
79
eca
Estudios Centroamericanos
Los tipos de partidos políticos en la campaña 2021 de El Salvador
Vol. 77, núm. 768, año 2022, pp. 69-86
ISSN 2788-9580 (en línea) ISSN 0014-1445 (impreso)
ticamente hablando. Sin embargo, sus dos
diputados —aunque no son indispensables—
han decido apoyar al presidente. Este respaldo
fue premiado por el oficialismo brindando un
cargo en la junta directiva de la Asamblea
Legislativa al PCN, mientras dejaba afuera a
partidos políticos con mayor número de dipu-
tados, como Arena, que tiene 14 diputados, o
el FMLN, con cuatro.
En segundo lugar, en cuanto a su campaña
legislativa y municipal de 2021, esta presentó
una particularidad en torno a dos posturas:
una que resaltaba la figura de Nayib Bukele
y a su vez desincentivaba el voto por rostro,
fomentando votar por la N de Nayib, o por
el partido del presidente (hecha por Nuevas
Ideas, GANA y CD), y otra que criticaba
la figura del mandatario, y que motivaba a
votar por rostros y no por un partido (como
era el caso de Arena, FMLN, Vamos, Nuestro
Tiempo y Rodolfo Parker, del PDC).
En ese contexto, el PCN quizás fue
el único partido político que no entró en
ninguno de esos bloques, ya que no utilizó la
figura del presidente en su campaña, ni para
atacarlo, ni para defenderlo de forma contun-
dente. Incluso algunos de sus diputados —en
el tiempo de campaña— combinaban críticas
y halagos al presidente. Por ejemplo, Mario
Ponce (diputado del PCN y presidente de
la Asamblea Legislativa 2018-2021), por un
lado, dijo: “Si yo tuviera la actitud del presi-
dente Bukele, no sé dónde estaría el país”, y
criticó la “falta de transparencia del Gobierno
en la gestión de fondos de emergencia por la
covid-19”. Sin embargo, el mismo diputado
durante la campaña electoral afirmó que el
Gobierno estaba teniendo “resultados posi-
tivos” en seguridad y que estaba dispuesto a
tender puentes para intentar resolver la crisis
“en función del país”. El entonces presidente
de la Asamblea se declaró como “un político
al que no le gusta meterse en problemas”. Y
dijo mostrarse con ganas de negociar.
Otro ejemplo de este doble discurso lo hizo
Raúl Beltrán Bonilla (diputado 2018-2021).
Por un lado, se mostró desafiante diciendo:
“Hacemos un alto en el camino para recordar
el 9F, [aquí] se rompió el Estado de derecho
al ingresar con armas a la Asamblea”. Sin
embargo, antes de terminar su período
como diputado, dijo sentirse satisfecho “por
haberle aprobado [al presidente] todo para
la pandemia” y que “el PCN nunca fue un
estorbo para aprobar lo que el señor presi-
dente le solicitó a la Asamblea”.
En tercer lugar, se plantea la transición en
la identidad partidaria del PCN. Inicialmente,
se resalta su afinidad con la Fuerza Armada,
para luego volverse casi inmediatamente un
partido predominante en los sesenta y los
setenta; luego pasó a ser un partido bisagra
en los noventa y la primera década del siglo
XXI porque, debido a la cantidad de dipu-
tados que obtenía, mantenía una cuota de
poder importante y, sin importar el partido
político que gobernara, continuaba siendo
un aliado estratégico que se alió tanto con
Arena como con el FMLN. Ahora en 2021,
el PCN solo obtuvo dos diputados en la
Asamblea Legislativa y ha pasado a adoptar
las características de un partido satélite, sus
diputados han dicho: “el PCN no bloqueará
el trabajo del presidente Nayib Bukele y
“[a Arena y al FMLN] les duele que ahora
estemos apoyando al pueblo salvadoreño
y a Nayib Bukele”. Además, a nivel local,
mantienen su liderazgo político de tipo clien-
telista. Por ejemplo, Reynaldo Cardoza, con
sus máquinas desgranadoras de maíz en
Chalatenango, ha tomado ventaja política de
la necesidad en el sector rural para obtener
votos y conservar su curul.
Finalmente, el PCN al ser considerado un
partido satélite, se convierte en un “pequeño”
aliado que apoyan las acciones del bloque
más grande, pero sin la capacidad de ejercer
presión para negociar, ni tampoco amenaza
con competirle el poder al bloque oficialista.
Sin embargo, el problema es que su parti-
cipación puede reducirse a solo simular un
mercado de partidos; por tanto, su rol puede
ser solo consolidar al partido mayoritario
y/o hegemónico, incluso hasta legitimar un
régimen político autoritario. Hay ejemplos en
México cuando el PRI controlaba el Ejecutivo