Sur América, como En la
humedad del secreto (recopilación
de poemas dispersos y antología
crítica, preparada por Rafael Lara
Martínez, San Salvador, Dirección
de Publicaciones e Impresos, 1994,
con reimpresión en mayo de 1995),
Small hours of the night (Willimantic,
Cubstone Press, 1996, edición de
Hardie Saint Martín que recibió un
premio estadounidense a la mejor
traducción al inglés en 1997, gracias
a las versiones hechas por Jonathan
Cohen, James Graham, Paul Pines y
otros), Antología mínima (selección de
Luis Melgar Brizuela, San José, Costa
Rica, EDUCA, 1998) y La ternura no
basta (con prólogo de Víctor Casaus,
La Habana—Sevilla, Fondo Editorial
Casa de las Américas—Área de
Cultura de la Diputación de Sevilla,
1999, 478 págs.).
Parte 2: Análisis del poema “Porqué escribimos”.
Temática, contenido, métrica y guras literarias
Este poema es una composición
en verso libre que pertenece al
tercer poemario que Roque Dalton
publicó en vida. Después de su
obra debut: Dos puños por la tierra,
publicada en San Salvador, en 1955,
en coautoría con el poeta y revolu-
cionario guatemalteco Otto René
Castillo, y del poemario titulado Mía
junto a los pájaros (San Salvador,
1958), Roque Dalton publicó otro
poemario: La ventana en el rostro, en
Carmen González Huguet228
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la ciudad de xico, en 1961, con
prólogo del escritor y militante de
izquierda salvadoreño Mauricio de la
Selva. La ventana en el rostro es una
obra de juventud, ya que en 1961 el
autor cumplió veintiséis años. Pero
hay que matizar: a los veintiséis
años Roque Dalton ya había pasado
al menos dos veces por la cárcel,
había luchado con éxito por derrocar
al gobierno militar de José María
Lemus, estuvo por primera vez en
Chile, donde conoció a Diego Rivera,
y en Moscú, en donde tomó contacto
con el llamado socialismo real”. A
pesar de sus pocos años, el autor ya
tenía cierta andadura vital, política y
literaria.
La temática de este poema es un
verdadero Ars poetica, o Arte poético,
esto es, una declaración de los prin-
cipios en que se basa el trabajo
literario del autor
48
. Nos entrega,
explícitas, las razones por las cuales
escribe. Y para explicarlas, recurre a
una de las guras literarias que le
son más queridas, habida cuenta de
las numerosas ocasiones en que echó
mano de ella: la enumeración. De
esta manera, construye una acumu-
lación de hechos, cosas y gentes que
van amplicando, como los círculos
concéntricos en un estanque cuando
alguien arroja una piedra, el sentido
y la emoción en un crescendo que
se resuelve al nal, casi siempre en
un epifonema lapidario
49
.
De esta manera progresiva el
autor va construyendo un tono
emocional dentro de una serie de
sintagmas verbales que nada tiene
de azarosa, ni de espontánea. No hay
nada de improvisado ni de natural”
en este poema de Dalton. Por el
contrario, cada término está colo-
cado por una razón. Todo el primer
párrafo gira en torno a un verbo
principal: “Uno hace versos y ama”.
El subrayado es nuestro. A ese verso
corresponden tres complementos
directos:
1) La extraña risa de los niños. Este
sintagma podría ser una metáfora
de la infancia.
2) El subsuelo del hombre/ que en
las ciudades ácidas disfraza su
leyenda. Posible metáfora del
proletariado urbano.
3) La instauración de la alegría/ que
profetiza el humo de las fábricas.
Acá encontramos una posible
metáfora de la revolución y alude
nuevamente al proletariado
urbano.
Aquí conviene hacer una nota al
margen: cuando La ventana en el
rostro fue publicado en México, en
1961, en El Salvador estaba formán-
dose un sector industrial manufac-
turero de cierta pujanza gracias a
la construcción de la primera presa
hidroeléctrica con la que contó el
país: la 5 de noviembre, conocida
popularmente como “la Chorrera del
Guayabo, inaugurada el 21 de junio
de 1954
50
, durante el gobierno de
Óscar Osorio (1910-1969), antecesor
de José María Lemus. Fue este
Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
aniversario de su asesinato
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proyecto de infraestructura el que
dotó al país de la energía necesaria
para la electricación de los princi-
pales núcleos urbanos y para el func-
ionamiento de las nacientes fábricas.
Este fue el detonante para la apar-
ición o, al menos, para el crecimiento
a niveles masivos de un importante
proletariado urbano proveniente
del éxodo del campo a la ciudad,
proletariado que vino a asentarse
en las nacientes “villas miseria” o
cinturones de pobreza que comen-
zaron a surgir en los alrededores de
la capital y municipios aledaños. Es
a esta realidad a la que Dalton hace
referencia. En el siguiente párrafo el
autor echa mano, una vez más, a la
enumeración. Arma: “Uno tiene en
las manos..:
1) Un pequeño país. Alude aquí, ¿qué
duda cabe?, a la pequeñez territo-
rial de El Salvador.
2) Horribles fechas. Ya entonces, y
más hoy en día, nuestra historia
está llena de fechas nefastas.
Podría ser una alusión velada a
los sucesos de 1932.
3) Muertos como cuchillos exigentes.
El sentido es obvio. Desde el
punto de vista retórico, este verso
recoge un símil.
4) Obispos venenosos. Alude aquí
al sector ultraconservador de la
Iglesia Católica, plegado a los
intereses de los poderosos.
5) Inmensos venes de pie/sin más
edad que la esperanza. Al leer esto
pienso en Víctor Manuel Marín,
uno de los héroes, hoy olvidados,
del levantamiento militar del 2
de abril de 1944, a quien Oswaldo
Escobar Velado mencionó en un
poema
51
.
6) Rebeldes panaderas con más poder
que un lirio. ¿Hay aquí una velada
alusión a Salvador Cayetano
Carpio, líder sindical del sector
de panicadores?
7) Sastres como la vida. Esta es una
posible alusión al líder de izqui-
erda Miguel Mármol, de ocio
sastre.
8) Páginas
9) Novias
10) Esporádico pan. Esta imagen, con
su poderoso epíteto, aluden a la
pobreza. En buen salvadoreño
remite al refrán: Coyol quebrado,
coyol comido.
11) Hijos enfermos. Otra alusión,
esta vez aún más violenta, a la
pobreza.
12) Abogados traidores/nietos de la
sentencia y lo que fueron/bodas
desperdiciadas de impotente
varón. Convendría aquí trazar un
vínculo de intertextualidad con
el poema Vida, pasión y muerte
del antihombre, de Pedro Geoffroy
Rivas
52
.
13) Madre,
14) Pupilas, (Aquí la ambigüedad
no está despejada: ¿se reere
a las pupilas de los ojos? En El
Carmen González Huguet230
Revista Realidad 156, 2020
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Salvador se les llamaba, y todavía
se llama así, pupilas” a las
señoritas que viven en habita-
ciones de alquiler. Con frecuencia
se trata de jóvenes estudiantes
que vienen a la capital a seguir
estudios universitarios).
15) Puentes,
16) Rotas fotografías y programas…
Aquí conviene hacer otra nota
al margen para señalar la poderosa
selección de epítetos
53
. Para Roque
Dalton, la risa de los niños es
extraña”, las ciudades son “ácidas”,
tal vez por lo que tiene de corrosivo
el paisaje urbano. En su poesía, la
violencia queda retratada en esos
muertos como cuchillos exigentes”.
Exigentes porque nos pedirán
cuentas, en el sentido evangélico del
término, y aquí el texto nos remite al
pasaje de Mateo 25: 35-45: “Porque
tuve hambre, y me disteis de comer,
etc.. Y otro tanto sucede con los
obispos venenosos”.
Roque Dalton no alcanzó a pres-
enciar el breve período durante el
cual monseñor Óscar Arnulfo Romero
fue arzobispo de San Salvador. El
primer santo salvadoreño hubo de
soportar la incomprensión, y viru-
lenta oposición en algunos casos, de
varios miembros de la Conferencia
Episcopal salvadoreña, por no hablar
de la campaña de difamación de la
que lo hizo víctima un sector oscu-
rantista del gran capital, que llegó
a acuñar la ominosa frase: “Haga
patria: mate a un cura”, a nes de los
años setenta y primeros ochenta del
siglo XX. Sería tema de otro trabajo
explorar la posición de este poeta
hacia una iglesia que, al menos en
ciertos sectores, estaba cambiando
en lo que se reere a su papel social.
Hay una tercera enumeración,
iniciada con el pronombre indenido
usado en un sentido impersonal,
como en el famoso tango
54
: “Uno se
va a morir,/ mañana,/ un año, un mes
sin pétalos dormidos,/ disperso va a
quedar bajo la tierra/ y vendrán nuevos
hombres/ pidiendo panoramas”. El
sentido no puede ser más claro:
la muerte, esa realidad ineludible
que nos alcanzará a todos tarde
o temprano, va a suprimir a los
testigos de esta época. La poesía es
aquí, pues, testimonio de un tiempo
concreto, de unos hechos históricos,
de las acciones y omisiones de
nuestros coetáneos.
La cuarta enumeración:
“Preguntarán qué fuimos,/ quienes
con llamas puras les antecedieron,/ a
quiénes maldecir con el recuerdo. La
historia encarna, aquí, para Dalton,
el juicio inapelable dictado por los
marginados, por los desposeídos, por
los excluidos, por los ofendidos (no
en balde uno de sus libros posteri-
ores se habrá de titular El turno del
ofendido), por los olvidados, usando
el término de la famosa película de
Buñuel, contra los privilegiados, los
sectores económica y políticamente
poderosos, los usufructuarios de la
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aniversario de su asesinato
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Revista Realidad 156, 2020
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riqueza de la nación, que debería ser
para todos y no solo para unos pocos.
El epifonema no podría ser más
contundente y se concentra en los tres
últimos versos: “Bien./ Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que
nos toca”. En la poesía de Dalton no
hay vocablos colocados porque sí”
o antojadizamente. Cada palabra ha
sido escogida con cuidado innito. El
verbo es claro: custodiamos. Según el
Diccionario de la Lengua Española,
custodiar signica, en primera
instancia, guardar algo con cuidado
y vigilancia”, y en su segunda acep-
ción: “vigilar a alguien, generalmente
a un detenido, para evitar que escape.
De esta manera, Roque Dalton
nos está diciendo que, desde su
concepción de la poesía, y del “deber
ser” del poeta, este es el deposi-
tario de los hechos históricos de su
tiempo, legado que debe guardar con
cuidado y vigilancia”, pero también
que dicha historia es rehén de este
custodio, en la gura del poeta, como
representante de los desposeídos, de
los excluidos, de los ofendidos y olvi-
dados. En una palabra: de aquel que,
como el profeta, es la “voz de los sin
voz”. La doble signicación del verbo
custodiar nos indica que su selección
y uso no fueron casuales: el poeta
guarda, pero también vigila, para que
no se tuerza la recta interpretación
de la historia. En una palabra: la
ortodoxia al estudiar y comprender
los hechos de ese “tiempo que nos
toca”.
Y ese “tiempo que nos toca”
también juega con la ambigüedad
del verbo “tocar”: a) Nos toca: es
decir, nos atañe, nos corresponde, y b)
Nos toca literalmente. Esto es: posa
su mano sobre nosotros, nos percibe
(y lo percibimos a la vez) a través
del tacto, entramos en contacto
con él, lo asimos, o nos toma con
sus manos, y tiene, además, por esa
cercanía innegable, la posibilidad de
vulnerarnos, de golpearnos, de heri-
rnos. El tiempo constantemente nos
erosiona, nos desgasta, nos muele
con los invisibles dientes de los
años, los meses, los días, las horas,
los minutos y los segundos.
No en balde la esgrima se
considera el arte de tocar sin ser
tocado. Y la poesía no deja de ser una
forma superior de esgrima verbal.
Nadie comprendió como Roque
Dalton que la lucha ideológica se
libraba, y se libraría, sobre todo en el
lenguaje. Y de manera aún más espe-
cial en la poesía política. Al menos,
tal como él la concebía.
Carmen González Huguet232
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Parte 3: Análisis del “Poema de amor”.
Temática, contenido, métrica y guras literarias
La temática de este poema se
reere a la situación de muchos
salvadoreños en la época en que
el texto se gestó (años sesenta del
siglo XX, ya que la primera edición
del libro donde aparece el poema,
Las historias prohibidas del Pulgarcito,
es de 1974 y fue publicada en la
ciudad de xico, D. F.). Se trata de
un poema de madurez, si se puede
hablar de ello en un hombre que fue
muerto cuatro días antes de cumplir
cuarenta años. En 1974 Roque Dalton
cumplió treinta y nueve años y fue
asesinado el 10 de mayo de 1975.
El poema que vamos a analizar
está formado, como la mayoría de
los del autor, por versos libres. Esto
es: sin rima, sin medida homogénea y
sin esquemas rítmicos constantes. La
temática que aborda es una repre-
sentación de la marginación, o más
bien, de los marginados, ya que las
imágenes que nos va planteando
nos dibujan el retrato de una nación
de hombres y mujeres excluidos, sin
acceso a ninguna forma de represen-
tación política, ni a la propiedad de
los medios de producción, tal como
era el caso de la mayoría de los
habitantes de El Salvador en aquella
época e, incluso, hoy en día.
La estructura del poema se
asemeja a la de un decreto. La
prolongada enumeración, que consti-
tuye la mayor parte del cuerpo del
texto, constituye los considerandos”
de este decreto poético. Dicha
enumeración, que describe una
serie de hechos de explotación muy
concretos, acumula un crecendo
que se resuelve en los dos últimos
versos. Ahí, donde el autor dice: “mis
compatriotas,/ mis hermanos”, encon-
tramos el verdadero epifonema.
Si bien el lenguaje, en la mayor
parte del poema, es fundamental-
mente denotativo, aquí y allá hay
destellos de cierta connotatividad.
Veamos la enumeración:
1- Los que ampliaron el Canal de
Panamá/ “y fueron clasicados
como “silver roll” y no como “gold
roll”). Acá conviene explicar que
en 1904, cuando el gobierno
de los Estados Unidos recibió
las obras del Canal de Panamá
de manos de los inversioni-
stas franceses, esta mega obra
de ingeniería estaba llena de
problemas de todo tipo. Uno de
los mayores era conseguir su-
ciente mano de obra, especial-
mente calicada, para continuar
los trabajos. Además, la región
era azotada por muy adversas
condiciones climatológicas,
topográcas y, especialmente,
Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
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de salubridad. El paludismo y la
ebre amarilla diezmaban las
las de trabajadores y técnicos.
En aquella época, y aún ahora,
los funcionarios estadounidenses
eran racistas. De modo que
clasicaron” a los trabajadores
en dos grandes categorías: había
un escalafón llamado gold roll”
para los trabajadores “blancos”,
y otro llamado silver roll” para
los de origen amerindio, afrode-
scendiente o asiático. La paga y
las prestaciones eran muy dife-
rentes en cada bloque
55
. Es, pues,
una expresión de la inequidad, la
discriminación, la marginación
y la explotación sufrida por los
trabajadores solo por el hecho de
no ser “blancos” estadounidenses.
2- Los que repararon la ota del
Pacíco/ en las bases de California.
A partir del 7 de diciembre de
1941, a raíz del ataque japonés
a la base naval de Pearl Harbor
en Hawaii, los Estados Unidos
entraron a la Segunda Guerra
Mundial para luchar en el bando
de los Aliados contra las poten-
cias del Eje: Alemania, Italia y
Japón. De manera masiva, los
hombres estadounidenses fueron
llamados a las, creando un vacío
en las las de los trabajadores,
que fue llenada por las mujeres
y por inmigrantes llegados del
resto del hemisferio. Por cierto,
una hermana de mi madre, María
Julia Huguet Cañas, fue empleada
para soldar planchas metálicas
destinadas a dicha ota, y ella
realizó ese trabajo en un lugar
llamado Presidio, en la ciudad de
San Francisco, California, aunque
dicho lugar no era ninguna
prisión.
3- Los que se pudrieron en las
cárceles de Guatemala,/ xico,
Honduras, Nicaragua/ por ladrones,
por contrabandistas, por estafa-
dores,/ por hambrientos… Acá
el autor enfatiza la criminal-
ización de la pobreza, fenómeno
social que tanto golpea a los
emigrantes, aún ahora. Acá el
verbo pudrieron tiene un claro
sentido connotativo. Igual sucede
en el verso siguiente: los siempre
sospechosos de todo. Y a continu-
ación cita de manera supuesta-
mente textual una nota judicial:
(“me permito remitirle al inter-
fecto/por esquinero sospechoso/
y con el agravante de ser salva-
doreño”). Esta frase recalca de
manera violentamente irónica la
exclusión y la discriminación en
razón del origen y de la nacio-
nalidad. El término interfecto
signica, según el Diccionario de
la Lengua Española: “Dicho de una
persona; Muerta violentamente, en
especial si ha sido víctima de una
acción delictiva”. Esto signica
que el pobre hombre en cuestión
fue presuntamente muerto por
la policía, o por el representante
de alguna otra autoridad compe-
tente, sin que probablemente se
Carmen González Huguet234
Revista Realidad 156, 2020
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siguiera investigación o indaga-
toria alguna.
4- Las que llenaron los bares y los
burdeles/ de todos los puertos y
las capitales de la zona. Alude acá
al ejercicio de la prostitución y
de la llamada “trata de blancas”,
de la cual han sido, y desgra-
ciadamente todavía son, víctimas
innumerables mujeres que ayer
y ahora caen en las garras del
crimen organizado. Y a continu-
ación menciona los nombres,
reales o supuestos, de los
lupanares donde dichas mujeres
son explotadas.
5- Los sembradores de maíz en plena
selva extranjera. Esta es una
posible alusión a las bananeras,
en la costa norte de Honduras,
adonde muchos salvadoreños
emigraron durante buena parte
del siglo XX, hasta que en 1969, a
raíz de una reforma agraria impul-
sada por el gobierno hondureño,
fueron expulsados violentamente
de ese país y retornados a la
fuerza a El Salvador, en un inci-
dente internacional que dio lugar
a la mal llamada Guerra del
Fútbol”.
6- Los reyes de la página roja. Alude
a la antedicha criminalización de
la pobreza, con o sin fundamento
real.
7- Los que nadie sabe nadie de dónde
son. Tan insignicante era hasta
hace unos años El Salvador, que
casi nadie sabía su ubicación
geográca. Hoy, a raíz de tantos
hechos de violencia que se han
suscitado en nuestro territorio
nacional, esto ha comenzado a
cambiar. Ahora no solo muchos
ya saben, o tienen una idea
aproximada, de dónde queda El
Salvador, sino que empezamos,
por el hecho de ser salvadoreños,
a llevar cierto estigma sangriento
y doloroso.
8- Los mejores artesanos del mundo.
Creo que al respecto sobran los
comentarios.
9- Los que fueron cosidos a balazos al
cruzar la frontera. A diferencia de
los mexicanos, que son cosidos a
balazos “solo al cruzar una fron-
tera: la que divide a México de los
Estados Unidos, los inmigrantes
salvadoreños tienen que cruzar
tres fronteras: la de El Salvador
hacia Guatemala, la de este país
hacia México, y la de México a los
Estados Unidos. En realidad, no
importa de qué frontera se trate:
en todas los inmigrantes salva-
doreños (y otro tanto les sucede
ahora a los hondureños) no son
bienvenidos.
10- Los que murieron de paludismo/ o
de las picadas del escorpión o de la
barba amarilla/ en el inerno de las
bananeras. De nuevo, estos versos
Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
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aluden a las difíciles condiciones
de trabajo, tanto en el Canal de
Panamá (paludismo), como en
la costa norte de Honduras. La
barba amarilla (su nombre cientí-
co es Bothrops atrox) es una de
las serpientes más venenosas de
América Central.
11- Los que lloraron borrachos por el
himno nacional/ bajo el ciclón del
Pacíco o la nieve del norte. La
nostalgia es un fenómeno común
a todos los migrantes. Creo que
este verso no precisa explicación.
12- Los arrimados, los mendigos, los
marihuaneros,/los guanacos hijos
de la gran puta… Este verso
tampoco precisa mayor expli-
cación. Sigue la enumeración
de los excluidos. Guanacos es el
término por el que son conocidos,
coloquialmente, los salvadoreños,
así como los guatemaltecos son
llamados chapines, los hondu-
reños reciben el nombre de
catrachos, a los nicaragüenses se
les dice chochos o nicas, y a los
costarricenses, ticos.
13- Los que apenitas pudieron
regresar,/ los que tuvieron un poco
más de suerte,/ los eternos indocu-
mentados… Pocos sueños y deseos
son tan recurrentes, también, para
los migrantes, que el del regreso.
Ojalá, con éxito y con plata.
14- Los hacelotodo, los vendelotodo, los
comelotodo… en estas construc-
ciones idiomáticas, verdaderos
neologismos, el autor concentra
el sentido de lo que la pobreza y
la exclusión obliga a hacer a los
oprimidos.
15- Los primeros en sacar el cuchillo.
En general, las personas que
han vivido carentes de casi todo
tienen poca tolerancia a la frus-
tración. Las respuestas violentas
son aprendidas muy pronto en
una sociedad que no se distingue
por acoger solidariamente a nadie,
mucho menos a los desposeídos.
16-Los tristes más tristes del mundo.
Por esta y otras razones, nada
más frecuente que una actitud
desesperanzada y deprimida ante
un horizonte vital que ofrece tan
pocas posibilidades de alcanzar
la realización personal y la feli-
cidad
56
.
17- Mis compatriotas,/ mis hermanos.
En estos dos versos, que consti-
tuyen, como dijimos, el epifonema,
encontramos una conclusión
golpeante e impactante no solo
porque es el cierre justo de tanta
acumulación de sentido, sino
porque en estas cuatro palabras
el autor se identica plenamente
con aquellos que ha venido
describiendo de una manera
pseudo-desapasionada.
Carmen González Huguet236
Revista Realidad 156, 2020
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
Cuando Dalton asume no solo
la identidad sino, sobre todo, el
origen y el destino de los hombres
y mujeres retratados en este poema,
está planteando una opción de vida,
pero también toda una ética que se
convierte, en el caso de este autor,
en una praxis política. Como él
mismo dijo en otro poema: “Poesía/
Perdóname por haberte ayudado a
comprender/ que no estás hecha solo
de palabras”. Lo cual, por no hablar, por
hoy, del contenido, es una verdadera
imagen poétic: es claro que no fue
él quien le ayudó a comprender a la
poesía tal cosa, sino al revés.
O, quizás, fue la misma realidad
salvadoreña, tan monstruosa y
desmesurada, la que le enseñó al
poeta todo: la necesidad de una
praxis política que alimentaba, y se
alimentaba a su vez y simultánea-
mente, de su praxis literaria. Para
cuando el libro Las historias prohi-
bidas del Pulgarcito salió publicado,
a su autor le quedaban solo unos
pocos meses de vida. Y cada una de
las palabras en ese libro las expresó,
como todas las del resto de su obra,
y las sostuvo, hasta su último respiro,
con su propia vida.
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Carmen González Huguet238
Revista Realidad 156, 2020
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Carmen González Huguet, revisada por
Rafael Lara Martínez, Gloria González-
Martin y María Elena Vidales de Bottlick.
Documentación de acuerdo a los origi-
nales conservados en los archivos del
Departamento de Estado proporcionada
por: Carlos Cañas Dinarte, publicados
en Revista de la Escuela de Ciencias de
la Comunicación, Universidad “Dr. José
Matías Delgado, Año 8, Vol. 8, No. 1,
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Transition to Democracy. University of
Pittsburg Press, Pensilvania, EUA.
9. D. O. 281, tomo 131, Decreto Legislativo
número 93, del 15 de diciembre de 1941:
el gobierno de El Salvador declaró la
guerra a Alemania y a Italia. Previamente,
el 8 de diciembre de ese año, mediante
el Decreto Legislativo número 90, le
había declarado la guerra a Japón.
10. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 345.
11. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 387.
12. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 387.
13. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 387
y ss.
14. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 388.
15. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 389.
16. Este militar estuvo casado con Floritchica
Valladares, la única hija de la escritora
Matilde Elena López (1919-2010).
17. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 390.
18. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 390.
19. Noventa centavos de dólar al día. El
salario anterior era de veinticinco
centavos diarios por recolectar café.
Ver: http://www.simpatizantesfmln.org,
consultado el 11 de noviembre de 2016.
A esta fecha, el salario mínimo diario
agrícola era de $4.13. Cincuenta años,
y una guerra después, el salario mínimo
en el campo apenas ha aumentado poco
más de cuatro dólares diarios. Esa es una
de las razones, aunque no la única, por
la que la sociedad salvadoreña sigue
siendo tan excluyente y tan desigual.
20. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 390
y 391.
21. Tomado de: PNUD: Incrementa número
de salvadoreños que viven con menos de
diez dólares. Pobreza en El Salvador bajó
5% en 2013, artículo de Laura Bernal
publicado el 25 de agosto de 2014 en
Contrapunto, periódico digital salvado-
reño.
Ver:http://www.contrapunto.com.sv/
archivo2016/nacionales/gobierno/pnud-
incrementa-numero-de-salvadorenos-
que-viven-con-menos-de-diez-dolares,
consultado el 16 de noviembre de 2016.
22. Tomado de: PNUD: Incrementa número
de salvadoreños que viven con menos de
diez dólares. Pobreza en El Salvador bajó
Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
aniversario de su asesinato
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Revista Realidad 156, 2020
ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
5% en 2013, artículo de Laura Bernal
publicado el 25 de agosto de 2014 en
Contrapunto, periódico digital salvado-
reño.
Ver:http://www.contrapunto.com.sv/
archivo2016/nacionales/gobierno/pnud-
incrementa-numero-de-salvadorenos-
que-viven-con-menos-de-diez-dolares,
consultado el 16 de noviembre de 2016.
23. STPP y MINEC-DIGESTYC (2015).
Medición multidimensional de la
pobreza. El Salvador. S. S.: Secretaría
Técnica y de Planicación de la
Presidencia y Ministerio de Economía,
a través de la Dirección General de
Estadística y Censos.
24. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 391.
25. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 392.
26. Ribera, Ricardo. El año histórico de 1968.
Diez acontecimientos que cambiaron el
mundo. Versión digital: http://www.uca.
edu.sv/facultad/chn/c1170/ribera6.pdf,
consultada el 11 de noviembre de 2016.
27. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 393.
28. Ribera, Ricardo. El año histórico de 1968.
Diez acontecimientos que cambiaron el
mundo. Versión digital: http://www.uca.
edu.sv/facultad/chn/c1170/ribera6.pdf,
consultada el 11 de noviembre de 2016.
29. Cardenal, Rodolfo (1996). O. c. Pág. 393
y s.
30. Proclama de la Fuerza Armada, del 15 de
octubre de 1979.
https://es.wikisource.org/wiki/
Proclama_de_la_Fuerza_Armada_de_
la_Rep%C3%BAblica_de_El_Salvador,
consulta del 11 de noviembre de 2016.
31. Pineda, Roberto (2010). Las luchas popu-
lares del siglo XX en El Salvador”. En
SIEP, Servicio Informativo Ecuménico
y Popular. En www.ecumenico.org.
Publicado el 9 de octubre de 2010 y
consultado el 15 de noviembre de 2016.
32. Ver: Dalton, Roque (2005). Miguel Mármol,
los sucesos de 1932 en El Salvador. San
Salvador, UCA Editores. ISBN 978-99923-
34-96-6.
33. Esto sería el golpe de Osmín Aguirre.
34. Pineda, Roberto (2010). Las luchas popu-
lares del siglo XX en El Salvador”. En
SIEP, Servicio Informativo Ecuménico
y Popular. En www.ecumenico.org.
Publicado el 9 de octubre de 2010 y
consultado el 15 de noviembre de 2016.
35. Asociación General de Estudiantes
Universitarios Salvadoreños. Para
conocer más acerca de esta organiza-
ción y de la historia del movimiento
estudiantil salvadoreño durante el siglo
XX, ver Quezada, Runo y Martínez,
Hugo Roger (2008). Veinticinco años
de estudio y lucha. San Salvador,
Editorial Universitaria. Segunda edición.
Hay versión digital en línea: http://
passthrough.fw-notify.net/down-
load/188065/http://www.ues.edu.sv/
descargas/25_aos_de_estudio_y_lucha.
pdf, consultada el 23 de noviembre
de 2016. Según esta fuente, AGEUS
fue fundada en 1927. Algunos de sus
primeros dirigentes e integrantes fueron
Agustín Farabundo Martí, Alfonso Luna y
Mario Zapata, quienes fueron fusilados
por el gobierno del general Maximiliano
Hernández Martínez el 1 de febrero
de 1932. Fuentes de este último dato:
partidas de defunción de los tres fusi-
lados.
36. Pineda, Roberto (2010). Las luchas popu-
lares del siglo XX en El Salvador”. En
SIEP, Servicio Informativo Ecuménico
y Popular. En www.ecumenico.org.
Publicado el 9 de octubre de 2010 y
consultado el 15 de noviembre de 2016.
37. Carpio, Salvador Cayetano (1979).
Secuestro y capucha en un país del
mundo “libre”. San José de Costa Rica,
EDUCA. ISBN 9788483600191.
38. Entrevista de la autora con Jorge Arias
Gómez. Ciudad Universitaria, San
Salvador, 1998.
Carmen González Huguet240
Revista Realidad 156, 2020
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39. Pineda, Roberto (2010). Las luchas popu-
lares del siglo XX en El Salvador. En
SIEP, Servicio Informativo Ecuménico
y Popular. En www.ecumenico.org.
Publicado el 9 de octubre de 2010 y
consultado el 15 de noviembre de 2016.
40. Cañas Dinarte, Carlos (2004). Diccionario
de autoras y autores salvadoreños. San
Salvador, DPI. ISBN 99923-0-086-8. Págs.
124-133.
41. Cañas Dinarte (2004). O. c.
42. Cañas Dinarte (2004). O. c.
43. Cañas Dinarte (2004). O. c.
44. Cañas Dinarte (2004). O. c.
45. Cañas Dinarte (2004). O. c.
46. Cañas Dinarte (2004). O. c.
47. Cañas Dinarte (2004). O. c.
48. Acerca de lo que es un Arte poética,
me permito citar a Mario Zetino (2017)
quien, en su artículo La poesía de David
Escobar Galindo: Un viaje por sus textos
esenciales, en la página 13, arma que el
arte poética, y se reere a David Escobar
Galindo, es: la declaración de princi-
pios poéticos, y también de principios
vitales, del autor. Ver: Revista Akademos.
Antiguo Cuscatlán, Universidad “Dr. José
Matías Delgado. Año 11 Vol. 2, 29
Julio-diciembre 2017. ISSN: 1995-4743.
Hay versión en línea: https://www.
lamjol.info/index.php/akademos/article/
view/6318/6046
49. Epifonema. Figura retórica. El Diccionario
de la Lengua Española dene el término
de la siguiente manera: 1. m. Ret.
Exclamación referida a lo que anterior-
mente se ha dicho, con la cual se cierra
o concluye el pensamiento a que perte-
nece. Era u. t. c. f.
50. Ver: https://www.cel.gob.sv/central-
hidroelectrica-5-de-noviembre/, consul-
tado el 20 de mayo de 2019.
51. Ver: https://marcialteniarazon.org/
galeria/relatos/aurora-del-2-abril-1944,
visitado el 20 de mayo de 2019.
52. Geoffroy Rivas dice, en la parte V de
Vida, pasión y muerte del antihombre:
“Pobrecito poeta que era yo, burgués y
bueno./ Espermatozoide de abogado
con clientela./ Oruga de terrateniente
con grandes cafetales y millares de
esclavos./ Embrión de gran señor,
violador de mengalas y de morenas
siervas campesinas…. El subrayado es
mío. Roque Dalton con seguridad conocía
este poema de Pedro Geoffroy Rivas, con
quien tuvo intensas semejanzas y dife-
rencias. No en balde el verso: Pobrecito
poeta que era yo le sirvió posteriormente
a Dalton para titular la novela en que
nos deja constancia de las andanzas
juveniles de su generación.
53. El diccionario antes citado dene epíteto
como: 1. m. Gram. Adjetivo que denota
una cualidad prototípica del sustantivo
al que modica y que no ejerce función
restrictiva. En la blanca nieve, blanca es
un epíteto. 2. m. Palabra o sintagma jo
que tienen una función caracterizadora
de personas o cosas. El Cruel fue el
epíteto de Pedro I. 3. m. Expresión cali-
cativa usada como elogio o, más frecuen-
temente, como insulto. En la discusión se
oyeron los más variados epítetos.
54. El tango titulado Uno fue compuesto en
1943 por el argentino Enrique Santos
Discépolo, con letra del también argen-
tino Mariano Mores. Sus primeros versos
arman: “Uno busca lleno de esperanzas/
el camino que los sueños prometieron a
sus ansias. / Sabe que la lucha es cruel y
es mucha, / pero lucha y se desangra por
la fe que lo empecina…
55. Ver: https://www.panamaviejaescuela.
com/gold-roll-silver-roll/, consultado el
21 de mayo de 2019.
56. Ver: Martín-Baró, Ignacio (1985). Acción
e ideología. San Salvador, UCA Editores,
segunda edición. ISBN 84-8405-051-3. El
artículo, aparecido en 1973 en la revista
ECA, fue publicado como un apéndice
del libro. Hay versión digital: http://
www.uca.edu.sv/coleccion-digital-IMB/
wp-content/uploads/2015/10/1973Psic
Homenaje a Roque Dalton en el LXXXV aniversario de su nacimiento y XLV
aniversario de su asesinato
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ISSN 1991-3516 – e-ISSN 2520-0526
olog%C3%ADadelcampesinosalvadore% C3%B1oECA1973-28-297_298-476_495.
pdf, consultado el 15 de abril de 2019.