CII:
LLI
en
en
o
e
La
actualidad
de
la
historización.
La
contribución
de
Ignacio
Ellacuría a
los
debates
actuales sobre
ideología
José
Manuel
Romero Cuevas
Universidad
de
Alcalá
A
la
memoria
de
mi
querido
amigo
José
Ramón
Catalán
Resumen:
El
presente
artículo
pretende mostrar
la
productividad
teórica
y
política
de
la
concepción
ellacuriana
de
la
crítica
de
la
ideología
para
los
debates
actuales
en
el
seno
de
lafilosofía
social.
El
procedimiento
propuesto
por
Ellacuría
de
historización
de
los
conceptos
aspira
a
realizar
una
crítica
ideológica
de
los
discursos
políticos
que
logra
sortear
con
éxito
las
dificultades
generadas
por
la
problemática
categoría
de
falsa
conciencia.
El
artículo
muestra
la
pertinencia
de
este
procedimiento
en
la
discusión
actual
en
torno
al
significado
normativo
del
mercado
económ
ico
generada
por
las
recientes
obras
de
Axel
Honneth
sobre
teoría
social.
A
partir
de
la
propuesta
de
Ellacuría.
cabe
proponer
una
histori-
zación
del
concepto
de
mercado
que
contraste
la
promesa
contenida
en
él
con
la
realidad
generada
por
su
implementación
en
las
condiciones
des
igualitarias
propias
del
régimen
de
producción
capitalista
y muestre así
que
tal
promesa
es
irrealizable
en
tales
condiciones
y
es.
en
consecuencia.
ideológica.
PaLabras
clave:
Historización.
crítica.
ideología.
reconocimiento.
filosofía
social.
Abstract:
The
following
artiele
intends
to
show the theoretical
and
political
productivity
of
the
Ellacurian
conception
of
ideology
criticism
for
the
current
debates
of
social
philosophy.
Ellacuría
propases
the
procedure
of
concept
historization.
/t
in
ten
ds
to
make
an
ideological
criticism
ofthe
political
discourses.
/t
overcomes
successfully the
problems
of the
conception
of
fake
consciousness.
La
actualidad
de la historización.
La
contribución de Ignacio E.llocurío o los
debates
actuales
sobre ideologí0
-----i
No.
155, E.nero-Junio
de
2020.67-86
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S
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'"
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VI
!!1
The
article
shows the pertinency ofthis
procedure
in
the
current
discussion
on
the normative meaning
of
economic
market after the most recent
works
ofAxel
Honneth
on
social
theory.
From
fllacuría's
proposal
it
is
possible
to
propose
a historization
of
the
concept
of
market
which
contrasts
its
promise
with
its
implementation
in
the
unequal
conditions
ofthe
Capitalist
production
regime,
/t
also
may demonstrate that
such
a
promise
is
unrealistic
in
such
conditions,
Thus,
it
is
ideological.
Keywords:
Historization,
criticism,
ideology,
recognition,
social
philosophy.
1.
Introducción
El
presente
trabajo realizará una
aproximación a la
aportación
de
la
noción
de
historización
de
Ignacio
Ellacuría a los
debates
actuales
dentro
de
la filosofía social sobre la
cuestión
de
la ideología,
La
historiza-
ción
de
los
conceptos
propuesta
por
Ellacuría constituye,
efectivamente,
un procedimiento
de
crítica
de
la
ideología, pero con un formato muy
particular,
pues
el
objeto
de
su crítica
son los discursos teóricos, políticos,
institucionales,
hegemónicos
en
el
ámbito social,
atendiendo
al
modo
en
que
emplean
conceptos
políticos
fundamentales,
legitimadores
del
orden
social, y no una
supuesta
"falsa
conciencia"
ideológica, ligada a una
determinada
posición
de
clase sociaL
Hemos
de
indicar
aquí
que
esta
noción
de
falsa
conciencia
(utilizada
por Engels, no por
Marx)' no hace
justicia a la pluralidad
de
signi-
ficados
que
el
concepto
de
ideo-
logía tuvo
en
Marx,
En
efecto,
en
su
producción teórica
cabe
distinguir
una concepción
de
la ideología como
apariencia social necesaria, generada
por la
sociedad
capitalista
a partir
de
sus
formas
de
auto-reproducción,
La
apariencia
de
que
el
momento
deter-
m inante
de
la actividad
económ
ica
capitalista
reside
en
el
consumo
o
en
el
mercado (en lugar
de
en
la
producción) o la
apariencia
de
que
el
valor
de
las mercancías constituye
una
propiedad
objetiva suya
(y
no un
efecto
de
las
relaciones
de
produc-
ción capitalistas) constituyen
casos
de
formas
de
apariencia
socialmente
necesarias
del
capitalismo (ver Marx
1977, pp,
18-20
Y Marx
1984,
pp,
87-102),
La
conciencia
que
toma
tales
apariencias
por verdad sería
para Marx una forma de conciencia
invertida, pues
se
atiene irreflexiva y
acríticamente a las
formas
de
mani-
festación fetich izadas y mistificadas
de
la sociedad capitalista, formas
de
apariencia
en
las
que
efectivamente
se
efectuaría una inversión de la
esencia
misma
de
la realidad social
(ver Marx y Engels 2014,
p,
21 ss,),
De
ahí
que
sostuviera Marx
que
"toda
ciencia
sería
superflua
si
la
forma
de
68
__
José
Manuel
Romero Cuevas
manifestación y la
esencia
de las
cosas
coincidiesen directamente"
(Marx 2009,
p.
1041).
En
este
sentido,
la crítica de la ideología es, a la vez,
crítica de las formas de apariencia
social necesaria
del
capitalismo
y crítica
del
propio capitalismo,
que genera necesariamente tales
apariencias,
tal
como
muestra
la
crítica de la economía política reali-
zada por Marx
en
sus
obras
funda-
mentales
(me refiero a
Contribución
a
la
crítica
de
la
economía
política
y a
El
capitaQ
(cf.
Renault 1995, pp. 103-5).
Efectivamente, la economía política
toma las formas de apariencia social
necesaria
del
capitalismo como
hechos, como verdades, y
elabora
sus
categorías a partir de ellas.
Con
ello
elabora
una teorización
del
capi-
talismo
que
no
ahonda
en
su
dina-
mismo
real y permanece
en
sus
fenó-
menos
superficiales, cosificándolos.
2
Pero
en
Marx encontramos
otro esbozo de noción de ideología,
que tampoco se
amolda
sin más a la
idea
engelsiana
de falsa conciencia.
Efectivamente,
en
su
Introducción
a
la
Crítica
de
la
filosofía
del
derecho
de
Hegel
podemos
leer:
"La
miseria
religiosa
es
a
un
tiempo
expresión
de la m iseria real y protesta contra la
miseria real.
La
religión
es
la queja
de la criatura
en
pena, el sentim iento
de un mundo sin corazón y el espí-
ritu de un
estado
de cosas
embru-
tecido" (Marx 1992, p. 168). Aquí la
conciencia falsa es,
en
su falsedad,
verdadera.
En
su huida
del
mundo,
en
su
aspiración a
un
más
allá redentor
del
sufrimiento,
es
protesta
contra
un mundo y una vida
efectivamente
intolerables.
El
anhelo
de un
más
allá
expresa
una protesta contra un
más
acá
que
hace imposible la feli-
cidad y la dignidad.
La
crítica de la
ideología no
puede
entenderse
aquí
como aniquilación
de
la
conciencia
ideológica a partir de su ilustración
como falsa conciencia, pues
esta
contiene
un
momento
de
verdad,
posee
un
núcleo racional sustentado
en
la realidad misma: tal
momento
de verdad reside
precisamente
en
el
rechazo de las relaciones sociales
que
hacen de
este
mundo y de
esta
vida algo análogo a un infierno. Por
lo
tanto, la crítica se
compromete
aquí
con
el
cumplimiento de
este
núcleo
racional,
con
una
transforma-
ción profunda de la realidad social
que
posibilite la instauración de
unas
condiciones
de
vida universales
que
no induzcan ya a la huida reli-
giosa
del
mundo.
Como veremos, el procedimiento
de h istorización de los
conceptos
propuesto
por Ellacuría se mueve
en
el terreno de
esta
última noción de
ideología
esbozada
por
Marx.
En
el
uso ideologizado de los
conceptos
políticos va a
encontrar
Ellacuría un
momento
de verdad
que
va a
esta-
blecer el
puente
entre
la crítica de
la ideología y una práctica política
que
aspire a realizar
tal
momento
a
partir de una transformación radical
tanto
del
modo de concebir y usar los
conceptos
políticos
fundamentales
(que
deben
dejar de ser concebidos
La
actualidad
de la historización.
La
contribución de Ignacio E.llocurío o los
debates
actuales
sobre ideologí0
-----i
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VI
!!1
como
abstractos
y formales) como
de
la
estructura social y económica
que
impide
que
lo
que
prometen
tales
conceptos
pueda
realizarse.
Con
ello,
se coloca
directamente
más
allá
del
marxismo
ortodoxo
dom
¡nante
en
el
siglo
XX
(y
su noción
de
ideología
como reflejo falso
de
la realidad)
y se
codea
con las
aportaciones
de
pensadores
como
K.
Mannheim y
E.
Bloch,
W.
Benjam
in
y Th.
W.
Adorno
y,
actualmente,
F.
Jameson
y
S.
Buck-
Morss
3
a
una
concepción
compleja,
no simplificadora,
de
la ideología,
capaz
de
tematizar
en
lo
ideológico
un
momento
utópico con
el
que
debe
engarzar
la praxis política transfor-
madora.
2.
La
historización de los conceptos
como crítica de
la
ideología
Vamos
a comenzar recordando
los
aspectos
fundamentales
del
proce-
dimiento
de
historización
propuesto
por Ellacuría.
4
Como se ha
apun-
tado, Ellacuría
propone
un
método
de
historización
de
los
conceptos
tal como son usados
en
discursos
institucionales, políticos y filosóficos
para describir, teorizar
o,
fundamen-
talmente,
legitimar la realidad social.
De
hecho, Ellacuría se centra, sobre
todo,en
el
uso
de
aquellos
conceptos
políticos
que
constituyen la base
de
legitimación
de
la sociedad vigente.
Se
trata
de
conceptos
(en
el
caso
de
Ellacuría, se
trata
de
los
conceptos
de
propiedad, bien común y
dere-
chos
humanos)
que
son
presentados
o
proclamados
como poseyendo un
significado normativo y como consti-
tuyendo
el
fundamento
legitimador
de
la sociedad.
¿Cómo procede la historización?
La
historización
de
un
concepto
político lleva a cabo un
contraste
del
mismo con la realidad efec-
tiva a la
que
pretende
referir, va
a "mostrar
qué
van
dando
de
en
una
determinada
realidad
ciertos
conceptos" (Ellacuría
1991a,
p.
591).
Este
contraste, esta remisión de
un
concepto,
de
un
derecho
o
de
un
principio normativo a la realidad
efectiva
concreta
es
pensada
explí-
citamente
por Ellacuría
en
términos
de
verificación:
"la historización
de
las formulaciones teóricas es
lo
que
( ... )
muestra
su
grado
de
verdad
y
de
realidad" (Ellacuría 1991b,
p.
112).
De
este
modo, "la historización
consiste
en
la
verificación práxica
de
la
verdad-falsedad,
justicia-injus-
ticia,
ajuste-desajuste
que
se
da
del
derecho
proclamado" (Ellacuría
2001a, p. 434).
La
historización
consiste
en
comprobar
si
un
deter-
minado
derecho
o
concepto
norma-
tivo proclamado como efectivo
política e
institucionalmente
se
está
realizando
verdaderamente
(es decir,
de
acuerdo
a su
pretensión
propia,
o
sea,
a
la
promesa
normativa
que
contiene)
en
una
determinada
situa-
ción
socio-histórica o
no:
"La
histori-
zación consiste, entonces, en probar
70
__
José
Manuel
Romero Cuevas
cómo se da,
en
una realidad histórica
determ
inada,
lo
que
formalmente
se
presenta como bien común y como
derechos
humanos
y
en
mostrar
cuáles son los mecanismos
por
los
cuales
se impide o se favorece la
realización efectiva
del
bien común"
(Ellacuría 2001b,
p.
219).
Ellacuría define a la historización
como principio
de
desideologización.
Es
decir, la historización
efectúa
una
crítica
de
las ideologizaciones.
No
puedo
detenerme
aquí
en
la distin-
ción
que
realiza Ellacuría
entre
ideología
en
sentido
no peyorativo
e ideología
en
sentido
peyorativo,
a la
que
denomina
ideologización,
sólo
puedo
apuntar
una caracteri-
zación básica
de
cada
una
de
ellas.
La
primera consiste
en
"explica-
ciones
y justificaciones
teóricas"
que
tratan
de
aclarar
y hacer signi-
ficativa la realidad
en
"ámbitos
en
los
cuales
no hay posibilidad
de
un
pensamiento
estrictamente
lógico-
científico" (Ellacuría 1991b, pp. 96-7).
Entendida así, como
intento
de
"explicación
coherente,
totalizadora
yvalorizadora
( ... )
que
va
más
allá
de
la pura
constatación
fragmentada"
(ibid., 98), la ideología
en
sentido
no
peyorativo constituye una
dimensión
necesaria
de
la vida social,
pues
se
arraigaría
en
la propia
naturaleza
de la inteligencia humana.
s
Frente a
este
significado
neutral
de
la ideo-
logía, la ideologización
asume
una
"función
encubridora
de
la realidad"
(ibid., 96).
"Cuando una sociedad
está
injustamente
estructurada,
sobre
todo
en
el
campo
de
lo
económico
( ... ) surgirá
necesariamente
una
ideología justificadora
de
tal
situa-
ción"
(Ellacuría 2009b,
p.
369).
Es
entonces
cuando
"la ideología
toma
ya un
sentido
peyorativo,
en
el
doble
sentido
de
dar
una
representación
desfigurada
de
la realidad y
de
dar
una justificación
interesada
de
la
misma" Ellacuría 2009b,
p.
370).
Vaya
centrarme
en
esta última concepción
de
la ideología como ideologización,
frente a la cual
propone
Ellacuría su
método
de
la historización.
Lo
que
para Ellacuría consti-
tuye la clave
de
la ideologización
es
la proclamación institucional,
en
un
contexto
determinado
por la
desigualdad
social,
de
un
concepto
o
un
derecho
formulado
en
términos
formales
y
abstractos
como
concepto
o
derecho
fundamental
que
define al
orden
social vigente,
sin
hacer
refe-
rencia
a
las
condiciones
que
hacen
posible
su
apropiación.
Para Ellacuría,
la proclamación formal y
abstracta
de
un
derecho
o
de
un
concepto
normativo, realizada
en
un
contexto
en
el
que
la estructura social asimé-
trica vigente sólo permite que puedan
ejercer y apropiarse
ese
derecho
quienes
poseen
un
determinado
nivel
de
riqueza y poder, constituye un
obstáculo
decisivo para la
apropia-
ción real
de
lo
prescrito por
él
por
parte
de
la colectividad social. Como
sostiene en
un
curso de ética impar-
tido
en
1977
y publicado
póstuma-
mente:
':Afirmar
que
se quiere la
libertad,
el
amor, etc., sin
poner
las
La
actualidad
de la historización.
La
contribución de Ignacio E.llocurío o los
debates
actuales
sobre ideologí0
-----i
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w
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VI
Z
'"'
'"
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~
'"'
'"
z
VI
!!1
condiciones históricas reales que
hacen posible la libertad, el amor,
ete.,
es
una mistificación,
un
engaño
~~queelhomb~
no
Ea~al
mente
lo
que
decimos
[que]
debe
ser" (Ellacuría 2009a,
p.
257).
La
proclamación institucional
del bien común
se
convierte en
ideologización cuando "se
propugna
abstractamente
un
bien común
sin
que se pongan las condiciones
mate-
riales para
su
realización" (Ellacuría
2001b,
p.
216),
es
decir,
cuando
no se
pregunta por las condiciones
mate-
riales efectivas requeridas para la
apropiación por parte de los sujetos
de tal bien o de
tales
derechos.
Con
ello
in
visibiliza y desproblematiza las
condiciones
reales
diferenciales
en
las que se
encuentran
los indivi-
duos a la hora de apropiarse de
tal
bien o de
tal
derecho.
La
procla-
mación por parte
del
poder
político
del
bien común como su objetivo
fundamental
eludiendo
la
cuestión
de las condiciones materiales
que
posibilitan la apropiación
del
mismo
conduce a la legitimación de un
estado
de
cosas
contrario
al postu-
lado como normativo.
Ahora bien, ¿la historización
efectúa una destrucción de
lo
ideo-
logizado, de los
conceptos
procla-
mados
por los discursos institucio-
nales como normativos, condenando
los
conceptos
de bien común o de
derechos humanos como carentes
de validez? Habría
que
decir
que
Ellacuría
cuestiona
el
empleo
72
__
José
Manuel
Romero Cuevas
formal y
abstracto
de
determinados
conceptos, pero identifica
en
ellos
un contenido de verdad
del
que
tiene
que
hacerse cargo la historiza-
ción: "la historización
no
rechaza por
completo
la totalidad
del
mensaje
ideologizado, porque caería
en
la
trampa
de rechazar
el
aspecto
de
verdad, de valor
y de justicia,
que
necesariamente
lleva consigo
toda
ideologización;
lo
que
hace
es
separar
y mostrar
en
la praxis histó-
rica cuál
es
el modo real de convertir
en
realidad
lo
que
se
queda
como
ideal" (Ellacuría 2009b,
pp.
376-7).
Los
conceptos
normativos procla-
mados
por parte de los discursos
institucionales contienen
un
aspecto
de verdad, valor y justicia,
contienen
una promesa normativa, que no
puede
ser realizada o apropiada por
todos
en
el seno de la
estructura
social desigualitaria. Permanece
como promesa incumplida e incum-
plible
dentro
de las relaciones
sociales vigentes. Aparece, así, como
dimensión utópica de los
conceptos
normativos,
que
apunta
más allá
del
marco de relaciones sociales exis-
tentes
y exige ser realizada.
Esta verificación de un
derecho
o de
un
concepto mediante
su
remi-
sión a las condiciones reales en las
que
de hecho tiene
que
realizarse
y
pretende
haberse realizado pone
de manifiesto
lo
que
Ellacuría
deno-
mina "la verdad histórica" (Ellacuría
2001b,
p.
220) de los mismos. Y
esta
verdad histórica
puede
consistir
en
lo
opuesto
a
lo
pretendido
por
el
derecho
o
el
concepto
normativo
en
cuestión pues,
tal
como hemos visto,
la proclamación formal y
abstracta
de un
derecho
genera,
en
una
situa-
ción
en
la
que
no se
dan
las condi-
ciones materiales
para
su
adecuada
apropiación universal, lo contrario
de lo
pretendido
por ella: la
consa-
gración, refuerzo y legitimación
de
un
estado
de
cosas
negador
del
alcance universalista
del
derecho
o
del
concepto
normativo proclamado.
Esto
tiene
la
consecuencia
de
que, para impulsar una realización
efectivamente
universal
de
los
dere-
chos
humanos,
la historización
debe
efectuarse asumiendo
una
perspec-
tiva
determinada
en
el
escindido
espacio
de
lo
social:
debe
adoptar
la
perspectiva
de
aquellos
cuyas condi-
ciones
de
vida
materiales
ponen
de
manifiesto la restricción
de
la validez
efectiva
de
los derechos,
es
decir, su
validez no universal sino limitada a
los
grupos
desde
cuya posición social
(su posición
de
clase) fueron procla-
mados
tales
derechos.
La
perspectiva
que
debe
adoptar
la historización
es
la
de
"los
pueblos
oprim idos" y "las
mayorías populares".
Hay
que
analizar
la realidad efec-
tiva
de
los
derechos
humanos
desde
la perspectiva
representada
por los
que carecen de las
condiciones
para
apropiarse
de
ellos:
"La
historiza-
ción ( ... )
exige
plantear
el
problema
de los
derechos
humanos
desde
lo
que define
más
negativamente
la
situación
determinada
de
un
grupo
social, sobre
todo
cuando
éste
es
una mayoría" (Ellacuría, 2001a,
p.
437).
La
perspectiva
de
esta
mayoría,
marcada por una profunda negati-
vidad, permite iluminar la
verdad
histórica
de
los
derechos
humanos:
es
el
lugar que
da
verdad
6
De
esta
manera, "la historización
de
los
derechos
humanos, vista
desde
los
pueblos
oprimidos
y
desde
las mayo-
rías populares,
es
la forma
adecuada
de alcanzar una universalización
histórica
de
los mismos,
pues
pone
al
descubierto
la
ambigüedad
de
su proclamación, hecha
desde
una
universalización
abstracta"
(Ellacuría
2001a,
p.
443).
La
adopción
de
la
perspectiva
de
las mayorías perm ite
iluminar
el
sentido
que
tendría
una proclamación
de
los
derechos
humanos
realizada
desde
la misma,
es
decir,
teniendo
en
cuenta
la
espe-
cificidad
de
las condiciones
de
vida
materiales
en
las que se
desenvuelve
su
existencia:
una
proclamación
tal
exigiría la instauración de las condi-
ciones efectivas
para
una
apropiación
universal
de
los
derechos
humanos,
lo
cual
significaría la
liberación
de
las mayorías
populares
de
la preca-
riedad,
opresión
y minorización
en
las que
se
encuentran.
La
historización
es
una forma
de
crítica
de
la ideología
que
no
apunta
a
la
conciencia ideológica,
sino
a los
discursos, al uso
de
determinados
conceptos en el seno de discursos
políticos, teóricos, institucionales,etc.,
que
legitiman la sociedad invisibili-
La
actualidad
de la historización.
La
contribución de Ignacio E.llocurío o los
debates
actuales
sobre ideologí0
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zando sus
aspectos
problemáticos.
Al
haber
dejado de lado la proble-
mática
noción
de
falsa
conciencia,
cuyo uso parece implicar
disponer
ya
de una conciencia
verdadera,
difícil
de
sustentar
en
térm inos filosóficos
y al centrarse
en
los discursos
públicos, institucionales (abando-
nando, de hecho, la esfera de la
conciencia
en
cuanto tal), la histo-
rización
ellacuriana
aparece,
así,
como una interlocutora a la altura de
los
tiempos
en
los
debates
actuales
sobre la ideología.
Puede
sostenerse
además
que
la
historización constituye un procedi-
miento
de
crítica inmanente.
Pues
lo
que
hace
la
historización es contrastar
lo
que
promete un concepto norma-
tivo con los
efectos
de la realización
efectiva de dicho concepto
en
las
condiciones defin idas por la sociedad
vigente.
La
historización procede
aceptando,
tomando
en
serio, la
pretensión normativa de conceptos
como bien común, propiedad y
derechos
humanos
y mide, a partir
de tal pretensión
(a
partir de lo
prometido por el concepto)
su
grado
de
realización
en
las
condiciones
sociales dadas.
De
manera
que
lo
que
se busca
comprobar
es
el
grado
de cumplimiento de la promesa
ostentada
por el concepto.
En
este
sentido, el proceder de la historiza-
ción
debe
ser calificado de inma-
nente, pues se atiene a
la
promesa
normativa
del
propio concepto.
Su
crítica
del
carácter ideologizado de
un
determinado concepto consistiría
en
mostrar
qué
elementos
tanto
del
concepto proclamado como norma-
tivo como de la realidad
en
la
que
presume haberse realizado impiden
el
adecuado
cumplimiento de su
propia pretensión.
Lo
que
descubre
la historización
es
que
tanto
la
formulación formal y
abstracta
del
concepto como
la
estructuración de
la sociedad vigente impiden siste-
máticamente
la realización de la
promesa
normativa
contenida en el
concepto.
3.
El
retorno del problema de
la
ideología
en
la
filosofía social actual:
el
caso de Axel Honneth
Vamos a
abordar
ahora la
cuestión
de la actualidad
del
procedimiento
ellacuriano de la historización
en
el marco de las discusiones
que
se
están
llevando a
cabo
en
la filosofía
social en nuestros días en torno al
concepto de ideología. Respecto a
esta problemática
mi
convicción es
que una teoría de la sociedad
que
se
pretenda
crítica
debe
incluir un uso
reflexivo y productivo
del
concepto
de ideología y
del
procedimiento
de crítica de la ideología.
7
De
ahí
que
lo
que
vaya
exponer
aquí
debe
ser
entendido
como un intento de
justificación
de
esta
convicción.
Para valorar la situación
actual
del
debate
en
torno a la ideología,
vaya
centrarme
en
el
que
es
sin
duda
uno
de los filósofos sociales más rele-
74
__
José
Manuel
Romero Cuevas
vantes
en
la actualidad,Axel Honneth,
cuyas últimas obras,
El
derecho
de
la
libertad,
de
2011 y
La
idea
del
socia-
lismo,
de
2015, han
generado
una
amplia y productiva discusión
que
ha
trascendido los límites
de
la filosofía
social académica.
En
su libro
El
derecho
de
la
libertad,
Honneth afirma
que
hay
que considerar la
sociedad
moderna
teniendo
en
cuenta la manera en
que
están
institucionalizados y reali-
zados
de
hecho los
valores
e ideales
aceptados
de
manera
generalizada
en
dicha sociedad. Desde
el
punto
de vista
de
Honneth,
el
valor para-
digmático
en
la
sociedad
moderna
es
la libertad. Honneth va a distin-
guir
tres
concepciones
de
libertad
teorizadas
en
la modernidad.
Se
trata
de la libertad negativa (es decir, la
libertad delim itada por las leyes y
el
derecho,
de
manera
que
las
acciones
libres se
entienden
aquí
como
aque-
llas no proh ibidas por la ley), la
libertad reflexiva
(o
libertad moral;
también
se la podría calificar
de
libertad interior
del
individuo) y
lo
que
él
denomina
libertad social. Para
él, la decisiva,
desde
un
punto
de
vista socio-político,
es
esta última.
8
La
libertad
social se realizaría
en
instituciones y en contextos de inte-
racción
regulados
por
normas
en
los
que los
sujetos
actúan
entre
según
relaciones de reconocimiento mutuo,
orientados
por la convicción
de
que
el
cumplimiento
de
los fines
de
los
compañeros
de
interacción es
la
condición
de
posibilidad
del
cumpli-
miento
de
los propios fines. Las
instituciones
en
las
que
se realiza
la libertad social posibilitan
que
los
individuos
perciban
sus
relaciones
con los
demás
como colaborativas,
apreciando
las
aportaciones
de
los
demás individuos
como
valiosas
tanto
para
el
conjunto
de
la sociedad
como para
cada
individuo
en
parti-
cular.
Las
tres esferas
de
acción
en
las
que
habría sido institucionalizada
la libertad social
en
las
sociedades
modernas
son,
piensa
Honneth, las
relaciones
familiares y
personales
íntimas, la
economía
de
mercado y
el
ámbito
de la vida pública polí-
tica.
En
la institucionalización
de
la libertad social reside
el
núcleo
normativo de la sociedad
moderna
y
lo
que
le confiere legitimidad y
validez
en
relación a los
valores
e
ideales
generalmente
aceptados
en
las
sociedades
modernas.
Además, Honneth va a
sostener
que
a partir
de
tal
idea institucio-
nalizada
de
libertad social resulta
factible
poner
de
manifiesto las
desviaciones
o los
desarrollos
fallidos
en
el
plano social e institu-
cional
de
aquella
forma
de
libertad.
La
forma
de
crítica
que
Honneth
sustenta con ello es, a su vez, una
crítica inmanente,es decir, una crítica
de
la figura que ha
adoptado
de
hecho una
determinada
institución
en
el
presente
rem itiéndose a los
parámetros normativos instituciona-
lizados
en
ella. Por ejemplo, Honneth
critica la dirección
que
ha
tomado
la transformación
de
la
esfera
La
actualidad
de la historización.
La
contribución de Ignacio E.llocurío o los
debates
actuales
sobre ideologí0
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política a
causa
de las condiciones
de despolitización
generadas,
entre
otras
causas, por unos
partidos
polí-
ticos burocratizados
que
tienden
a
restringir la participación
ciudadana
y frustran con ello la realización de
la libertad social,
entendida
como
participación paritaria
en
la vida
democrática.
En
el
caso
del
mercado
capitalista, hay
que
destacar
que
Honneth
cuestiona
la forma
que
este
ha recibido
en
las últimas
décadas
bajo las condiciones neoli-
berales,
efectuando
una crítica
del
mercado neoliberal
que
toma
como
referente
"la promesa de libertad
del mercado
económico
moderno"
(Honneth 2014,
p.
233). Esta crítica
exigiría
la
introducción
de
una
serie
de reformas
del
estado
actual
de la
econom
ía
capitalista
que
perm itan
que
se
realice el contenido
norma-
tivo propio de la institución moderna
del
mercado (realización
que
en
esta
obra Honneth
supone
posible
dentro
de las
coordenadas
capitalistas).
Hay
que
subrayar
que
Honneth,
en
El
derecho de
la
libertad, sostiene,
siguiendo
en
ello a Hegel y Durkheim,
que
al mercado
económico
moderno
(es decir, al mercado capitalista) le
es
inherente
una
promesa
normativa:
la
promesa de
que
las relaciones
econó-
micas
mediadas
por el mercado cons-
tituyen un ámbito
adecuado
para la
realización de la libertad social.
Es
decir, se trataría de un ámbito
en
el
que los sujetos económicos
pueden
reconocerse
recíprocamente
como
miembros de relaciones de colabo-
76
__
José
Manuel
Romero Cuevas
ración
en
las
que
el cumplimiento de
los propios fines se realiza a partir
del
cumplimiento de los fines de los
demás
(Honneth 2014, pp. 64-90).
La
realización de la libertad social
en
el ámbito económico requiere
que
no existan excesivas
desigualdades
y
asimetrías
en
este
plano para
que
resulte factible a los sujetos
representarse las relaciones
econó-
micas como posibilitando el reco-
nocimiento mutuo.
Esto
conduce
a
Honneth a
sostener
que
la
adecuada
realización
de
la
promesa
norma-
tiva propia
del
mercado económico
moderno
de
representar
una
esfera
de libertad social exige la imple-
mentación
de
una
serie
de
medidas
políticas
conducentes
a impedir
que
surjan y se consoliden diferencias
económicas
entre
los sujetos de tal
calibre
que
se frustre la experiencia
de las relaciones económicas como
relaciones
de
reconocimiento.
Tales
medidas
son
fundamentalmente
la
restricción
del
derecho de herencia,
el fomento de la igualdad de opor-
tunidades, seguridad salarial y
del
puesto
de trabajo y cogestión
demo-
crática
del
trabajo
en
la
empresa
Honneth 2014, pp. 320-1).
El
sentido
del
planteamiento
de
Honneth
en
esta
obra resulta claro:
el mercado económico capitalista
ostenta
una
promesa
normativa
que,
cuando
se
dan
las condiciones de
igualdad y simetría adecuadas, exigi-
bles
supuestamente
a partir de los
parámetros
m ismos
que
definen al
mecanismo del mercado e instau-
rables
mediante
medidas políticas
compatibles
con la economía
capita-
lista,
es
realizable
en
el seno de la
sociedad vigente.
La
publicación de
El
derecho
de
la
libertad provocó una ola de reac-
ciones críticas, respecto a
la
que
Honneth se ha mostrado sensible.
9
Como réplica a
estas
críticas explí-
citas e implícitas a su
propuesta
plasmada
en
El
derecho
de
la
libertad,
Honneth ha llevado a cabo
un
replanteam
iento de su posición
acerca
de
la
relación entre mercado
y capitalismo.
En
su libro posterior,
La
idea
del
socialismo,
trata
de
esta-
blecer las distancias
entre
mercado
y capitalismo, y
sostiene
que
para
una
crítica
de
"la
teoría económ
ica
hegemónica no
es
el concepto de
'mercado' el
que
debería ser
objeto
de
crítica,
sino
su
fusión
con
pecu-
liaridades capitalistas" (Honneth
2017,
p.
136).
De
aquí
deriva una
tarea
fundamental
para
el
socia-
lismo actual: "depurar el concepto
de mercado de
todos
los
agregados
-hechos
a posteriori- de caracterís-
ticas específicas
del
capitalismo para
verificar
de
esta
manera
su
capa-
cidad de resistencia moral" (Honneth
2017,
p.
136).
El
siguiente paso
consiste
en
"volver a examinar
desde
los
fundamentos
en
qué medida los
«componentes»
de
«las instituciones
del
mercado» son
apropiados
para
constituir
formas
cooperativas
de
coordinación
de
la
acción económica
en
condiciones de necesidad de
gran
complejidad" Honneth 2017,
p.
139).
Esta desproblematización posmar-
xista de la institución
del
mercado
conduce
a Honneth a reivindicar
una
concepción particular
del
socialismo,
a
saber,
en
cuanto socialismo
de
mercado:
tal sería la forma de socia-
lismo
concordante
con el
concepto
de libertad social (Honneth 2017,
p.
150).
De
manera
que
la posición de
Honneth parece haberse modificado
hasta
sostener
en
la actualidad
que
"el principio de la libertad social
en
la esfera económica sólo podría
realizarse
mediante
el
socialismo de
mercado" (Honneth 2015,
p.
208).
En
todo caso, las transformaciones
políticas
planteadas
por Honneth
para la realización de
tal
forma de
socialismo (diferenciar los
mercados
según
los
bienes
intercambiados
en
ellos y exam inar
si
todos
ellos
deben
regularse por la oferta y la
demanda,
problematizar la existencia de "rentas
de capital y
ganancias
especulativas",
eliminar el carácter
heredable
de los
medios de producción) (Honneth
2017,
p.
136
ss.) parecen conducir a
una
reforma
del
capitalismo
que
no
apunta
más allá de él. Y ello a
pesar
de
que
en
un artículo previo a
La
idea
del
socialismo llegó a afirmar
que
una realización
completa
de la
promesa
normativa
presente
en
el
mercado moderno "sólo sería posible
bajo condiciones post-capitalistas"
(Honneth 2015,
p.
224), cuyo
esta-
blecimiento constituiría la condi-
ción de posibilidad de su
propuesta
de socialismo de mercado. O sea,
si
bien se postula como necesaria
la
La
actualidad
de la historización.
La
contribución de Ignacio E.llocurío o los
debates
actuales
sobre ideologí0
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instauración
de
condiciones
post-
capitalistas
para
que
logre realizarse
la
promesa
normativa
inscrita
en
el
mercado, las
medidas
concretas
propuestas
por Honneth para
ello
apuntan a
una
corrección
paulatina
de
determinados
déficits
del
capi-
talismo
realmente
existente
(sobre
todo,
de
su incapacidad
de
posibilitar
la igualdad
de
oportunidades
entre
los
sujetos
sociales)
que
no
pone
en
cuestión
al capitalismo
como
modo
de
producción (pues no
pone
en
cuestión
el
obstáculo
decisivo
para la instauración
de
la igualdad
de
oportunidades
entre
los
agentes
representado
por la escisión
entre
trabajo
asalariado
y capital).
4.
Necesidad de una historización
del
concepto de mercado
(y
del
propio concepto de libertad social)
En
El
derecho
de
la
libertad
Honneth
sostiene
que "la base
de
legitimación
del
mercado" ha sido
"desde siempre" la promesa
de
que los
agentes
"se
puedan
sentir
incluidos
en
un
contexto
de
coope-
ración
mediante
sus
actividades
económicas" (Honneth 2014,
p.
338).
Aquí parece residir
el
núcleo
de
"las
promesas
normativas del
mercado
de
trabajo" (Honneth 2014,
p.
338).
Pero
entonces
se
puede
sostener
que
tal
"imagen
del
mercado
( ... ) como un
organismo
social, sobre
el
que
noso-
tros
juntos
tenemos
responsabilidad
como
miembros
de
una
comunidad
de
cooperación" (Honneth 2014,
p.
337)
tiene
un
estatuto
muy particular.
Pues sirve, como dice Honneth, para
legitimar la institución
del
mercado,
pero
promete
algo (la
cooperación
entre
individuos
que
conciben la
realización
de
los fines
de
los
demás
como condición
de
posibilidad
de
la
realización
de
los propios fines)
que
no
resulta
en
absoluto convincente
que
sea
realizable
dentro
de
las
condiciones
económicas
mercantiles
tal
como
las
conocemos.
Por ello, no convence la atribución
por
parte
de
Honneth de un
carácter
normativo al
mercado,
ni
al
mercado
capitalista
ni
al mercado
depurado
de
adherencias
capitalistas
reivindi-
cado
por él. Pues no resulta repre-
sentable
que
lo
que
presuntamente
promete,
en
términos
de
reconoci-
miento
mutuo
de
los
sujetos
en
el
marco
de
relaciones experimentadas
como colaborativas,
lo
pueda
cumplir
efectivamente.
Y ello, por sus propias
reglas
de
juego, a saber, los princi-
pios
de
la
competencia
y
de
la
oferta
y la
demanda.
En
consecuencia, no se
trata
tanto
de
que
el
mercado
posea
un
carácter normativo,
sino,
más
bien,
de
que
ostenta
una
promesa
que, por
un lado,
cumple
un
papel
decisivo
en
la legitimación
de
la institución
del
mercado, pero que, por otro, no
resulta realizable por dicha insti-
tución
en
virtud
de
los
parámetros
que
la constituyen. Podría decirse,
78
~-José
Manuel
Romero Cuevas
en
consecuencia, que tal promesa
tiene
carácter
ideológico.
En
el seno
de las reacciones a
El
derecho
de
la
libertad,
T.
Jütten ha
argumentado
que las
medidas
requeridas para
que
el mercado
se
comporte como
un
contexto
que
posibilita la
comple-
mentariedad
de los fines individuales
son medidas
que
consisten propia-
mente
en
"restricciones de la opera-
ción
del
libre mercado" (Jütten 2015,
p. 201) Y
deben
ser concebidas
en
consecuencia como intervenciones
externas al mismo
y
no
como deri-
vadas internamente de
sus
exigen-
cias de adecuado funcionamiento
Jütten 2015,
p.
202). Esta
es
la prueba,
para Jütten, de
que
realmente
el
mercado
no
es
una esfera de libertad
social,
pues
los principios
inherentes
al mecanismo
del
mercado, la ley de
la oferta y la
demanda
y,
en
defini-
tiva, la competencia, imposibilitan de
hecho la realización de relaciones
complementarias
entre
los sujetos
(Jütten 2015, p.199).
Su
conclusión
es
que la reconstrucción normativa
que Honneth realiza
del
mercado
como un ámbito de libertad social
es
"una imagen ideológicamente
distorsionada de la economía de
mercado
que
le adscribe un
poten-
cial de libertad social
que
de hecho
no
posee" (Jütten 2015,
p.
197).
Quizá
aquí
reside uno de los
déficits
del
enfoque
de Honneth
en
sus
obras recientes, sobre todo en
El
derecho
de
la
libertad:
su
rechazo
a considerar
que
determ inadas
promesas
institucionalizadas (como
la promesa de libertad social presun-
tamente
ostentada
por el mercado)
tienen
un
carácter ideológico,
en
tanto
que
prometen
algo no repre-
sentable
como realizable
en
el seno
de las relaciones sociales
vigentes
que
legitiman (no realizable a causa,
precisamente, de la dinámica consti-
tutiva de
tales
relaciones sociales) y
ello, a
pesar
de
que
Honneth signifi-
cativamente
dispone
de los medios
conceptuales
para tal caracteriza-
ción de la ideología.
En
su artículo
"El
reconocimiento como ideología"
(publicado originalmente
en
2004),
sostuvo Honneth
que
lo
que
perm ite
reconocer una ideología
es
"la
inca-
pacidad
estructural
para propor-
cionar las condiciones materiales
bajo las cuales"
es
realizable "efec-
tivamente" la promesa normativa
ostentada por una institución:
"entre
la promesa ( ... ) y el cumplimiento
material se abre un abismo, el cual
es
característico" de la ideología,
puesto
que
"la provisión de las condi-
ciones institucionales" que harían
posible el cumplim iento material de
la promesa normativa inserta en la
ideología resulta incompatible
"con
el
orden
social dominante" (Honneth
2006, pp. 147-8).
De
esta
argumen-
tación puede derivarse una concep-
ción de la ideología
que
puede
ser
productiva
en
el ámbito de la filo-
sofía social y de las investigaciones
sociales concretas: ideológica sería
la legitimación de una institución
a través de la
ostentación
de dicha
institución de una promesa norma-
tiva para cuya realización faltan
La
actualidad
de
la historización.
La
contribución
de
Ignacio E.llocuría a los
debates
actuales
sobre
ideología
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las condiciones
de
posibilidad, a
causa precisamente
de
las reglas
de
juego social definidas, establecidas y
promovidas por dicha institución.
Por
lo
tanto, a partir de las
aportaciones teóricas del propio
Honneth, que él m ismo
lamentable-
mente
no
utiliza en
la
teorización de
la
sociedad expuesta en
El
derecho
de
la
libertad,
cabe reivindicar
la
tarea de una
crítica
de
la
ideología
del
mercado,
que ponga de manifiesto
en
la
promesa institucionalizada en el
mercado, legitimadora del m ismo (su
prome
sa
de
que en
su
seno e s reali-
zable una dimensión fundamental
de la libertad soc ial), su carácter
ideológico.
Es
decir, su función
de
legit
im
ación
de
una institución
que
genera desigualdad prometiendo
la
realización en
su
seno de una
dimensión de
la
libertad social,
para
la
cual faltan las condiciones
materiales e institucionales para su
cumplimiento. Esto implica que
no
cabe tomar sin más al mercado como
una
institución
normativa,
sino
que
es
necesario analizar la función que
cumple la promesa
ostentada
por él,
mostrando
que
para el cumplim iento
de su función ideológica
debe
incluir
un
contenido racional,
un
conte-
nido efectivamente normativo (que
genere asentimiento ante su
preten-
sión de legitimidad), del que cabe
mostrar, sin embargo, que sólo puede
realizarse de hecho más allá de las
relaciones económicas capitalistas.
80
'----
José
Manuel
Romero Cuevas
la
concepción
de
la ideología
esbozada
en
su articulo
de
2004
nos
da
pie a
plantear
una
discusión
desde
Honneth contra Honneth.
El
caballo
de
batalla aquí
es
que
no se
pueden asumir sin más como válidos
los valores e ideales generalmente
aceptados
en
la
sociedad vigente,
supuestamente
ya institucionali-
zados en
la
misma.
Al
hacer esto, la
presunta teoría crítica de
la
sociedad
se
amputa
su
pretensión crítica hasta
hacerla irreconocible.
El
concepto
de ideología
(y
el procedimiento de
crítica de
la
ideología) opone a la
confianza de Honneth en la validez
de
los ideales y valores socialmente
imperantes
una
actitud
de
sospecha.
Aplicando literalmente el concepto
de
ideología propuesto por el propio
Honneth
en
su artículo de 2004
cabría preguntar: estos valores e
ideales, empezando por la propia
libertad (también en
su
versión de
libertad social), ¿son realizables en
el sentido de apropiables
univer-
salmente
en
las condiciones de
la
sociedad capitalista? Porque
si
no
es el
caso,
nos
encontramos
ante
un
caso prototípico de ideología, en los
términos
del
propio Honneth,
que
requiere
de
una crítica pertinente.
La
elusión
de
tal cuestión
condena
a la
teoría social
en
cambio a la irrele-
vancia teórica y política.
Es
en
este
contexto que el
procedimiento de historización de
Ellacuría recibe toda su actualidad.
Pues cabría, efectivamente, una h isto-
rización
del
concepto de mercado
tal
como
es
empleado
en
los discursos
teóricos y políticos legitimadores
del
mismo o
consagradores
de su
presunto carácter normativo, como
es
el caso de Honneth.Aquí la histo-
rización,
en
los
términos
de Ellacuría,
contrastaría tal concepto
supues-
tamente normativo de mercado
con la realidad de su realización
efectiva
en
la sociedad vigente.
Comprobaría
cuáles
son los
efectos
de su realización y contrastaría
tales
efectos y consecuencias con
lo
que
el mercado, según
tales
discursos,
pretende
ser o hacer. Respecto a la
teoría de Honneth, la historización
mostraría con
toda
seguridad
que
el
mercado
no
es
capaz de realizar la
libertad social
que
promete.
y ello,
fundamentalmente,
porque
la promesa de libertad social
presun-
tamente
inherente al mercado
está
efectuada
sin considerar
adecuada-
mente
la
cuestión
de
las condiciones
sociales y materiales de su realiza-
ción.
Es
abstracta. Supone
que
las
relaciones de los individuos
dentro
del
mercado
pueden
ser percibidas
por estos,
mediante
la introducción
de
las
reformas sociales necesarias,
como relaciones de reconocimiento
mutuo y de colaboración. Esto solo
es
pensable
a partir de una abstracción
de las diferencias
estructurales
que
definen las relaciones económicas
dentro
del
mercado. Resulta claro
que
aquí
se
está
obviando la cuestión
de
si
existen las condiciones sociales
y materiales
que
hacen posible la
realización por parte de
todos
de
tal libertad social prometida por el
mercado.
Tal
promesa se realiza de
hecho invisibilizando la distinción
fundamental
en
la sociedad vigente
entre
trabajadores
asalariados y
propietarios de capital.
La
historiza-
ción pondría de manifiesto
que
este
componente
central
de la
estructura
social vigente frustra de principio
y sistemáticamente
la
realización
de tal
supuesta
promesa normativa
del
mercado,
en
cuanto
que hace
imposible que los
sujetos
puedan
percibir
su
interacción con
aquellos
que
ocupan
una
posición contra-
puesta
en
el ámbito de la producción
como relaciones de reconocimiento
mutuo y
que
puedan
experimentar
las relaciones económicas
con
ellos
como relaciones colaborativas
(y
ello,
aunque
se introduzcan reformas
legales
que
intenten
generar
una
mayor igualdad de
oportunidades
entre
los
agentes
sociales).
Las
refe-
rencias por parte de Honneth a la
necesidad de restringir el derecho de
herencia de cara a
generar
igualdad
de
oportunidades
en
el ámbito de
la
interacción
económica
son
clara-
mente insuficientes y
no
tocan
este
asunto decisivo.
La
caracterización
del
mercado
como un ámbito de realización de la
libertad social constituiría
desde
los
parámetros
de Ellacuría una ideolo-
gización.Ahora bien,
tal
como
hemos
visto, la historización pone de mani-
fiesto
un
núcleo racional,
un
conte-
La
actualidad
de la historización.
La
contribución de Ignacio E.llocurío o los
debates
actuales
sobre ideologí0
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nido de verdad
en
lo
ideologizado.
En
este
caso,
la
promesa
inscrita
en
el mercado, tal como
es
teorizada
por Honneth,
basándose
en
Hegel
y Durkheim,
apunta
a la realización
de
relaciones
de
reconocimiento y
colaboración
entre
los sujetos. Esto
constituiría su contenido de verdad,
contenido
que
está
a
todas
luces por
realizar.
La
historización, tal como
propone Ellacuría, mostraría cómo
tal contenido no cabe ser reali-
zado por
el
mercado
en
el seno de
las relaciones sociales capitalistas.
La
realización de tal promesa sólo
resulta
pensable
instaurando las
condiciones
que
harían posible el
establecimiento
efectivo de rela-
ciones
de
colaboración y reconoci-
miento de los sujetos.
Lo
que
resulta
decisivo
aquí
es
la
determinación
del
grado de transformación de la
estructura socio-económ
ica
nece-
saria para el
establecimiento
de
tales
condiciones.
Es
el posicionamiento frente a
esta
cuestión lo
que
distingue
entre
planteamientos
que
se contentan con
caracterizar
al
socialismo a
partir
de
determinadas reformas de la sociedad
capitalista
que
no ponen
en
cuestión
su
naturaleza
10
y planteamientos
que afirman
que
el
socialismo
debe
implicar una ruptura con los
aspectos
definitorios
del
capitalismo, como
la escisión
entre
trabajo asalariado
y capital. Podemos conjeturar con
fundamento
que las
aportaciones
que Ellacuría habría realizado a
estos
debates
en
los últimos
treinta
82
__
José
Manuel
Romero Cuevas
años, sobre todo a partir de la
puesta
en
práctica de su procedimiento de
historización, habrían sido, sin lugar
a dudas, de un
valor
teórico y político
trascendental.
Para
terminar,
voy
a introducir
una
breve
nota
sobre
la
cuestión
de la
racionalidad
de la crítica de la
ideologización
que
es
la historiza-
ción,
pues
considero
que
se
trata
de
un problema decisivo,
dado
el
auge
creciente de posiciones explícita-
mente irracionalistas
en
el ámbito
público y político
en
la actualidad.
La
crítica ha
estado
vinculada histó-
ricamente
con
la
racionalidad,
con
la razón.
En
un sentido
puramente
procedimental,
puede
calificarse de
racional
aquella
decisión, acción o
proferencia lingüística
que
resulta
justificable
mediante
razones
convincentes
ante
cualquier posible
interlocutor
que
se atenga
única-
mente a
la
fuerza
de
convicción
de
los
argumentos
(es decir,
que
no
esté
obcecado
por
intereses espurios o
partidistas)."
Con
lo
dicho, se percibe
ya la vinculación
que
existe
entre
racionalidad y pretensión de univer-
salidad (en
este
caso, la pretensión
de validez universal para los propios
argumentos,
para
las razones
con
las
que
se
aspira
a justificar
una
acción
o una preferencia). Una
propuesta
política, un modo de vida, la solución
a un problema social, se
presentan
como
racionales
si
aparecen
como
válidos universalmente,
es
decir,
si
todos
los implicados
pueden
acep-
tarlos,
en
virtud de su justificación
argumentativa, como correctos,
como válidos
(y
aquí, de nuevo, hay
que
introducir
una
matización deci-
siva:
una
propuesta o
una
acción
puede ser calificada como racional
si
resulta aceptable por todos los
implicados
no
ofuscados por inte-
reses espurios o partidistas, es
decir,
intereses
no
solo
no
universaliza-
bles, sino que implican
la
exclusión
o desvalorización de determinados
colectivos humanos e incluso de
amplias mayorías) y
si,
en
un
sentido
más fundamental,
su
generalización
no
conduce
al
socava m iento
de
las
condiciones de vida comunes (aquí
podría plantearse
la
cuestión de
si
la
adquisición de bienes que poseen
efectos medioambientales nega-
tivos y
cuyo
uso
universal implicaría
consecuencias catastróficas puede
ser
calificada,
en
nuestros términos,
como claramente irracional).
Siguiendo estas ideas puede
sostenerse
que
una
crítica
sería
racional
si
se
efectúa a partir de
parámetros normativos universaliza-
bles de
un
doble modo: como prin-
cipios apropiables por todos y como
aceptables como válidos por todos.
En
el caso de una crítica impulsada
por el interés en garantizar social-
mente
la
satisfacción de las nece-
sidades fundamentales de
la
pobla-
Referencias
bibliográficas
ción,
tal
parámetro
sería
racional
en
cuanto
se
afirma como aplicable y
exigible
su
apropiación para todos
los seres humanos y en cuanto que
se
pretende que cualquier interlo-
cutor racional (es decir,
no
aferrado
a intereses
no
universalizable s y
excluyentes de amplios colectivos
humanos) debe constatar y afirmar
su
validez.
A este criterio de racionalidad de
la
crítica cabría añadirle otro
más,
un
criterio que puede extraerse de
las aportaciones filosóficas de
Zubiri
y Ellacuría:" podría sostenerse que
una
crítica
sólo
sería
racional
si
su
labor de denuncia
de
situaciones
sociales o instituciones existentes
aspira a
la
realización de
un
estado
de cosas
(o
un
ordenamiento de
la
sociedad) definido, caracterizado, a
partir del nivel de las posibilidades
históricas alumbrables en
(o
gene-
radas
por)
la
formación social.
Es
decir, racional sería aquella crítica
social que aspira a producir
un
estado de cosas para el que
ya
son
explicitables en
la
formación social
las condiciones de posibilidad
de
su
realización.
Sólo
una
crítica
tal
sería,
efectivamente,
una
crítica
a
la
altura
de los tiempos, una crítica a
la
altura
de los potenciales de racionalidad
del presente.
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!!1
Notas
1 Engels utilizó
esta
expresión
en
una carta a
F.
Mehring de
1893.
Ver
Marx y Engels (1977,11,
pp.
530-4). Sobre esto,
ver
Eagleton (1997, p.123).
2 Sobre esta cuestión, ver
el
estudio clásico
y,
en puntos decisivos, aún vigente de Lukács
(1985,11, pp. 7·158).
3
De
las obras de
estos
pensadores ver, sobre todo, Mannheim (1987), Bloch (2004), Benjamin
(2005, 397),Adorno
(2004),J,meson
(1989. pp.
227·239)
Y Buck·Moc;s (2004, pp.
13·4
. 88·9).
En
el
contexto hispano. habría
que
incluir
en
este
modo sofisticado de
afrontamiento
de
la
ideología
la
importante
aportación
de
G.
Puente Ojea plasmada,
entre
otras obras.
en
su libro Ideología e historia.
La
formación
del
cristianismo como
fenómeno
ideológico,
publicado originalmente
en
1976
(Puente Ojea
1991,60-72).
4 Sintetizo aquí
la
exposición realizada
en
mi
artículo: Romero,
J.
M.
(2016).
La
historización
como crítica
inmanente
de
la
ideología
en
1.
Ellacuría.
ECA,
71(744), pp. 51-66.
5 Sobre
esto
puede
verse Tamayo y Romero (2019, pp. 117-124).
6 Ver sobre
esto
Ellacuría (1991b,
p.115),
Samour
(2003,
p.
258), Serrano (1995,
pp.
41-49),
Herrera (1995,
pp.
31-39) Y Nicolás y Romero (2016, pp.193-223).
7
Ver,
en
esta
dirección,los esfuerzos recientes de reivindicación de
la
crítica de
la
ideología
en
el
seno
de
la
filosofía
social
realizados por Jaeggi (2009),
Rosa
(2013) y
Stahl
(2013).
8 Ver Honneth (2014, pp. 97-162). Sobre
el
concepto de libertad
social
en
Honneth,
ver
Salonia
(2020, pp. 51·68).
9
Ver,
por ejemplo, los artículos publicados
en
la
revista Critical Horizons, vol. 16,
2015:
T.
Jütten, "Is
the
market
a
sphere
of
social freedom?",
F.
Freyenhagen, "Honneth and social
pathologies: a critique",J. Schaub, "Misdevelopments, pathologies, and normative revolutions:
normative reconstruction as method of critical theory" y
D.
N.
McNeill, "Social freedom
and
self-actualization: 'Normative reconstruction' as
theory
of justice".
10
Lo
cual
no dice nada
en
contra
la
pertinencia o justicia de
tales
reformas, pero,
desde
mi
punto de vista, contra
la
idea de
que
dichas reformas
basten
para construir una sociedad
que
podamos calificar de manera justificada como socialista.
11
Como resulta patente, sigo aquí
el
planteamiento
de Habermas (1989,1).
12
el. Zubiri (2006) y Ellacuri, (1990).
86
__
José
Manuel
Romero Cuevas