CII:
LLI
en
en
o
e
Ignacio
Ellacuría y la
"civilización
de
la pobreza".
Apuntes
para
el siglo
XX!1
Ángel Sermeño
Quezada
Universidad
Autónoma
de
la
Ciudad
de
México
Resumen:
Este
ensayo
ofrece
una
reconstrucción
de
la
categoría
"civiliza-
ción
de
la
pobreza"
en
el
pensamiento
de
Ignacio
Ellacuría.
Por
tal
categoría
se entiende
la
propuesta
de
construcción
de
un
orden
global
de
convivencia
humana
que
surge
en
oposición
y
como
respuesta a
la
grave
crisis
civilizatoria
que
padecemos.
Si
hace
treinta
años
la
emergencia
de
esta
crisis
ya
era
evidente.
ahora
es
imposible
no
reconocer
que
vivimos
tiempos que
nos
ponen
frente a
los
ojos
complejos
desafíos
de
toda
índole:
financieros.
económicos.
ambientales.
climáticos.
alimentarios.
demográficos.
energéticos.
etcétera.
De
ahí
que
con
esta
noción
Ellacuría
subrayaba
ya
de
manera
imperativa
la
necesidad
imposter-
gable
de
construir
un
futuro
radicalmente
distinto
para
la
humanidad.
En
su
concepción
de
civilización
de
la
pobreza
Ellacuría
insistió
en
buscar
la
manera
de
establecer
un
sistema
de
vida
factible
caracterizado
por
articular
una
relación
apropiada
entre
el
hombre
y
la
naturaleza.
Así
el
nuevo
eje
de
articulación
de
la
noción
de
civilización
sería
la
conexión
profunda
entre
civilización
y sustentabi-
lidad.
Conseguir
este
equilibrio
ecológico-sustentable
no
es
una
tarea
sencilla y
para
Ellacuría
su
viabilidad
inicia
con
una
radical
crítica
al
modelo
civilizatorio
apitalista
imperante.
PaLabras
clave:
Capitalismo.
sustentabilidad.
bienestar,
pobreza.
civilización.
justicia.
Abstract:
This
article
offers
a
reconstruction
of
the
category
of
"civilization
of
poverty"·
in
the thought
of
Ignacio
Ellacuría.
For
such
category,
we
understand
the
proposal
of
the
construction
of
a
global
arder
of
human
cohabitation
that
emerges
in
opposition
and
as
a response
to
the
serious
civilizatory
crisis
we
currently
suffer.
If
thirty
years
ago.
the emergence
of
such
crisis
was
evident.
now it
is
impossible not
to
recognize
that
we
live
in
times
that
face
us
with
complex
challenges
of
all
sorts:
financia(
econom
ic.
environmenta(
climatic.
food-related.
demographical.
energetic.
etc.
Thus.
with
such
a
notion
Ellacuría
already
underscored
the urgent need
of
constructing
a
radically
different future
Ignacio E.llacuría y
la
"civilización de la
pobreza".
Apuntes
paro
el siglo XXI
-------i
No.
155. E.nero-Junio
de
2020.87-
I 04
'"
_'"
S
o
~
Z
w
'"
'"
I
~
VI
VI
Z
'"'
'"
'"'
'?
~
'"'
'"
z
VI
!!1
for
humanity.
In
his
conception
of
civilization
of
poverty,
fllacuría insisted
in
searching
for a way
of
establishing a
viable
system of
life,
characterized
by
articulating
an
appropriate
link
between humankind
and
nature,
Thus,
the new
axis
of
articulation
ofthe
notion
of
civilization
would
be
the intimate
connection
between
civilization
and
sustainability. Achieving
this
ecological-sustainable
balance
is
not
an
easy
task
and,
for
fllacuría,
its
viability starts
with
a
radical
critique
of the
current
capitalist civilizatory
model.
Keywords:
Capitalism,
sustainability,
welfare,
poverty.
civilization,
justice.
"Revertir
la
historia,
subvertirla y
lanzarla
en
otra
dirección"
Ignacio
ELLacuría
1.
Introducción
Eric
Hobsbawn propuso la distin-
ción
entre
siglos
cortos
y siglos
largos.
De
ser
correcta su propuesta,
Ignacio Ellacuría fue
un
habitante
del
corto siglo
XX
(1918-1989)
que
abarcó
el
lapso sociohistórico
entre
el
final
de
la primera
guerra
mundial
y la caída
del
muro
de
Berlín. Toda
la vida
de
Ignacio Ellacuría (1930-
1989),
especialmente
su vida
adulta,
transcurrió, pues, bajo
el
paraguas
de
la guerra fría.
y,
además,
se
desen-
volvió
mayoritariamente
desde
un
lugar, periférico, marginal, limítrofe,
del
mundo, Centroamérica.
Han transcurrido tre inta años de
su
muerte
martirial.
El
mundo ha
cambiado
acelerada
y
hondamente.
Ese
cambio,
de
cierto
puede
decirse,
no ha sido para mejor sino para
peor.
En
efecto, las
causas
contra
las
que
Ellacuría luchó, por las
que vivió y por las que dio la vida
(
contra
la pobreza, la dominación
de
los
poderosos
sobre los débiles,
la injusticia estructural,
etcétera)
persisten imbatibles
expresando
viejos y nuevos rostros. Ello
aporta
cierta
dificultad a la
conmemoración
de
su desaparición física
que
hoy nos
convoca. Vivimos, ya entrados
con
contundencia
en
el
siglo
XXI,
en
un
mundo
en
transición
y,
por ende,
en
un
mundo que
no
ofrece contornos
claros para su interpretación. Que le
llamemos
a nuestro
tiempo
"posmo-
derno", "poshistórico", "posdemocrá-
tico",
o "poscapitalista"
da
cuenta
de
esa
referida
ambigüedad.
Al
mismo
tiempo,
este
rasgo permite
enfa-
tizar y revalorar la importancia
del
legado
de
la vida y obra
de
Ellacuría
en
lo
que
expresa
de
innegable
actualidad
en
este
nuestro
mundo
confuso y
ambivalente
en
el
que
nos
encontramos.
Porque Ellacuría sigue
vivo
y activo, tanto en
su
pensa-
miento
como
también
en
su
ejemplo
biográfico.
2
88
__
Ángel
Sermeño
Quezada
2. Mi recuerdo de Ignacio Ellacuría
Por ello, me
detendré
en
primer
lugar,
así
sea
de
forma
esquemá-
tica y fugaz
en
resaltar
el
aspecto
biográfico
dando
por
supuesto
que
el
auditorio
se
encuentra
familiari-
zado al
menos
de
forma
general
con
el
mismo. Ante todo, me permitiré un
comentario
personal
y diré
que
ha
sido un regalo
de
vida
haber
tenido
a Ignacio Ellacuría como
mi
maestro
en
los
años
formativos
de
juventud
cuando
estudié
filosofía. Insisto
en
que
conocer
un poco
de
la biografía
de
Ellacuría
es
muy
importante
para
entender
a profundidad su
pensa-
miento
en
sus
principales vertientes,
filosófica, teológica
y,
especialmente,
de
la gran congruencia
entre
este
pensamiento
y su condición
de
hombre
de
comprometida
acción
ético-política
en
la
esfera
pública.
Una
congruencia
del
discurso
yactuar
personal
muy difícil
de
alcanzar
y
sostener
y que, por tanto, se
observa
muy poco
en
el
mundo
político,
académ
ico
o
de
fe.
Yo
destacaría
la
sinceridad y hondura de su
fe
cris-
tiana
la
que
da
un idad y
sentido
a su
legado.
Me
apropio
en
este
sentido
de
una concisa pero
honda
elabo-
ración
del
perfil
de
Ellacuría
elabo-
rada por
el
padre David Fernández
en
2004:
Lo
primero
que
hay
que
decir
es
que
Ellacuría
era
un
hombre
complejo,
que
en
su
persona
realizó
síntesis muy
elaboradas
de
mundos
antagónicos:
tenía,
por
ejemplo,
una
formación
clásica,
como
la
de
cualquier
jesuita,
pero
conocía
los
modernos
análisis
de
la
sociedad;
era
profundamente
europeo,
pero
entendió
como
pocos
la
realidad
latinoamericana;
primermundista,
y
abogó
sin
descanso
por
los
derechos
del
Tercer
Mundo;
pertenecía a
la
elite
universitaria
pero
entregó
su
vida
por
los
derechos
de
las
mayorías
populares
que
jamás
pisaron
una
universidad;
poco
dado
a
dejar
ver
sus
sentimientos y
sin
embargo
mostró
una
enorme
sensibilidad
por
el
sufrimiento humano;
de
formación
filosófica
especulativa y fue
un
administrador
universitario
y
un
negociador
político
consumado;
siempre
vivió
en
Occidente
pero
conoció
el
marxismo
y
su
desarrollo
en
Europa
del
Este
a
profundidad;
trabajador
incansable
que,
a
pesar
de
su
inten-
sidad,
seguía
desde
El
Salvador
todos
los
partidos
de
su
equipo
el
Athletic
de
Bilbao
...
Eclesialmente,
Ellacuría
vivió
y
consumó
en
su
persona
la
transición
de
la
Iglesia
preconciliar
a
la
Iglesia
pos
conciliar,
de
la
Compañía
de
Jesús
antigua
y avejentada a
la
Compañía
de
Jesús
implicada
en
los
cambios
políticos
más
revolucionarios.
Imposible,
pues,
definir
a
Ellacuría
con
unos
cuantos
rasgos.
(Fernández,
2004).
Ignacio E.llacuría y
la
"civilización de la
pobreza".
Apuntes
paro
el siglo XXI
-------i
'"
-'"
S
o
~
z
w
'"
'"
I
~
VI
VI
Z
'"'
'"
'"'
'?
~
'"'
'"
z
VI
!!!
Si
combinamos
ese
perfil sintético
con el contenido
de
los escritos y
estudios publicados
que
dan a su
obra unidad y sentido podemos
hablar
al
menos
de
tres dimensiones
sustantivas de Ellacuría: el filósofo,
el teólogo y el hombre público que
actúo políticamente en el horizonte
histórico salvadoreño,
centroame-
ricano y latinoamericano. Enumero
unas rápidas viñetas al respecto.
En
primer lugar, esta, por ejemplo, el
Ellacuría filósofo quien dejó incon-
cluso el proyecto
en
construcción
de una filosofía propia.
Una
filosofía
latinoamericana y al mismo tiempo,
como
toda
filosofía, una filosofía
universal. Esta, por supuesto, el
Ellacuría teólogo
de
la liberación.
Sería
este
qui el Ellacuría
acadé-
mico, pensador sistemático y con
mayor riqueza de legado intelectual.
Esta el Ellacuría político en cuyo
perfil
se
traslapan subdimensiones
muy complejas e interesantes.
De
ellas
la
más visible
es
el Ellacuría
rector y de
la
que difícilmente se
puede separar el Ellacuría nego-
ciador,
es
decir, el Ellacuría pontífice,
el diplomático, el hábil constructor
de salidas, de soluciones políticas a
los inconmensurables conflictos del
poder. Evidentemente,
todos
estos
Ellacuría como ya
adelantaba
son
uno solo. Son
el
jesuita,el hombre
de
fe,
el
discípulo de Jesús y de Ignacio
de Loyola, el digno hijo, pues, de
la
Compañía de Jesús.
De
este
hombre
que
se
me
perm itió conocer
es
del
que al menos quiero reseñar fugaz-
90
1---
Angel Scrmcño
Quezada
mente su dimensión público-política
que
les
comento.
Ellacuría dedicó la última década
de
su vida a trabajar con tesón y
sin regatear riesgos a encontrar los
consensos y acuerdos que acabaran
mediante una negociación política
con
la
guerra civil salvadoreña. Y
ello
lo
hizo con gran brillantez y
clarividencia. Por supuesto, tal acti-
vidad no
la
desplegó como
si
fuese
un
actor iluso o ingenuo.
Al
contrario,
en su prax
is
estrictamente política
exhibió una alta comprensión de
la
política.
Es
decir, no
esa
mediocre
concepción instrumental
de
la polí-
tica
emanada
de
la ciencia política
empírica
que
ramplonamente la
entiende
como una vulgar aritmética
del poder; sino como siempre debe
entenderse, aunque suene a lugar
común,
la
política como
un
arte.
El
arte de
la
perspicacia, de captar el
curso de los acontecimientos y las
alternativas, de leer el
"signo de los
tiempos"; y ello, sin dejarse doblegar
por las pasiones, los intereses, los
espejismos y las incompetencias de
los actores enfrascados
en
la
lucha.
Bajo tal tesitura, dialogó con todos
los
actores
y fuerzas involucradas
en
el
conflicto bélico. Desde los
mandos
guerrilleros a los
altos
mandos
castrenses, los sectores empresa-
riales, los líderes de los partidos
políticos, tanto aquellos que sobre-
vivían en el exilio como los que
operaban como fuerzas funcionales
al régimen,
y,
por supuesto, también
con los
actores
de la
sociedad
civil,
es
decir,
sindicatos movimientos
sociales, etcétera.
El
precio
que
pago
(él,
sus
hermanos
jesuitas, la
UCA
y la
Compañía
de
Jesús) por involucrarse
en
la
empresa
de
la salida
negociada
al conflicto
lo
conocemos.
Al
final,
el
sacrificio
de
la
comunidad
de
la
UCA
fue
ese
imperceptible
golpe
de
pulgar con
que
se dirimió la salida al
conflicto.
Para
quienes los conocimos
nos pareció un precio cruel y
desme-
surado.
Matemáticamente,
Ignacio
Ellacuría podría
estar
vivo. Tendría
89
años
y habría
tenido
la
oportu-
nidad
de
profundizar sus análisis,
interpretaciones
y
propuestas
para la
construcción
de
salidas
a las varias y
hondas
crisis
que
ahora
enfrentamos.
Es
decir, habría
probablemente
legado a
través
de
la brillantez
de
su
pensamiento
unos
contornos
más
precisos y
concretos
que
ya
no
alcanzo a
proponer
sino
solo
a
esbozar
de
una
civilización
de
la
pobreza
en
oposición
a
la
imposición
del
neoliberalismo y la globalización
con todas sus negativas secuelas.
3
Ciertamente,
en
tanto
hombre
de
fe,
el
legado
intelectual
y
humano
de
Ellacuría manifiesta un
talente
profé-
tico,
de
crítica
intransigente
ante
la
injusticia y
de
demanda
imperativa
de
solución y/o corrección a
eso
que
se
crítica.
Por
eso
es
también
un legado utópico
en
el
sentido
más
positivo y constructivo
de
la palabra.
Más
adelante
volveré
sobre
la forma
como Ellacuría
evitaba
desencarnar
o desconectar
ambas
nociones
de
utopía y profetismo para
que
no
perdiesen
su efectividad histórica,
cosa
que
inevitablemente
ocurre
cuando
se utilizan por separado.
3. Sobre la noción de
civilización
de
La
pobreza
Dice
Jan Sobrino
que
la
categoría
civilización
de
la
pobreza
fue
acuñada
ya
en
plena
etapa
de
madurez
del
pensamiento
de
Ellacuría.
Es
decir,
no
contiene temas,
ni
reflexiones
juveniles y pasajeras. Sin
embargo,
ha resultado
ser
hasta
el
momento
una
categoría
más
bien ignorada
por los
estudiosos
de
dicho legado.
Por
supuesto,
este
Ellacuría "olvi-
dado"
tiene
mucho
que
ofrecer por
lo
que
el
descuido
en
el
estudio
de
este
aspecto
de
su obra
es
"empo-
brecedor" e "irresponsable" ya
que
este
Ellacuría "puede seguir
siendo
un
aguijón
socrático,
incómodo,
pero
también
positivo y necesario
en
el
mundo
actual" (Sobrino,
2005:
210).
Tal
injustificado olvido quizá
pueda
explicarse porque Ellacuría,
como con otros conceptos centrales
de
su
pensamiento
e,
embuído
como
siempre estuvo
en
muchas
tareas y
frentes, no alcanzó a desarrollarlo
sistemáticamente.
Sin
embargo,
el
Ignacio E.llacuría y
la
"civilización de la
pobreza".
Apuntes
paro
el siglo XXI
-------i
'"
-'"
S
o
~
z
w
'"
'"
I
~
VI
VI
Z
'"'
'"
'"'
'?
~
'"'
'"
z
VI
!!1
contenido esencial del concepto
quedo suficientemente perfilado.
Por
civilización
de
la
pobreza
entiende
un
orden global de convi-
vencia humana
que
surge
en
oposi-
ción y como respuesta a
la
grave
crisis civilizatoria que padecemos.
Si
hace treinta años
la
emergencia de
esta
crisis
ya
era
evidente, ahora
es
imposible
no
reconocer
que
vivimos
tiempos que nos ponen frente a los
ojos desafíos de toda índole: finan-
cieros,
económicos,
ambientales,
climáticos, alimentarios, demográ-
ficos,
energéticos, etcétera.
"¿Como
lograr desde
la
cultura
un
mundo
mejor?"
se
preguntaba Ellacuría en
un
breve
discurso
que
pronunció
en 1988 ante
la
Academia de Artes
de
Berlín
(Escritos
teológicos
/,
2000.
p.
349).
Fue
este
un
discurso en
donde él subrayaba
ya
de manera
imperativa
la
necesidad imposter-
gable de construir
un
futuro radical-
mente distinto para
la
humanidad.
Examinemos
esta
tesis
con
pasos
más detenidos.
Desde el sentido común
se
suele
oponer civilización a barbarie,
en
donde barbarie es sinónimo de
atraso,
prim
itivismo, oscurantismo.
En
cambio,
civilización
es
sinónimo
de
evolución, avance, ilustración y/o
modernidad.
Es
decir,
la
civilización
así
invocada
hace
referencia a socie-
dades más avanzadas, complejas y
en donde
la
humanidad ha alcan-
zado los mayores niveles de desa-
rrollo y progreso.
Pero
este uso de
92
__
Ángel
Sermeño
Quezada
sentido común del concepto de civi-
lización es acrítico y
su
utilización
es ideologizante en el sentido de
que
la
propia palabra en
tiende
a ocultar los muchos males estruc-
turales ocasionados por
la
propia
civilización occidental (industrial,
capitalista, posmoderna).
En
su
concepción
de
civilización
de
la
pobreza,
Ellacuría
se
adelantó
a
un
emergente y correctivo uso de
la
noción
de
civilización
que
se
abre
camino
en
nuestros
días.
En
esta
nueva
concepción,
la
civilización
consistiría en el establecimiento de
un
sistema de vida factible; es decir,
las sociedades civilizadas serían
aquellas capaces de construir una
relación apropiada entre el hombre
y
la
naturaleza.
Así,
el nuevo eje de
articulación de
la
noción de civili-
zación
sería
la
conexión
profunda
entre civilización y sustentabilidad.
Conseguir este equilibrio ecológico-
sustentable
no
es una tarea sencilla
y para Ellacuría
su
viabilidad inicia
con una radical crítica al modelo
civilizatorio capitalista imperante.
Por
ello, como
ya
afirmaba,
la
noción
de
civilización
de
la
pobreza
se
cons-
truye
en
oposición a
la
civilización
de
la
riqueza.
Es
decir, surge de una
contraposición dialéctica entre
pobreza y riqueza.
Es,
pues,
necesario
realizar
una
operación crítica
que
"desenmascare"
a
la
civilización
de
la
riqueza.
Esta
afir-
mación
nos
puede
parecer
excesiva
o,
al menos demagógica.
Pero
ello
solo
si
se le se le m ira superficial-
mente
sin ponerle la
atención
que
merece.
La
verdad
es
que
la
manera
autocomplaciente
y
hasta
cínica con
la
que
la civilización
occidental
se
describe justifica y
autocomprende
es, ya
desde
los
tiempos
en
vida
de
Ellacuría, un discurso insostenible
de legitimación.
Si
Ellacuría
opuso
una
civilización
de
la
pobreza
a su
contraria
de
la
riqueza
fue
porque
Ellacuría enfiló su crítica al
sistema
capitalista sobre
el
que
se erige la
civilización occidental.
Para Ellacuría
(y
para muchos
otros, empezando por
Carlos
Marx,
la
verdad sea dicha) el capitalismo ha
traído males mayores que beneficios a
la
humanidad y sus procesos de auto-
corrección
nunca
han
dado
suficientes
muestras de corregir y/o revertir
su
nociva
trayectoria.
De
los
varios
argumentos
que Ellacuría esboza
en
contra
de
la civilización de
la
riqueza
se destacan dos:
1)
El
capitalismo no
satisface las necesidades básicas de
todos y no genera espíritu,
ni
valores
que humanicen a las personas y las
sociedades; y
2)
Las
promesas de la
civilización de
la
riqueza no pueden
ser
universalizables.
Como
se
ve,
se
trata
de
una crítica estructural al
sistema en su conjunto.
El
nivel de
vida (consumo y bienestar) utiliza
una cantidad de recursos materiales
que matemáticamente no pueden
ser distribuidos por igual entre todos
los integrantes de la humanidad.
Es
decir,
el
nivel de vida de las socie-
dades
ricas
no
es,
como
se
reitera,
universalizable.
Las
sociedades ricas
ubicadas
en
el
cuadrante noratlántico
del planeta (incluyendo, evidente-
mente, a Australia y Nueva Zelanda)
consumen tal cantidad
de
recursos,
materias primas y energía que no
pueden alcanzar para toda la pobla-
ción mundial. Para decirlo utilizando
las propias palabras de Ellacuría:
Pues
bien,
lo
que
parece
ser
la
raíz
originaria
de
los
males
del
mundo
presente,
tal
vez
pudiera
definirse
como
civilización
de
la
riqueza,
entendido
el
término
riqueza
en
toda
su
comple-
jidad.
No
en
vano
dividimos
el
mundo entre
países
ricos
y
países
pobres,
entre
sectores
ricos
y sectores
pobres.
La
civilización
dominante
en
nuestro
mundo,
no
obstante,
las
diferencias
que
se
dan
en
él,
está
construida
básicamente
sobre
la
necesidad
de
acumular;
se piensa y se estima que
sólo
la
acumulación
de
riqueza
puede
ofrecer
seguridad
personal,
libertad,
posibi-
lidad
de
no
ser
dominado
por
los
otros
y
dominar
a
los
demás,
posibilidad última
de
alcanzar
el
poder,
la
estima,
el
placer
y
aun
la
capacidad
misma
de
desarrollo
cultural.
y,
lo
que
es
más
grave,
no
se
trata
de
un
fenómeno
tan
sólo
personal o
colectivo,
que
surja
primariamente
de
una
opción
razonada
y libremente
escogida,
sino que se
trata
más
bien
de
haber
dejado
que
la
Ignacio E.llacuría y
la
"civilización de la
pobreza".
Apuntes
paro
el siglo XXI
-------i
'"
-'"
S
o
~
z
w
'"
'"
I
~
VI
VI
Z
'"'
'"
'"'
'?
~
'"'
'"
z
VI
!!1
dinámica
propia
del
capital
se
convierta
en
lafuerza dominante
de
nuestro
mundo,
tomado
éste
como
un
todo
y
aceptadas
las
diferencias
dadas
dentro
de
ese
todo,
Pudiera
decirse
que
en
el
globo
lo
económico
determina
en
última instancia
todo
lo
demás,
pero
entendiendo
lo
económico
como
determinado
a
su
vez
por
la
acumulación
de
capital,
No
sólo se sitúa
la
dinámica
del
capital
sobre
la
naturaleza
del
trabajo,
sino
que se desvirtúa
el
trabajo
mismo
y se
lo
valora
conforme
a
su
capacidad
de
acumular
capital,
El
problema
es
ciertamente
complejo
y
no
admite
simplificaciones,
pero
tampoco
puede ser
arrinconado
a
la
hora
de
construir
un
futuro
nuevo,
(Ellacuría,
Escritos
teoló-
gicos
/,2000:
351).
Una
solución auténtica, profunda, a
los males del capitalismo pasa por
la
construcción
de
una
civilización
de
la
pobreza.
Aquí
lo
primero que
debe destacarse es que Ellacuría
no
propone una suerte de retro-
ceso hacia
un
mundo de pauperiza-
ción universal.
No
se
trata, pues, de
sugerir
construir
una
economía
de
la
pobreza, aunque
si
supone imaginar
un
modelo de austeridad compartida
a nivel global y que consistiría en
encontrar una manera de repartir los
recursos y
la
riqueza más equitativa-
mente.
Esto
necesariamente pasa por
exigir a los habitantes de los países
ricos adoptar y aceptar limitaciones
en
su
estilo de vida.
Ellacuría adm
ite
que utilizar el
adjetivo
pobreza resulta
no
solo
incomodo sino provocador para los
beneficiarios del sistema capitalista.
y
lo
es
porque pone el acento en
un
dato que
se
quiere ignorar o eludir y
que
ya
ha sido mencionado.
Esto
es
que
el
mundo en
su
inmensa mayor
parte
se
encuentra sumergido en
unos niveles de pobreza y miseria
que son inaceptables.
En
este sentido,
sostiene que
"la
civilización de
la
pobreza
no
se
denom
ina
así porque
propugne una vida materialmente
miserable
...
sino porque es
su
nega-
ción superadora y
no
simplemente
una búsqueda de
la
pobreza por
misma" (Ellacuría,
Escritos
teológicos
1,
2000: 352). Conviene advertir que
en Ellacuría pobreza significa
lo
que
a todos nos denota el concepto, es
decir,
ausencia
o
privación
de
lo
necesario
para
vivir dignamente,
pero
también para este autor tal noción
es susceptible de incorporar dos
sentidos adicionales: "pobreza como
apertura espiritual a
Dios"
y"pobreza
en cuanto solidaridad
con
los pobres
y participación en
su
lucha por
la
justicia".
(Maier,
2013: 215).
En
todos estos usos y en positivo,
la
civilización
de
la
pobreza tendría
como objetivo
94
__
Ángel
5ermeño
Quezada
crear
no
solo
un
orden
económ
ico
mundial
nuevo,
en
el
cual
las
relaciones
de
intercambio
fuesen
más
justas,
sino
una
civi-
lización
nueva,
que
ya
no
esté
edificada
sobre
los
pilares
de
la
hegemonía y
dominación,
de
la
acumulación
y
la
diferencia,
del
consumismo
y
del
bienestar
falseado,
sino
sobre
pilares
más
humanos y
más
cristianos
(Ellacuría,
2000,
Escritos
teológicos
//:
300),
Es
decir, Ellacuría consideraba necesario e impostergable:
construir
un
estado
universal
de
cosas,
en
que éste garantizada
la
satisfacción
de
las
necesidades fundamentales,
la
libertad
de
las
opciones
personales
y
un
ámbito
de
creatividad
personal
y
comunitaria
que
permita
la
aparición
de
nuevas
formas
de
vida
y
cultura,
nuevas
relaciones
con
la
naturaleza,
con
los
demás
hombres,
consigo
mismo y
con
Dios"
(Ellacuría,
2000,
Escritos
teológicos
//:
303),
Ellacuría
no
era ingenuo, Sabía
bien que
su
propuesta contenía una
elevada dosisde utopíay,sin embargo,
sostenía que ello
no
la
invalidaba,
Pero,
además, debemos enfatizar que
él
la
concebía desde
su
condición de
hombre de
fe,
Es
decir,
la
civilización
de
la
pobreza
sostiene sus eventuales
contenidos sociológicos e históricos
sobre bases teológicas que
la
hacen
deudora en específico de
la
teología
de
la
liberación,
Es
por ello qué
la
concepción
de
una
civilización
de
la
pobreza
trata de
un
tema de madurez
en Ellacuría dado que presupone
todo el proceso de transformación
del discurso teológico convencional
hacia las innovaciones y reformula-
ciones conceptuales que
la
teología
de
la
liberación incorporó al mismo,4
En
concreto, para Martin
Maier
dicha fundamentación teológica
radicaría en desarrollos concep-
tuales previos de Ellacuría tales
como
su
"teología de
la
historia,
su
fundamentación teologal y cristo-
lógica de
la
opción de los pobres,
y
su
soteriología histórica, en cuyo
centro
se
encuentra el pueblo cruci-
ficado, como el signo de los tiempos
más importante y como el portador
histórico de
la
salvación"
(Maier,
2014: 220), Jan Sobrino también ha
dedicado en los últimos años
un
importante espacio
en
sus escritos
para recuperar el apuntalamiento
teológico de Ellacuría a
la
civilización
de
la
pobreza,
De
ellos, quizá, el que
mejor engloba este efecto de
funda-
mentación sea, precisamente, el
de
pueblo
crucificado
(Sobrino,
XXX),
Brevemente diré que para Sobrino
el pueblo crucificado en
la
concep-
ción de Ellacuría es una expresión
Ignacio E.llacuría y
la
«civilización de la
pobreza".
Apuntes
paro
el siglo XXI
-------i
'"
-'"
S
o
~
z
w
'"
'"
I
~
VI
VI
Z
'"
'"
'"
'?
~
'"
'"
z
VI
!!1
tanto
negativa como positiva
de
la realidad histórica
que
define a
muchos
pueblos
a nivel global.
En
el
sentido
negativo
es
una lectura
teológica
de
la condición
del
pobre.
Evidentemente, se
trata
de
inmensas
mayorías
en
condición
de
pobreza
que son
en
los
hechos
pueblos
transidos
de
muerte
producto
de
la
injusticia. Hay
que
añadir, algo
de
lo
que nos
damos
cuenta,
pero prefe-
rimos
ignorar
cínicamente, y
es
que
estos
pueblos
pobres
crucificados
son
pueblos
ignorados,
anulados
a los
que
se
les
niega la palabra
o,
en
lenguaje
contemporáneo,
se les
niega
el reconocimiento.
Es
decir,
el
nombre
y,
con ello, la existencia
Simplemente
comparemos
el
reco-
nocimiento a la insurgencia
del
pueblo
chileno
y la insignificancia
concedida
a
la
misma
insurgencia
del
pueblo
haitiano
que
le propor-
cionan
los
medios
de
comunicación
globales
en
sus
coberturas
y
aten-
ción.
s
Tal
falta
de
reconocimiento
tiene
una función política evidente.
Permite
que
los
países
ricos y
sus
habitantes
puedan
desentenderse
sin
mala
conciencia
de
lo
que
su
concentración
de
riqueza y niveles
de
consumo provocan en las inmensas
mayorías de
pobres
y
desposeídos
de
los
países
periféricos.
Sin embargo, como positividad,
el
pueblo crucificado
expresa
su mayor
capacidad
de
renovación. Ellacuría
afirma convencido
que
el
pueblo
crucificado
trae
salvación.
Es
decir,
es
una
categoría
que ofrece "luz" a
96
__
Ángel
Sermeño
Quezada
la civilización
de
la riqueza,
en
el
sentido
de
que
le perm ite
verse
o
reconocerse
en
su "verdad".
El
pueblo
crucificado, nos
recuerda
Sobrino, fue
concebido por Ellacuría como
una
metáfora.
La
metáfora
de
un
espejo
invertido
que
refleja la verdad
del
primer mundo. Una
verdad
desfigu-
rada pero
dolorosamente
real
en
la
pobreza y la m iseria
que
el
primer
mundo
se
niega a reconocer y trata
de
disimular u ocultar.
El
pueblo
crucificado
también
aporta
un
segundo
elemento
de
"salvación"
que
a simple vista pare-
cería
inverosímil y
hasta
seria
causa
de
ocasionar
estupor. Este
elemento
es
la
esperanza.
Los
pobres
ofrecen
esperanza
a los ricos
del
primer
mundo.
El
argumento
es
muy simple
y,
a
pesar
de
las apariencias, no
carece
de
congruencia lógica. Desde
su
sufrimiento,
el
tercer mundo
genera y mantiene
esperanza,
misma
que
ofrece a un primer
mundo
que
no la posee.
Me
gustaría
cerrar
este
apartado
con
un
resumen
esquemático
de
lo
dicho
hasta
ahora: la
civilización
de
la
pobreza
es: 1. Una utopía específica
basada
en
un
humanismo materia-
lista
transformado
por la inspiración
cristiana.
2.
Que
exige
ser trabajada,
imaginada y construida,
desde
el
mundo
real. Por tanto, a la
civilización
de
la
pobreza
no
basta
con predicarla,
ni
con anunciarla.
3.
Ella
aporta
algo
aparentemente
intangible pero real,
a saber:
el
introducir "espíritu" cris-
tiano
en
la sociedad. O dicho
en
lenguaje secular abrir paso a la soli-
daridad. Finalmente, 4.
La
civilización
de
la
pobreza
no
debe
ser
confesional.
Sin
embargo,
acepta
explícitamente
la inspiración cristiana. (Sobrino,
XXX).
Paso a un último
apartado
de
este
discurso.
3. Civilización
de
la
pobreza y desafíos globales hoy
Ellacuría no llegó a
elaborar
una
propuesta
concreta
de
transforma-
ción y/o conversión
de
la
civiliza-
ción
de
la
riqueza
a la
de
la pobreza.
Admitía
que
la
fundamentación
ética
que
la
sostiene
no
era
suficiente
para volverla realidad
y,
de
hecho,
en
sus
varias formulaciones siempre
hay una clara
demanda
de
trabajo,
de
poner
manos
a la obra, para
que
esa
civilización
de
la
pobreza
y
de
la
austeridad
compartida
llegase a
ser
realidad. Sin embargo,
consideraba
firmemente
que
ningún proyecto
de
cambio podría enfilarse con impulso
y acierto hacia una nueva realidad
sin
que
exista un horizonte
de
espe-
ranza
y
con
perspectivas
de
acción.
6
En
este sentido, cabe reconocer
junto con Martín
Maierque:"loscono-
cimientos
científicos y las
propuestas
técnicas por
solo no son suficientes
para
generar
cambios
fundamen-
tales.
Las
revoluciones comienzan
en
la mente,
en
el
pensar
de
manera
distinta.
Se
necesita
un cambio
fundamental
de
la conciencia y
de
los valores relacionado
con
un
nuevo
modo
de
comprender
la calidad
de
vida y
del
medio
ambiente,
la inte-
gración
de
factores ecológicos,
en
la
idea
de
bienestar
y progreso" (Maier,
2015: 226). Jan Sobrino, por su parte,
estima
que
Ellacuría propuso
dos
formas
fundamentales
de
emprender
la transformación
de
la
actual
civili-
zación, a saber:
1)
por medio
de
"la
creación de
modelos
económicos,
políticos y culturales, que hiciesen
posible
una
civilización
del
trabajo
como sustitutiva
de
una
civilización
del
capital".
y,
2)
"Robusteciendo
positivamente
una
característica
fundamental
de
la civilización de la
pobreza, la solidaridad compartida,
en
contraposición
con
el individua-
lismo cerrado y competitivo
de
la
civilización
de
la riqueza" (Sobrino,
2014:
147).
De
todas
maneras, persisten las
dos
objeciones
que
se han enfilado
en
contra
de
la
noción
de
civiliza-
ción
de
la pobreza.
La
primera,
que
es
demasiado
general
y la
segunda
que
es
utópica.
La
primera
es
fácil-
mente
contra
replicable: no era
tarea
solo
de
Ellacuría
llenar
de
conte-
nido concreto
mediante
modelos
o
recetas
esta
suerte de mantra que
hemos
hecho
nuestro
respecto a
que
"otro
mundo
es
posible", porque
para Ellacuría no solo era posible,
sino
que
otro mundo
era
y
es
"nece-
sario".
Y,
quizás
con
más
fracasos
que
aciertos,
estas
propuestas concretas
existen
en
nuestro
mundo
de
hoy.
Ignacio E.llacuría y
la
"civilización de la
pobreza".
Apuntes
paro
el siglo XXI
-------i
'"
-'"
S
o
~
z
w
'"
'"
I
~
VI
VI
Z
'"'
'"
'"'
'?
~
'"'
'"
z
VI
!!1
Por
ejemplo,
"la
apertura de los
países ricos a las exportaciones de
los países pobres,
la
abolición de las
subvenciones y ayudas a
la
agricul-
tura de los países
ricos,
un
impuesto
a
las
transacciones financieras,
según el modelo de
la
tasa
Tobin,
un
impuesto sobre el uso de los bienes
globales comunes o
la
creación de
un
fondo internacional humanitaria
para combatir
la
extrema pobreza"
(Maier,
2015:
225).
La
segunda objeción parece más
difícil de remontar.
Pero
no
lo
fue
para Ellacuría quién en
un
texto
publicado póstumamente
"Utopía y
profetismo" mostró como
la
utopía
no
era
un
simple
recurso
en
el
que
se
refugian posiciones subjetivistas
y/o transcendentalistas que son en
realidad refractarias y elusivas de
los futuros que están por advenir.
La
utopía para tener efectividad
histórica, según Ellacuría, tiene que
estar unida a
la
actitud crítica y de
denuncia que encarna el profetismo.
Ambas, utopía y profetismo
se
poten-
cian y ello acontece cuando se sitúan
en el lugar histórico adecuado.
Ese
lugar histórico, como sabemos, es
América Latina porque los países
hegemónicos que encarnan
la
civili-
zación
de
la
riqueza
son,
en
opinión
de Ellacuría, culturas envejecidas
en donde solo hay lugar para que
subsista el pragmatismo
yel
egoísmo.
Cito
unos breves párrafos que ilus-
tran
las
afirmaciones anteriores:
El
profetismo
es
protesta,
es
lucha
...
se
convierte
en
utopía
histórica,
que
niega
el
presente y
lanza
hacia
el
futuro.
Si
se
entra
en
la
acción
profética,
se
hace
historia
en
la
línea
de
la
negación
y
de
la
superación
y
no
de
la
evasión.
Por
la
vía
del
profetismo,
aunque
la
utopía
no
sea plenamente
realizable
en
la
historia,
no
por
eso
deja
de
ser
efectiva.
Una
utopía
que
no
sea
de
algún
modo
animadora
y
aún
efectora
de
realizaciones históricas
no
es
una
utopía,
sino
que
es
una
visión
idealista e
ideo
lag
izada.
Lo
dado
necesita
actualizarse.
Actualizarlo
significa
dar
realidad
actual
a
lo
que
formalmente
es
una
posibilidad
histórica
y
que
como
tal
puede ser tomada o
dejada,
leída
de
un
modo
o
de
otro.
Lo
que
debe
ser
actualizado
es,
entonces,
lo
dado,
pero
la
lectura
e
interpretación
de
lo
dado,
la
opción
por
una
parte
o
otra
de
lo
dado,
depende
de
un
presente
histórico
y
de
unos
sujetos
históricos.
La
actualización
histórica
de
la
utopía
ya
dada,
surge
ante
todo,
de
la
interpelación
(signos
de
los
tiempos)
que
va
dándose
por
el
Espíritu
en
la
historia.
98
__
Ángel
5ermeño
Quezada
La
utopía tiene
un
cierto
carácter
de
ideal
irrealizable
de
una
vez
por
todas,
pero
al
mismo
tiempo tiene
el
carácter
de
algo
realizable asintóticamente
en
un
proceso
permanente
de
aproxi-
mación
y,
por
tanto,
implica
mediaciones
teóricas
y
prácticas,
que se
toman
más
de
la
dimensión
categorial
de
la
historia.
(Ellacuría,
Misterium
Liberationis,
1991: 397-398).
Civilización
de
la
pobreza
es, pues, un
concepto
utópico (aunque no
sola-
mente)
que
emana
de
la utopía cris-
tiana, inspirada, por
supuesto,
en
los
valores
del
evangelio. Ellacuría fue,
en
este
sentido, consciente y provo-
cadoramente
utópico. Pero
más
allá
del
poder
existe
este
ingrediente
"espiritual" sin
el
cual
es
impensable
el
poder
siquiera imaginar resolver
los graves
problemas
y desafíos
del
mundo
de
hoy.
Treinta
años
después,
el
mundo
"gravemente enfermo"
que
Ellacuría
contempló, con
hondo
realismo hay
que decir, parece
haber
entrado
en
fase terminal. Cada vez
quedan
menos
años
para,
si
bien
no
evitar,
al
menos
moderar
el
impacto
del
cambio climático, a las generaciones
jóvenes
de
hoy,
y no
digamos
a las
del
porvenir. Técnicamente,
sabemos,
existen alternativas, quizás sufi-
cientes,
para
lidiar
con
una
amenaza
tan
aterradora. Sin embargo, los
poderosos
de
este
mundo
de
manera
egoísta
se
oponen
a
todo
lo
que
amenace
sus
privilegios, despilfa-
rros
y
sus
márgenes
de
ganancias.
Por ello la transición a las
energías
limpias
que
suponen
el
abandono
de la utilización
de
los recursos
fósiles para
generar
energías
conti-
núan
enfrentando
desesperantes
y
absurdos
retrasos.
En
fin
..
.
el
punto
del
argumento
que
quiero defender, ya
expresado
líneas
arriba,
es
que
tan
importante
como las soluciones técn ieas a los
males
de
la
civilización
de
la
riqueza
son los
avances
y consolidación
de
valores
espirituales,
humanistas
y
cristianos
que
emanan
de
la
civiliza-
ción
de
la
pobreza.
Sin
ellos
nuestro
mundo
literalmente
no parece
tener
salvación. Jan Sobrino habla
de
un
nuevo
"quicio",
de
un
mínimo
sustento que
este
nuevo espíritu
puede
aportar
a los
desafíos
civiliza-
torios
de
hoy.
De
ese
quicio
destaca
los
elementos
siguientes: 1. Estar
en
la realidad (no vivir
en
las islas
de
abundancia).
2.
Honradez con lo
real,
superando
mentira y encubri-
miento
con la
voluntad
de
verdad.
3.
La
compasión
ante
el
sufrim iento
de
inmensas
mayorías,
denunciando
las injusticias
que
las produce. 4.
Exigencia
de
una libertad
de
y para
todos.
5.
Cargar con
el
peso
de
la
historia.
6.
El
gozo
de
sabernos
todos
hermanos.
7.
El
cuidado
de
la
natura-
leza y
de
toda
la creación.
8.
La
espe-
ranza utópica. (Sobrino,
2014:
149).
Ignacio E.llacuría y
la
"civilización de la
pobreza".
Apuntes
paro
el siglo XXI
-------i
'"
.'"
S
o
~
z
w
'"
'"
I
~
VI
VI
Z
'"
'"
'"
'?
~
'"
'"
z
VI
!!1
Para
concluir,
me
permito
una
última reflexión. Inicie
este
discurso
invocando
esa
etapa
de
la historia
mundial
que
llamamos
guerra
fría.
Pienso
que
los
muchos
aconteci-
mientos
que
hemos
presenciado
en
estos
treinta
años
muestran
la
actualidad
y vigencia
del
legado
del
pensamiento
de
Ignacio Ellacuría.
La
caída
del
muro
de
Berlín y la
expan-
sión
de
la democracia
que
prometía
cubrir
todo
el
planeta
resultó
ser
una
victoria
engañosa,
incluso
perversa.
Es
cierto
que
en
todos
estos
años
se
suprimió
la
amenaza
de
un
cata-
clismo nuclear (aunque con Donald
Trump
esa
amenaza
parece
estar
de
regreso).
Tal
amenaza
de
aniquilación
fue un hondo
temor
que
nos
acom-
pañó
de
forma
angustiosa
desde
el
inicio
de
la
carrera
armamentista.
Sin
embargo,
el
triunfo
de
la democracia
liberal,
emblemáticamente
repre-
sentada
junto con la caída
del
muro
con
el
colapso
de
la
Un
ión Soviética,
significó
el
triunfo
del
capitalismo,
quién
ya
sin
adversarios
con
quién
competir
dio rienda
suelta
a
sus
dinámicas
más
inhumanas.
Opino,
en
este
sentido,
que
los
recelos, las críticas y las
condenas
hacia
el
capitalismo
presentes
en
la
obra
de
Ellacuría no han sido
mas
que
confirmadas
en
estas
tres
décadas
transcurridas.
De
la
m
isma
manera,
hay
que
recordar
que
Ellacuría
era
muy crítico con la
democracia
liberal.
No
admitía los
usos
legitimadores
que
de
ella hacían los
países
ricos,
especialmente
Estados Unidos, para
IOO
~-Ángel
Sermeño
Quezada
apoyar y reproducir situación
de
injusticia y dominación.
Me
consta
que
Ellacuría se
concentraba
más
en
los
usos
y los
efectos
negativos
de
estos
usos
que
la
democracia
provo-
caba
en
los
pueblos
y las
naciones
periféricas y
pobres
más
que
en
el
dejarse
distraer
por
una
conside-
ración
de
los
valores
y los
diseños
institucionales
que
en
abstracto
volvieron a la democracia (elecciones,
pluralismo
de
partidos,
normas
cons-
titucionales
que
incluyen división
de
poder,
libertades
públicas
asociadas
a la
ciudadanía
liberal, sociedad civil,
etcétera), incluso
en
nuestros
días
de
desencanto
con la misma,
el
prin-
cipio universal
de
legitimidad
de
los
regímenes
políticos.
Pero quizás por ello Ellacuría
no
estaría
tan
sorprendido
por
el
péndulo
iliberal
que
hoy sacude al
mundo.
Los
síntomas
están
ahí
a la
vista de
todos
y se incrementan
en
lugar
de
reducirse. Racismo, nacio-
nalismo, xenofobia, terrorismo, popu-
lismo
con
sus
expresiones extremas
de
violencia, fanatismo y exclusión.
El
hecho
es
que
las
dinámicas
capi-
talistas
de
la globalización han
configurado un
mundo
a su imagen
semejanza.
Un
mundo
en
donde
la
economía
subordina
y
domestica
a la política y
lo
hace a través
de
eso
que
genéricamente
llamamos
neoliberalismo.
No
tengo
ya
espacio
para discutir a fondo
ese
susodicho
programa neoliberal (reducción
del
Estado y
del
gasto
público;
desre-
gulación; privatización;
expansión
del
mercado; monetarismo). Pero la
interpretación
que
quiero
compartir
con
ustedes
es
que
la aplicación
global
de
este
programa
7
es
la
que
ha provocado como uno
de
sus
principales
efectos
la concentración
de
la riqueza quizás solo
compa-
rable con la
de
finales
del
siglo
XIX
(Piketty,2014).
Tal
concentración
de
la riqueza ha
sido posible no solo por
el
referido
neoliberalismo
que
ha favorecido la
desregulación financiera (recortes
de
impuesto a las
grandes
corporaciones
ya
las
grandes
fortunas
y evasión
de
impuestos
en
paraísos fiscales) sino
también
por la revolución
tecnoló-
gica (inteligencia artificial, robótica,
etcétera).
Las
consecuencias
mas
visibles
el
aumento
estratosférico
de
la
desigualdad
y
el
colapso de los
ingresos
reales
de
las
clases
medias
y la precarización
del
trabajo.8
No
pretendo
ofrecer un
diagnós-
tico
completo
de
los
grandes
desa-
fíos civilizatorios
de
hoy.
Solo esbozo
gruesas
pinceladas
de
un horizonte
A
lo
enunciado
agregaría
un viejo
problema,
el
de
la masiva migración
de
las
regiones
pobres
a las ricas,que
han adquirido
dimensiones
de
crisis
humanitarias
de
gran
envergadura
y,
agregaría también,
el
tampoco
tan
nuevo pero
ahora
si
de
urgente
aten-
Referencias
bibliográficas
ción
problema
del
cambio
climático.
Este último desafío
en
particular
vuelve a colocar a la
humanidad
entera
al borde
de
sus límites,
es
decir, al borde
de
la aniquilación
de
la especie.
Personalmente
soy
más
pesimista
que
optimista
y no consi-
dero excesivos
estos
temores.
Me
parece
que
tre inta
años
después
de
la
desaparición
física
de
Ellacuría
el
mundo, como ya dije,
está
peor,
aunque,
sin
duda, coexistan voces
que
afirmen
lo
contrario,
que
se
encuentra mejor.
Una
cosa
esta clara. Vivimos
en
un
mundo
marcado por un horizonte
de
confusión y desorientación.
La
huma-
nidad
enfrenta
desafíos y peligros
sin
parangón. Parecería que nave-
gamos
en
aguas
embravecidas, a la
deriva,
sin
rumbo.
En
ese
navío
vamos
todos: ricos y pobres.
Así,
pienso que
un
contexto con estas características
nos hace
extrañar
personalidades
con
la inteligencia, congruencia
ética y
espíritu
cristiano
como
la
de
Ignacio Ellacuría.
En
la obra que
nos ha legado, por ejemplo,
en
esta
noción
de
civilización
de
la pobreza
que
hemos recordado,
podemos
acaso
encontrar
inspiración
para
ayudar
a
la humanidad a
elaborar
soluciones
creativas para salir de
este
horizonte
desajustado
y caótico
en
el
que
hoy
nos encontramos.
Aguilar Valenzuela, R (2013), "Los
jesuitas
actores
políticos
de
su tiempo",
en:
Castro Soto,
O.
y Flores García,
V.
El
puño
y
el
verbo.
El
legado
jesuita
Ignacio E.llacuría y
la
"civilización de la
pobreza".
'"
-'"
S
o
~
z
w
'"
'"
I
~
VI
VI
Z
'"'
'"
'"'
'?
~
'"'
'"
Apuntes
paro
el siglo XXI
----t
1 O I
z
VI
!!1
de
Centroamérica
al
mundo,
UCA/Editores y Universidad Iberoamericana
Puebla, págs. 167-174.
Ellacuría,
1.
(1991) "Utopía y profetismo", en Ellacuría,
1.
y Sobrino,
J.,
et.
al.
Misterium
liberationis.
Conceptos
fundamentales
de
la
teología
de
la
liberación,
San Salvador,
UCAjEditores,
págs. 393-442.
Ellacuría,
1.
(2000)
"El
reino de
Dios
y el paro en el tercer
mundo",
en
Escritos
teológicos
11.
San Salvador,
UCA/Editores,
págs. 395-305.
Ellacuría,
1.
(2000)"La construcción de
un
futuro distinto para
la
humanidad",
en
Escritos
teológicos
1,
San Salvador,
UCAjEditores,
págs. 347-334.
Ellacuría,
1.
(2001)
"Misión
actual de
la
Compañía de
Jesús",
en
Escritos
teológicos
IV,
San Salvador,
UCA/Editores,
págs. 235-250.
Fernández,
D.
(2004) "Ignacio Ellacuría: vida, pensamiento e impacto en
la
universidad jesuita de
hoy",
Discurso pronunciado en
la
Universidad
Iberoamericana Ciudad
de
México
el
24
de noviembre de 2004. (Inédito)
Flores
García,
V.
(2013)
"Las
ideas olvidadas de Ignacio
Ellacuría",
en
Castro Soto,
O.
y Flores
García,
V.
El
puño
y
el
verbo.
El
legado
jesuita
de
Centroamérica
al
mundo,
UCA/Editores y Universidad Iberoamericana
Puebla, págs. 175-202.
Maier,
M.
(2015)
"La
civilización de
la
pobreza y los desafíos globales
hoy",
en
Ashley,
M.
Cardenal, R y
Maier,
M.
(Ed.)
La
civilización
de
la
pobreza.
El
legado
de
Ignacio
Ellacuría
para
el
mundo
de
hoy,
San Salvador,
UCAj
Editores, págs. 213-232.
Piketty,
Th.
(2014)
El
capital
en
el
siglo
XXI,
México,
FCE.
Sermeño,A. (2003) "Teología, liberación y
poder",
en
Metapolítica,
números
26-27
Págs.
91-98.
Sobrino,
J.
(2014) "Civilización de
la
pobreza contra civilización de
la
riqueza para revertir
un
mundo gravemente enfermo", en
Papeles
de
rela-
ciones
ecosociales
y
cambio
global,
Número 125: 139-150.
Sobrino,
J.
"El
Ellacuría olvidado.
Lo
que
no
se
puede dilapidar", en
Revista
Latinoamericana
de
Teología,
Núm.
(XX)
págs.
Sobrino,
J.
"El
pueblo crucificado" y
"la
civilización de
la
pobreza",
"El
hacerse cargo de
la
realidad" de Ignacio Ellacuría.
Revista
Latinoamericana
de
Teología,
Núm.
XX
(XXX)
págs. 209-228.
Tamayo,
J.J.
(2014) "Ellacuría
vive",
El
País,
15 de noviembre de 2014.
I02
~-Ángel
Sermeño
Quezada
Notas
1 Texto leído
el6
de
noviembre
de
2019
en
la
Universidad Iberoamericana Puebla
en
el
marco
de
la
conmemoración
del30
aniversario
del
asesinato
de
Ignacio Ellacuría y sus
compañeros
mártires.
2
Es
cierto
que
el
acceso a
la
obra
de
Ellacuría
ha
sido posible por un meritorio esforzado
empeño
editorial
UCNEditores,
la
editaria l
de
la
Universidad Centroamericana "José
Si
meón
Cañas"
en
San Salvador,
El
Salvador
de
la
que
Ellacuría fue rector los últimos diez
años
de
su vida. Sin
embargo,
quizá
aún
le haga falta mayor difusión.
En
todo
caso,
lo
cierto
es
que
en
los últimos
treinta
años
se han ido
acumulando
de
manera
sostenida
"estudios.
monografías,
tesis
doctorales, congresos, conferencias, investigaciones, cursos monográficos.
círculos
de
estudio,Cátedras
universitarias con su
nombre,que
demuestran
la
autenticidad
de
su vida y
la
creatividad y vigencia
de
su
pensamiento
en
los diferentes
campos
del
saber
y
del
quehacer
humano: política, religión,
derechos
humanos,
universidad, ciencias
sociales, filosofía,
teología,
ética,
etcétera"
(Tamayo, 2014).
No
sale
sobrando
comentar
que
este
evento
precisamente
forma parte
de
ese
esfuerzo por
mantener
actual
el
aporte
de
este
extraordinario
personaje
jesuita
que
hoy nos convoca. Sobre su producción
editorial
cabe
mencionar:"En
1990
y
1991
aparecieron
dos
de
sus libros mayores, Conceptos fundamentales
de
la
teologia
de
la
liberación,
de
la
que
es
editor
junto
con
su
compañero
Jan Sobrino,
entonces
la
mejory
más
completa
visión
global
de
dicha
corriente
teológica latinoamericana
y
Filosojia
de
la
realidad histórica,
editada
por su
colaborar
Antonio González cuyo hilo
conductor
es
la
filosofía
de
Zubiri, pero recreada y
abierta
a
otras
corrientes como Hegel y
Marx, leídos
críticamente.
Es
parte
de un proyecto más
ambicioso
trabajado
desde
la
década
de
los
setenta
del
siglo
pasado
y
que
quedó
truncado
con
el
asesinato.
Posteriormente
la
UCA
publicó sus Escritos politicos, 3 vals.,
1991;
Escritos filosóficos, 3 vals.,
1996,
1999,
2001;
Escritos universitarios,
1999;
Escritos teológicos, 4 vals.,
2000-2004"
(Tamayo, 2014).
3
Si
el
lector
desea
ampliar
un poco más
esta
dimensión
del
Ellacuría público recomiendo dos
textos:
el
de
Víctor Flores García y
el
de
Rubén Aguilar Valenzuela cuyas referencias
están
al
final
en
la
sección
correspondiente
de
este
trabajo.
4
"La
teología
de
la
liberación
ha
sido un
intento
muy serio y bien logrado
de
reconceptualizar
la
totalidad
de
la
fe cristiana
desde
la
perspectiva
de
las
necesidades
de
liberación
de
los
pobres y oprimidos. Eso
que
Puebla
denominó
como
la
"opción preferencial por los pobres"
y
que
llevó a
poner
en
primer
plano
de
su discurso
el
problema
de
la
injusticia
social
en
el
mundo. Desde
este
punto
de
partida
se
redefinen y llenan
de
nuevos
contenidos
los
ejes
temáticos
de
la
teología tradicional. ..
teodicea,
eclesiología, cristología, espiritualidad,
pecado, etcétera". (Sermeño,
2002-2003:
95).
5 Algo similar cabría decir
de
la
cobertura
que
se da a los
actos
terroristas
en
los países ricos,
centrales
y
hegemónicos
y a los
actos
similares
(aunque
con muchas más bajas)
que
ocurren
en
los países pobres y periféricos. Ellacuría
siempre
denunció
esta
hipocresía
que
establecía
niveles
de
reconocimiento a los
seres
humanos
haciendo
a unos más valiosos y
defendibles
que
a otros.
Es
decir, los
ciudadanos
de
los países ricos
frente
a los
de
los países pobres.
6
"Misión
actual
de
la
Compañía
de
Jesús" es
el
borrador
de
un
documento
redactado
por
Ellacuría
que
vio
la
luz
póstuma
mente
y
que
contiene
lineamientos
para
orientar
la
conversión
de
la
Compañía
de
Jesús
al
mundo
de
los pobres.
Es
pues
un
documento
con
algunas
propuestas
concretas
de
cambio. (Ellacuría, Escritos Teológicos
IV,
2001:
235-250).
7 Ellacuría
atestiguo
su
despliegue
en
los
años
ochenta
pero
ya
no pudo
ver
la
agudización
que
alcanzo a lo largo
de
los noventa y hasta
la
crisis
de
2008.
Ignacio E.llacuría y
la
"civilización
de
la
pobreza".
'"
-'"
S
o
~
Z
w
'"
'"
I
~
VI
VI
Z
'"
'"
'"
'?
~
'"
'"
Apuntes
paro
el
siglo
XXI
----t
1 03
'"
N
"'
c¡>
O
N
"'
N
Z
Vl
Vl
~
I
'"
"'
'7
'"
'"
Z
Vl
!!1
O
N
O
N
uf
"'
al
"C
~
~
ti
.~
o::
8
"Nunca los ricos han
sido
tan
ricos: 82%
de
la
riqueza
generada
en
2017
terminó
en
manos
del
1% e la
población
del
mundd'. Informes
de
la
ONG
OXFAM
a nivel
mundial
y para
el
caso mexicano (Gerardo Esquivel). (falta
completar
referencia). Existen
datos
similares
para México: ...
104
--
Ángel
Sermeño
Quezada