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Volumen 76 Número 764 Año 2021
eca
Estudios Centroamericanos
Realidad histórica, pandemia y liberación en América Latina
lado, contra la segunda solución, el autor argumenta que lo fundamental de
lo común no es el bien material en y por sí mismo, sino la praxis instituyente
por la cual lo común es común.
Este cercamiento de lo común ha afectado no solo en la disponibilidad de
los recursos naturales y otros bienes que puedan ser accesibles para la comu-
nidad, sino también en la privatización de los cuerpos y la reproducción feme-
ninos, los saberes, la cultura y el arte. Esta práctica, consolidada por la lógica
de la mercantilización y privatización de los haberes para la reproducción de la
vida, aunque se ha instalado en las relaciones económicas, sociales, de género
y culturales, entre otras, también ha sido enfrentada por diversas modalidades
de resistencia a lo largo de la historia, que han buscado la recuperación de lo
común y la autogestión de cada forma de vida.
La praxis instituyente es, a juicio del autor, una vía de constitución de
otras instituciones y relaciones alternativas a la privatización de lo común. Esta
praxis instituyente, pues, no es de un sujeto o institución particular, sino de un
sujeto común que mediante su praxis constituye lo común y lo preserva para
el goce del bien común. En este sentido, señala Rosillo, la praxis instituyente
como constitución de lo común no es algo abstracto, ni cerrado o ahistórico:
es un dinamismo que siempre puede dar más de sí, donde los sujetos que
participan se constituyen en individuos que deliberan y toman las riendas del
destino colectivo. Es aquí donde la idea de praxis de liberación de Ignacio
Ellacuría resulta importante, pues la praxis se comprende como una liberación
de nuevas y más ricas realidades, al ser la realidad histórica un ámbito intrín-
secamente dinámico por la complejidad de su unidad estructural.
La praxis histórica, desde el pensamiento de Ellacuría, es la totalidad del
proceso dinámico de la historia en el sentido ya descrito. Esto es así, explica
Rosillo, porque la historia es un estrato cuya emergencia y estabilidad es
posible al estar sustentada estructural y dinámicamente en todos los otros
momentos estructurales de la realidad: la naturaleza, la vida, el aparecimiento
de la especie humana y la constitución de lo social, así como el sistema de
valores que emerge de dichas relaciones. Cuando nos situamos en el ámbito
propiamente histórico, encontramos las intervención de diversas fuerzas que
conguran el carácter de la historia, pero también las posibilidades y capacida-
des desde las cuales los individuos y el cuerpo social irán dando forma tanto
a sus destinos personales como a la colectividad.
Desde este análisis, la praxis histórica debe comprenderse como la libera-
ción e innovación de la realidad a partir de la actualización de las posibilidades
que, aunque se apoyan en el poder de la realidad, se convierten en estrictas
posibilidades respecto de la vida humana. Vista de esta forma, la praxis no se
agota en la constitución de condiciones materiales de vida, sino que también
comprende un proceso de unicación de lo histórico y la absolutización de
esta. Hay, pues, más de una forma de realizar la praxis, por lo que el curso
de la historia no está denido y está siempre abierto al futuro. La praxis no
está desvinculada, en este sentido, del problema de la liberación de condicio-
namientos materiales, políticos y sociales. La libertad, pues, es un proceso de