
63
eca
Estudios Centroamericanos
Civilización de la pobreza: la alternativa ellacuriana para enfrentar los “males” del presente
Vol. 77, núm. 768, año 2022, pp. 57-68
ISSN 2788-9580 (en línea) ISSN 0014-1445 (impreso)
nente al medio compartido en el que se hace
la vida (Ellacuría, 2000f, p. 265).
Este modelo de ser humano, impulsado
por la civilización de la riqueza, niega la posi-
bilidad de la propia identidad y el ejercicio
de la autocreación, pues impone modelos
extraños que llevan a dependencias y mime-
tismos, con lo que se cierran posibilidades
para buscar y generar otros modelos de
plenitud y felicidad, a la vez que somete a
dinamismos alienantes, específicamente a
someter la propia libertad a los dinamismos
necesitantes y cosificantes del dinero, y a
someter la propia identidad a un modelo no
creado para la liberación, sino para la sumi-
sión (Ellacuría, 2000f, p. 267).
Frente a todo esto, el modelo del nuevo
ser humano pensado por Ellacuría tiene como
principio de su humanización el ejercicio de
la solidaridad, y para ello parte por proponer
la opción preferencial por los pobres como
fundamento de la construcción de un nuevo
ser humano, pues piensa en dicha opción
como una vía que encamina hacia una cada
vez mayor solidaridad (Ellacuría, 2000f, p.
268). Además, la solidaridad compartida
como principio de humanización se propone
frente al individualismo competitivo propio
de la civilización de la riqueza. Se trata,
asimismo, de una solidaridad que posibilita
el disfrute común de los bienes comunes y
que, por tanto, niega la necesidad de que la
naturaleza y sus elementos sean apropiados
ya sea por individuos, grupos o naciones,
pues lejos de ser objetos apropiables son, en
palabras del autor, “el gran medio de comu-
nicación y convivencia” (Ellacuría, 2000f,
p. 277). Las características centrales de este
nuevo ser humano son la protesta activa
y la lucha permanente contra la injusticia
estructural dominante, así como el servicio, la
misericordia y el amor, pues ve en todas las
personas a sus semejantes y no a enemigos a
los que tiene que destruir, así como también
deja de ver la naturaleza como un recurso
para ser explotado (Ellacuría, 2000f, pp.
268-270).
A partir de este nuevo ser humano se
puede pensar entonces en la construcción de
una nueva sociedad mundial que ya no se
estructure a partir de las leyes del capital, sino
que quede configurada de un modo total-
mente distinto de la actual (Samour, 2013, p.
17). Así, en lo económico, la
civilización de la
pobreza
apunta a dar prioridad al trabajo por
sobre el capital, por lo que busca la dignifica-
ción del trabajo como principio dinamizador
de la historia, pero se trata de un trabajo
cuyo objetivo principal no es la producción
de capital, sino el perfeccionamiento del ser
humano, así como el aseguramiento de la
satisfacción de las necesidades básicas. El
trabajo que piensa Ellacuría llevaría a superar
distintas formas de auto y heteroexplota-
ción, así como desigualdades hirientes que
son causa de dominaciones y antagonismos
(Ellacuría, 2000f, p. 275). Además, este
“trabajo humanizador” favorecería la libera-
ción y plenificación del ser humano, pues ya
no se requeriría buscar la riqueza para contar
con lo necesario para satisfacer las necesi-
dades básicas (Ellacuría, 2000f, p. 276).
Junto con este reordenamiento en lo
económico, el nuevo orden social que piensa
Ellacuría es uno en el que los pueblos sean
cada vez más sujetos de su destino, que
tengan más posibilidades de libertad creativa
y de participación, por lo que ha de tener
más peso lo social que lo político, sin que esto
lleve a caer en el individualismo como forma
suprema de humanización. En el fondo, lo
que se pretende es, por un lado, dar más vida
y decisión a las instancias sociales y, por el
otro, superar los dinamismos perturbadores
del poder político, esto es, “[b]uscar el bien
comunitario desde la presión comunitaria
y por medios comunitarios sin delegar esta
fuerza en instancias políticas, que se autono-
mizan y nunca pueden representar adecuada-
mente lo social” (Ellacuría, 2000f, p. 281).
Lo anterior supone un nuevo orden polí-
tico que supere la democracia liberal y los
modelos colectivistas conocidos. Más allá de
principios dogmáticos y modelos históricos,
ha de ser la realidad, tal como es sentida por