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Vol. 76, núm. 767, año 2021, pp. 403 - 412
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Estudios Centroamericanos
Desarrollo sostenible y territorio en Centroamérica
ISSN 2788-9580 (en línea) ISSN 0014-1445 (impreso)
Nicaragua en la posición 6, Guatemala en la 14, El Salvador en la 16 y Costa
Rica en la 21 (Eckstein et al., 2018). El VI Informe Estado de la Región indica
que, en los últimos setenta años, Centroamérica ha enfrentado más de 350
desastres regionales que han afectado al menos a tres naciones de forma si-
multánea. Quiere decir que, en promedio, cinco desastres anuales impactaron
la región en dicho período (PEN-CONARE, 2021, p. 245). Por otra parte, el
mismo informe registra, en ese mismo lapso, la ocurrencia de más de 30,000
eventos entre inundaciones, deslizamientos, sequías, terremotos, aluviones,
erupciones volcánicas y tornados. De ahí que, a pesar de los impactos ca-
tastróficos de los eventos extremos, en Centroamérica conviene igualmente
prestar atención a los desastres de escala más local y de “lento desarrollo”
relacionados con sequías, desertificación, inundaciones constantes y aumento
del nivel del mar, los cuales ocurren en períodos muy largos que disminuyen
lentamente la capacidad de las personas para mantenerse a sí mismas y sus
medios de vida (Mayer, 2016, p. 18).
• Patrones de uso insostenible del territorio
En términos más amplios, Centroamérica también ha visto agravarse los
patrones de uso insostenible del territorio y el aumento de su huella ecológica
entendida como el equivalente de su consumo de recursos, generación de con-
taminación y residuos. De acuerdo al Global Footprint Network (GFN), todos
los países de la región, con la posible excepción de Nicaragua, se encuentran
en una situación de “deuda ecológica”, ya que dichos patrones de consumo
han superado con creces desde los años noventa la biocapacidad del territorio.
En ese sentido, casos como El Salvador son particularmente críticos, ya que
la huella ecológica por persona, según esta misma fuente, era de 1.99 hgp
(hectáreas globales por persona), mientras que la biocapacidad era de solo
0.55 hgp (GFN, 2021). La dependencia de los hidrocarburos y el auge de
actividades extractivas orientadas al mercado internacional, como el cultivo de
la caña de azúcar o la palma africana, son responsables en buena medida de
estos impactos. Por ejemplo, en 2020, la región exportó más de 1,500 millones
de toneladas de aceite de palma por un valor de casi $1,000 millones (Cen-
tralAmerica Data, 2021). Solo en Guatemala y Honduras se estima que entre
170,000 y 190,000 Ha están cultivadas de palma, sobre todo en la llamada
Franja Transversal del Norte en la primera y en la Costa Norte en la segun-
da, en un proceso que ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos
veinte años. Estas dinámicas, además, han contribuido a poner en evidencia
numerosos conflictos socioambientales que Gargantini et al. (2018) entienden
como tensiones latentes o manifiestas entre los agentes vinculadas al soporte
físico del territorio que resultan en violaciones a derechos colectivos, como el
acceso a tierra, agua, vivienda o un medio ambiente sano. De acuerdo con
el VI Informe Estado de la Región (PEN-CONARE, 2021), en Centroamérica,
entre 1990 y 2020, se habían detectado al menos 89 conflictos entre agentes
relacionados con la ausencia de procesos de consulta, otorgamiento de per-
misos, licencias o concesiones de tierra indebidas, daños a los ecosistemas
y graves afectaciones al medio ambiente; Guatemala y Honduras fueron los
países con mayor número de disputas registradas. Aunque se entiende que la
migración es un fenómeno multicausal, existe un interés creciente por entender