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Volumen 76 Número 766 Año 2021
eca
Estudios Centroamericanos
Problemas, paradojas y paradigmas
Las condiciones físicas, la infraestructura y los recursos contribuyen tam-
bién a la baja percepción de calidad de la educación. Numerosas escuelas
públicas aún no cuentan con luz eléctrica, servicios sanitarios lavables ni agua
de cañería. En cuestiones de equipamiento para el aprendizaje, es preocupante
que se observe como normal una escuela sin aulas de cómputo o informática,
bibliotecas o laboratorio de ciencias, áreas recreativas o sala de profesores.
En todos estos recursos, el sector privado de educación es obligado a tenerlos
en su proceso de acreditación, mientras que el sector público carece de estos
apoyos valiosos al aprendizaje.
Finalmente, bajo la lupa está el actor principal en la educación: los docen-
tes. Mucho se enfatizan las aparentes carencias en formación inicial y continua,
ya que los pocos resultados de aprendizaje se atribuyen equivocadamente, en
una línea directa, a las deficiencias docentes. No obstante, un análisis más sis-
témico pone en evidencia que el marco legal docente es ambiguo y reducido
y no contribuye a una carrera verdaderamente profesionalizante, por fallas
en la gestión de la labor docente e infrahumanas condiciones de trabajo. El
ecosistema educativo no estimula ni garantiza una labor docente de calidad,
como se merece la niñez y la juventud salvadoreña, sus familias y la sociedad,
y los mismos docentes.
Asistir a la escuela es el primer paso, pero la calidad de la oferta educativa
contribuye a mantener la asistencia y el avance en los aprendizajes. La calidad
es compleja y difícil de conceptualizar y medir. En El Salvador, suele valorarse
por los resultados de la educación, la oferta de condiciones físicas y el trabajo
docente. En aspectos de resultados, la única medida universal es la PAES y,
en el 2020, la prueba Avanzo. La primera evaluó el dominio de competencias
en las cuatro asignaturas básicas y la última incluye aspectos actitudinales,
socioemocionales y de orientación vocacional. Con una nota global de repro-
bación durante la mayoría de los años, se refleja poco aprendizaje en relación
con el currículo. Aunque la prueba estandarizada no es la única medida válida,
genera la interrogante sobre la calidad de los aprendizajes de quienes asisten
a la escuela. En fin, expresa síntomas de algo que no anda bien.
Las paradojas: contra la lógica
El conjunto de problemas educativos introduce y subraya las paradojas
propias del sistema educativo salvadoreño. La primera paradoja de la educa-
ción es que sus actores clave —la familia y el profesorado— son simultánea-
mente el problema y la solución. El discurso es siempre acusador: la familia no
dedica tiempo, no apoya a sus hijos, interfiere a los docentes, demanda mucho
de la escuela. Los docentes no tienen buena formación, les falta vocación,
están desactualizados, son “haraganes” y un largo etcétera. La tendencia es
siempre buscar un culpable, incluyendo hasta los medios de comunicación y
los teléfonos celulares por sus malas influencias. La paradoja es que la edu-
cación, como compromiso colectivo, necesita unir esfuerzos, no dividir a sus
actores en culpables y víctimas. Este es un síntoma de una enfermedad estruc-