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Estudios Centroamericanos
El concepto de inseguridad ciudadana como hecho social subjetivo
Vol. 77, núm. 768, año 2022, pp. 33-56
ISSN 2788-9580 (en línea) ISSN 0014-1445 (impreso)
dana. Probablemente esto responde a factores
como el manejo conveniente del discurso polí-
tico, la pérdida de resonancia social del tema
ante la disminución objetiva de la violencia
criminal, a que se ha convertido en un dato
marginal en encuestas de ocasión y como
tema de interés mediático y académico. Por
supuesto, también hay que sumar el agluti-
namiento de las preocupaciones nacionales
alrededor de la pandemia y sus efectos.
El impacto social de la violencia en un
contexto particular puede ser confirmado
a partir de sus constantes víctimas, pero
también se revela considerando a quienes
han esquivado la estadística y sobreviven
bajo condiciones límites de existencia.
Con independencia de sus oscilaciones, la
violencia propia del país (y de buena parte
de Latinoamérica) constituye una realidad
totalizante debido a sus cualidades excesivas
y predatorias. La violencia en El Salvador
avasalla recursos personales y comunitarios,
quiebra biografías y moldea hábitos sociales,
la cordura colectiva, mandatos y prácticas
institucionales. Una sociedad así consolida
el miedo como un aspecto infraestructural
sociopsicológico (Orellana, 2016) y, en suma,
instituye vida social —precaria, amenazante,
insensible— a través de la convivencia con el
crimen y la muerte violenta.
Estas reflexiones no tratan sobre las mani-
festaciones objetivas de la violencia y la crimi-
nalidad, de sus expresiones o sus víctimas.
Trata de ese concepto que pretende recoger
una parte importante de la experiencia de
los sobrevivientes que atestiguan la muerte
o la victimización de otros mientras, atemo-
rizados, especulan si serán los próximos.
Interesa problematizar, es decir, cuestionar
conocimientos y presupuestos conocidos para
propiciar nuevas preguntas y vías de inves-
tigación (Alvesson & Sandberg, 2011), esa
categoría tan reconocible en El Salvador y en
Latinoamérica que constituye la
inseguridad
ciudadana
en tanto que hecho social subjetivo.
Sería largo establecer una disquisición
apropiada sobre el binomio objetividad/
subjetividad. Baste, para efectos de avanzar
la discusión, hacer dos comentarios: 1) en la
literatura sobre inseguridad, conceptualmente,
la inseguridad ciudadana suele dividirse en
objetiva (
e. g.
, homicidios, agresiones) y
subjetiva (
e. g.
, percepciones, valoraciones,
opiniones); 2) esta división es bastante simple
y comprensible, por lo que su utilización suele
evadir explicaciones subsecuentes y lo mismo
se podría hacer en este escrito. Sin embargo,
cabe agregar algunas ideas. Comprender la
inseguridad ciudadana como un hecho social
subjetivo implica considerar la inseguridad
como una “cosa”, a la usanza durkhei-
miana de los hechos sociales (Durkheim,
1895/2005). Significa que la inseguridad en
este sentido cuenta con existencia colectiva
(en tanto que circunstancia previa, pero
también en cuanto experiencia luego asumida,
compartida y corroborable por otros), genera
consecuencias objetivas (tangibles, verifica-
bles) y se reproduce y perpetúa por procesos
reconocidos de construcción social de lo real
(ver Berger & Luckman, 1976). Lo subjetivo
de la inseguridad, pues, no indica aquí un
miedo esencializado, confinado en la cabeza
del individuo y abstraído de su contexto y de
los otros. Se refiere a la ejecución —a través
de juicios, verbalizaciones o acciones— de
un sentido concreto fruto de la dialéctica
histórica en la que se inscribe el individuo y
su situación en una estructura social dada.
Por lo apuntado, es posible afirmar entonces
que los hechos sociales subjetivos (
e. g.
, afini-
dades políticas, prejuicios, creencias) cobran
existencia y generan consecuencias objetivas.
La inseguridad ciudadana, entonces, existe (es
medible, objeto de conversación, se comparte,
etc.) y conlleva efectos concretos (
e. g.
, prote-
gerse, estigmatizar ciertos grupos sociales,
condiciona apoyos políticos).
La argumentación que sigue se estructura
en cinco partes. Primero, se sostiene que la
inseguridad es el fruto del acoplamiento de
distintas circunstancias históricas y ciertas
representaciones y racionalidades académicas,
entre las que destacan el uso de investigación
por encuestas. Segundo, que la creación y el
uso mecánico y ateórico de la categoría de
inseguridad ciudadana arrastra importantes