334
Participación estudiantil: una mirada crítica, una oportunidad de incidencia política
Volumen  76  Número 766  Año 2021
  eca
Estudios Centroamericanos
nivel estructural, argumental y de  aplicación 
en el centro escolar. 
Para  lograr  una  implementación  satis-
factoria  de  las  políticas  educativas,  deben 
alinearse  diferentes  elementos,  uno  de  ellos 
es que los programas y las normativas que se 
deriven de ellas garanticen de alguna manera 
la participación activa de las personas sujetas 
de derecho en todo su ciclo de implementa-
ción.  De  este  modo,  las  sujetas  de  derecho 
reconocerán el fin de la creación e implemen-
tación  de  dichos  programas  y  lineamientos, 
en  relación  con  este  punto;  el  estudio  de 
caso  identificó  que  ese  reconocimiento  es 
deficiente o inexistente. La forma de rescatar 
estos instrumentos/lineamientos es, entonces, 
a través de los manuales que desarrollan las 
organizaciones  de  sociedad  civil  (OSC),  ya 
que para elaborarlos retoman los documentos 
formales  del  MINEDUCYT,  agregando  sus 
propias particularidades al proceso. 
En el caso de docentes y direcciones, estos 
reconocen  el  manual  que  cada  institución 
lleva  al  centro  escolar,  por  ejemplo,  el  que 
implementa el Tribunal Supremo Electoral o el 
manual que llevan las OSC, que se encuentra 
implementado  como  proyecto  en  el  centro 
escolar. En el caso de estudiantes, la situación 
todavía es más  compleja,  ya que reconocen 
solo las orientaciones que sus personas refe-
rentes adultas les dan. 
En  la  misma  línea,  al  no  definir  linea-
mientos  claros  e  inclusivos,  se  abren  opor-
tunidades  para  que  en  la  conformación  se 
mezclen  valores  impuestos  por  las  personas 
adultas  que  dirigen  el  proceso. Por  ejemplo, 
el perfil de estudiantes que pueden participar 
en  el  GE  o  quiénes  conforman  el  tribunal 
electoral. Estos valores, según lo encontrado 
en  la  investigación,  excluyen  a  estudiantes 
por  edad,  rendimiento  académico,  grado 
académico y prejuicios en relación con quién 
es líder o no, como lo expresa un estudiante 
entrevistado:  “Sacaron  a  los  alumnos  que 
tenían buena imagen, buenas notas, los profe-
sores, y ese grupo es el que iba a concursar 
para presidente”.  
Otro  elemento  ausente  en  la  experiencia 
estudiada  y  de  mucha  importancia  para 
reflexionar  es  la  dificultad  para  identificar 
insumos claros en relación con el seguimiento 
y la evaluación de la estrategia de participa-
ción del estudiantado a través del GE. Lo que 
actualmente  se  registra  se  hace  solo  a  nivel 
cuantitativo, privando  de  un análisis integral 
que  pueda  brindar  elementos  cualitativos, 
generando insumos para la toma de decisión 
y la mejora en la implementación del meca-
nismo de participación. 
Lo  anterior  se  vuelve  difícil  cuando  hay 
una  percepción  en  direcciones,  docentes  y 
estudiantes, quienes relacionan el GE con una 
estrategia promovida desde las organizaciones 
externas que lo impulsan, limitando la apro-
piación del proceso y su propia sostenibilidad; 
en este punto se profundizará un poco más en 
la segunda línea de reflexión. 
Esta  percepción  de  ausencia  del 
MINEDUCYT,  en  el  caso  particular  del  GE, 
podría deberse a la misma estructura de cómo 
se le da seguimiento al mecanismo de partici-
pación estudiantil.
A  nivel  central  y  departamental,  el  área 
identificada  como  la  instancia  responsable 
del seguimiento a los procesos de participa-
ción de los GE fue el Departamento de Arte, 
Cultura,  Recreación,  Deporte  y  Ciudadanía. 
Sin embargo, también se cruza con el área de 
asesoría pedagógica, ya que el GE debe parti-
cipar  en  la  planificación  estratégica  escolar. 
Esta  inconsistencia  en  la  estructura  interna 
genera  confusión  en  el  centro  escolar,  y  se 
acude con mayor facilidad a la persona refe-
rente de las OSC, antes que al MINEDUCYT, 
para este proceso en particular.
Así  mismo,  se  identificó  como  una  limi-
tante  la  carencia  de  un  enfoque  geográfico 
que  considere  las  características  particulares 
de la zona rural, desaprovechando la valiosa 
oportunidad  de  incorporar  las  capacidades 
culturales, sociales y organizativas que puedan 
abonar  al  proceso  de  conformación.  Esta 
carencia se traduce en la práctica en procesos 
homogeneizados  donde  con  características