Presentación
del
Dossier:
CII:
LLI
en
en
o
e
Vigencia y actualidad
del pensamiento
de
Ignacio Ellacuría
Héctor Samour
Universidad
Centroamericana
"josé
Simeón
Cañas"
En
noviembre
de
2019
se
cumplió
el
trigésimo aniversario
del
asesinato
de
Ignacio Ellacuría. Para
conmemorar dicho aniversario, el
departamento
de
filosofía
de
la
UCA
y la Cátedra Latinoamericana Ignacio
Ellacuría
organizaron
un coloquio
internacional con
el
objetivo prin-
cipal no sólo
de
rememorar
su figura
y su obra, sino
también
de
estimular
la producción intelectual con
el
fin
de
poner
al día su
aporte
intelectual
a
través
del
diálogo con
aquellos
autores
y corrientes
del
pensam
iento
social y filosófico
contemporáneo,
que han
abordado
las
problemáticas
más
relevantes
de
la realidad h istó-
rica
centroamericana y latinoameri-
cana, a finales
de
la
segunda
década
del
siglo
XXI.
En
dicho coloquio se
presentaron
más
de
treinta ponencias y comu-
nicaciones
que
abordaron
diversas
facetas
de
su
pensamiento
buscando
cumplir con
el
objetivo principal
del
coloquio. Se
abordaron
temáticas
de
los
campos
teológico, filosófico, polí-
tico, social y
de
las ciencias sociales,
en
general.
En
todos
estos
campos,
el
aporte
de
Ellacuría ha sido muy
relevante.
En
su teología,
el
[ocus theo[o-
gicus
adquiere
una
gran
importancia:
desde
dónde
se reflexiona, para
quién
se reflexiona. Ellacuría y los
teólogos
de
su
generación
quisieron
hacerlo
desde
las mayorías oprim idas
de
América Latina
y,
en
general,
desde
los
países
pobres.
En
cuanto
a su
aporte
filosó-
fico,
basado
en
la filosofía zubiriana,
Ellacuría pensó la realidad histórica
como
el
ámbito por excelencia de
la liberación o
de
la emancipación
humana. Pero no buscaba simple-
mente
el
dato histórico, hacer mera
historiografía convencional, para sim-
plemente
describir acontecimientos
pasados. Ellacuría buscaba influir
en
ella, intervenir
en
la
realidad histórica
que, desde su concepción filosófica,
Presentación
del
Dossier: Vigencia y
actualidad
del
pensamiento
de Ignacio Ellacurí0
-----i
No.
155. E.nero-Junio
de
2020.
3-16
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es
una realidad unitaria, abierta,
dinámica,
que
tiene
nodos
y redes
sobre los
cuales
hay
que
actuar
para modificarla
desde
sus "goznes
estructurales".
En
el
campo
sociopolítico y de
los
derechos
humanos, Ellacuría
sostenía, frente a las proclamaciones
abstractas
e ideologizadas
del
bien
común, como
un
bien general, que
lo
que
en
realidad se da
es
el
mal
común.
El
"mal común"
es
el
estado
real
del
mundo
en
el
que
la mayoría
de la
gente
está
estructuralmente
mal por el mismo
ordenamiento
de las condiciones de vida de
ese
mundo. Se origina a partir de estruc-
turas injustas
que
dificultan una vida
humana
y que, por tanto,
deshuma-
nizan a la mayor parte de
quienes
viven
sometidos
a ellas, y se plasma
en
una
injusticia
institucionalizada
en
las leyes, costumbres, ideologías,
yen
el
resto de las
dimensiones
de la
vida social. Frente al mal común
así
definido, surge el bien común como
una exigencia
negadora
de
esa
injus-
ticia
estructural e institucional.
Esto
le
lleva a Ellacuría a consi-
derar que las
elementales
exigencias
contenidas
en
el programa de los
derechos humanos son, en realidad,
una necesidad para posibilitar la
actualización histórica
del
bien
común.
En
la situación
determinada
por el mal común y
en
la
tensión
que
ella
provoca con
el
bien común
deseado, se fundamenta, para
Ellacuría, la exigencia de reclamar
4
__
Héctor
Samour
los
derechos
humanos, como un
reclamo concreto de la necesidad de
hacer realidad el bien o de
alcanzar
históricamente
el
bien común.
En
elcampo
de lascienciassociales,
los
aportes
de Ellacuría también son
muy relevantes al enfatizar la nece-
sidad de analizar los hechos sociales
dentro de su contexto histórico y
considerarlos
como
momentos
de
una
totalidad sociohistórica
desde
la cual
adquieren
su
verdadero significado.
Señala, además, la importancia
del
lugar
desde
el
que
se hace ciencia
de la sociedad y de la historia.
En
el
contexto de una sociedad dividida y
conflictiva, el lugar
adecuado
desde
el
cual
es
posible lograr mayor obje-
tividad,
es
el lugar de las víctimas
de los
sistemas
sociales y econó-
m icos. Finalmente, Ellacuría fue uno
de los primeros
intelectuales
en
señalar, hace más
de
cuarenta años,
la
tendencia
globalizadora de los
procesos económicos
y sociales que
estaban
ocurriendo a nivel mundial.
En
el
presente
número
de la
revista se recogen
algunas
de las
ponencias
presentadas
en
el colo-
quio
yque
reflejan de
alguna
manera
los
aspectos
destacados
de
su
pensamiento.
El
artículo de Marcela Brito busca
esclarecer el pensamiento
maduro
de Ignacio Ellacuría a partir de la
exposición de su
génesis
y de las
diferentes
etapas
de
su
evolución
intelectual:
desde
su
etapa
juvenil,
en
la
que
Ellacuría va forjando su
pensamiento
a partir
del
intento
de
conciliación entre
la
escolástica
tomista
y
el
vitalismo orteguiano,
hasta
el
pensamiento
de
madurez
en
el
que
da
la construcción
de
su
filosofía
de
la realidad histórica,
pasando
por la
gestación
de
dicha
filosofía a partir
de
su asimilación
de
la filosofía zubiriana.
El
artículo concluye afirmando
que la
propuesta
de
filosofía
de
la realidad histórica constituye un
sistema metafísico
fuerte
nacido
de
las
coordenadas
históricas
marcadas
por la
maldad
histórica,
que
persigue
su liberación radical al
arraigarnos
en
la realidad
concreta
y
ponernos
al
servicio
de
la liberación integral
de
nuestros
pueblos.
Según esto, la filosofía
debe
partir
de la parcialidad preferencial por
los oprim idos para
alumbrar
nuevas
formas de totalización y
absolutiza-
ción
de
nuestro
mundo
actual,
que
peligra por crisis climáticas, guerras,
agotam iento de los recursos natu-
rales
y
un
alarmante
incremento
de la pobreza, exclusión, racismo,
mach ismo y
otros
males
que
hacen
del
fin
de
la historia una realidad
cada
día
más
patente.
La
autora
destaca
que
este
plan-
teamiento
lo
reiteró Ellacuría
en
su
último discurso
del
6
de
noviembre
de
1989,
desde
la altura procesual
del
proceso histórico
en
el
momento
presente:
la
de
comprender
nuestra
configuración
actual
para
cambiar
el
rumbo por
el
cual nos dirigimos al
despeñadero
de
la historia,
animados
por la
esperanza
y la necesidad
de
comunicar
el
bien para revertir la
comunicabilidad y poderío
del
mal
que
da
muerte
sistemática
e impu-
nemente:
"Lo
que
queda
por hacer
es
mucho. Sólo utópica y
esperan-
zadamente
uno
puede
creer y
tener
ánimos para intentar
con
todos
los
pobres
y oprim idos
del
mundo
revertir la historia, subvertirla y
lanzarla en otra dirección".
Por su parte,
el
artículo
de
Randall
Carrera
destaca
que
la interpretación
de
Ellacuría
del
pensamiento
de
Zubiri se posicionó
durante
mucho
tiempo
como la
orientadora
de
la
reflexión sobre
el
pensamiento
zubi-
riano,
en
la cual
Sobre
la
esencia y
Estructura
dinámica
de
la
realidad
son consideradas como obras claves,
además
de
la trilogía sobre la inte-
ligencia
sentiente,
elaborada
la final
de
la vida
de
Zubiri,
el
punto culmi-
nante de
su
pensamiento.
El
autor
sostiene
que
la inter-
pretación
ellacuriana
de
la
obra
de
Zubiri posee una gran vigencia
actual, debido a la profundidad y
conocimiento de
su
pensamiento,por
lo
que
el
estudio
de
los
presupuestos
zubirianos
es
fundamental
para
la
comprensión
del
pensamiento
maduro
de
Ellacuría,
orientado
a la
construcción
de
un proyecto filosó-
fico liberador sobre la
base
de
su
concepción
de
la realidad histórica.
Presentación
del
Dossier: Vigencia y
actualidad
del
pensamiento
de Ignacio Ellacurí0
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La
metafísica zubiriana, eminen-
temente intramundana,
es
uno
de
los
pilares
fundamentales
de
Ellacuría;
se
trata
de
una filosofía
abierta
a la
realidad,
que
de
forma peculiar se
convierte
en
un hilo
conductor
a
lo
largo
del
desarrollo
de
su
propuesta
filosófica. Esto a
pesar
de
que
a
lo
largo
de
su desarrollo intelectual,
Ellacuría
aborda
otras
temáticas
y
se
oriente
por
otros
intereses
intelectuales.
Según
el
autor,
es
necesaria
una
constante
relectura
de
estos
funda-
mentos
zubirianos,
para
comprender
a
plenitud
la
obra
madura
de
Ellacuría;
particularmente
de
su
filosofía
de
la realidad histórica,
donde
los diversos
componentes
de
la historia se
encuentran
profunda-
mente estructurados
en
un
dina-
mismo,
orientado
por la praxis. Ante
el
aumento
en
el
interés por profun-
dizar
en
el
pensamiento
ellacuriano,
puede
caerse
en
el
equívoco
de
estu-
diar solamente
sus
últimos
escritos,
los
cuales,
para
una
correcta
inter-
pretación
y generación
de
nuevos
horizontes
de
interpretación,
deben
leerse sin
dejar
de
lado sus
supuestos
metafísicos,
epistemológicos
y
antropológicos.
El
artículo de José Manuel Romero
aborda
la
actualidad
del
procedi-
miento ellacuriano
de
la histori-
zación
en
las
discusiones
que
se
están
llevando a cabo
en
la filosofía
social
en
nuestros
días. Para ello, se
centra
en
el
aporte
de
Axel Honneth,
6
~-
Héctor
Samour
cuyas
últimas
obras,
El
derecho
de
la
libertad,
de
2011 y
La
idea
del
socia-
lismo,
de
2015, han
generado
una
amplia y productiva discusión que ha
trascendido
los límites
de
la filosofía
social
académ
ica.
En
su obra
El
derecho
de
la
libertad,
Honneth
sostiene
que
hemos
de
afrontar
la
sociedad
moderna
a
partir
del
modo
en
que
están
efec-
tivamente
institucionalizados y
realizados
socialmente
los
valores
e
ideales
generalmente
aceptados
en
dicha sociedad,
de
forma
paradigmá-
tica
el
valor
de
la libertad.
Según Honneth, las
tres
esferas
de
acción
en
las
que
ha sido
institucionalizada la libertad social
en
las
sociedades
occidentales
son las relaciones personales, la
economía
de
mercado
y
el
ámbito
de
la vida pública política.
En
la
institucionalización
de
la libertad
social
reside
el
núcleo
normativo
de
la sociedad
moderna
y
lo
que
permite
sostener
que
realiza los
parámetros
de
lo
que
sería la justicia.
Ahora bien, Honneth va a afirmar
que,
en
virtud
de
tal
idea
de
libertad
social institucionalizada,
podemos
poner
de
manifiesto las
desviaciones
o los
desarrollos
fallidos
en
el
plano
social e institucional efectivo
de
aquella
forma
de
libertad.
De
esta
forma Honneth se
propone
realizar
una
crítica inma-
nente
a las
sociedades
capitalistas,
a partir
de
una crítica
de
la figura
que ha
adoptado
una
determ
inada
institución a partir de los
parámetros
normativos institucionalizados
en
ella.
En
el caso
del
mercado
capita-
lista, Honneth
cuestiona
la forma
que
este
ha recibido bajo las condiciones
neoliberales
efectuando
una crítica
de tal desarrollo
que
toma como
referente la promesa de libertad
del
mercado económico moderno.
De
acuerdo con
este
plantea-
miento, Honneth sostiene
que
la
realización de la libertad social
en
el ámbito económico requiere
que
no existan excesivas
desigualdades
y asimetrías
en
este
plano para
que resulte factible a los sujetos
representarse las relaciones econó-
micas como posibilitando el reco-
nocimiento mutuo.
Esto
conduce a
Honneth a
sostener
que
la
adecuada
realización
de
la
promesa
norma-
tiva propia
del
mercado económ
ico
moderno
de
representar
una
esfera
de libertad social exige la imple-
mentación
de
una
serie
de
medidas
políticas
conducentes
a impedir
que
surjan y se consoliden diferencias
económ icas
entre
los sujetos de tal
calibre
que
se frustre la experiencia
de
las relaciones económicas como
relaciones
de
reconocimiento.
Congruente
con
esta
tesis,
en
su
último libro,
La
idea
del
socialismo,
Honneth busca
establecer
las
distan-
cias
entre
mercado y capitalismo, y
sostiene
que
para una crítica de la
beral no
es
el
concepto de "mercado"
el
que
debería ser
objeto
de crítica,
sino
su
fusión con peculiaridades
capitalistas. Esta
desproblematiza-
ción posmarxista
de
la
institución
del
mercado conduce a Honneth a
reivindicar
una
concepción
particular
del
socialismo, a saber,
en
cuanto
socialismo
de
mercado:
tal sería la
forma
de
socialismo concordante
con el concepto de libertad social.
Las
transformaciones políticas plan-
teadas
por Honneth para la realiza-
ción de
tal
forma de socialismo (dife-
renciar
los mercados según los bienes
intercambiados
en
ellos y
examinar
si
todos
ellos
deben
regularse por la
oferta y la
demanda,
problematizar
la existencia de
"rentas de capital y
ganancias especulativas", eliminar
el carácter heredable de los medios
de producción) parecen conducir a
una
reforma
del
capitalismo
que
no
apunta
más
allá de él y no a una
superación de este.
Uno de los déficits
del
enfoque
de
Honneth
es
su
rechazo
a considerar
que
determinadas
promesas
institu-
cionalizadas de la economía
capita-
lista (como la promesa de libertad
social
presuntamente
ostentada
por
el
mercado)
tienen
un carácter
ideológico,
en
tanto
que
prometen
algo no
representable
como reali-
zable
en
el seno de las relaciones
sociales
vigentes
que
legitiman (no
realizable a causa, precisamente, de
la dinámica constitutiva de
tales
teoría económica
hegemón
ica neoli- relaciones sociales) y ello, a pesar de
Presentación
del
Dossier: Vigencia y
actualidad
del
pensamiento
de Ignacio Ellacuría
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que Honnetl1 dispone
de
los medios
conceptuales
para tal caracterización
de la ideología.
No
cabe
tomar
sin más la
supuesta
promesa del mercado como
norma-
tiva,
sino
que
es
necesario
analizar
la
función que tal promesa cumple,
mostrando que para el cumplimiento
de
su
función ideológica
debe
incluir
un contenido de verdad, un
conte-
nido efectivamente normativo, del
que cabe mostrar, sin embargo, que
sólo puede realizarse de hecho más
allá de las relaciones económicas
capitalistas.
Es
en
este
contexto
que
el
procedimiento
de
historización
de
Ellacuría recibe toda su actualidad.
Pues cabría, efectivamente, una
histo-
rización del concepto de mercado
tal
como
es
empleado
en los discursos
teóricos y políticos legitimadores
del mismo o proclamadores de su
presunto carácter normativo, como
es
el caso de Honneth. Aquí la histo-
rización, en los térm inos de Ellacuría,
contrastaría tal concepto normativo
de mercado con la realidad
de
su
realización efectiva en la sociedad
vigente. Comprobaría
cuáles
son los
efectos
de
su realización y
contras-
taría
tales
efectos
y consecuencias
con lo que el mercado, según
tales
discursos,
pretende
ser o hacer.
Respecto a
la
teoría de Honneth,
la
h istorización mostraría que el
mercado
no
es
capaz de realizar
la
libertad social que promete.
8
____
Héctor Samour
la
promesa normativa
del
mercado constituiría
desde
los
parámetros
de
Ellacuría una ideo-
logización. Ahora bien, la historiza-
ción pone
de
manifiesto un núcleo
racional, un contenido de verdad
en
lo
ideologizado.
En
este
caso,
la
promesa inscrita en el mercado
apunta
a
la
realización de relaciones
de reconocimiento y colaboración
entre
los sujetos. Esto constituye
su
contenido de verdad, contenido que
está
por realizar y que habría que
realizar.
La
h istorización, tal como
propone Ellacuría, mostraría cómo
tal contenido no
cabe
ser
realizado
en
el
seno
de
las relaciones sociales
capitalistas,
marcadas
por la escisión
entre
fuerza
de
trabajo y propiedad
privada
de
los medios
de
producción.
La
realización de tal promesa sólo
resulta pensable
más allá de
tales
relaciones,
a
saber,
en
condiciones
post-capitali stas.
El
artículo de Ángel Sermeño se
centra en el esclarecimiento de
la
propuesta ellacuriana de civilización
de
la
pobreza.
Por
civilización
de
la
pobreza
entiende
un orden global de
convivencia humana
que
surge
en
oposic ión y como
respuesta
a la grave
crisis civilizatoria
que
padecemos.
Si
hace
treinta
años
la
emergencia
de
esta
crisis
ya
era evidente, ahora
es
imposible no reconocer que vivimos
tiempos
que nos ponen frente a los
ojos desafíos de toda índole:
finan-
cieros,
económicos,
ambientales,
climáticos, alimentarios, demográ-
ficos, energéticos, entre otros.
De
acuerdo
con
Sermeño,
en
su
concepción de
civilización
de
la
pobreza,
Ellacuría
se
adelantó a
un
emergente y correctivo uso de
la
noción
de
civilización
que
se
abre
camino
en
nuestros
días.
En
esta
nueva
concepción
la
civilización
consistiría en el establecimiento de
un
sistema de vida factible; es decir,
las sociedades civilizadas serían
aquellas capaces de construir una
relación apropiada entre el hombre
y
la
naturaleza.
Así
el nuevo eje de
articulación de
la
noción de civili-
zación
sería
la
conexión
profunda
entre civilización y sustentabilidad.
Conseguir este equilibrio ecológico-
sustentable
no
es una tarea sencilla
y para Ellacuría
su
viabilidad inicia
con
una radical crítica al modelo
civilizatorio capitalista imperante.
Por
ello
la
noción de
civilización
de
la
pobreza
se
construye en oposición
a
la
civilización
de
la
riqueza.
Es
decir,
surge de una contraposición dialéc-
tica entre pobreza y riqueza.
Para
Ellacuría el capitalismo
ha
traído males mayores que benefi-
cios a
la
humanidad y sus procesos
de
autocorrección
nunca
han
dado
suficientes muestras de corregir y/o
revertir
su
nociva
trayectoria.
De
los varios argumentos que Ellacuría
esboza
en
contra
de
la
civilización
de
la
riqueza
se
destacan dos:
1)
El
capitalismo
no
satisface
las
necesi-
dades básicas de todos y
no
genera
espíritu,
ni
valores
que
humanicen
a
las personas y las sociedades; y
2)
Las
promesas de
la
civilización de
la
riqueza
no
pueden
ser
universaliza-
bles.
Se
trata de una crítica estruc-
tural
al
sistema en
su
conjunto.
El
nivel de vida (consumo y bienestar)
utiliza una cantidad de recursos
materiales
que
matemáticamente
no
pueden ser distribuidos por igual
entre todos los integrantes de
la
humanidad.
Es
decir, el nivel de vida
de
las
sociedades
ricas
no
es
univer-
salizable.
Con
su
propuesta de una civili-
zación de
la
pobreza como solución
auténtica y radical a los males del
capitalismo, Ellacuría
no
propone
una
suerte
de
retroceso
hacia
un
mundo de pauperización universal.
No
sugiere
construir
una
economía
de
la
pobreza, aunque supone
imaginar
un
modelo de austeridad
compartida a nivel global y que
consistiría
en
encontrar
una
manera
de repartir los recursos y
la
riqueza
más equitativamente,
lo
cual implica
la
exigencia de que los países ricos
rebajen y limiten
su
estilo de vida.
Ellacuría adm
ite
que utilizar el
adjetivo
pobreza
resulta
no
solo
incomodo sino provocador para los
beneficiarios del sistema capitalista.
y
lo
es porque pone el acento en
un
dato que
se
quiere ignorar o eludir y
que
ya
ha sido mencionado.
Esto
es
que
el
mundo
en
su
inmensa
mayor
parte
se
encuentra
sumergido
en
unos niveles de pobreza y miseria
que son inaceptables.
Presentación
del Dossier: Vigencia y
actualidad
del
pensamiento
de
Ignacio E.llacuría
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Ellacuría sabía bien
que
su
propuesta contenía una
elevada
dosis de utopía
y,
sin embargo,
sostenía que ello no la invalidaba.
Además, hay
que
enfatizar
que
él
la concebía
desde
su
condición de
hombre de
fe.
Es
decir,
la
civilización
de
la
pobreza
sostiene
sus
eventuales
contenidos sociológicos e históricos
sobre
bases
teológicas
que
la hacen
deudora
en
específico de la teología
de la liberación.
Es
por ello que la
concepción
de
una
civilización de
la
pobreza
trata
de un
tema
de madurez
en
Ellacuría,
dado
que
presupone
todo
el
proceso de transformación
del
discurso teológico convencional
hacia las innovaciones y reformula-
ciones
conceptuales
que
la teología
de la liberación incorporó al mismo.
En
este contexto,Sermeño rescata
la interpretación de la civilización de
la pobreza de Jan Sobrino,
especial-
mente
desde
la óptica
del
concepto
de "
pueblo
crucificado". Para Sobrino
el pueblo crucificado
en
la concep-
ción de Ellacuría
es
una expresión
tanto
negativa como positiva de
la realidad histórica
que
define a
muchos
pueblos
a nivel global.
En
el sentido negativo
es
una lectura
teológica de la condición
del
pobre.
Evidentemente, se
trata
de inmensas
mayorías
en
condición de pobreza
que son
en
los hechos
pueblos
tran-
sidos de
muerte
producto de la injus-
ticia.
Hay
que
añadir, además,
que
estos
pueblos
pobres crucificados
son
pueblos
ignorados,
anulados
a los
que
se les niega la palabra
o,
10
__
Héctor
Samour
en
lenguaje contemporáneo, se les
niega
el
reconocimiento.
Tal
falta de
reconocimiento tiene
una
función
política evidente. Permite
que
los
países ricos y sus
habitantes
puedan
desentenderse
sin
mala conciencia
de
lo
que
su concentración de riqueza
y niveles
de
consumo
provocan
en
las inmensas mayorías de pobres y
desposeídos
de los
países
periféricos.
En
su sentido positivo, el
pueblo
crucificado
expresa
su
mayor
capa-
cidad de renovación. Ellacuría afirma
convencido
que
el pueblo crucificado
trae
salvación.
Es
decir,
es
una
cate-
goría
que
ofrece "luz" a la civilización
de la riqueza,
en
el sentido de
que
le
permite verse o reconocerse
en
su "verdad".
El
pueblo crucificado,
nos recuerda Sobrino, fue concebido
por Ellacuría como una metáfora.
La
metáfora de un espejo invertido
que
refleja la verdad
del
primer
mundo. Una verdad desfigurada pero
dolorosamente
real
en
la pobreza y
la miseria
que
el primer mundo se
niega a reconocer y
trata
de disi-
mular u ocultar.
El
pueblo crucificado
también
aporta
un
segundo
elemento
de
"salvación"
que
a simple vista pare-
cería
inverosímil y hasta
sería
causa
de estupor. Este
elemento
es
la
espe-
ranza.
Los
pobres
ofrecen
esperanza
a los ricos
del
primer mundo.
El
argu-
mento
es
muy simple
y,
a pesar de las
apariencias,
no
carece
de
congruencia
lógica. Desde su sufrimiento,el tercer
mundo genera y mantiene esperanza,
misma
que
ofrece
a
un
primer
mundo
que no la posee.
Sermeño
termina
haciendo
un balance de la vigencia de la
propuesta de la civilización de la
pobreza, exam inando los desafíos
globales
que
hoy enfrentamos.
y afirma
que
la
civilización
de
la
pobreza
es
fundamentalmente
un
concepto utópico (aunque no sola-
mente)
que
emana
de la utopía cris-
tiana, inspirada, por supuesto,
en
los
valores
del
evangelio. Ellacuría fue,
en
este
sentido,
consciente
y
provo-
cadoramente
utópico. Pero más allá
del
poder
existe
este
ingrediente
"espiritual" sin el cual
es
impensable
poder
siquiera imaginar resolver
los graves
problemas
y desafíos
del
mundo de
hoy.
Treinta
años
después, el mundo
"gravemente enfermo"
que
Ellacuría
contempló, con hondo realismo,
parece
haber
entrado
hoy
en
fase
term inal.
Cada vez
queda
menos
tiempo para,
si
bien no evitar, al
menos
moderar
el impacto
del
cambio
climático, a
las
generaciones
jóvenes de
hoy,
y no
digamos
a las
del
porvenir.
Técnicamente
existen
alter-
nativas, quizás suficientes, para lidiar
con
una
amenaza
tan
aterradora.
Sin embargo, los
poderosos
de
este
mundo de
manera
egoísta
se
oponen
a todo lo que
amenace
sus privile-
gios, despilfarros y sus
márgenes
de ganancias. Por ello la transición
a las
energías
limpias
que
suponen
el
abandono
de la utilización de los
recursos
fósiles
para
generar ener-
gías continúan
enfrentando
deses-
perantes
y
absurdos
retrasos. Pero,
más
allá de las soluciones técnicas,
lo
importante
es
rescatar, desarrollar
y consolidar los
valores
espirituales,
humanistas y
cristianos
que
emanan
de la
civilización
de
la
pobreza.
Las
críticas y las
condenas
hacia
el capitalismo
presentes
en
la
obra
de Ellacuría no han sido más
que
confirmadas
en
estas
tres
décadas
transcurridas.
De
la
m
isma
manera
hay
que
recordar
que
Ellacuría
era
muy crítico con la democracia liberal.
No
admitía los usos legitimadores
que
de ella hacían los países ricos,
especialmente
Estados Unidos, para
apoyar y reproducir una situación
de injusticia y dominación. Según
Sermeño, Ellacuría se
concentraba
más
en
los
efectos
negativos de
estos
usos
que
la democracia provocaba
en
los
pueblos
y las naciones perifé-
ricas y pobres más
que
en
el dejarse
distraer
por
una
consideración
de
los
valores
y los
diseños
institucio-
nales
que
en
abstracto volvieron
a la democracia (elecciones, plura-
lismo de partidos, normas consti-
tucionales
que
incluyen división de
poder,
libertades
públicas
asociadas
a la ciudadanía liberal, sociedad civil,
etcétera), incluso
en
nuestros
días de
desencanto
con la m isma, el prin-
cipio universal de legitimidad de los
regímenes
políticos.
El
autor
concluye
que
la huma-
nidad
enfrenta
desafíos y peligros sin
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S
o
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'"
I
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VI
VI
Z
'"'
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'"
Presentación
del
Dossier: Vigencia y
actualidad
del
pensamiento
de
Ignacio E.llacuría
11
z
VI
!!!
parangón. Parecería que navegamos
en
aguas
embravecidas, a la deriva,
sin rumbo.
Un
contexto con
estas
características
nos
hace extrañar
personalidades con la inteligencia,
congruencia ética y espíritu cris-
tiano como la de
Ignacio Ellacuría.
En
la
obra que nos ha legado, por
ejemplo, en
esta
noción de civiliza-
ción de
la
pobreza,
podemos
acaso
encontrar
inspiración para ayudar a
la
humanidad a elaborar soluciones
creativas para salir de
este
horizonte
desajustado y caótico en el que hoy
nos
encontramos.
El
artículo
de
Juan Antonio
Senent-De Frutos
pretende
hacer
una contribución filosófica
en
orden
a la
búsqueda
de
una justicia cosmo-
polita históricamente situada como
estrategia de
respuesta
a las dife-
rentes
crisis socioambientales que
se
experimentan
en el ámbito de
la
sociedad global, inspirado por
la
perspectiva ética de Ellacuría.
En
esta
línea busca articular una razón
teórica
critica
con
una
razón
práctica
éticamente
sustentada
que permita
tanto un
entendimiento
crítico de
los procesos
en
los que la huma-
nidad
actual
define la producción
de
mundo,
como
un
reLanzamiento
ético
de los procesos
en
una dirección
más
humanizadora y sosten ible.
Con
este
fin,
Senent
construye una
propuesta analítica de las dimen-
siones
del
bien común de la huma-
nidad, recuperando el ideal de bien
común como horizonte crítico de las
12
1---
Héctor Somour
prácticas sociales transformadoras,
como
es
el caso de
Fran~ois
Hourtart
y del propio
Ignacio Ellacuría.
Si
bien la
ética
del
bien común
de
la humanidad
está
excluida del
campo de lo posible,
deseable
y
conquistable en el imaginario de
la
modernidad capitalista, ello no
supone ninguna prueba de que no
sean
ni
necesarios
ni
posibles.
El
capitalismo globalizado potencia los
bienes privativos y particulares; privi-
legia a las
élites
poderosas frente a
las mayorías populares del planeta;
el bien individual o corporativo a
costa del bien humano universal y
del bien
de
la Casa común.
En
un primer momento,
el
autor
realiza
algunas
consideraciones
hermenéutico-históricas rescatando
el
aporte
al concepto de bien común
de
algunos
autores
relevantes,
tales
como Aristóteles, los
teólogos
medievales y renacentistas, Tomás de
Aquino, Francisco Suarez,
entre
otros.
El
autor analiza a continua-
ción el contexto sociopolítico del
bien común de
la
humanidad en la
presente
fase histórica.
En
la
actua-
lidad
el
bien común
de
la humanidad
está
impedido
estructuralmente
por
la dominancia hegemónica
de
la
forma Estado moderno-liberal en el
contexto de
la
sociedad global.
En
esta
forma prima, en primer lugar,
la
constitución vertical de un poder
soberano
"artificial" que
es
un titular
diferenciado, separado y que
ostenta
la
representación
primaria del pueblo
o
pueblos
que integran su territorio,
lo
que
permite la primacía de la
sobe-
ranía público-estatal real o potencial
sobre los
bienes
que
caen
bajo
el
dominio jurisdiccional
de
su territorio
estatal,
y
da
lugar a formas propiedad
pública que no son
realmente
code-
terminadas
por los
sujetos
colectivos
que conforman la población o
que
surgen
de
la alienación
de
formas
de
propiedad anteriores.
Yen
segundo
lugar,
esta
forma
de
Estado moderno-liberal, una vez
que
tiene
el
monopolio
de
la producción
jurídica,
puede
disolver las insti-
tuciones
de
bienes comunes
que
han
creado
históricamente
sujetos
colectivos a los que no reconoce
en
su
capacidad
de
autodeterminación
jurídica. Por ello,
conceptualmente
no
considera
ningún
vínculo
social
con
capacidad
política y jurídica
para
gobernar
y producir
autónoma-
mente
reglas
en
la administración
y
uso
de
bienes
comunes.
Una
vez
que
el
vínculo social
es
irrelevante
política
y jurídicamente, y por
tanto,
se han atom izado los
sujetos
bajo
jurisdicción
estatal,
la
otra
forma
de
propiedad
que
se privilegia
es
la
propiedad privada
en
cuanto
forma
de
propiedad
disgregadora
de
los
sujetos
colectivos,
que
compiten
ahora entre
sí,
bien
como
personas
físicas,
bien
como
personas
jurídicas,
por
la
maximización
de
su
interés.
Esta lógica
de
la forma Estado
moderno-liberal
es
la
que
ha vola-
tizado las formas
de
sociabilidad y
de
institucionalización política
de
los territorios
tradicionales
de
los
diferentes
pueblos, por un proceso
de
modernización-colonización,
primero al interior
del
espacio
polí-
tico occidental,
y
después
por su
proyección sobre los otros territorios
de
los pueblos. Esta forma Estado
tiene consecuencias estructurales
sobre
el
modo
de
institucionalizar la
satisfacción
de
las necesidades,
así
como
el
ámbito
legítimo y "racional"
de
actuación sobre la naturaleza.
En
el
contexto
actual
han
entrado
en
crisis las formas de Estado históri-
camente
posteriores
como
el
Estado
constitucional
y
el
Estado social
conquistadas
en
parte
en
el
siglo
XX
en
Europa, o formas
de
Estado pluri-
nacional
en
algunas
experiencias
latinoamericanas
más
recientes.
Es
necesario
un
proceso
de
revi-
sión y reformulación
de
la forma
eminente
de
institucionalidad polí-
tica
en
la lucha por
combatir
las
externalidades
sociales
y
ecológicas
que
provoca
el
sistema
moderno-
capitalista
mundializado. Pero
enfrentar críticamente
la
revisión
del
modelo político-moderno
de
la
forma
estado/república
exige
tanto
en
orden
al bien
común
propio, como
al bien
común
de
la humanidad, inte-
grar o articular la solidaridad social
entre los respectivos territorios
históricamente
vinculados
y la
soste-
nibilidad
de
su sociodiversidad y
biodiversidad;
ampliar
la solidaridad
institucionalizada
en
las
diversas
Presentación
del
Dossier: Vigencia y
actualidad
del
pensamiento
de Ignacio Ellacurí0
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regiones
de
la Tierra, así como
unas relaciones internacionales no
basadas
en
la competencia sino
en
la concertac ión y la cooperac ión.
A partir del contexto anterior,
el autor destaca algunos
aportes
críticos de los últimos
años
que
pueden ayudar para
entender
un
cierto camino de transformación
hacia
otras
formas de institucio-
nalidad que traten de enfrentar las
indigencias y las insostenibilidades
sociales y ecológicas del sistema
hegemónico actual.
En
los
aportes
de Fran,ois Houtart y
de
Ignacio
Ellacuria hay un común esfuerzo
por articular un marco categorial
de
carácter planetario para orientar las
luchas sociales por
la
justicia
en
la
actualidad.
La
contribución de Fran,ois
Houtart
es
expresión de su cercan
ía
y compromiso con distintos movi-
mientos sociales en todos los conti-
nentes que
le
llevó a promover, junto
con otros líderes intelectuales y
sociales, en
el
seno del Foro Social
Mundial
un
proyecto de Declaración
Universal
del
Bien Común de la
Humanidad.
Con
ello, se
trata
de
visibilizar y buscar la convergencia
de fuerzas para desarrollar
alterna-
tivas frente al modelo
de
desarrollo
capitalista en cuanto provoca
tanto
la
crisis ecológica global como
la
crisis de
la
mayoría de los pueblos
de la Tierra que son subaltern izados
en
este
modelo de cultural
yeconó-
mico de desarrollo moderno-capita-
14
____
Héctor Samour
lista.
Así,
quienes
son perjudicados y
excluidos
en
este
proceso
de
mundia-
lización
del
capitalismo son, a su vez,
actores de
sus
propias resistencias
y
de
la construcción
de
alternativas
al modelo hegemónico. Desde ese
mapa de crisis, de víctimas, y de
luchas sociales por resistir y vivir de
otros modos posibles y sostenibles,
se busca avanzar hacia
la
construc-
ción de otra sociedad global, de otra
mundialización.
Pero para esa alter-
nativa,
ve
preciso
construir
colecti-
vamente
un
mapa que oriente y en
la
puedan converger las plurales
transformaciones por la que luchan
diversos
movimientos
sociales.
Para
ello,
es
útil y necesario
generar
una
reflexión común
que
identifique
las causas estructurales de la crisis
social
en
el sistema mundial,
así
como que proponga los principios
orientadores
de
nuevas estructuras
sociales. Tanto
ese
mapa de
la
crisis
con sus múltiples dimensiones, como
el mapa de las transformaciones
es
lo
que constituye el núcleo de
la
Declaración
del
Bien Común de la
Humanidad.
Ignacio Ellacuría se planteó,
especialmente
en
las
décadas
de
los
70
y
80
del siglo
XX
, repensar las
condiciones
para
una
justicia
cosmo-
polita que permitiera efectivamente
realizar el bien común de
la
huma-
nidad. Pero Ellacuría parte, al igual
que en otros enfoques críticos, del
hecho de su negación histórica para
buena parte de
la
humanidad en
la
presente fase de mundialización
social articulada, muy decisivamente,
por
un
orden
civilizatorio moderno-
capitalista
que
es
tendencialmente
incompatible con la realización
de
la vida
buena
para los
pueblos
de
la humanidad. Una vez
cumplida
la
condición real
de
una
única
historia
de la
humanidad
es
ya
urgente
la
consideración mundial
de
los
dere-
chos
humanos, con
el
fin
de realizar
el
bien
común,
cuya
realización
supone
la superación histórica
del
mal
común
dominante
en
la
actual
fase histórica.
Ellacuría
señala
tres
caracte-
rísticas
que
debe
tener
el
bien a
implantar
con
un
carácter
común
o
estructural
que
permita
el
sosteni-
miento y desarrollo
humanizador
de
la vida
humana.
En
primer lugar, un
bien
será
un
bien
realmente
común,
cuando
tenga
la
capacidad
de
afectar
con su
bondad
a la mayor parte.
En
segundo
lugar,
cuando
tenga
de
por
esa
comunicabilidad bienhechora.
En
tercer
lugar,
cuando
alcance
un
cierto carácter estructural y
dinám
ica,
y perm ita por
tanto
una marcha
de
la
historia
humanizadora
y no cosifica-
dora o
alienadora
de
los sujetos. Este
bien
común
sería,
por
tanto, supera-
ción
de
una
injusticia estructural e
institucional,
que
genera
una
serie
de
estructuras e instituciones,
que
no sólo posibiliten, sino
que
contri-
buyan
eficazmente
a
que
la mayor
parte
de
los individuos
-y
no sólo
unas
minorías
privilegiadas-
puedan
satisfacer
sus
necesidades
básicas y
puedan construir personalmente
sus
propias vidas.
Con
estos
aportes,
Senent
termina señalando
que
una
ética
del
bien común concreto
de
la
humanidad
se
puede
expresar
en
la
articulación ideal pero historizable
y dinámica
de
tres
dimensiones
interdependientes
de
cada
práctica
o sistema institucional:
ser
verda-
dero, justo y
ajustado/factible.
Son
dimensiones
porque
son
momentos
de
una
unidad
sistemática
.
En
este
sentido,
las
dimensiones
nos
sirven
para
reconocer
criterios
del
bien
común.
En
cuanto
"concreto",
puede
ser
practicable o universalizable
en
cuanto
dependa
del
acierto
de
la
acción social
humana
o
de
la
insti-
tución
que
se despliega.
En
cuanto
"dinámico"
tiene
que
ir
buscando
viabilidad y
reajustándose
en
vista
de
una corrección integradora
de
las
prácticas e instituciones.
Pero
si
un
criterio
no
se
satisface
en
un
grado
adecuado,
se imposibilita la reali-
zación
de
la actividad
humana
para
integrar
el
bien de la
humanidad
experimentable,
compartible
y no
imposibilitante.
Así,
su realización
en
un
mayor o menor
grado
se
sitúa
idealmente
entre
polaridades
que
son la
verdad
o falsedad, justicia o
injusticia y
ajuste
o
desajuste
(facti-
bilidad o no factibilidad)
de
las prác-
ticas humanas. Estas polaridades,
pues,
se
mueven
y experimentan
entre
el
bien común y
el
mal común.
Esto
es,
entre
la
afirmación o
soste-
nimiento
tendencialmente
viable y
Presentación
del Dossier: Vigencia y
actualidad
del
pensamiento
de
Ignacio E.llacuría
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VI
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reproducible
de
una
verdadera
vida
buena, justa y viable, y a su vez, no
imposibilitante
por
acción
u
omisión
de una vida
buena
sostenible
de
los
otros, o
en
última instancia
de
todos
los
sujetos
y los
pueblos
de
la Tierra;
o
en
el
fracaso o colapso
de
la acti-
vidad
humana
del
propio grupo, o
en
la negación o
impedimento
de una
vida
buena
sostenible
de
los otros, o
en
última instancia,
de
los
sujetos
y
pueblos
de
la Tierra.
Estas
dimensiones
en
su
conjunto
sostienen,orientan
y juzgan la calidad
16
__
Héctor
Samour
de
las prácticas institucionales
que
los
diferentes
grupos
de
la
huma-
nidad desarrollan o
tratan
de
desa-
rrollar
en
función
de
su refluencia
benéfica sobre
el
bien común
de
la humanidad, y ello por constituir
hoy la sociedad
global
una
sociedad
"única"
(aunque
sea
asimétrica
en
la
distribución
de
poder
de
los diversos
grupos
o bloques, y
aunque
sea
diversa socioculturalmente),
dada
la
interdependencia
que
de
facto confi-
gura
las posibilidades de realización
y
de
suficiencia
de
bienes
de
cada
grupo
social.